jueves, 29 de diciembre de 2016

La Cultura no se recupera


Estos días de Navidad hay más tiempo para el ocio, pero los españoles tienen bastante descuidada la Cultura: el 36% no lee nunca, el 67% no va a un museo, el 77% no va al teatro, el 75% no asiste a un concierto y el 46% no va  al cine. Sólo gastamos en cultura 71 céntimos al día, un 30% menos que antes de la crisis. Y el Estado, las autonomías y Ayuntamientos también gastan hoy en Cultura un 31,4 % menos que en 2008, cuando España era el país europeo que más había aumentado su gasto cultural, de la mano del ladrillo. Esto ha hecho que se pierdan empleos y facturación en la industria cultural, que pide medidas urgentes para despegar, desde la bajada del IVA a una Ley de Mecenazgo y luchar contra la piratería. También urge un Pacto político para invertir más, porque un país más culto es un país más próspero, como demuestra el norte de Europa. Apostemos por la Cultura.
 
enrique ortega

La “burbuja del ladrillo” y sus enormes ingresos para Ayuntamientos y autonomías alimentó también una enorme “burbuja cultural” en España, a finales de los 90 y primera década del siglo XXI: no había ciudad importante que no financiara exposiciones, conciertos, bibliotecas y teatros, aunque también con abusos ligados al ladrillo (auditorios, museos y grandes monstruos pseudoculturales proliferaron como hongos por toda España). De hecho, entre el año 2.000 y 2010, España fue el país europeo donde más creció el gasto cultural, nada menos que un 91%, rozando los 7.000 millones de gasto en 2010 (casi 4.000 de los Ayuntamientos).

Pero en esto llegó la crisis y el gasto en Cultura fue el primero que sufrió la tijera de los recortes, desde el Estado central al más pequeño Ayuntamiento. Y así, si en 2008 se dedicaron al gasto público en Cultura 7.111 millones (3.907 de los Ayuntamientos, 2.129 de las autonomías y 1.075 millones del estado central), en 2011 el gasto cultural público ya había caído a 5.837 millones (-17,9%) y en 2015, tras los duros recortes de Rajoy y sus dirigentes autonómicos y locales, el gasto público cultural había caído ya a 4.877 millones (672 millones del Estado central, 1.050 de las autonomías y 3.155 millones de los Ayuntamientos), según datos oficiales del Anuario de Estadísticas Culturales 2016. Eso significa que la Cultura ha perdido con la crisis 2.234 millones de dinero público, un 31,4%, la mayor caída entre todos los países europeos, cuyo presupuesto cultural sólo cayó un 3,5% (UE-28).

En paralelo, las empresas y los particulares también han recortado drásticamente su gasto en Cultura con la crisis. Primero, las grandes empresas españolas y los bancos, que apoyaban muchos eventos culturales como parte de su política de imagen y promoción pública. Pero sobre todo, el recorte se ha notado con la crisis de las Cajas de Ahorro, cuya Obra Social ha pasado a ser testimonial, tras haber desaparecido o ser absorbidas la mayoría de las 45 Cajas de Ahorro existentes en 2008. Y también ha caído drásticamente el gasto cultural de las familias españolas: si en 2008 gastaban en Cultura 16.963 millones (el 3,1% de su presupuesto), en 2015 han gastado 11.969 millones, 5.000 millones menos, un 19,4% menos, según datos oficiales. Y el gasto medio por español en Cultura ha pasado de 372 euros al año en 2008 a 260 euros en 2015 (71 céntimos diarios), un 30% menos.

Con este drástico recorte del gasto en Cultura de los organismos públicos, empresas y bancos más las familias, la industria cultural se desplomó con la crisis: si en 2008 aportaba a la economía 31.253 millones de euros (el 2,8% del PIB), en 2015 ha aportado 27.030 millones (el 2,5% del PIB), 4.223 millones menos. Y eso se ha traducido en una pérdida de 56.828 empleos desde 2008 en el sector cultural, donde trabajan ahora 515.000 personas (el 2,9% de los ocupados en España), en 112.037 empresas (el 3,5% de todas las empresas españolas), según el reciente Anuario de estadísticas Culturales 2016.

Si antes de la crisis los españoles no destacábamos por nuestros “hábitos culturales”, ahora menos. Los datos que acaba de publicar el Ministerio de Educación y Cultura, en el Anuario de Estadísticas Culturales 2016, son impactantes: el 37,8% de los españoles no ha leído un libro en el último año, el 67% no ha ido a un museo, el 74,4% no ha pisado una biblioteca (ni “virtualmente”), el 76,8% no ha ido al teatro, el 93% no ha ido al ballet, el 91,4% no ha ido a un concierto de música clásica, el 75,5% no ha ido a un concierto de música actual y el 46% no ha ido al cine. En realidad, lo único que hacen masivamente los españoles es escuchar música: lo hizo el 87,2% de la población en 2015. Le sigue la lectura (62,2% de los españoles), aunque el último Barómetro del CIS (septiembre 2016) es demoledor: un 36,1% de los españoles reconoce que no lee nunca o casi nunca y casi la mitad dicen  que no leen “porque no les interesa”… Y la mitad de los que leen no pasan de 4 libros al año (en Finlandia, a la cabeza del informe PISA de educación, la media son 147 libros leídos por persona al año). La tercera actividad cultural favorita de los españoles es ir al cine (54% de la población), que ha recuperado en 2014 y 2015 espectadores (96,1 millones)  y recaudación (575,2 millones de euros), aunque todavía está un 10,8% lejos de la asistencia y recaudación de 2008.

Mientras los españoles no apuestan por las actividades culturales tradicionales, se vuelcan en el “ocio online”, enganchados como estamos a Internet: 31.204.000 españoles mayores de 14 años se conectaron a Internet este pasado noviembre (un 78,6% de la población de esa edad), según el último Estudio general de medios (EGM). La mayoría de los internautas se conectan a la Red para comunicarse con otros, vía WhatsApp (94,5%) o correo electrónico (72,6%), o para informarse de lo que pasa (54,2%) y a la hora de optar por contenidos “culturales”, la mayoría se queda en oír música por Internet (28,7%) o visionar películas y series (22,7%), según el último EGM de octubre-noviembre 2016.

Los internautas, además, se han acostumbrado al ocio y a la cultura gratis por Internet, según el estudio “Navegantes en la Red 2015, elaborado por AIMC a partir de una exhaustiva encuesta a 17.928 internautas. Así, apuestan por el “gratis total” al leer noticias (87,6% de internautas, sólo el 9,9% paga), jugar online (76,2% gratis, sólo 11,3% pagan), descargarse música (87,9% gratis, sólo 5,7% de pago), películas (89,5% gratis, 3,1% de pago) o libros electrónicos (72,1 % gratis, 13,7% de pago). Un dato revelador es que el 60% de los accesos a Webs de música, películas, videojuegos, series, libros y fútbol fueron ilegales, “piratas”, en 2015, según datos del Observatorio de la Piratería, que cifra el valor de lo pirateado en 23.265 millones de euros anuales. Eso sí, está creciendo la TV de pago, por el fútbol y las series, que ya abonan el 45% de internautas.

Pero la gran apuesta de ocio de los españoles es la televisión: este año 2016 veremos una media de 229 minutos DIARIOS de televisión (3 horas y 49 minutos), según la consultora Barlovento. Aunque son 17 minutos menos que en el año récord de 2012 (la audiencia lleva 4 años seguidos cayendo, unos 5 minutos al año), España sigue siendo el 2º país de Europa que ve más horas de televisión, tras Italia (4 horas y 40 minutos), por delante de Francia (3 horas y 44 minutos) y Reino Unido (3 horas y 7 minutos), según el informe IHS Markit 2015. Con todo, lo más llamativo es que el 73,4% de los españoles mayores de 4 años ve la televisión cada día y eso son 32.677.000 españoles de audiencia media diaria. Y si sumamos todo el tiempo que pasamos al año delante de la tele, resulta que son 59 días, casi 2 meses al año, la 3ª actividad a la que dedicamos más tiempo tras dormir, trabajar o estudiar…

Somos “teleadictos” e internautas enganchados al ocio gratuito, pero no apostamos por la Cultura, salvo la que sea gratuita o “espectáculo” (conciertos y grandes exposiciones). Cara al futuro, los expertos creen que el ocio y la cultura serán cada vez “más digitales” y su motor serán los jóvenes (menores de 35 años), según el informe “Global Entertainment and Media Outlook 2016-2020”, elaborado por la consultora PwC. Las industrias culturales, desde el cine o la música al libro, tendrán que apostar por modelos de negocio “híbridos”, digitales y físicos, con auge de los servicios de “streaming” (visualización sin descarga) y suscripción digital (pago por servicios a la carta, desde música a series). Y de aquí a 2020, el informe augura los mayores crecimientos a la industria de la televisión de pago (+4,9%), la radio (+3,7%), los videojuegos (+3,2%), las películas de entretenimiento (+2%) y la música (+1,8%), mientras caerá la facturación de la prensa (-2,1%) y el mundo editorial (-0,3%).

¿Qué se puede hacer para reanimar la Cultura en España? Lo primero, gastar más desde las instituciones públicas, desde el Estado a las autonomías y Ayuntamientos. Porque también aquí, España gasta menos en Cultura que la mayoría de Europa: 91,74 euros por habitante (2014), frente a 113,54 euros en la UE-28 y 123,74 euros por habitante en la UE-15, según el estudio “El estado de la Cultura en 2016”, de la Fundación Alternativas. España sólo gasta más en Cultura que otros paises de la Europa del sur, como Italia (74,15 euros por habitante), Portugal (39,28 euros) y Grecia (16,67 euros por habitante), pero está muy alejada del gasto en Cultura de la Europa del norte, desde Dinamarca (gasta 256 euros por habitante) a Suecia (200 euros) o Finlandia (162 euros), los paises con mejor educación (Informe PISA) y mayor nivel de prosperidad e igualdad en Europa. No debe ser casualidad.

El sector cultural ha hecho de la bajada del IVA su principal reivindicación: la Cultura paga en España el 21 % desde que el Gobierno Rajoy (septiembre de 2012) subió el IVA anterior del 8%, salvo para la prensa y los libros en papel (en 2017, también los libros digitales y la prensa online pagarán el IVA reducido del 4%). Y eso contrasta con otros paises europeos, donde el IVA cultural es mucho más bajo: 5,5% en Francia, 6% en Holanda, 7% en Alemania, 9% en Irlanda, Grecia y Finlandia, 10% en Austria, 12% en Italia, 13% en Portugal o 20% en Reino Unido. Está claro que bajar el IVA del 21 al 10%, por ejemplo, ayudaría a reanimar el gasto cultural, pero hay que dejar claro que si ha caído tanto no ha sido por el IVA, sino por la crisis, que ha recortado el gasto público y el de las familias. El cine, por ejemplo, perdió 13,6 millones de espectadores entre 2008 y 2012, antes de subir el IVA. Y las artes escénicas (teatro, danza y género lírico) perdieron otros 6,1 millones de espectadores esos años.

Junto a la bajada del IVA, el sector cultural ha presentado una serie de propuestas para reanimar la Cultura, incluidas en el Libro Blanco de la Cultura presentado en mayo de 2016. Entre ellas piden una Ley de Mecenazgo (prometida para 2013 por el PP) para facilitar las inversiones culturales de empresas y particulares (como hace muy bien Francia), medidas más rigurosas contra la piratería (el 87,48 % de todos los contenidos consumidos en 2015 eran ilegales, según los datos del último Observatorio de la Piratería), la aprobación del Estatuto del artista y creador (el 30% de los que trabajan en el sector no tienen un sueldo fijo: son autónomos o viven de ingresos irregulares muy bajos), el que los creadores jubilados puedan trabajar y a la vez cobrar pensión (el nuevo Gobierno Rajoy dice que se lo va a permitir) y una mayor coordinación entre administraciones a la hora de promover la Cultura. Además, habrá que resolver el pago del canon digital, una compensación a los creadores por copias privadas, que se pagaba en los Presupuestos, algo que han declarado ilegal los Tribunales. Y el Gobierno Rajoy está pensando que esta compensación (entre 80 y 100 millones de euros) salga de un recargo al comprar los móviles (lo más fácil) y dispositivos de grabación (incluidos discos duros).
Al final, se trata de alcanzar otro amplio acuerdo político y social, un Pacto por la Cultura, para facilitar que los españoles lean más, vayan más al cine, al teatro, a los conciertos y a los museos, no se limiten a estar enganchados a Internet y apalancados ante el televisor. Eso pasa por más medios y también por educar a los jóvenes en la Cultura, desde el colegio a la Universidad. Y apostar por un país más culto, porque los paises que lo son resultan ser también más productivos y con mejor nivel de vida. Mejorar la Cultura es mejorar la Economía.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Compras: las tarjetas ganan al cajero


Son días de compras masivas  que pagamos a golpe de tarjeta y con dinero en efectivo. Estamos enganchamos al móvil y a Internet, pero los pagos electrónicos son minoritarios. El número de tarjetas bate récords y los pagos con ellas superan ya el dinero que se saca de los cajeros. Pero sigue dominando el pago en efectivo: con dinero hacemos todavía el 70% de los pagos. Y eso, a pesar de las campañas de los bancos para que paguemos con tarjetas o el móvil y de las medidas del Gobierno, que ha prohibido los pagos en metálico de más de 1.000 euros desde el 1 de enero, para reducir el fraude fiscal. Pero el dinero en efectivo tardará mucho en desaparecer, a pesar del avance del dinero electrónico, que debe resolver problemas de seguridad y comisiones. Y ojo: pagar sin dinero es una tentación que puede endeudarnos más. Cuidado con darle a la tarjeta o a la tecla: luego hay que pagarlo.
 
enrique ortega

En España hay más tarjetas de crédito que habitantes. A primeros de octubre había 73,66 millones de tarjetas, cerca ya del récord de 2008, cuando llegaron a 76,40 millones. Dos de cada tres tarjetas son de crédito (la otra, de débito: pagar y sacar dinero) y su número ha batido este año todos los récords históricos, con 48,09 millones de tarjetas a principios de octubre, casi 4 millones más que en el anterior récord de 2008 (44,82 millones), según datos del Banco de España. Y no sólo es hay más tarjetas que nunca, sino que también se usan más: las operaciones con tarjetas superan desde esta primavera las 250.000 al mes, con pagos superiores a los 10.000 millones de euros mensuales, algo nunca visto.

Otro dato que habla del tirón de las tarjetas es que mueven más dinero del que se saca en los cajeros, algo que tampoco había pasado antes. Desde enero de 2016, los pagos con tarjeta (crédito y débito) superan al importe que se extrae de los cajeros de los bancos: fueron 32.713 millones en el tercer trimestre, frente a 31.317 millones extraídos en cajeros. Esto es fruto del auge de las tarjetas pero también de un cierto declive de los cajeros, que se resienten del aumento de comisiones aplicado por los bancos desde la Navidad de 2015: si antes cobraban entre 0,65 y 0,75 euros por sacar dinero en bancos ajenos, ahora cobran el triple, entre 1,80 y 2 euros por extracción. Con todo, aunque crecen menos, los cajeros también están funcionando más este año, con más operaciones y más dinero sacado: 31.317 millones en el tercer trimestre frente a 30.210 extraídos en el tercer trimestre de 2015.

Indudablemente, las mayores comisiones en los cajeros han dado alas a las tarjetas, con más operaciones (789.937 en el tercer trimestre) y más importes de compras (32.713 millones entre julio y septiembre de 2016). España es el quinto país de Europa por número de tarjetas (73,66 millones), por detrás de Reino Unido, Alemania (147 millones), Francia (80 millones) e Italia (77 millones), aunque ocupamos el puesto 13º en el ranking de tarjetas por habitante (1,48 tarjetas, frente a 1,82 de Alemania o 1,21 de Francia). Y todavía utilizamos menos las tarjetas que la mayoría de Europa: 52 operaciones por habitante y año frente a 79 de media en la UE (y más de 200 en los paises nórdicos).

Eso sí, la operativa de tarjetas está cambiando y cada vez se hacen más operaciones de pequeños importes, incluso de menos de 10 euros, sobre todo tras el auge de los pagos “Contact less” (acercando la tarjeta al datafono), que ya aceptan la mitad de los TPV (hay 820.000 terminales “Contact less” de los 1.647.646 terminales disponibles para tarjetas). El gasto medio por tarjeta es de 2.838 euros (+3,5% sobre 2015), de los que 413 euros se gastan ahora por Navidad.  Y en contra de lo que se piensa, gastan más los hombres (2.917 euros) que las mujeres (2.369 euros). Y más los que tienen entre 40 y 50 años, seguidos de los de 50 a 60 años, siendo bajo el gasto con tarjeta de los jóvenes. Y sobre su uso, el 23% de los pagos con tarjeta se hacen en el súper, el 16% en viajes, el 13% en gasolineras, el 12% en restaurantes, el 11% en grandes almacenes, el 9% en comprar moda, el 7% en electrónica y telefonía y el 6% en artículos para el hogar. Y un dato importante: en las compras online, el 67,2% de los pagos se hacen con tarjeta de crédito.

Los pagos con tarjeta no dejan de crecer y suponen un importante gasto para los usuarios y una creciente fuente de ingresos para la banca. Los que tienen tarjeta pagan por tres vías. Una, la comisión anual, que a veces se perdona el primer año pero no después (salvo en algunos bancos online): es de 35 a 43 euros al año. La segunda, el pago de intereses cuando se aplaza el pago de lo comprado con la tarjeta: un tercio de las tarjetas que tenemos lo hacen (se llaman “revolving”). Entonces se paga un interés, que oscila entre el 20 y el 25% (la media actual es el 21,1% TAE), aunque hay entidades que cobran el 15% (ING o Bankinter) y otras hasta el 30%. En noviembre de 2015, una sentencia del Tribunal Supremo estableció que los intereses superiores al 24% son “usurarios” y por tanto “nulos”. Y la tercera vía son los elevados costes en que se incurre por descubierto, por superar el límite de la tarjeta: se pagan dos comisiones, por reclamación de posiciones deudoras (35 euros) y por descubierto (30 euros), más los intereses de demora (más del 20% TAE).

Además, los comercios tienen que  pagar una comisión a los bancos que les instalan el terminal (TPV) con el que poder cobrar compras con tarjeta. Esta comisión (“tasa de descuento”) es libre y oscila entre el 0,5% y el 1,10% por operación, con un mínimo (que suele ser de 0,35 euros). Y a veces también les cobran una reducida cuota mensual por el TPV. Luego, el banco que ha instalado el PTV y que recibe el importe de la compra tiene que pagar una comisión (“tasa de intercambio”) al banco emisor de la tarjeta con la que se paga, una comisión que sí está fijada por el Gobierno y que tiene un máximo (0,3% por operación  en las tarjetas de crédito y 0,2% en las de débito). Al final, serán casi 3 millones de operaciones este año, con casi 120.000 millones pagados, de los que una parte (entre 600 y 1.000 millones de euros anuales) van a aumentar los ingresos por comisiones de la banca, que suponen ya un 23% de sus ingresos totales (vea aquí el porcentaje de comisiones que cobran los bancos españoles).

Por eso los bancos tienen tanto interés en “colocarnos” más tarjetas y en que no usemos el cajero, que les supone ingresos pero también muchos costes, no sólo en comprarlos e instalarlos sino en toda la intendencia de manejar “dinero físico”: almacenamiento, transporte, seguridad… En esto coinciden con los Gobiernos, que también mantienen una “guerra contra el dinero en efectivo”, porque alimenta la economía sumergida y es una fuente de fraude fiscal: el dinero electrónico deja huella y se rastrea con cierta facilidad, no así el dinero en metálico. Por eso, el Gobierno Rajoy limitó los pagos en efectivo a un máximo de 2.500 euros, en noviembre de 2012. Y ahora ha vuelto a hacerlo: desde el 1 enero de 2017, no se podrá pagar en efectivo más de 1.000 euros, a una empresa o a un profesional, no entre particulares (ahí, el pago es libre). Y si no se cumple, Hacienda puede multar por el 25% de los pagos ilegalmente hechos.

A pesar del auge de las tarjetas y de las prohibiciones, el dinero en efectivo es “el rey de los pagos, en España (84% de los pagos), en Europa (66%) y en todo el mundo (85% de los pagos), según datos de la consultora PwC. Además, el efectivo es el único medio de pago utilizado por el 100% de los españoles, en todas las edades. Las tarjetas las usan el 90,8% de españoles y el 66,7% de los que tienen entre 25 y 34 años. Les siguen los pagos por transferencias (85,8% españoles), los pagos alternativos tipo Pay-Pal (52,5% usuarios), los cheques (38,8%), las tarjetas virtuales (18% españoles), los pagos Contact less (15,2%), las APPs (4,4%) y el pago por móvil (sólo 2,4% pagos), según el estudio de PwC.

Actualmente, se estima que un 70% de todo el consumo privado se paga todavía con dinero en efectivo y sólo un 30% mediante tarjeta o dinero electrónico, según datos recientes de MasterCard. Y lo que es más llamativo: sólo hay un 7% de españoles que pagan exclusivamente con tarjeta mientras hay un 22,6% que lo pagan todo sólo en efectivo, según Tecnocom. Eso indica que los pagos electrónicos aún están muy retrasados en España, aunque en los últimos años crezcan las propuestas para pagar online, por ordenador o móvil. Y todo apunta a que el dinero en efectivo tiene mucha vida por delante, no va a desaparecer a corto plazo, aunque los expertos vaticinan que 3 de cada 4 transacciones de dinero en el mundo serán on line o través del móvil para 2020, según la consultora Accenture.

La última apuesta por los pagos electrónicos ha llegado a España en diciembre de la mano de Apple, que ha lanzado su servicio “Apple Pay”, dos años después que en EEUU. Un servicio que permite pagar con el iPhone (iPad, Apple Wach o Mac) en tiendas físicas, en APPs y en comercios online y que complementa la oferta de Google para los smartphones Android, el “Google Wallet”, lanzado en 2009 y mejorado en 2013 con una tarjeta de débito prepago. Y otros gigantes de Internet, como Facebook o Twitter también han lanzado servicios de pagos en sus redes, aunque todavía no están operativos en España.

En paralelo, otras empresas tecnológicas se han lanzado a ofrecer compras online con tarjetas. La pionera, en el año 2.000, fue PayPal (eBay), que ya tiene 130 millones de cuentas activas en el mundo, con las tarifas más baratas para compras y envío de dinero persona a persona. Amazon lanzó en agosto de 2014 un lector de tarjetas de crédito que conectado a un móvil o una tablet permite a pequeños negocios aceptar pagos. Y las empresas chinas Alibaba y Tencent o la japonesa Rakuta ofrecen también desde hace años plataformas de pago a través de móviles, como la mayoría de empresas que venden por Internet.

Las grandes empresas de telefonía también se han lanzado a este negocio de los pagos electrónicos. Vodafone ofrece su monedero electrónico para pagos (“Vodafone Wallet”) desde 2014 en Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda y España. Y en noviembre de 2015 renovó su aplicación para permitir el pago con móvil asociado hasta con 5 tarjetas diferentes. También Orange ofrece el servicio de pago por móvil “Orange Cash”. Y Samsung lanzó en España, en junio de 2016, su sistema de pago por móvil “Samsung Pay”, que ya funcionaba en otros tres paises europeos. Y Movistar ofrece  también un pago por móvil limitado, vinculado a una VISA de la Caixa, uno de sus principales accionistas.

Mientras los gigantes de Internet y las telecos avanzan en los pagos digitales, la banca española ha ido a la zaga, con dispersas aplicaciones desde 2013, la mayoría en colaboración con las telecos. En 2014, CaixaBank y Santander intentaron hacer una apuesta conjunta (con Movistar) de pago por el móvil, la plataforma Yapp, pero fue un fracaso que cerró en junio pasado, tras perder 8 millones de euros. Y finalmente, a finales de septiembre, toda la banca (27 bancos y cajas, el 95% del sector) lanzó Bizum, un servicio de transferencias y pagos por móvil de la banca española, con requisitos técnicos homologados con Europa, donde hay plataformas similares en Reino Unido, Suecia y otros paises. Con Bizum, las transferencias de dinero entre particulares no exigen saber el número de cuenta, sólo el móvil. En octubre se estrenaron las compras online y en diciembre han empezado las compras en comercios, acercando el móvil al TPV e introduciendo una clave que ofrece el banco al cliente que solicite el alta en  Bizum, tras el pago de una comisión que fijará cada entidad (algunos ofrecen gratis las 10 primeras operaciones o el primer año, pero luego cobrarán).

Precisamente, los dos problemas que tienen los pagos electrónicos son las comisiones (más “visibles” que las de las tarjetas) y la seguridad: los expertos creen que los ciberdelincuentes se van a volcar en estas operaciones en 2017, sobre todo en los pagos por móvil, aunque sus requisitos de seguridad son muy altos. Pero hay bastante “sensación de inseguridad” entre muchos usuarios y eso ha restado auge al comercio electrónico y puede frenar también los pagos electrónicos. Sobre todo si los bancos no refuerzan sus inversiones en ciberseguridad  y en seguros específicos, para compensar a los clientes (sin “peleas” y complejas reclamaciones) en caso de fraude online.

En definitiva, que cada vez compramos más por tarjeta pero todavía el dinero en efectivo es el rey de los pagos y lo será por mucho tiempo, a pesar de que crecen  los pagos electrónicos y por el móvil. Pero cuidado: estos nuevos pagos son una forma sencilla de endeudarnos más, de gastar sin control y luego darnos “sustos”. Ojo con darle a la tarjeta o a la tecla: luego hay que pagarlo.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Navidad 2016: desigual y "low cost"


Otra Navidad en crisis y van ya ocho (en la de 2008, no la sentíamos todavía). Pero este año se ve más animación en las calles, más consumo, a pesar de que una cuarta parte de los españoles no puedan gastar, porque siguen en paro o tienen sueldos mínimos. Son unas Navidades muy desiguales, con el gasto empujado por ofertas y descuentos, unas Navidades “low cost”, que empezaron el Black Friday y avanzan batiendo récords de compras con tarjetas de crédito. Durante unos días, todos queremos gastar, disfrutar y olvidar la crisis. Pero no olvidemos que uno de cada cuatro españoles es oficialmente pobre y que 3 millones sufren una pobreza extrema, que contrasta más en estas fiestas de Navidad. Seamos solidarios con ellos, cada uno a su manera. Y apoyemos que en 2017 se busque una salida a estos “otros españoles”, aprobando una renta básica como la que piden algunos partidos, sindicatos y ONGs. No los olviden estos días. Y ¡Feliz Navidad¡
 
enrique ortega

La fiebre del consumo ha vuelto a España por Navidad. Y este año, incluso mucho antes: a finales de noviembre, con el Black Friday, que ha disparado entre un 30% y un 50% las compras este año, adelantando regalos navideños a golpe de descuentos y promociones. Una costumbre importada de EEUU que empieza a preocupar a muchos comerciantes, los medianos y pequeños, porque les obliga a ajustar mucho los precios (y los beneficios) y porque  luego les provoca una fuerte caída de ventas en las fechas navideñas, que no compensa el aumento de las ventas anticipadas. En cualquier caso, parece un fenómeno imparable, sobre todo en compras de tecnología, electrónica, informática y regalos.

Con todo, esta Navidad se espera un aumento de ventas del 4%, con un gasto medio de 682 euros por español, según un estudio de Deloitte, que nos coloca en un puesto medio del ranking europeo de gasto navideño, por detrás de Reino Unido (1.146 euros), Dinamarca (763), Bélgica (737) o Francia (727 euros) y por delante de Italia (614 euros), Alemania (529) o Portugal (431). Eso sí, este es el gasto medio, pero hay grandes diferencias en la Navidad de los españoles. Así, un 17% gastarán más de 500 euros estas fiestas, un 43% entre 200 y 500 euros y un 32% sólo gastarán entre 100 y 200 euros, según otro estudio de Vente-Privee.

Esta Navidad, hay factores económicos que apoyan un mayor gasto de los españoles. El principal, que hay unos 620.000 españoles más trabajando que las Navidades pasadas, según la EPA (y 1,5 millones de ocupados más que a principios de 2014), si bien tienen contratos precarios (92% temporales y 42% a tiempo parcial) y sueldos muy bajos. Y los 18,5 millones de españoles que trabajan tienen también sueldos muy bajos: el sueldo más habitual es de 16.490 euros brutos, según el INE (2014), lo que se traduce en unos 950 euros netos en 14 pagas. Y hay 6.580.000 españoles, 1 de cada 3 ocupados (asalariados o autónomos) que cobran el salario mínimo (655 euros) o menos, según un estudio realizado por el profesor Felgueroso. Así no debe extrañarnos que un 13,7% de los hogares digan que no llegan a fin de mes, que el 39,4% no pueda hacer frente a gastos imprevistos y que el 9,4% no pueda pagar la hipoteca, el alquiler, la luz y otros recibos, según el INE.

A pesar de esta precariedad y bajos ingresos, el consumo lleva dos años subiendo y más en Navidad. Y eso, porque cayó mucho con la crisis y aún no nos hemos recuperado: el gasto medio por hogar cayó de 31.711 euros en 2008 a 27.420 euros en 2015, un -13,5%, según el INE. Y sobre todo, porque los españoles, en cuanto tienen ingresos, se lanzan a consumir y más en Navidad, sobre todo “para olvidarse de la crisis”, según el estudio europeo de Deloitte. Y lo hacen empujados por ofertas “low cost”, de productos y servicios con descuentos, bonificaciones y promociones, más baratos a costa de menor calidad. Y muchos, además, compran estos días “a golpe de tarjeta”: la tarjeta de crédito ha batido todos los récords este año, tanto en número de plásticos (48,09 millones en septiembre, que serán más ahora) como en pagos realizados (32.713 millones en el tercer trimestre), superando al dinero sacado en cajeros (31.317 millones en el tercer trimestre), según datos del Banco de España.

Sean compras “low cost” o a crédito, compras son. Y estas Navidades se van a centrar en regalos (265 euros por español), comida (212 euros, lo que más crece), viajes (132 euros) y ocio (73 euros), según el estudio de Deloitte. En regalos, predomina el regalo útil, siendo “el trío ganador” la ropa y calzado, los libros y la perfumería y cosméticos, sin olvidar los juguetes, donde los españoles gastan 170 euros por niño al año (el 54% en Navidad), la mitad de lo que gastan los franceses, alemanes o británicos, según datos de NPD. Una cuarta parte de todas las compras navideñas las harán los españoles por Internet, un gasto online que crece en regalos y viajes, aunque el mayor uso de la Red es para comprar precios y buscar ofertas. Y las tres cuartas partes de compras “físicas” se concentran en los grandes almacenes (51%), comercios minoristas (44%), súper (41%) y cadenas especializadas (33%).

Esta será otra Navidad “desigual, donde la fiebre del consumo no puede hacernos olvidar que todavía hay 4.320.800 españoles sin trabajo, 1 de cada 5 en edad de trabajar, según la EPA. Y que más de la mitad de ellos (el 53%) no cobran nada, porque se les ha acabado el paro o no han tenido nunca derecho a él. Son sobre todo jóvenes, mujeres y mayores de 50 años, los que peor están pasando la crisis. Y eso hace que una cuarta parte de las familias españolas sean “oficialmente pobres”, según las estadísticas europeas (AROPE): 13.180.000 personas, el 28,6% de hogares, que ingresan menos del 60% de la media del país (menos de 8.011 euros los solteros y menos de 16.823 euros las familias con dos hijos). Y de ellos, 3 millones de españoles están en situación de pobreza extrema, la tercera parte niños.

Esta “otra España”, esa cuarta parte de españoles pobres, sobreviven  Navidad tras Navidad como pueden, con la ayuda de familiares, amigos y multitud de ONGs, que atienden ya  a 2,5 millones de necesitados y dan de comer a 1,5 millones de personas cada año, gracias a los bancos de alimentos. Un drama social que choca más en estas fiestas pero que pervive todo el año, sin que el Gobierno Rajoy haya tomado medidas, a pesar de las advertencias de Bruselas. Paliar la pobreza debería ser una “prioridad nacional” para 2017, aumentando los fondos para el desempleo y generalizando las rentas mínimas, hoy escasas y muy diferentes según las autonomías. Los sindicatos UGT y CCOO han pedido una Ley de rentas mínimas para los 2,1 millones de hogares que ingresan menos del 75% del salario mínimo (menos de 491,40 euros): proponen pagarles 426 euros al mes, lo que costaría 11.000 millones al año. Ayudar al menos a los casos más urgentes, a la mitad (5.500 millones), debería ser una prioridad del Presupuesto 2017, aunque no lo contemplan ni Rajoy ni “la oposición”.

Bueno, disfrutemos de esta Navidad con la familia y los amigos, gastando “con cabeza” y sin endeudarnos a golpe de tarjeta. Pero, sobre todo, no olvidemos a los que lo están pasando mal, a esa cuarta parte de españoles que sobreviven sin trabajo y sin casi ingresos, y para los que la Navidad es un triste recordatorio de su penosa situación. Ayudémosles  a título individual, cada uno como pueda. No olvidemos que existen, que hay “dos Navidades” como hay “dos Españas”. Y presionemos para que los partidos y el Parlamento se ocupen de ayudarlos también, con ingresos, formación y ayudas para que consigan un trabajo digno.

Olvidemos por unos días la crisis, pero no a nuestros conciudadanos peor parados. Y disfruten del descanso y de las fiestas. ¡Feliz Navidad ¡