lunes, 30 de mayo de 2016

Futuro pensiones: más ingresos o recortes


El futuro de las pensiones ha entrado en precampaña electoral, con más ataques políticos que soluciones concretas. El PSOE propone conseguir más ingresos con impuestos y Rajoy lo tilda de “disparate”, aunque es lo que propuso el Tribunal de Cuentas en 2015. Y tanto el PP como Ciudadanos e IU dicen que la solución es “crear más empleos”. Falso: se han creado 959.000 empleos en dos años y el déficit de las pensiones ronda los 17.000 millones de euros, tras gastarse ya más de la mitad de la hucha de las pensiones. El problema es que se crea un empleo muy precario, que cotiza poco, mientras los pensionistas y los gastos crecen. Y el “agujero” será mayor a partir de 2030, cuando se jubilen los muchos nacidos en los años 60 y 70. El dilema es: o se recauda más desde ya (con impuestos y cotizaciones) o habrá que hacer más recortes a las pensiones futuras. Soluciones y no politiqueos.
 
enrique ortega

Antes que nada, veamos cuál es el verdadero problema de las pensiones hoy en España. Básicamente, que los ingresos no cubren los gastos y el déficit crece de forma imparable, poniendo en peligro el pago de las pensiones futuras. Antes de la crisis, en 2007, las pensiones tenían superávit (+14.672 millones de euros), que se mantuvo, aunque bajando, hasta 2010 (+244,1 millones). En 2011, las pensiones tuvieron su primer déficit (-487,3 millones), que Rajoy multiplica por 12 en 2012 (-5.812,8 millones), se estabilizó en 2013 (-5.812,8), se duplicó con creces en 2014 (-13.762,3 millones) y siguió creciendo en 2015 (-16.707 millones), a pesar de que en estos dos años se crearon 959.000 nuevos empleos. Y el déficit de las pensiones sigue creciendo este año 2016: alcanza los 17.772 millones de euros a finales de marzo, según un reciente estudio de la Universidad de Valencia.

¿Por qué las pensiones tienen este abultado déficit? Básicamente, porque los ingresos por cotizaciones no cubren los gastos, el pago de pensiones. Podría pensarse que no salen las cuentas porque el gasto en pensiones se ha disparado. Pero no es así. El gasto en pensiones crece, pero poco: en mayo creció el 3,04%, siendo el primer mes que creció por encima del 3% en los últimos 14 meses. Y el número de pensionistas crece también poco, un 1,13% en mayo, uno de los menores de la última década, con una caída en las jubilaciones (-2,9% en 2015), por segundo año consecutivo. Así que el gasto en pensiones está “contenido” (aunque haya sido de 8.467 millones en mayo 2016)  y no es por casualidad: es el fruto de las dos "reformas" de las pensiones (recortes) aprobadas por Zapatero en 2011 (aumento edad de jubilación a 67 años y mayores exigencias de cotización) y por Rajoy en 2013 (menor revalorización de las pensiones, penalización jubilaciones anticipadas y cambio en el sistema de cálculo pensiones a partir de 2019).

Así que si el déficit de las pensiones crece imparable no es porque se disparen los gastos, sino porque fallan los ingresos: debían haber crecido un 6,8% en 2015, según el Presupuesto, y sólo crecieron el 1,3%. Y para este año 2016, el Gobierno ha previsto un aumento de ingresos del 6,7% y las cotizaciones sólo han aumentado un 1,8% estos meses. ¿Qué pasa? Pues que se crea empleo (525.100 nuevos empleos en 2015 y otros 433.900 en 2014), pero es un empleo muy precario que cotiza poco: un empleo temporal  (92% nuevos empleos 2015) cotiza por un sueldo que es dos tercios el de un trabajador fijo y un empleo a tiempo parcial (35,5% de los empleos creados en 2015) cotiza por un sueldo que es un 38% del que se paga por una jornada normal. Así que se crea empleo, sí, pero los ingresos de la Seguridad Social apenas crecen con estas “cotizaciones basura”. Y así, la reforma laboral del PP (febrero 2012) ha agravado el déficit de las pensiones.

Pero no es sólo por eso. Los ingresos de la Seguridad Social también caen por otras dos causas. Una, porque el Gobierno Rajoy se ha dedicado a bonificar las cotizaciones de la SS a empresas y autónomos (tarifas planas), descuentos que además de costosos, resultan poco efectivos para crear empleo, según la mayoría de expertos. Estas bonificaciones han supuesto una rebaja de ingresos por cotizaciones de 3.439 millones en la Legislatura de Rajoy (2012-2015), agravando el déficit de las pensiones. Y para 2016 supondrán dejar de ingresar otros 2016 millones más.  La otra causa de los menores ingresos es que hay más parados que no cobran desempleo y que por tanto, tampoco cotizan a la Seguridad Social. Así, en diciembre de 2011, había 1.389.973 parados que cobraban una prestación contributiva y a los que se descontaba una cantidad para cotizar a su futura pensión. Pero en marzo de 2016 sólo hay la mitad de parados que cobraban prestación contributiva (745.847 parados) y que cotizaban a la Seguridad Social, mientras la mayoría de los parados (1.309.252 ahora) cobran una pensión contributiva pero no cotizan, con lo que caen los ingresos a la SS.

Así que los ingresos de la Seguridad Social caen porque los nuevos empleos cotizan menos, las empresas y autónomos tienen muchas rebajas y hay menos parados que cotizan. Por todo ello, la Seguridad Social ha perdido 47.500 millones de ingresos entre 2008 y 2015, mientras el gasto en pensiones aumentaba 6 veces más que los ingresos. Así no hay cuentas que salgan. Veamos un resumen sencillo: el gasto mensual en pensiones casi se ha duplicado, pasando de 4.318 millones de euros mensuales en 2003 a 8.467 millones en mayo de 2016. Y mientras, el empleo sólo ha aumentado en 937.000 personas en estos 13 años (de 17,09 a 18,02 millones). Mucho más a pagar en pensiones y pocos más a cotizar. Así surge el enorme déficit del sistema de pensiones, que se mantendrá toda esta década.

Y el problema no tiene visos de arreglarse en el futuro, sino de agravarse más. Porque va a aumentar mucho el gasto en pensiones, pero no los empleos y los ingresos. Y ello se debe a dos factores. Por un lado, el envejecimiento de la población española: cada vez habrá más viejos que vivan más años y a los que habrá que pagar la pensión más tiempo. España tiene ahora la mayor esperanza de vida de Europa (y la segunda del mundo, tras Japón): 83,3 años de esperanza de vida al nacer, con lo que los españoles de 65 años tienen por delante 18,3 años de vida (y 22 años en 2050). Y al aumentar la esperanza de vida, cada vez habrá más personas mayores de 65 años, con derecho a una pensión: si en 2015 eran el 18,5% de la población, en 2050 serán ya el 33,4% (y en 2064, el 38,7%), siendo España el segundo país europeo (tras Eslovaquia) donde más aumentarán los mayores de 65 años.

Por otro lado, mientras España va a envejecer más, no aumentarán los jóvenes para trabajar, porque ha caído en picado la natalidad, una de las más bajas de Occidente: la media es de 1,32 hijos por mujer (2014), frente a 1,58 en la EU-28, 1,94 en Reino Unido o 2,01 hijos por mujer en Francia. Además de tener menos hijos (harían falta 2,1 hijos por mujer para sustituir a los viejos por jóvenes y no perder población), las mujeres españolas tienen los hijos más tarde (a los 30,6 años de media en 2014, dos años más tarde que en 1994).

Esta combinación de menos hijos y más viejos es “una bomba” para las pensiones, porque habrá menos gente para trabajar y cotizar para pagar las crecientes pensiones futuras. De hecho, si en 2015 había 3,5 españoles en edad de trabajar (16-64 años) por cada mayor de 65 años, en 2050 habrá sólo 1,38 activos por cada jubilado (2 por 1 en Europa), con lo que habrá menos cotizantes para pagar muchas más pensiones. Así que si ahora tenemos un problema de déficit en las pensiones, a mediados de siglo tendremos “un mayor  agujero”. De hecho, los mayores problemas surgirán a partir de 2030, cuando se jubilen los muchos españoles del “baby boom, los que nacieron entre 1962 y 1975. Así que el mayor problema no lo tienen los pensionistas actuales, sino los españoles que tienen ahora entre 40 y 55 años. Ellos son los que tienen que estar más preocupados con su futura pensión.

¿Qué se puede hacer? Sólo hay una alternativa realista: conseguir más ingresos. No tiene sentido que España sea el país más envejecido de Europa y sea a la vez uno de los que menos gasta en pensiones, por mucho que se haga demagogia con la alta factura mensual: gastamos un 12% del PIB en pensiones frente al 13,8% de la zona euro (y un 16,6% en Italia, un 15,2% en Francia y un 12,3% en Alemania). Hasta ahora, el Gobierno Rajoy ha hecho frente a los déficits crecientes “tirando” de la hucha de las pensiones: estaba en 66.815 millones en 2011 y Rajoy se ha gastado ya más de la mitad, 47.201 millones, para poder pagar la extra de verano y Navidad a los pensionistas, desde 2012 hasta ahora. El futuro Gobierno lo seguirá teniendo que hacer, con lo que se estima que la hucha se agotará en 2018. Y ¿después qué? Si no se toman medidas ya, el resultado será que en dos años no habrá dinero suficiente para pagar las pensiones previstas.

El PSOE ha propuesto conseguir más ingresos con recargos en algunos impuestos, sobre todo en IRPF, sociedades y patrimonio, para destinarlos a pagar las pensiones. Rajoy ha calificado la propuesta de “disparate”, a pesar de que su Gobierno ya propuso el verano pasado pagar una parte de las pensiones con cargo al Presupuesto (las de las viudas y huérfanos, unos 23.000 millones al año, el 20% de la factura total de las pensiones). Y no debe ser tal disparate cuando fue la propuesta que hizo el Tribunal de Cuentas en 2015 a las fuerzas sociales firmantes del Pacto de Toledo: financiar una parte de las pensiones con cargo a los Presupuestos, no sólo con cotizaciones. Y también propuso buscar nuevas fuentes de ingresos la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), en julio de 2015.

Rajoy y el PP creen que no hay que buscar más ingresos, que basta con “esperar a que se creen más empleos. Y lo mismo piensa Ciudadanos y en parte IU. Pero es falso y el Gobierno Rajoy lo sabe: ha mandado a Bruselas un Programa de Estabilidad 2016-2019 en el que prometen crear 1,9 millones de empleos en estos 4 años pero reconocen que la Seguridad Social seguirá con déficit hasta 2019 (-8.000 millones de euros). Así que, según sus propios datos, aunque en 2019 haya casi 20 millones de españoles trabajando, la SS seguirá con un gran agujero. Porque el gasto crecerá más que los ingresos.

Hay que dejarse de “politiqueos” y hacer propuestas realistas, que obligatoriamente pasan por conseguir más ingresos para pagar las pensiones. Porque si no, habrá que hacer más recortes de los previstos, que ya son tremendos, aunque la mayoría de españoles no son conscientes. Sin hacer nada más, y como fruto de las dos reformas (recortes) aprobados por Zapatero (2011) y Rajoy (2013), las pensiones futuras serán un 35% más bajas que las actuales para el año 2050, según un estudio de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros). Y otro estudio universitario (IESE y Universidad de Granada) pone cifras a esta bajada: la pensión máxima bajará de 2.561 euros (2015) a 2.399 en 20120 y a 1.797 euros en 2050. Y la pensión mínima, de los 634 euros actuales (2015) a 595 euros en 2020 y a 445,2 euros en 2050. La bajada será fruto de los cambios aprobados por ZP y Rajoyaumento años para el cálculo de la pensión, aumento años para conseguir el 100% de pensión, menos revalorización y, sobre todo, adaptar las futuras pensiones a la esperanza de vida (el "factor de sostenibilidad", que rebajará las nuevas pensiones a partir de 2019).

En definitiva, que los pensionistas actuales, mal que bien, están cobrando una pensión, baja (902,31 la pensión media y 1.041 euros la de jubilación), pero serán los pensionistas futuros, los que tienen hoy entre 40 y 55 años, los que tendrán mayores problemas: su pensión inicial será un 35% más baja que la actual (por los recortes ya aprobados por Zapatero y Rajoy) y encima tienen el riesgo de que no haya dinero suficiente para pagarlas, porque los aumentos de ingresos por cotizaciones no cubran el aumento de pensionistas que además vivan más años y cobren pensión más tiempo.

Esta es la situación que obliga a tomar medidas ahora, pensando en las pensiones de las próximas décadas. Y no veo otra solución que buscar más ingresos, como proponen el Tribunal de Cuentas, la Autoridad Independiente Fiscal y muchos expertos. Y hacen falta tantos recursos que no basta con los impuestos. Funcas, la Fundación de las Cajas, propone tres fuentes de ingresos adicionales: impuestos, cotizaciones y deuda. Recaudar más ingresos es posible, ya que España recauda menos que la mayoría de Europa: Hacienda recauda el 38,2% del PIB (2015), frente al 45% de la UE-28 y el 46,6% del PIB que recaudan los 19 países del euro. Eso se debe a que hay más fraude, a que muchas grandes empresas, multinacionales y fortunas pagan menos impuestos de los que debían. Si se redujera el fraude y estos grupos pagaran más, se podrían recaudar 42.000 millones más cada año, según los cálculos de los técnicos de Hacienda (GESTHA). Y una parte podrían ir a las pensiones.

Pero también podrían aumentarse las cotizaciones a la SS, porque en España son más bajas que en Europa (28,3% frente a 28,7% en UE-28, 33,3% en Alemania, 37,9% en Francia o 31,5% en Italia). Si se subieran un 1% las cotizaciones a las empresas y otro tanto a los trabajadores, se recaudarían 8.000 millones más al año (Funcas propone subirlas un 1% a las empresas y un 3% a los trabajadores). Está claro que sería un esfuerzo extra, pero también lo es que un trabajador tenga hoy que pagarse un Plan de pensiones privado (los tienen 10 millones de españoles) porque teme que su futura pensión sea insuficiente. Y además, Funcas propone una tercera fuente de ingresos extras: emitir deuda pública a partir de 2030 (cuando España tenga menos deuda pública), para ayudar a financiar las pensiones cuando empiecen a subir más los gastos. Además, habría que tomar medidas para fomentar la natalidad y ayudar a las familias a tener más hijos, como ha hecho Francia, la mejor manera de asegurar el pago de las pensiones del mañana.

Se pueden discutir estas propuestas o proponer otras, pero no decir que “basta a sentarse a esperar que crezca el empleo. Porque no será suficiente ni aunque trabajen 20 millones de  españoles (faltan 2 millones). Y entonces, si no se han tomado medidas para ingresar más, sólo quedará una salida: hacer  más recortes. Recortes sobre recortes, sobre ese 35% menos de pensión que ya espera a los futuros jubilados para 2050. Así que por favor, hagan propuestas, déjense de politiqueos electorales y tomen medidas efectivas cuanto antes. Con nuestro futuro y el de nuestros hijos no se juega.

jueves, 26 de mayo de 2016

España, líder europeo en abandono escolar


Es otro de los datos (como el paro, el déficit, la deuda o la pobreza) de los que no va a presumir Rajoy en la próxima campaña electoral: España es el país europeo con más tasa de abandono escolar, el 20% de nuestros jóvenes dejan sus estudios y acaban con trabajos precarios o en el paro juvenil (también el más alto de Europa). El abandono escolar ha bajado con la crisis, porque muchos jóvenes sin trabajo han vuelto a estudiar, pero aún duplica el de Europa. Y es especialmente grave porque el 40% de los jóvenes españoles sólo tienen la ESO (o menos), frente al 29% en Europa. Y un 30,7% Bachillerato o FP frente al 45% en la UE. O sea, tenemos más fracaso escolar, menos formación y más paro juvenil. Para resolverlo, hay que prevenir el abandono escolar en primaria y atajarlo en la ESO, con más medios y más profesores, implantando además un Plan de choque para recuperar a los estudiantes que lo dejaron. Sin estudios y formación, los jóvenes españoles tienen aún menos futuro.
 
enrique ortega

La burbuja inmobiliaria y el boom del turismo de los años 90 y 2000 fueron un peligroso “espejismo” para muchos jóvenes españoles, que dejaron sus estudios para ganar dinero rápido en la construcción o en la hostelería. Y así fue subiendo el porcentaje de abandono escolar, hasta llegar a un récord en 2004: el 32,2% de los jóvenes de 18 a 24 años (uno de cada tres) había dejado sus estudios al final de la ESO y muchos ni habían terminado la educación secundaria obligatoria. Con la recesión de 2008, la tasa de abandono escolar empezó a bajar, porque muchos de estos jóvenes poco formados fueron los primeros parados de la crisis y algunos volvieron a estudiar. El resultado fue que el abandono escolar bajó en una tercera parte y se colocó en el 20% (19,97%) a finales de 2015según la EPA.

El Gobierno Rajoy atribuye esta mejoría del abandono escolar a sus políticas, a la LOMCE, y sobre todo a la decisión de “desviar” a los alumnos con peores notas a la nueva FP básica, evitando así que dejen las aulas. La medida, que entró en vigor en el curso 2014-2015, supone que a los alumnos de 15 años que no están en condiciones de aprobar el 4º curso de la ESO (y excepcionalmente el 3º) se les propone “desviarlos” a un primer eslabón de la Formación Profesional, la FP básica (2 años). Con ello, el Gobierno Rajoy buscaba dos cosas. Por un lado, impedir que estos “malos” alumnos dejen la enseñanza y reducir así unas cifras de abandono escolar que son la vergüenza de Europa. Por otro, formar un año antes “aprendices para trabajar”, con sueldos mínimos: acaban la FP básica con 17 años, en vez de los 18 años que tienen los que acaban la ESO y luego tienen que estudiar FP de grado medio.

Pero muchos expertos creen que la bajada del abandono escolar estos años no tiene que ver con la entrada en vigor de la FP Básica. Primero, porque no ha dado tiempo, ya que sólo se ha aplicado en los dos últimos cursos. Y segundo, porque las cifras hablan de un fracaso en la implantación de la FP básica, dado que se introdujo a toda prisa, en septiembre de 2014, sin casi medios y profesores, con programas improvisados. Y así, si en el curso 2014-2015, el Ministerio esperaba tener 60.000 alumnos en FP básica, al final sólo hubo 34.728 alumnos, el 60%. Y Cataluña y País Vasco no han implantado la FP básica hasta este curso, que también parece tener menos alumnos de lo esperado. Por todo ello, la mayoría de expertos coinciden en que hay menos abandono escolar no por la LOMCE ni la FPO Básica, sino sencillamente por la crisis: los jóvenes no encuentran trabajo y vuelven a estudiar.

Con todo, aunque el abandono escolar haya bajado del 32,2% al 20%, hay que resaltar dos cosas. Una, que ese 20% de abandono son muchos jóvenes: exactamente 631.520 jóvenes de 18 a 24 años que abandonaron las aulas con la ESO o incluso sin terminarla. Y, sobre todo, que ese 20% de abandono escolar es la tasa más alta de toda Europa y casi duplica la media europea, que es del 11%, según los datos que acaba de publicar Eurostat. El objetivo de la Comisión Europea es rebajar el abandono escolar de la UE-28 al 10% para 2020 y ya hay 17 países que lo cumplen hoy (están ya por debajo del 10%), mientras se acercan Alemania (10,1%) y Reino Unido (10,8%). Para España, la Comisión ha fijado el objetivo del 15% de abandono para 2020. En nuestro país, el abandono escolar es más preocupante entre los chicos (24%) que entre las chicas (15,8%). Y está por encima de la media en Baleares (26,7%), Andalucía (24,9%), Extremadura (24,5%), Murcia (23,6%), Canarias (21,9%), la Rioja (21,5%), Comunidad Valenciana (21,4%), Castilla la Mancha (20,8%), Ceuta (29,8%) y Melilla (24,1%).

¿Por qué hay tanto abandono escolar en España? Podría decirse que porque el sistema educativo no funciona bien, no es capaz de evitar la fuga de los estudiantes con problemas. Y eso tiene mucho que ver con situaciones personales y familiares de los alumnos, su situación socio económica, el tipo de centro y los recortes que haya sufrido en estos años. Y sobre todo, tiene mucha influencia en el abandono escolar la pobreza, la penuria económica de los alumnos y sus familias. Así, un reciente informe de la OCDE (febrero 2016) revela que la pobreza casi triplica el fracaso escolar en España: la posibilidad de tener un bajo rendimiento es 2,6 veces mayor entre el alumnado que no acude a colegios favorecidos socioeconómicamente. Y demuestra que los estudiantes de familias con bajos ingresos tuvieron peores calificaciones en matemáticas, según los datos del último informe PISA. Cáritas va más allá y señala que la pobreza puede multiplicar por cinco el fracaso escolar. Y un estudio de la Fundación Adsis revela que el 61% de los adolescentes en riesgo de exclusión social (pobreza) han suspendido tres o más asignaturas, frente al 37% de los estudiantes sin problemas económicos.

El abandono escolar en España se concentra, según la OCDE, entre los chicos, los hijos de inmigrantes y de familias pobres, los adolescentes que tienen otro idioma paterno, los jóvenes que viven con sólo un progenitor (familias monoparentales), los niños que no han ido a preescolar y los que han repetido curso. Precisamente, una de las claves de la lucha contra el abandono escolar es detectarlo a tiempo, para evitar que los jóvenes abandonen. Y los expertos plantean que se debe detectar en primaria y atajar en la ESO, porque la mayoría del abandono escolar se produce entre los 12 y los 15 años, según un estudio de CCOO. Y plantean que hay dos “pistas” claras para detectar el futuro abandono escolar: el absentismo (niños que faltan a clase injustificadamente) y la repetición de curso, una lacra en España (un 35% de los estudiantes de 15 años ha repetido curso, el triple que en la OCDE).

El hecho de que España tenga el doble de abandono escolar que Europa explica en buena parte que tengamos el 46,5% de paro juvenil, el más alto de Europa junto con Grecia. Porque uno de los problemas de fondo de España es la falta de formación adecuada de muchos de nuestros jóvenes mientras otros están “demasiado formados” para lo que trabajan. Así, un 40% de los jóvenes españoles (16-34 años) tienen sólo la ESO (o ni siquiera), frente al 29% en Europa (y el 26% en la OCDE). Y sólo el 30,7% estudia Bachillerato o FP de grado medio en España, frente al 45% en Europa (el 50% en Alemania y el 44% en la OCDE). Y sin embargo, un 29,3% de los jóvenes españoles son universitarios, frente al 26% en Europa (y el 30% en la OCDE). En resumen, que tenemos más universitarios que el resto de Europa (que acaban trabajando de cajeras o teleoperadores, un 55% “sobrecualificados”) pero menos jóvenes con formación media y muchos más sin apenas formación, sobre todo porque muchos abandonan. Y son “carne de cañón” del paro y de empleos precarios.

Así que reducir más el abandono escolar, sin trampas ni atajos (como desviar a los “malos estudiantes” a la FP Básica) debería ser una de las prioridades de la próxima Legislatura, para reducir el paro juvenil. Para ello, hay que pactar un Plan urgente contra el abandono escolar (más allá del Plan del Ministerio de Educación) con tres patas. La primera, prevenir y atajar a tiempo el abandono escolar, en primaria y la ESO, con alarmas ligadas al absentismo escolar y los repetidores, así como a los colectivos más vulnerables (hijos de inmigrantes y familias con menos ingresos). La segunda, poner en marcha en cada centro un Plan de lucha contra el abandono escolar, con desdobles, clases de refuerzo, tutorías y programas específicos de formación, que requieren aportar más dinero y más medios (profesores) a los centros, sobre todo a los que tienen más porcentaje de abandono escolar (centros públicos y concertados en zonas conflictivas: alumnos problemáticos y con menos recursos van a centros con más fracaso escolar y al final se retroalimentan). Y la tercera, implantar Programas piloto de recuperación de jóvenes, con Planes de estudios “ad hoc”, facilitando las matriculas (becas y papeleo). Y, en paralelo, conseguir aumentar las plazas públicas en educación infantil (0-3 años), a precios asequibles para las familias, porque está demostrado que los niños que han ido a guardería abandonan menos sus estudios después.

El objetivo debería ser bajar el abandono escolar a la mitad, al 10% en 2020, como el resto de Europa. Se puede conseguir, aunque para eso hace falta un gran Pacto educativo que sume los esfuerzos del Estado, autonomías, centros, familias y alumnos, a los que hay que motivar, con un argumento incontestable: los jóvenes formados están en paro, pero el paro es más del doble entre los jóvenes sin formación. Así que estudiar siempre compensa. Y más cara a un futuro. En la próxima década (2013-2025) va a haber más empleo para los jóvenes que ahora, porque se van a jubilar muchas más personas (7,2 millones de jubilaciones) y habrá nuevos empleos (1,3 millones). En total, entre 8,8 y 10 millones de nuevos empleos disponibles para los jóvenes hasta 2025, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Pero el 98% de esos empleos van a ser solamente para los que estén más formados: más de la mitad (58,4%) para los que tengan educación superior (estudios universitarios o FP Superior), un 39,3% para los que tengan estudios medios (bachillerato o FP) y sólo el 2,3% para los que sólo tengan la formación básica obligatoria (ESO), según dicho estudio. Así que los que abandonen sus estudios estarán aún más condenados al paro.

En resumen, hay que frenar el abandono escolar y recuperar a buena parte de los que se han ido. Y eso requiere Planes, dinero, profesores, medios y tiempo. Y que todos nos tomemos la formación, sobre todo de los jóvenes, como el gran reto nacional, la clave para conseguir más y mejores empleos. Nos jugamos mucho con la educación: el futuro de nuestros hijos y nietos. Y por eso, el enorme abandono escolar es uno de nuestros grandes fracasos como país. Si no lo resolvemos, nos estamos cargando el futuro de los jóvenes, ya de por sí bastante preocupante. Así de claro.

lunes, 23 de mayo de 2016

Las exportaciones "pinchan" por el euro y la crisis


En España se habla poco de las exportaciones, pero mucho del crecimiento y empleo depende de que nuestras empresas vendan más fuera, lo que no es fácil. Por eso, debería preocuparnos que las exportaciones hayan caído en marzo y estén casi estancadas este año, porque Europa y el mundo no tiran y el euro ha subido, lo que encarece los productos españoles. El objetivo es que las exportaciones “aguanten” este año y sólo resten un 0,4% al crecimiento español. Pero si el comercio mundial no tira y sigue la crisis de los países emergentes, las exportaciones pueden “pinchar” y con ello peligrarían 50.000 empleos de los 425.000 que se quieren crear en 2016. Así que otra prioridad del futuro Gobierno debería ser un Plan de choque para reanimar las exportaciones, para conseguir que vendan fuera más empresas, sobre todo en Latinoamérica y Asia. Pero hay que competir con productos de más valor y calidad, no sólo tirando precios y salarios. No podemos ser la China de Europa.
 
enrique ortega

Las exportaciones han sido la válvula de escape de muchas empresas en esta crisis: han tratado de vender fuera de España para compensar la caída del consumo dentro. Y así, las exportaciones crecieron mucho en 2010 (+16,8%) y 2011(+15,2%), para subir menos con Rajoy, entre 2012 (+5,1%) y 2015 (+4,3%). Con ello, España ha aumentado un 56,5% sus ventas en el exterior, pasando de exportar mercancías por 159.889 millones de euros en 2009 a 250.241 millones en 2015, todo un récord histórico, apoyado por dos factores clave, que han empujado las ventas fuera: unos bajos precios (negativos) y unos bajos salarios. Y aunque también aumentaron las importaciones, las compras fuera, crecieron menos, con lo que el déficit comercial se ha reducido a -23.688 millones en 2015, la mitad que en 2010.

Las exportaciones españolas no sólo han batido récords durante la crisis sino que crecieron  en 2015 un 4,3%, más que las de Francia (+4%), Italia (+3,7%) o Reino Unido (-1,7%), aunque menos que las de la zona euro (+4,2%), toda Europa (+4,8% UE-28) o Alemania (+6,4%). Pero aun así, las exportaciones aportan menos al crecimiento en España que en otros paises. En 2015 suponían el 23,63% del PIB, lo que nos colocaba como el 5º país de Europa con menos peso relativo de las exportaciones, sólo por delante de Chipre (9,46%), Grecia (14,65%), Reino Unido (16,15%) y Francia (20,88%) pero muy alejados de Alemania (39,60% PIB), Irlanda (51,48%) o Portugal (27,8%) y, sobre todo, de países más pequeños donde las exportaciones suponen hasta cuatro veces lo que en España: Bélgica (87,8% del PIB), República Checa (87,11%), Eslovaquia (87,10%), Hungría (81,78%), Holanda (75,35%) o Eslovenia (74,77%).España es el país nº 18 en el ranking mundial de exportadores, pero si tomamos el peso de las exportaciones sobre la economía (ese 23,63% del PIB), estaríamos en el puesto 98 de 189 países, según el ranking de la OMC. En definitiva, las exportaciones han batido un récord en España pero tienen un peso reducido en la economía, por debajo del que tienen en la mayoría del mundo.

Y además, frente al triunfalismo del Gobierno Rajoy con el récord exportador de España, hay que añadir otras “sombras” en el balance. La fundamental, que el tirón exportador está concentrado en pocas empresas: de las 147.378 empresas españolas que exportaron en 2015, sólo 47.782 lo hacen de manera regular (al menos en los últimos 4 años). Y sólo 100 empresas concentran el 40% de todas las exportaciones, mientras dos tercios exportan menos de 50.000 euros. En definitiva: la exportación está en manos de pocas grandes empresas, un 35% de ellas son multinacionales extranjeras. Y se concentra también en pocos sectores: casi la mitad de todas las exportaciones son automóviles (18,4%), alimentos (17,5%) y ropa y calzado (10,3%). Y si se suman los bienes de equipo (maquinaria, material de transporte y motores, un 19,5%) y los productos químicos (14,8%), tenemos ya un 80,5% de todas las exportaciones sólo en estos cinco sectores. También está concentrada en 5 regiones, que exportan dos tercios del total: Cataluña (25,5%), Comunidad Valenciana (12,5%), Madrid (10,8%), Andalucía (10,3%) y País Vasco (8,4%). Y nuestras exportaciones se dirigen sobre todo a Europa, donde van el 73,3% de las ventas (67,9% a la UE-28).

El Gobierno Rajoy también presume que España lleva 10 trimestres seguidos (dos años y medio) con una mejora de la competitividad frente a Europa y los paises OCDE, aunque no entra mucho en el porqué. Y es importante y clarificador: si los productos españoles compiten mejor fuera es porque han caído los precios en los últimos años (IPC negativo desde julio de 2014) y, sobre todo, porque han caído los salarios, lo que ayuda a las empresas españolas a exportar. De hecho, el pago por hora trabajada en España es de 15,8 euros, frente a 21,8 euros en la zona euro, 20 euros en Italia, 24 en Francia, 25 en Alemania y 35,6 euros en Dinamarca. Así que “el secreto” del récord exportador es que nuestras empresas pagan a sus trabajadores un 28% menos que las de los paises euro, un 36% menos que las alemanas y la mitad que las empresas danesas. Y así consiguen exportar, tirando precios, mal pagando a los trabajadores, no por la calidad de nuestros productos. Somos la China de Europa.

Con todo, lo más preocupante es que las exportaciones han “pinchado” en marzo, cayendo un -3,3%, la mayor caída en ese mes desde 2008. Y están prácticamente estancadas este año: crecen sólo un +0,2% en el primer trimestre, frente al 4,4% en 2015 y muy por debajo de los años buenos (+14,3% en 2010 y +24,7% en 2011). La causa del “pinchazo” es doble: por un lado, la economía europea y mundial tiran menos, y por otro, la fortaleza del euro hasta mediados de mayo, que ha encarecido los productos europeos y españoles. Y hay muchas posibilidades de que las exportaciones sigan débiles el resto del año, por tres razones. La primera, porque la economía europea no acaba de despegar y algunos clientes nuestros, como Francia, Italia, Reino Unido o Alemania, van a crecer poco este año. La segunda, que la economía internacional está estancada, por el menor crecimiento de China y la crisis de algunos emergentes, como Rusia, Asia, África y Latinoamérica (clave para España). Y sobre todo, porque el euro está fuerte (aunque ha bajado los últimos días)  y eso encarece las exportaciones españolas.

El euro débil ayudó a las exportaciones españoles en 2014 y 2015, pero este año lleva subiendo desde enero y eso dificulta nuestras ventas, aunque haya bajado algo la semana pasada. La inyección de liquidez del BCE, comprando deuda, ha atraído capitales a Europa mientras el dólar baja porque no acaba de recuperarse la economía y el empleo en USA ni suben más los tipos de interés. Con ello, el euro se ha revalorizado hasta mediados de mayo un 4,25% frente al dólar pero más frente a otras monedas: un 6,3% frente a la libra, un 5,3% frente al yen japonés y un 4,7% frente al yuan chino. Y mucho más frente a monedas de paises emergentes con problemas, como el rublo ruso, el peso mexicano, el real brasileño, la lira turca, el dírham marroquí o el rand sudafricano. Eso significa que una empresa española, con el euro más fuerte, vende ahora entre un 4 y un 8% más caro que a principios de año, que las divisas se comen el sacrificio salarial. La semana pasada, el euro bajó algo y hoy lunes está en 1,1206 euros por dólarcon lo que aún se revaloriza un 3,2% este año, lo que encarece y dificulta nuestras exportaciones fuera de países euro.

Que vayan bien las exportaciones es crucial para España, porque si crecen menos, la economía y el empleo también crecerán menos. Este año 2016, la previsión del Gobierno es que la economía crezca un 2,7% (menos del 3,2% de 2015) y que se consiga todo gracias a la mejora del consumo y la inversión dentro de España, mientras el sector exterior (exportaciones e importaciones) reste un -0,4% de crecimiento (en 2015, restó -0,5% al crecimiento). Pero si las exportaciones no crecen lo esperado y las importaciones crecen más (porque sube el petróleo, algo que ya está pasado), el sector exterior podría restar más al crecimiento total (-0,7% en vez de -0,4%) y creceríamos menos, un 2,4% en vez del 2,7%. Eso supondría 50.000 empleos menos en 2016. Ahí se ve lo importante que es que las exportaciones vayan bien y “no pinchen” este año.

Al margen de lo que haga el euro, que no está en nuestras manos, España puede y debe tomar medidas para reanimar las exportaciones, para asegurar un mayor crecimiento y empleo. Y hay margen para que crezcan más, porque exportamos la mitad que Italia (con una economía similar) y porcentualmente la cuarta parte que Bélgica, Holanda, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia o Hungría, economías mucho menores. El primer reto ha de ser atraer a la exportación a más empresas (sólo exportan habitualmente unas 48.000), de más sectores y regiones. Y para ello, el futuro Gobierno debería poner en marcha un Plan de choque para la exportación, con varias medidas: facilitar la financiación a las empresas (faltan créditos y avales para exportar), aumentar las ayudas a la internacionalización (fiscales, asesoramiento y formación, más oficinas en el exterior), fomentar las fusiones de empresas (cuanto más grandes son, más exportan), la tecnología, la innovación y la industrialización. Y dotar de más recursos al ICEX, cuyo presupuesto se ha reducido a la tercera parte.

Además, hay otros dos retos de fondo: diversificar lo que se exporta y dónde se vende. Porque la mayoría de lo que exporta España son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles) y sólo un 10% de lo exportado tiene un alto contenido tecnológico, a pesar de que estos productos suponen casi la cuarta parte de la demanda mundial. O sea, exportamos productos de menos valor que otros paises y competimos en precio (gracias al desplome de salarios) y no en tecnología y calidad. El otro reto es exportar más fuera de Europa, donde van el 73,3% de todas nuestras ventas (67,9% a la UE-28 y el 53,1% a la zona euro). Hay que fomentar la exportación en zonas con gran potencial, como Latinoamérica (sólo 5,1% de las exportaciones españolas), Oriente Medio (3,3% exportaciones), Asia (5,7% sin Oriente Medio) y África (6,2%).

La exportación puede parecer una cuestión sin interés para el gran público, pero es la base de un crecimiento y un empleo estables: los países ricos son los que exportan la mitad de lo que producen. Y para eso, España tiene que cambiar el modelo económico, buscar un crecimiento asentado en la industria, la innovación, la tecnología y empresas de mayor tamaño volcadas al exterior, en producir productos y servicios de alto valor añadido y calidad. Es el ejemplo del vino: producimos más litros que nadie pero ingresamos la tercera parte que Francia, porque vendemos mucho vino barato y a granel, de poco valor. Es una tarea a medio plazo: construir una economía y unas empresas que produzcan mejor, con más calidad y valor, no que compitan sólo con precio, como la China de Europa. Si no nos ponemos las pilas con la exportación, otros venderán por nosotros en Europa y en el mundo. Y serán ellos los que creen más empleo a costa de nuestro paro. Ahí está el quid de las exportaciones.