jueves, 1 de diciembre de 2016

Europa, estancada y sin rumbo


Este domingo 4 de diciembre, Europa se la juega otra vez: se celebra un referéndum en Italia y hay elecciones presidenciales en Austria, dos paises donde pueden avanzar la ultraderecha y el populismo, tras el triunfo del Brexit y de Donald Trump. Eso agravaría la situación de Europa, sumida en el estancamiento económico y la falta de rumbo político, dividida entre los que quieren seguir con la austeridad (la Comisión ha pedido más recortes a 8 paises, entre ellos España) y los que defienden un Plan de estímulo de 50.000 euros, una miseria (0,5% del PIB), pero supondría un cambio de rumbo para salir del estancamiento. Y más, con el riesgo de que el paro, la pobreza y la desigualdad en Europa, más la emigración, alimenten el populismo y la extrema derecha en las elecciones que habrá en 2017 en Francia, Holanda, Austria y Alemania. Europa se la juega y España mucho más, porque mucho de nuestro crecimiento y empleo dependen de que la economía europea despegue. Estén atentos.
 
enrique ortega

Europa, y sobre todo la zona euro, llevan más de dos años atrapados en una trampa de bajo crecimiento y baja inflación, con mucho paro, sin inversión y con demasiada pobreza y desigualdad. Es “el estancamiento a la japonesa”, que allí ha durado décadas. Los últimos datos son muy explícitos. Los 19 paises de la zona euro crecieron un 0,3% en el tercer trimestre, con Alemania, Francia y Bélgica creciendo sólo un 0,2%, Italia el 0,3%, Reino Unido el 0,4% y España y Holanda el 0,7%, según Eurostat. El paro está en el 10%, el doble que en EEUU (5,1%) y en los jóvenes se duplica, al 20,3% (42% en Grecia y España). Y como muestra de que la economía “no tira”, la inflación está en el 0,5% (frente al 2% objetivo), a pesar de que el Banco Central Europeo (BCE) sigue con su política de dinero barato y comprando deuda. Y el euro roza los 1,05 dólares, el nivel más bajo desde hace 14 años, una muestra clara de la debilidad europea.

Y lo peor. No es sólo que Europa no crezca apenas y haya casi 21 millones de parados. Es que además, la crisis ha agravado la situación de las familias europeas. Por un lado, se ha reducido la clase media en toda Europa, según acaba de advertir la OIT. Y por otro, hay ya 119 millones de pobres en Europa, un 23,7% de la población que vive con menos del 60% de ingresos que la media, según Eurostat. Y hay pobres en todos los paises, desde el 20% de la población en Alemania, el 23% en Reino Unido, el 28,7& en Italia o el 17,7% en Francia al 28,6% de la población en España, el 35,7% en Grecia, el 37,3% en Rumanía o el 41,3% en Bulgaria. Y de ellos, algo más de un tercio (8,2%) están en pobreza severa, no pueden cubrir sus necesidades básicas: son 41 millones de europeos, 3 millones en España, 4 millones en Alemania y Reino Unido, 5 millones en Rumanía y 7 millones en Italia. Sin olvidar que 25,2 millones de niños y jóvenes europeos (0-17 años) son también pobres, según Eurostat. Y además, en Europa ha aumentado la desigualdad entre ricos y pobres con la crisis.

Esta situación de estancamiento, paro, pobreza y desigualdad explica en buena medida, junto a la emigración, el Brexit británico y alimenta el populismo y la extrema derecha en toda Europa. Por eso son decisivas las dos votaciones que se celebran este domingo 4 de diciembre. Una, en Italia, el referéndum constitucional con el que Renzi busca más poder y que si pierde puede conducir a unas elecciones anticipadas, donde avanzarían los populistas de Beppe Grillo y la extrema derecha de la Liga Norte. La otra, la repetición de las elecciones presidenciales en Austria, donde podría ganar Norbert Hofer, del ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPO). Y en 2017, si no se corrige el declive económico y político europeo, hay riesgo de que estos movimientos “antieuropeos” triunfen en las elecciones generales de marzo en Holanda (Partido Libertad de Holanda, PVV de Geert Wilders), en las presidenciales francesas de abril (Marine Le Pen, del frente Nacional), en las elecciones generales de septiembre en Alemania (partido Alternativa para Alemania, AfD) o en las generales de octubre en Austria (FPO).

Toda esta incertidumbre política en Europa se suma al daño que ya han causado a la economía y a la política europea el Brexit británico de junio y el reciente triunfo de Donald Trump en  Estados Unidos. A falta de que tome posesión el 20 de enero y empiece a tomar medidas, el triunfo del populista y derechista Trump va a tener dos efectos muy negativos sobre la maltrecha economía europea. Uno, las consecuencias de su proteccionismo comercial. Europa es un continente que crece (poco) gracias en gran parte a las exportaciones, al superávit comercial que consigue tras vender a todo el mundo. Y un 20,7% de esas exportaciones van a Estados Unidos, que amenaza con aranceles (impuestos) y limitaciones a los productos extranjeros. La consecuencia sería un menor crecimiento y menos empleo en Europa (también a España, porque el 4,5 % de las exportaciones van a USA). El otro efecto negativo de la victoria de Trump es que su política de estímulos internos va a aumentar la inflación en EEUU y subirán los tipos de interés, que llevan 8 años en cero. Y eso obligará a Europa, al BCE, a subir también los tipos, si no quiere una fuga de capitales y un desplome del euro. Y con tipos más altos, Europa crecerá aún menos y habrá menos empleo (y España, unos de los paises más endeudados, tendrá más gasto en intereses).

Así que la victoria de Trump, junto al Brexit y el avance de los populismos y la extrema derecha, obligan a Europa a tomar medidas urgentes, antes de que la situación pueda empeorar más en 2017. Mario Draghi, el presidente del BCE, lleva meses repitiendo que él ya no puede hacer más, que el dinero barato y comprar deuda de los paises ya ha agotado su efecto, que hay un exceso de liquidez y sin embargo la economía no despega. Es más: la inflación se ha recuperado, de estar en negativo a subir el 0,5%, pero es un espejismo, porque se debe a la subida del petróleo y los alimentos. Si no fuera por ellos, la inflación “de fondo” estaría en cero o en negativo. Así que la economía está sin pulso. Por eso, el BCE, como antes el FMI, la OCDE y el G-20 llevan meses pidiendo a las autoridades europeas que tomen medidas para reanimar la economía europea, con más gasto y más inversión.

Hace unas semanas, el 19 de noviembre, la Comisión Europea vio por fin “las orejas al lobo”, tras el triunfo de Trump, y su presidente, Jean Claude Juncker propuso que Europa aprobara un Plan de estímulo para la eurozona de 50.000 millones de euros. “No soy un fanático de la austeridad”, aseguró el político conservador, que lleva defendiendo recortes en Europa desde 2010 y que es responsable, junto a otros “fundamentalistas” del déficit, de la segunda recesión en Europa (2011-2013). Parece “un cambio de rumbo”, pero ojo, tardío y muy tímido: supone inyectar muy poco dinero, sólo 50.000 millones (el 0,5% del PIB), 200 veces menos del billón de dólares que ha prometido Trump como Plan de choque para EEUU… Haría falta 10 veces más de dinero, al menos, para inversiones en infraestructuras, tecnología, industrias, medio ambiente y educación, para relanzar la economía europea.

El problema es de dónde sale ese dinero, quien lo paga. Y Alemania, que financia el 17% del presupuesto comunitario, no está por la labor de pagar más. Ni tampoco gastar e invertir más ella por su cuenta, dado que tiene superávit en sus cuentas públicas, como le vienen pidiendo a Merkel el FMI, la OCDE, el BCE, Obama y el G-20. “Nein” (no) han reiterado una y otra vez, en defensa de la austeridad a ultranza en Europa. Por eso, no ven con buenos ojos la propuesta de Juncker de gastar más, aunque sólo sean 50.000 millones. Y han presionado a la Comisión, junto a otros “fundamentalistas” de Bruselas, para que envíe primero una carta (en octubre: verla aquí) y haga después un apercibimiento público (el 16 de noviembre) a 8 paises de la zona euro para que recorten más sus proyectos de Presupuestos para 2017, porque incumplen el déficit exigido por Bruselas. Es una petición oficial de más ajustes a España, Italia, Portugal, Bélgica, Finlandia, Lituania, Eslovenia y Chipre.

¿En qué quedamos: Europa gasta 50.000 millones más o se exige a 8 paises que recorten sus Presupuestos? Son medidas contradictorias, que revelan las diferencias políticas en Europa, aunque siga dominando la austeridad de Alemania y parte de la Comisión. Pero la realidad es muy tozuda y al Brexit se ha sumado la victoria de Trump para enturbiar el futuro de un continente estancado. Los políticos europeos saben que o hacen algo o la economía seguirá estancada, habrá poco empleo, mucho paro y demasiada pobreza y desigualdad. Y si no dan soluciones la derecha neoconservadora y la socialdemocracia desnortada, los europeos se echarán en los brazos de políticos populistas y ultraderechistas, que prometen "soluciones nuevas" para viejos problemas que otros no resuelven. Es lo que ha pasado en Reino Unido y Estados Unidos y lo que puede pasar en Italia, Austria, Holanda e incluso Francia o Alemania, los países clave. Por eso, si la situación se agrava políticamente en 2017, con los efectos de la política de Trump y del Brexit, Merkel, Hollande y Renzi tendrían que forzar un golpe de timón en Bruselas para no ser desalojados del poder.

Pero a Europa no le basta con “parches” como los 50.000 millones de gasto extra que defiende Juncker. Es una gota en un océano. Harían falta al menos 500.000 millones de gasto adicional, en un Plan de choque destinado a inversiones transeuropeas, en infraestructuras, tecnología, digitalización, industria, energía, medio ambiente, formación y ayudas al empleo, para conseguir crecer mucho más, crear más empleo y bajar el paro a la mitad (al 5% de USA). Y ese dinero extra se puede conseguir con nuevos impuestos (tasa Tobin sobre operaciones financieras, impuestos medioambientales) y haciendo que paguen más impuestos los grandes empresas y sobre todo las multinacionales, que apenas pagan en Europa (Apple, el 0,005% de sus beneficios). Y en  paralelo, los paises más ricos y sin déficit, como Alemania, Holanda, Austria y los del norte de Europa, deberían gastar más por su cuenta, además de aumentar salarios, para crecer más y tirar del resto, de la Europa del sur. Es lo que llevan dos años pidiéndoles el FMI, la OCDE, el BCE, el G-20 y Obama.

España se juega mucho a que Europa cambie el rumbo y reanime su economía, a que no sigan los recortes. Primero, porque Bruselas nos pide que recortemos este año y en el Presupuesto para 2017 (8.000 millones de euros, no los 5.500 de los que se hablaba), lo que frenará un crecimiento y un empleo que ya de por sí serán más bajos por la coyuntura internacional (2,3% de crecimiento frente a 3% este año y 400.000 nuevos empleos frente a 480.000). Pero además, lo que pase en el mundo y en Europa afecta mucho a la economía española. Baste decir que más de la mitad de la recuperación económica de 2014 a 2016 ha sido por tres factores externos, no por la política de Rajoy: bajada del precio del petróleo, bajada del euro y de los tipos de interés. Y España es un país muy vulnerable a lo que pase por el mundo y en Europa, porque somos uno de los países más endeudados y dependemos mucho de los mercados y de los tipos de interés (si suben un 1%, los intereses de la deuda, nos cuestan 3.000 millones más, que habrá que recortar de otro lado). Además, dependemos mucho de Europa para exportar (el 72% de nuestras ventas al exterior) y para recibir turistas (el 88% son europeos), dos motores claves de nuestro crecimiento.

Así que atentos a lo que pasa ahora en Europa y como digiere el Brexit y la futura política de Donald Trump. Rajoy y la oposición deberían “hacer piña ante Bruselas”, para forzar un cambio de rumbo, para que los líderes europeos aprueben un ambicioso Plan de reactivación para Europa, del que España sería uno de los paises más beneficiados. Y mientras, en España, deberían aprobar un Plan propio para reanimar también nuestra economía, porque tenemos el doble de paro que Europa y no podemos esperar a ver qué hace Bruselas. La clave es recaudar más, sin subir los impuestos a la mayoría, consiguiendo más ingresos de las grandes empresas, las multinacionales y los más ricos, que pagan menos de lo que deben. Así se podrían recaudar 40.000 millones de euros más al año, según los técnicos de Hacienda (GESTHA). Y con esos mayores recursos, España podría gastar una parte (30.000 millones) en políticas de empleo (ayudas a parados y formación), en salvar las pensiones, en sanidad, educación, dependencia y algunas inversiones en tecnología e infraestructuras, destinando otra parte (10.000 millones) de esos mayores ingresos a reducir el déficit público. Se puede hacer. Es cuestión de voluntad política y de hacer pagar más a algunos muy poderosos.

En resumen, que Europa está estancada y en una encrucijada donde nos jugamos el proyecto europeo y hasta la propia democracia. Y esta es una batalla que afecta mucho a España. Así que estemos atentos a lo que pasa en el próximo año, en Europa y en Estados Unidos, porque de ello va a depender en buena medida nuestro trabajo y nuestro nivel de vida. Y también nuestro futuro como ciudadanos de un continente que no puede perder libertad y bienestar. Europa se la juega y nosotros con ella.

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