jueves, 28 de abril de 2016

EPA marzo 2016 : menos empleo y más parados (55% no cobran)


El Gobierno y sus medios afines pueden “decir misa”, pero los datos de la EPA del primer trimestre, conocidos hoy, no son buenos. Por un lado, se han perdido 64.600 empleos, a pesar de que la Semana Santa cayó en marzo. Y han perdido muchos más empleos los jóvenes y las mujeres. Por otro, sube el paro en 11.900 personas y no crece más porque hay 52.700 españoles que han dejado de buscar trabajo o se han ido al extranjero. Y el paro juvenil ha subido al 46,49%. Además, aumentan los parados que no cobran nada: ya son el 55% de los parados EPA (y el 63,5% en Madrid). Y encima, la economía crece menos y se espera crear este año sólo 450.000 empleos nuevos, 75.000 menos que en 2015. Pero son empleos muy precarios: el 30% son por una semana o menos. Urge un Plan de choque  contra el paro y por el empleo, nuestro primer problema.
 
enrique ortega

El primer trimestre de cada año suele ser malo para el empleo, porque se pierden los contratos hechos por Navidad. Pero este año jugaba a favor que la Semana Santa ha sido en marzo y no en abril como en 2015. Pero aun así, y a pesar de que la economía sigue creciendo, el empleo ha caído, según la EPA: se han perdido 64.600 puestos de trabajo entre enero y marzo. Eso sí, han sido casi la mitad que el primer trimestre de 2015 (-114.300) y casi un tercio menos que en 2014 (-184.600 empleos). Pero hay que “mirar más” las cifras. Porque la caída del empleo habría sido mayor si no hubiera crecido la ocupación entre los mayores de 55 años (+39.800) y entre los de 40 y 50 años (+30.700), un fenómeno que también se produjo en 2015 y 2014: casi todo el empleo que se crea es para mayores. Así, los jóvenes y menores de 40 años han perdido 133.000 empleos este trimestre… Y de todos los empleos perdidos, 2 los han perdido las mujeres y 1 los hombres.

Otra cuestión importante: el empleo no ha caído más gracias al sector público, a  los 17.600 empleos  que han creado las autonomías (con los nuevos Gobiernos) y el Estado central. Pero en las empresas privadas se perdieron 82.100 empleos, sobre todo en los servicios (a pesar de la Semana Santa). Y los empleos que se han perdido son todos temporales, lo que da idea del vaivén de las cifras: una EPA crea empleos inestables que se pierden en otra. Sólo hay algo positivo: han aumentado los empleos en la industria (+40.300), quizás por el automóvil y la alimentación, aunque se pierden en la construcción, a pesar de la mejoría del sector. Y sólo se ha creado empleo en Cataluña (+25.700), mientras lo perdían Madrid (-28.700), Comunidad Valenciana (-12.800) y Galicia (-11.400).

Al caer el empleo ha subido el paro, en 11.900 personas (en 2015, el paro bajó en 13.100 personas el primer trimestre), hasta llegar a los 4.791.400 parados, un 21% de los españoles en edad de trabajar. Y el paro no ha subido más (lo que ha caído el empleo) porque hay menos españoles buscando trabajo, porque 52.700 españoles se han sumado a la bolsa de “desanimados” y en este primer trimestre se han borrado de las listas del paro o han emigrado al extranjero. Además, el paro juvenil (menores de 25 años) ha empeorado dos décimas y está en el 46,49%: casi la mitad de los jóvenes en edad de trabajar están parados.

Las cifras del paro EPA esconden una serie de datos muy preocupantes. El primero, que hay ya 1.610.900 hogares donde no trabaja nadie (54.300 más que a finales de 2015). El segundo, que hay 6 autonomías con una tasa de paro “impresentable”, entre el 25 y el 30%: Melilla (30,67%), Andalucía (29,70%), Extremadura (29,13%), Ceuta (26,21%, Canarias (26%) y Castilla la Mancha (25,45%), que contrastan mucho con el paro “casi europeo” del País Vasco (12,80%), Navarra (14,25%) o la Rioja (14,38%). Y el tercero, que más de la mitad de los parados llevan más de un año en el desempleo, aunque ha bajado el paro de larga duración (del 59,5 al 57,6%): son ahora 2.763.600 parados, de ellos 2 millones que llevan más de 2 años sin trabajar y 1,5 millones que llevan más de tres años parados.

Este dato, el elevado “paro antiguo”, explica que cada vez haya más parados que no cobran nada, porque se les ha acabado el desempleo. El dato es estremecedor: hay 2.643.867 parados EPA que no están cobrando nada, según los datos del Ministerio de Empleo. Son ya el 55% de los parados reales, no de los que se apuntan en las listas del paro. Y ese dato es mayor en algunas autonomías: Melilla (65,84% de los parados EPA no cobran), Madrid (63,5%), Murcia (61,06% parados no cobran), Castilla la Mancha (60,88%), Canarias y Ceuta (en ambas, el 58,3% parados EPA no cobran nada). Además, de los parados que sí cobran (2.147.533 en febrero 2016), sólo un tercio cobra un subsidio contributivo (de 810,90 euros mensuales), por el que ha cotizado, y los dos tercios restantes sólo cobran un subsidio asistencial, de 426 euros mensuales.

Precisamente, sindicatos y patronal pactaron con el Gobierno Rajoy, en enero de 2015, que este subsidio asistencial llegara a más parados (a cambio de que hicieran  cursos). Pero el Plan ha sido un fracaso: de los 400.000 parados de larga duración que se pensaba iban a beneficiarse de la ayuda, sólo la han recibido 100.000, debido a que los requisitos para cobrarla eran muy exigentes y que muchos parados no la conocían. Ahora, el Gobierno en funciones ha prorrogado el Plan hasta abril de 2017, pero sin facilitar el acceso a esta ayuda. En el fondo, lo que quieren es “ahorrar con el paro” para bajar el déficit. No en vano, el Gobierno Rajoy ha presupuestado 19.820 millones para pagar a los parados en 2016, frente a los 30.140 millones que se gastaron en el desempleo en 2011. Un recorte que no se justifica con que haya menos parados (que los hay) sino por los cambios que hizo Rajoy en 2012 y 2013, y que redujeron o quitaron el subsidio a muchos parados. De hecho, en 2011 cobraban el desempleo el 55,4% de los parados EPA y ahora lo cobran el 45%.

Lo preocupante no es sólo que el empleo haya pinchado en el primer trimestre y haya crecido el paro. Lo malo es que este año se va a crear menos empleo que en 2015, cuando se crearon 525.100 empleos nuevos. Y eso, sobre todo, porque la economía internacional va a crecer menos y también la economía española: frente al 3,2% de crecimiento en 2015, en 2016 se augura un crecimiento del 2,6%(FMI) o del 2,7%(Gobierno). Y eso se traduce en que se crearán entre 75.000 y 100.000 empleos menos este año (y otros tantos el que viene). Y la tasa de paro seguirá por encima del 20%, más del doble que la europea (9,1% en la UE-28).

Además, el problema de fondo es la precariedad del empleo que se está creando. En el primer trimestre de 2016, de los 4.283.300 contratos firmados, sólo un 9,7% fueron contratos fijos y un 90,3% fueron temporales, según datos del Ministerio de Empleo. Y cada vez por menos tiempo: un 30% de estos contratos temporales hechos en 2016 fueron por una semana o menos, sobre todo a jóvenes y mujeres en la hostelería, el turismo, el ocio, la sanidad, los servicios sociales, trabajos administrativos y de comunicación. Por otro lado, sólo el 65,7% de los nuevos contratos fueron a jornada completa y  más de un tercio (34,3%) fueron ya contratos a tiempo parcial, por horas. Esta precariedad se traduce en despidos posteriores y en bajos salarios (un tercio de todos los asalariados son ya mileuristas) y bajas cotizaciones, lo que provoca un déficit de las pensiones y la Seguridad Social (-12.800 millones en 2015). Una precariedad que frena el consumo y el crecimiento y es un cáncer para la economía.

El tema de fondo, al margen de que una EPA sea mejor o peor, es que España no consigue que trabaje tanta gente como en otros países. Así, la OCDE, que incluye a los 34 países más desarrollados del mundo, han conseguido ya recuperar el empleo que tenían en 2008, antes de la crisis, pero España aún no. Y aquí sigue trabajando mucha menos gente que en los demás países desarrollados: en 2015 trabajaban poco más de la mitad de españoles en edad de hacerlo (16-65 años), un 57,8%, mientras en la Europa del euro (19 países) trabajaban el 64,5%, en la OCDE (34 países) un 66,2%  y en los 7 grandes (G-7) el 69,1 %. Eso significa que si en España trabajara el mismo porcentaje de personas que en la Europa del euro, tendrían que trabajar 2,5 millones de españoles más. Y el paro estaría en el 9%, no en el 21%.

¿Se puede conseguir trabajar como los europeos del euro? Por supuesto, aunque no es fácil y requiere tiempo y políticas adecuadas, sobre todo un cambio de modelo económico y empresarial (más industria, empresas más grandes, más innovación y tecnología). Pero antes, hay cosas que se pueden hacer. Por un lado, crecer más, para intentar así crear más empleo. Para ello, el futuro Gobierno debe presionar a Europa en dos sentidos. Uno, que pongan en marcha un Plan de inversiones europeo (acelerar el Plan Juncker) y que los países del norte (sobre todo Alemania) reanimen sus economías con más gasto y más inversiones, para tirar del lento crecimiento europeo. Por otro, hay que renegociar el déficit público, para que no haya más recortes y el futuro Gobierno español pueda reanimar la economía, con inversiones y gastos necesarios, gracias a una mayor recaudación (de los que pagan pocos impuestos: grandes empresas, multinacionales y ricos, no de la mayoría de contribuyentes).

Pero no basta con intentar crecer y crear más empleo, algo que al final depende de las empresas. El Gobierno puede y debe incentivar ese empleo, no sólo con inversiones públicas sino con políticas activas de empleo, tomando medidas en dos frentes: mejorar la formación de los parados (la mitad no tiene la ESO terminada) y reformar las oficinas de empleo (SEPE), que ahora no funcionan (sólo colocan al 2% de los parados). Hay que volcarse en buscar una salida a los 4.791.400 parados reales, sobre todo a ese casi 60% que lleva más de un año sin trabajar, para que no pierdan el tren del empleo para siempre. Y eso pasa por reciclarles y ayudarles, con orientadores de empleo y la colaboración activa de las empresas. Pero eso exige más medios, hoy muy escasos: España cuenta con 1 funcionario del SEPE por cada 269 parados, frente a 1 por 47 en Alemania (con el 6,1% de paro), 1 por 36 en Dinamarca o 1 funcionario por cada 22 parados en Reino Unido.

Crear más empleo es cuestión de voluntad política, de dinero y de medios. Hace falta un Plan de choque contra el paro, que podría empezar con 4.000 millones de euros, el doble de los 2.000 que ha aprobado  Francia, tras decretar un “Estado de excepción contra el paro” (con la mitad de paro, el 10,2%). Que no se diga que no hay dinero: el Gobierno Rajoy en funciones se va a gastar 500 millones en devolver media paga extra para los funcionarios. Y perderemos otros 2.641 millones este año sólo por su bajada de impuestos a las empresas. El próximo Gobierno tiene que ponerse a la tarea, pactar un Plan de choque y buscar el dinero debajo de las piedras. Dejar de hacer triunfalismo (“somos el país que crea más empleo de Europa”) y pensar que uno de cada cinco españoles está en paro y trabaja mucha menos gente que en Europa. Ese es nuestro mayor problema, lo que nos preocupa a la mayoría. No lo olviden.

lunes, 25 de abril de 2016

La banca acelera su penúltima reconversión


La banca, uno de los sectores con más beneficios, despedirá este año 3.500 empleados más, tras haber recortado casi un tercio sus plantillas, 77.253 empleados desde 2008. Dicen que les ha caído el negocio y que les sobran oficinas porque la gente ya no va al banco y opera por Internet. Pero hay algo extraño: la reconversión que ha hecho la banca española es mucho mayor que la de la banca europea y aunque les han bajado los márgenes, es la banca con menos costes y más rentable del continente. Entonces, ¿por qué más despidos ahora? Los bancos temen que el futuro Gobierno les ponga más difícil el ajuste (o más caro) y además quieren “limpiar plantillas” para prepararse a futuras fusiones, en España y en Europa, que obligarán a más despidos. Mientras, la patronal  anuncia que los bancos nos cobrarán más comisiones para aumentar sus ingresos.  Y cada vez tienen más poder para hacerlo: en 28 provincias, “los 5 grandes” controlan más del 80% del mercado bancario. Eso sí, si no crece más la economía y el crédito, puede tocarnos "rescatarles" otra vez.
enrique ortega

La banca española es un sector “en ajuste permanente”. En los años 90 hizo su primer ajuste de plantillas (de 161.621 empleados en 1985 a 148.946 en 1995), al principio de este siglo la segunda (bajando a 111.298 empleados en 2005) y con la crisis actual la tercera “limpia” (quedando en 96.782 empleados, un tercio menos de los 155.015 trabajadores que tenían en 1975). Y en este último ajuste les acompañaron las Cajas, que pasaron de tener 118.072 empleados en 2005 a 78.738 en 2015, tras la crisis y cierres de los últimos años. Con ello, el conjunto de bancos y Cajas españoles han reducido sus plantillas en 77.253 personas desde 2008, casi un 30% de su personal, sumando ahora 175.520 empleados.

Y ahora ya han anunciado una nueva tanda de 3.500 despidos más este año (Santander, CaixaBank, Banco Ceiss, BBVA, Popular…), que ellos llaman “ajuste de plantillas”, con jubilaciones anticipadas a partir de los 55 años (con el 70% del sueldo bruto) y “bajas incentivadas” de hasta 200.000 euros de indemnización por despido (la media de una indemnización “normal” en España, tras la reforma laboral, es de 8.360 euros). Una medida que además, no sabemos cuánto costará al país, en forma de mayor gasto en desempleo y pensiones. Y todo apunta a que los despidos de la banca no pararán ahí: Comisiones Obreras teme que se pierdan unos 5.000 empleos en banca este año 2016 mientras Funcas, la Fundación de las Cajas de Ahorro, estima que habrá 14.688 despidos en la banca (un 12% de las plantillas) entre 2016 y 2019, junto al cierre de 3.000 oficinas más.

Antes de este penúltimo ajuste, el de 2016, la banca española ya ha ejecutado una reconversión mucho mayor que la realizada por el resto de la banca europea, según Funcas. Por un lado, han desaparecido un 40% de las entidades financieras en España desde 2008, frente al 17% en la eurozona (y el 11% en Alemania, el 20% en Italia y el 36% en Francia). Por otro, el ajuste de plantillas ha sido del 27% en España entre 2008 y 2014, frente al 3% de plantillas que ha recortado la banca francesa, el 6% de la banca alemana, el 11% de la italiana o el 18% que ha recortado sus plantillas la banca británica. Y en cuanto a oficinas, en España se han recortado un 31% (de 46.000 en 2008 a 32.000 en 2014) mientras Francia cerraba sólo un 5%, Reino Unido un 7%, Italia un 10% y Alemania un 11%, con lo que España tiene ahora la mitad de empleados por oficina que la banca europea (6 empleados aquí frente a 10 en Italia, 11 en Francia, 18 en Alemania y 35 en Reino Unido).

Gracias a este mayor ajuste, de bancos, oficinas y personal, la banca española es más eficiente ahora que la mayoría de bancos europeos, según el último examen hecho por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) a 105 grupos bancarios europeos, entre ellos 14 españoles, y publicado en noviembre de 2015. Por un lado, tiene menos costes: es la 6ª banca más eficiente del continente (sólo por detrás de la de Chipre, Noruega, letonia, Malta y Suecia), con un 47% de costes sobre ingresos, frente al 74% de costes de la banca alemana, 69% de la francesa o el 60% de la italiana. Y en consecuencia, aunque le ha bajado el margen (como a todos), la banca española es la quinta más rentable del continente (sólo por detrás de Letonia, Noruega, Malta y Suecia), con un nivel de beneficio sobre capital del 12,8%, muy por delante de la media europea (9,1%) y de la banca francesa (9,3% de beneficio/capital), alemana (6,2%) o italiana (60%). Eso sí, la banca española, en este examen, tiene menos capital (9%) que la media de banca europea (11,8%), pero las entidades argumentan que eso se debe a un diferente sistema de cálculo, no a que tengan menos activos. Y la prueba es que el supervisor europeo no les ha pedido que consigan más capital.

En definitiva, que el gran ajuste de la banca y las Cajas españolas desde 2008, ayudado por todos los españoles (las ayudas públicas a la banca, que en su mayoría no recuperaremos, han sido de 107.914 millones de euros, según el Tribunal de Cuentas) ha conseguido que tengamos una banca más eficiente y más rentable que el resto de Europa. Entonces, ¿por qué hacen ahora más despidos? La banca argumenta dos razones de peso: que les ha caído el negocio (prestan menos y a tipos muy bajos) y que tienen todavía demasiadas oficinas (ponerse a nivel europeo, 1 oficina por cada 2.000 habitantes frente a 1 por 1.452 hoy, obligaría a cerrar 9.000 oficinas de las 31.087 existentes en España) que los clientes "no pisan" y que tendrán menos sentido en el futuro, por el auge de la banca online. Sin embargo, tienen menos empleados por oficina, menos costes y más beneficios que los demás bancos europeos.

Entonces, ¿por qué tienen prisa ahora en hacer una nueva reconversión, en hacer más despidos? (3.500 antes del verano). Parece que hay dos poderosas razones que no dicen. Una, que temen un cambio en la legislación laboral con el futuro Gobierno, que dificulte los despidos o los encarezca. Y la otra, que quieren “limpiar cuanto antes las plantillas” y digerir el cierre de oficinas para estar preparados ante las futuras fusiones, en España (podrían desaparecer tres o cuatro bancos y Cajas medianos más)  y en Europa, que se esperan para 2017. Todos los expertos creen que será inevitable ir en Europa a una mayor “unión bancaria”, con una mayor competencia y supervisión a nivel europeo, que obligará a fusiones continentales, alentadas por el BCE, para ganar tamaño y reducir costes. Y estarán en mejor situación para buscar pareja y controlar las fusiones quienes tengan menos plantillas.

Estas futuras fusiones van a agravar un problema que ya tiene España con la banca: hay una excesiva concentración, por culpa de las compras y fusiones hechas durante la reciente reconversión de la banca: hemos pasado de 55 entidades (10 bancos y 45 Cajas) a 15 (8 bancos y 7 Cajas que ahora se llaman y operan como bancos). Y en 2017 serán aún dos entidades menos, porque el futuro Gobierno tendrá que privatizar (vender) dos Cajas nacionalizadas, Bankia y BMN (Caja Murcia, Caixa Penedés, Caja Granada y Sa Nostra). Eso y las esperadas fusiones  en España (posible absorción de tres o cuatro de los bancos medianos actuales) acrecentaría el poder que ya hoy tienen los 5 grandes bancos españoles, muy superior al del resto de la banca europea, según Funcas: controlan el 58,3% del mercado bancario (en 2008 controlaban el 42,4%), frente al 48% de media en la UE (y el 32% en Alemania, el 39% en Reino Unido, el 41% en Italia y el 48% en Francia).

Pero este dato de concentración bancaria global enmascara una concentración mucho mayor a nivel provincial, según desvela este interesante trabajo de Funcas. Así, hay 6 provincias donde los 5 grandes bancos (CaixaBank, BBVA, Santander, Bankia y Sabadell) controlan más del 90% (sí, el 90%) del mercado bancario: Ceuta y Melilla (100%), Teruel (95%), Zamora (92%), Huesca (91%) y Tenerife (90%). Y otras 22 provincias donde controlan más del 80% del mercado (entre ellas, Barcelona, con el 83%), quedando el resto por encima del 70% de Madrid (salvo Málaga, la única provincia donde los 5 grandes “solo” controlan el 68% del mercado). Tal es la situación que el propio Banco Central Europeo (BCE) ha “alertado” sobre un grado de concentración bancaria excesiva en 21 provincias españolas: Burgos, Cáceres, Cantabria, Gerona, Granada, Guadalajara, Huelva, Huesca, Navarra, Orense, Palencia, Santa Cruz de Tenerife, Segovia, Soria, Tarragona, Teruel, Toledo, Zamora, Zaragoza, Ceuta y Melilla.

¿Por qué es un problema tanta concentración bancaria, que se agravará con las futuras fusiones? Porque cuantos menos bancos controlen el mercado, más fácil es que se pongan de acuerdo en fijar e imponer precios y condiciones a los clientes, particulares y empresas. De hecho, la Comisión de la Competencia (CNMC) ya ha abierto expediente por “cartel” a los cuatro grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank y Sabadell) por “posibles acuerdos” en la comercialización de “derivados” (un sofisticado instrumento financiero utilizado como cobertura de riesgo en los préstamos sindicados). Es una operativa menor, pero habría que ver qué pasaría si la CNMC se dedicara a investigar posibles “pactos” bancarios en los  precios y condiciones de comisiones, tarjetas, hipotecas, préstamos, seguros, Fondos, Bolsa…

Lo que está claro es que la banca española, y la europea, están en una encrucijada, porque  no despega la demanda de crédito solvente y el BCE ha bajado tanto los tipos que les resulta difícil ganar dinero con unos márgenes tan bajos. Ante esta situación, que no les impide ganar dinero (10.389 millones de beneficios de la banca española en 2015, un 5,6% más), las entidades reaccionan en una doble dirección. Por un lado, recortando  costes, cerrando oficinas, despidiendo empleados y pactando una mínima subida salarial (del 1,25% para 2016 y el 1,5% para 2017). Y por otro, tratando de aumentar sus ingresos, vía comisiones y captando clientes más rentables. Un doble camino que recorrerán mejor si son más fuertes.

En definitiva, el futuro de la banca española está en manos de sus trabajadores (cada vez menos y peor pagados: han pactado con los sindicatos contratos a 18.000 euros brutos el primer año, un sueldo mileurista) y de sus clientes, a los que tratarán de “seleccionar” y cobrar cada vez más por los servicios. De hecho, hay ya una callada  “guerra bancaria” por llevarse los clientes más rentables, los que no sólo tienen una pequeña cuenta sino que domicilian la nómina y los recibos, tienen hipoteca o préstamos, invierten en Fondos o Bolsa y además contratan algún seguro. Son los clientes que interesan, porque son una fuente de futuros ingresos a través de comisiones. De hecho, los ingresos por comisiones de la banca están en máximos históricos y aportaron 11.234 millones de ingresos en 2015. Y van a seguir subiendo, sobre todo en tarjetas, Fondos, Bolsa y seguros. Lo acaba de decir clarito el presidente de la patronal bancaria AEB, José María Roldán: "Las comisiones serán cada vez más frecuentes. El cliente tendrá que acostumbrarse a pagar de manera explícita por aquellos servicios que antes pagaba de manera menos transparente, algo que no será fácil ni pacífico". Así pagaremos los clientes nuestra parte de la reconversión de la banca.

Una reconversión que no pasa sólo por recortar costes y aumentar ingresos de clientes. Hay dos grandes retos más en los que la banca se juega su futuro. El primero, la competencia de las compañías tecnológicas y telecos por ofrecer servicios online a sus clientes, desde pagos y transferencias a depósitos, Fondos e inversiones. Y aquí, la banca española está muy retrasada, sin haber desarrollado suficiente su canal online, que de momento sólo usan el 15% de los clientes. Hablan mucho de fintech” y banca digital pero invierten y avanzan poco, hasta que se encuentren con que Google, Apple, Facebook o Amazon les ha quitado la mitad del negocio. Y eso tiene mucho que ver con su segundo reto: superar su mala imagen. “La reputación de la banca está bajo mínimos. Es un problema muy serio”, ha dicho sin ambages el consejero delegado de CaixaBank. Si no mejoran  su mala imagen, será más fácil que pierdan clientes que cambien a Google, Apple o Amazon, tecnológicas con excelente imagen. El problema es que lo que tiene que hacer la banca para salvar sus cuentas, despedir y cobrar más comisiones, no ayudará precisamente a mejorar su mala imagen.

En resumen, que la banca nos está vendiendo su penúltima reconversión como algo “inevitable”, forzada por la crisis,  cuando la están acelerando para acabarla antes de que haya nuevo Gobierno y antes de que lleguen nuevas fusiones. Y esconden que han hecho más ajustes que nadie en Europa, con ayudas públicas pagadas por todos. Y que son más fuertes, con más cuota de mercado, lo que les permite imponer mejor comisiones y servicios a empresas y particulares, para salvar sus beneficios. Pero además, si la recuperación no llega, lo acabarán sufriendo en sus cuentas y tendremos que salvarles de nuevo: el FMI acaba de urgir a "sanear" la banca europea, por exceso de riesgos y morosidad. Y su directora general, Christine Lagarde, cree que los más vulnerables a los tipos negativos (tienen que pagar un 0,4% por tener su dinero en el BCE y no prestarlo) son los bancos alemanes, españoles y portugueses. Así que con la banca nunca podemos estar tranquilos : estamos condenados a la reconversión permanente. A nuestra costa. Y cada vez será más cara, porque serán más grandes. Demasiado para "dejarles caer". Esa es la trampa.

jueves, 21 de abril de 2016

Más gasto en medicamentos "extranjeros"


El gasto en medicamentos ha crecido en 2015 y en 2016, como en 2014, tras el fuerte recorte de 2010 a 2013, por el copago y la retirada de medicamentos financiados. Han vuelto a crecer las recetas (se hacen 100.000 por hora), pero sobre todo el gasto farmacéutico de los hospitales (+26%),por el fármaco para la hepatitis C. Y la mayor parte de ese gasto va a las multinacionales farmacéuticas, mientras los laboratorios españoles pierden peso en el ranking. Ahora, Montoro y Bruselas presionan a las autonomías para que recorten su gasto farmacéutico, como “atajo” para reducir el déficit público. Y aunque todavía hay mucho despilfarro en las recetas, el gasto farmacéutico público es un 25% inferior al europeo y los precios de las medicinas son de los más bajos de Europa, lo que disuade a las multinacionales de investigar en España. Habría que poner orden: gastar más en medicamentos innovadores, que tardan hasta 2 años en venir a España, y no acumular un inútil botiquín en casa.
 
enrique ortega

El gasto farmacéutico público ha vuelto a subir en 2015, como en 2014, tras los drásticos  recortes sufridos en 2012 y 2013. El récord de gasto farmacéutico se alcanzó en 2009 (12.505 millones) y ya en 2010, Zapatero tomó las primeras medidas de ahorro (imposición de rebajas de precios a los laboratorios y descuentos a las farmacias), que luego amplió Rajoy en 2012, con el copago a pensionistas (10%) y activos (40-60%) más el “medicamentazo”, la retirada de 412 fármacos de la financiación pública, además de las sucesivas rebajas de precios impuestas a laboratorios y farmacias. Con todo ello, el gasto farmacéutico se redujo un 26,5%, hasta un mínimo de 9.183 millones de gasto en 2013. Pero en 2014, el efecto ahorro del copago se redujo y aumentaron las recetas y el gasto, un 1,93%. Y en 2015 crecieron otra vez las recetas (882 millones, 100.000 recetas por hora) y el gasto (+1,85%), hasta los 9.360 millones. Una tendencia que continúa este año 2016: el gasto en recetas ha crecido un 2,93% hasta finales de febrero.

Pero el mayor aumento del gasto farmacéutico no se está dando en las recetas de los particulares sino en los hospitales, cuyo gasto farmacéutico creció un 26,2% en 2015, hasta sumar 6.668 millones de euros (dos tercios del gasto en recetas). Y eso, sobre todo, por la inclusión de los medicamentos contra la hepatitis C, que ha supuesto un gasto “extra” de 1.100 millones en 2015 (uno de los “culpables” de haberse disparado el déficit público, según el ministro Montoro). Pero no es sólo por eso: el gasto farmacéutico en los hospitales lleva dos años subiendo mucho por la inclusión de tratamientos innovadores (más costosos) contra el cáncer, enfermedades autoinmunes y contra la esclerosis múltiple. Y se espera que este gasto farmacéutico hospitalario crezca los próximos años por encima del 10%.

Precisamente, la inclusión en la sanidad pública de un nuevo tratamiento contra la hepatitis C ha revolucionado el ranking de ventas de medicamentos en España en 2015, al situar como líder al laboratorio estadounidense Gilead, con su medicamento Sovaldi contra la hepatitis C, desplazando al líder habitual, el laboratorio suizo Novartis, según los datos de IMS Health. En tercer lugar se sitúa Johnson&Johnson (USA), que también ha crecido en el mercado hospitalario con su nuevo producto contra la hepatitis C, Olysio. Y ha bajado al cuarto lugar del ranking el gigante norteamericano Pfizer, que fue el líder en España hasta 2013. Le siguen dos laboratorios norteamericanos, MSD y Abbvie (6º en el ranking por la venta de otro medicamento hospitalario contra la hepatitis C, Viekirax), el suizo Roche, la francesa Sanofi, el británico Glaxo (que también crece en hospitales por su medicamento contra el VIH, Triumeq), siendo 10º el alemán Bayer.

Estos 10 grandes laboratorios venden casi la mitad (48,8%) de todos los medicamentos que se consumen en España. El primer laboratorio español es Cinfa, en el puesto 11º del ranking, y en el Top 20 sólo hay 3 laboratorios españoles más: Esteve (16º), Almirall (19º) y Ferrer (20º). Los laboratorios españoles han ido perdiendo peso y retrocediendo en el ranking. Si en 2006 había 2 españoles entre los 10 grandes (Almirall en el 4º puesto y Esteve en el 9º), en 2013 ya habían bajado (Almirall al 11º puesto, Esteve al 8º y uno nuevo, Cinfa al 10º)  y en 2014 habían desaparecido del Top 10 (Esteve al 14º, Cinfa al 16º y Almirall al 17. En el mercado de las farmacias, los tres laboratorios líderes son Novartis (Suiza), Pfizer (USA) y Sanofi (Francia), colocándose en cuarto lugar la empresa navarra Cinfa, líder en la venta de medicamentos genéricos (sin patente) y situándose lejos Esteve (8º), Almirall (12º), Ferrer (13º) y Normon (18º). En el mercado de hospitales, el líder es Gilead (USA, por la hepatitis C), Roche (Suiza, por sus terapias contra el cáncer), Johnson &Johnson (USA), Novartis (Suiza) y 5 multinacionales más, con única excepción de la española Grifols en el Top 10.

En general, los laboratorios españoles han sufrido más que las multinacionales los recortes de ventas y la rebaja de precios impuestas entre 2010 y 2014, que han tratado de eludir exportando más. Pero, sobre todo, les afecta mucho su menor tamaño para lanzar nuevos medicamentos innovadores, que son los que más están creciendo de ventas en hospitales. En general, se están especializando en fabricar medicamentos genéricos, que suponen ya la mitad de las ventas en farmacias (y un 70% de los envases vendidos) pero que les dejan poco margen. Y es una pescadilla que se muerde la cola: no tienen tamaño, no innovan, no compiten y caen en el ranking de ventas, cada vez más dominado por las multinacionales.

Las multinacionales farmacéuticas consideran a España un mercado importante, el 5º europeo en ventas (tras Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) y el 6º en fabricación de medicamentos (tras los 4 anteriores e Irlanda), con importantes fábricas destinadas al mercado europeo y terceros países. Pero en los últimos años, con la caída drástica de ventas, se han planteado reducir su peso aquí. Y eso porque hasta 2015 no aumentaron las ventas de medicamentos (un 3,7%, según el INE) tras 5 años de caídas. Y esto es preocupante, porque las multinacionales invierten e innovan en base a sus perspectivas de ventas. Por otro lado, las multinacionales invierten bastante en innovación en España (953 millones de euros en I+D+i en 2014), pero más de la mitad de esos recursos se destinan a ensayos clínicos, a probar aquí sus medicamentos innovadores, pero sólo destinan un 15% de ese dinero a investigación básica, que es la clave para desarrollar futuros medicamentos.

Así que el mercado de los medicamentos está copado por las multinacionales pero investigan fuera (aquí “prueban” sus nuevas medicinas) y los laboratorios españoles tienen poco tamaño e innovan poco. Los expertos alertan que en España hay dinero (público en su mayoría) para las dos primeras fases de la investigación farmacéutica (I y II), pero faltan recursos para la siguiente fase, cuando los investigadores necesitan 1,5 millones de euros para desarrollar una molécula. Y eso pasa por contar con capitales privados (business angels) y alianzas entre investigadores, laboratorios españoles y multinacionales para lanzar medicamentos innovadores. Pero para eso necesitan que tire el mercado.

Y el mercado farmacéutico español no despega. Crece el gasto (en 2014,2015 y 2016), pero todavía poco si lo comparamos con el resto de Europa. España era en 2014 el segundo país europeo con menos consumo de medicamentos por habitante: 988 unidades al año, sólo por detrás de Italia (802) y  un 12% menos que la media de la eurozona (1.116 unidades/año), muy alejados de Francia (1.391) o Alemania (1.223). Y dadas las rebajas de precios impuestas a los laboratorios y farmacias, los medicamentos en España tienen el precio más bajo de toda Europa, según datos de Farmaindustria (año 2014): una media de 0,20 euros por unidad estándar, un 15% menos que la media de precios de la eurozona (0,24 €/Ud.)) y un 33% menos que el precio en Alemania (0,30 euros).

La consecuencia de que España, tras los recortes, tenga ahora los precios de los medicamentos más baratos de Europa (salvo Portugal y algunos países del Este), es doble. Por un lado, que los laboratorios tienen menos incentivos para investigar y descubrir fármacos innovadores: de hecho, lo son 2 de cada 10 medicamentos autorizados. Es la primera consecuencia de que el 51% de los medicamentos cuesten menos de 3,5 euros. La segunda es que con precios tan bajos, los laboratorios tienden a exportarlos, a venderlos en  Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica y algunos países del Este, donde los precios están hasta un 30% más altos que en España. Y también se exportan ilegalmente, a través de “redes” de almacenes y farmacias, que “distraen” fuera medicamentos y vacunas destinados a los españoles. Esto provoca desabastecimientos de algunas medicinas en España, en farmacias y hospitales, sobre todo de algunas vacunas, anticancerígenos y fármacos contra los efectos de la quimioterapia, los trasplantes, la leucemia, la epilepsia y el Parkinson. Ahora, en abril de 2016, hay 199 medicamentos “en falta, según esta lista que publica cada día la Agencia Española del Medicamento. La mayoría se sustituyen por otros fármacos, pero eso causa incertidumbre a muchos pacientes, sobre todo a los más mayores.

Y hay una tercera consecuencia: la continua rebaja de precios y la caída de ventas está hundiendo las cuentas de muchas farmacias (sus márgenes han caído un 34% en los últimos 5 años), asfixiadas además por el retraso en los pagos de muchas autonomías (en especial Cataluña). Y esto es especialmente grave en España, porque las farmacias no son una tienda más sino un eslabón clave de la atención sanitaria, ya que colaboran con los médicos en el correcto tratamiento de los pacientes.

En definitiva, que en España había un gasto farmacéutico excesivo, con bastante despilfarro en muchos casos, pero que al Gobierno Rajoy y a las autonomías se les ha ido la mano con los recortes y corremos el riesgo de cargarnos una industria, la farmacéutica, que no va a lanzar medicamentos innovadores si no les salen las cuentas, si España tiene los precios de las medicinas mucho más bajos que en el resto de Europa. Y además, hay otro riesgo: que ahora, el Gobierno y las autonomías utilicen los medicamentos para rebajar más el déficit público, para cumplir con Bruselas, como ya hicieron entre 2010 y 2014.

Otra consecuencia de estos recortes: los españoles tardamos más que los demás europeos en probar los nuevos medicamentos, que en muchos casos salvan vidas. Así, desde que la Agencia Europea del Medicamento aprueba un nuevo fármaco hasta que lo prescribe un médico, en Alemania pasan 3,5 meses, en reino Unido 3,9 meses, en Francia, 10,8 meses, en Italia 14,5 meses y en España, 15,8 meses, según la consultora IMS Health. Y para tratamientos oncológicos (los más caros), aquí pasan hasta 24 meses. La única razón de esta demora es el intento de ahorrar en medicamentos, para lo que demoran la autorización Sanidad, las propias autonomías y hasta la comisión de cada hospital (que es la que autoriza cada medicamento en Madrid, las dos Castillas, Extremadura o Murcia). Y en ocasiones, los recortes en los tratamientos provocan muertes: es el caso de Galicia, donde la Fiscalía ha llevado al Gobierno autonómico a los tribunales por la muerte de 6 pacientes a quien no se aplicó la vacuna contra la hepatitis C por "ahorro presupuestario".

Está claro que hay que combatir el despilfarro de medicamentos, aunque parece que ya han bajado las “bolsas” de medicamentos inútiles en casa (acumulados por jubilados que los tienen casi gratis y activos que se han "acostumbrado" al copago). Pero no hay que frenar el gasto farmacéutico “necesario”, sobre todo en hospitales, que va a crecer más cada año, a medida que aumente la esperanza de vida y los fármacos innovadores. Y un dato importante, frente al mito del “despilfarro”: España gasta menos en medicamentos que el resto de Europa. El gasto farmacéutico público por habitante en España es 224,8 euros (2013), un 25,3% inferior a la media de gasto farmacéutico de la eurozona (300,9 euros) y menor al de Bélgica (342 euros), Francia (369), Alemania (402) o Irlanda (424).

Así que ojo a la hora de hacer más recortes en medicamentos: si no hay ventas, si la mayoría de los medicamentos cuestan lo que una cerveza, las multinacionales buscarán otros mercados y lanzarán sus nuevos fármacos donde haya demanda. Quedaremos al margen de la innovación. Y nuestros laboratorios serán cada vez más pequeños y menos innovadores. Hay que ordenar el mercado, recortando consumos innecesarios y promoviendo demandas justificadas, que tiren de la industria más innovadora. Y promover fusiones y alianzas de los laboratorios españoles, para que no queden al margen del futuro y lo paguen nuestros enfermos. Ayudar a planificar un mercado con sentido, huyendo del recorte por el recorte. La salud tiene un precio y hay que pagarlo. Sin despilfarro, pero sin una tacañería que puede costar vidas.