jueves, 28 de mayo de 2015

Internet, la tumba de la banca


La banca se rehace de la crisis, con fuertes beneficios en 2014 y 2015, gracias a 108.000 millones de ayudas públicas. Pero sigue con problemas: caída de márgenes (nos van a subir las comisiones), poco negocio (crédito), demasiado ladrillo y una creciente competencia de fondos y aseguradoras, la “banca en la sombra”. Pero el peor de sus problemas está por llegar: la competencia de los grandes de Internet, Google, Facebook, Apple, Amazon, eBay o Alibaba, que ya ofrecen servicios bancarios, desde pagos online a transferencias y créditos. Tienen millones de usuarios, que conocen muy bien, y una excelente imagen, frente a la mala reputación de la banca. Algunos bancos, como BBVA y la Caixa, intentan reaccionar y cambiar a digitales, pero no es fácil: exige fuertes inversiones y otra cultura (aparte de "quitarse la corbata"). Pero la banca de 2020 será digital o no será. Y Google Bank, Facebook Bank o Apple Bank tienen todas las de ganar. Serán la tumba de nueve siglos de banca tradicional.
 
enrique ortega

La banca se rehace con fuerza de la crisis, desatada por la mayoría de Cajas de Ahorros y algunos bancos, que nos ha costado a los españoles 107.914 millones en ayudas públicas, según el Tribunal de Cuentas, sin contar las ayudas fiscales ( 40.800 millones en créditos fiscales) que han recibido los compradores de Cajas intervenidas y que ahora investiga Bruselas. Con ello, ya en 2014 la banca tuvo un beneficio de 9.834 millones, un 35% más que en 2013, y superaba el bache de 2012 (-2.781 millones de pérdidas). Y en el primer trimestre de 2015, la gran banca (6 grandes) ha ganado ya  4.138 millones de euros (incluidos 244 millones de Bankia), un 67% más que en 2014. Están más saneados y además se han quitado a competidores : los tres grandes (La Caixa, Santander y BBVA) controlan el 44% del mercado y si les sumamos Bankia, Sabadell y Popular, los seis controlan el 69% del negocio bancario en España.

Pero la banca española sigue con problemas. El principal, los bajos tipos de interés, que perjudican seriamente sus márgenes, al estrechar lo que pagan por el dinero (casi nada) y lo que cobran por él (poco), máxime cuando hay poco negocio, porque no hay demanda de crédito solvente: sólo pueden arriesgarse a prestar a algunas empresas y dar créditos personales e hipotecas a pocas familias, las que tienen un trabajo estable y ganan más de 2.000 euros al mes. Con ello, tienen que conseguir ingresos con la venta de fondos, seguros, tarjetas y planes, intentando subir las comisiones a los clientes (ya las subieron un 14,5% en 2014), algo que repetirán este año, según augura el Banco de España. Y como bajan márgenes y negocio, a la banca le sobran oficinas y plantilla, que seguirán reduciendo, según les “sugiere” el Banco de España, tras haberse quitado un 25% de personal y un 30% de las sucursales desde 2008. Y todo ello, mientras el ladrillo sigue lastrando los balances de la banca, con 83.409 millones de euros en viviendas y suelo de clientes y promotores morosos.

Mientras la banca intenta poner orden en todos estos problemas, afronta un aumento de la competencia, de nuevas entidades que intentan desbancarles del negocio. Se trata de aseguradoras, fondos de inversión, financieras, sociedades de inversión inmobiliaria y filiales de bancos extranjeros que han entrado a saco en el negocio de prestar a empresas e instituciones y de ofrecerles alternativas de inversión. Es lo que se llama “banca en la sombra, que está tomando gran fuerza en todo el mundo y que ya supone un 25% del negocio financiero en Europa, aunque sólo un 10% en España. Esta “banca paralela”, a la que sumar  las plataformas de recogida de dinero (“crowdfunding”) preocupa muy seriamente a la banca española, como ha reconocido el presidente de la patronal AEB, quien pide al BCE y al Banco de España que les regule con más rigor, para evitar “nuevos sustos” en el futuro.

Pero la mayor preocupación de la banca no debía ser la “banca en la sombra” sino los gigantes de Internet, que pueden ser su tumba en unos años. Tanto Google como Facebook, Apple, Amazon, EBay (Pay Pal), Alibaba y cientos de pequeñas empresas innovadoras están aprovechando Internet para ofrecer servicios financieros. De momento, es un fenómeno circunscrito sobre todo a Estados Unidos, pero su avance será ultrarrápido e imparable. Baste decir que hay 3.000 millones de usuarios de Internet en el mundo y cada día se suman otros 500.000. Un colectivo inmenso de clientes a los que se puede acceder desde cualquier lugar, con ofertas y productos que pueden triunfar “viralmente”.

Los gigantes de Internet, desde Google a Facebook o Apple, tienen varias ventajas sobre la banca. La primera, que sus clientes se cuentan por millones, en todos los continentes. Segunda, que conocen perfectamente a sus usuarios: gustos, costumbres, consumos, hasta dónde están y que tiendas (o bancos) visitan (geolocalización). Y tercera, quizás la principal, que tienen una excelente imagen entre los internautas: muchos les consideran empresas que “defienden importantes valores”, no un negocio más. Y en eso, tienen una gran ventaja con la banca, que tiene una pésima reputación en todo el mundo, más tras esta crisis.

De hecho, la gran asignatura pendiente de la banca es mejorar su imagen. “Antes se veía a la banca como el cerebro del sistema. Hoy se percibe a los bancos como algo perjudicial para la economía. Y esta mala imagen de la banca afecta a la estabilidad financiera”, ha llegado a decir este año el presidente de la Autoridad Bancaria Europea. En España, el presidente de la patronal bancaria AEB, ha ido más allá, al declarar que “la banca corre el riesgo de perecer si no recupera la confianza del cliente”. Y el consejero delegado de la mayor entidad, Caixa Bank, ha añadido: “la reputación de la banca está bajo mínimos. Es un problema muy serio”.

Más serio aún si tus clientes, sobre todo los más jóvenes, están “enganchados” a Internet y a unos grandes proveedores de servicios que les gustan y que ahora encima les ofrecen servicios bancarios. Es el caso de Facebook, la red social con 1.440 millones de usuarios (más que la población de China), que ha lanzado en marzo de 2015, en EEUU, un servicio para hacer transferencias a través de la plataforma de mensajería de la red social (Messenger). Y está por ver si integra este servicio en su exitosa WhatsApp. Apple, con más de 200 millones de tarjetas de crédito almacenadas en iTunes, lanzó también en octubre de 2014 su servicio Apple Pay, un sistema de pago interactivo para los iPhone. Y Google, la primera en crear un monedero virtual en 2009 (Google Wallet), ya lanzó en noviembre de 2013 una tarjeta de débito prepago que permite a los consumidores realizar compras y retirar efectivo en cajeros (sin costes), de momento sólo en EEUU.

Todos los grandes de Internet empezaron por ofrecer medios de pago y transferencias online, un mercado que mueve más de un billón de dólares al año y donde las grandes empresas tecnológicas (Google, Apple, Facebook, Amazon, eBay) compiten con los bancos, las empresas de tarjetas (Visa y Master Card), las empresas de telecomunicaciones y cientos de pequeñas empresas innovadoras cuyos desarrollos acaban comprando. Pay Pal (eBay) fue la primera en llegar y tiene ya 128 millones de cuentas activas en todo el mundo, con las tarifas más baratas para compras y envío de dinero persona a persona (aunque exige tener los fondos en una cuenta secundaria, no como la plataforma de Facebook, que tiene el dinero allí mismo).

En el negocio de los medios de pago, Amazon lanzó, en agosto de 2014,  un lector de tarjetas de crédito que conectado a un móvil o a una tablet permite a pequeños negocios aceptar pagos. Un reto para Square, pionera en convertir los dispositivos móviles en un terminal de punto de venta, extendiendo el pago con tarjeta a los pequeños comercios. Y las empresas chinas Alibaba y Tencent o la japonesa Rakuta ofrecen plataformas de pago a través de móviles. Un negocio donde han entrado también las empresas de telecomunicaciones, con Samsung comprando LoopPay para permitir pagos online a través de sus smartphones. En España, Orange ha lanzado Orange Cash para pagar con el móvil.

Este es el primer paso de los grandes de Internet, facilitar pagos y transferencias online con medios propios. Pero van a ir más allá, van a dar créditos e hipotecas, algo muy peligroso para la banca dado que conocen a los internautas mejor que nadie. Facebook ya ha pedido permiso a Irlanda para incluir una aplicación bancaria en su red social, de acuerdo con el australiano Commonwealth Bank. Google lleva años concediendo créditos a clientes de EEUU y Gran Bretaña para que les compren publicidad (Google AdWords).  Y Amazon, el gigante del comercio electrónico, también ofrece préstamos a sus clientes. A partir de ahí, ofrecer depósitos, fondos o planes de pensiones e invertir en Bolsa es sólo cuestión de tiempo.

Y no demasiado. Si la banca no toma medidas, en cinco años perderá un 30% de su negocio, acaba de advertir un estudio de Accenture, que vaticina que 3 de cada 4 transacciones de dinero serán online o a través del móvil para 2020. Por todo ello, el BBVA acaba de cambiar todo su esquema directivo, nombrando como consejero-delegado al responsable de la banca digital. Y han hecho el gesto de "quitarse la corbata". Pero los bancos europeos y españoles se están moviendo con mucha lentitud frente a la amenaza de los grandes de Internet: sí, ofrecen banca online, pago a través de móvil y buscan acuerdos con telecos para no perder el tren. Pero no se lo toman como es: a vida o muerte. Quizás porque ven que los clientes no dan el salto digital: un 55 % acude sólo a las oficinas, un 30% opera en oficina y online y sólo un 15% son clientes únicamente digitales, no pisan nunca una sucursal.

Pero esto cambia a velocidad de vértigo y más entre los jóvenes, que son clientes 100% digitales. Por eso, la banca está obligada a cambiar drásticamente, por tres vías: buscar otro modelo de gestión (sacando más partido a los datos y al conocimiento y necesidades del cliente), hacer fuertes inversiones (en nuevas plataformas tecnológicas, no parcheando las actuales) y un lavado total de imagen, para recuperar la confianza del cliente. Y necesitará buscar alianzas, con telecos y empresas de Internet, antes de que se los coman.

La banca del futuro inmediato, ya en 2020, será digital o no será. Veremos una profunda revolución financiera, que será la tumba de la banca tradicional, la que conocemos desde hace casi nueve siglos (Banco de Venecia, año 1.157). Y como clientes, tendremos que acostumbrarnos a la operativa de Google Bank, Facebook Bank, Apple Bank o Amazon Bank. No creo que salgamos ganando, porque son demasiado poderosos y buscan su negocio, aunque tengan una imagen “moderna”, de "colegas". Pero es lo que habrá.

lunes, 25 de mayo de 2015

Fútbol español: un gigante con pies de barro


Acabó la Liga y una temporada en que el fútbol español ha mejorado ligeramente sus cuentas, pero sigue en una grave crisis: la mayoría de los Clubs están en números rojos, muchos en suspensión de pagos y los que mejoran es a costa de vender jugadores. Casi todos tienen demasiados gastos (en sueldos de jugadores y directivos) y pocos ingresos (en entradas, marketing y patrocinio). El Gobierno ha aprobado un decreto para sacar más dinero a las retransmisiones por TV y repartirlo mejor, un cambio que convocó una huelga fallida de jugadores, quejosos de que Hacienda les haga pagar más. La Liga (LFP) propone un Plan de negocio para el fútbol, para aumentar ingresos y sanearlo en 6 años. Algo urgente, porque no es de recibo que un gigante como el fútbol español pierda dinero y deba 650 millones a Hacienda y la Seguridad Social. Y además, si no se sanea, nos tocará pagar su crisis.
 
enrique ortega

El fútbol español es un gigante dentro del fútbol europeo y mundial, no sólo por los resultados deportivos sino por sus cifras: la Liga BBVA es, con 2.300 millones  de euros (2014), la tercera mayor competición europea, por detrás de la Premier League británica (3.200 millones) y la Bundesliga alemana (2.400 millones). Y hay tres grandes Clubs españoles entre los 20 mayores del mundo, según el último informe Deloitte (2014): el Real Madrid, el mayor Club del mundo, con 549,5 millones de presupuesto (2013-2014), el Barça (484,6 millones), el cuarto tras Manchester United (518) y Bayern Múnich (487,5) y el Atlético de Madrid (169,9 millones de presupuesto), en el puesto 15º. Pero en su conjunto, el fútbol español es un gigante con pies de barro, en números rojos y con muchos Clubs en serios apuros económicos.

En realidad, el fútbol español llevaba en pérdidas desde 1999 (que se sepa), sin que nadie dijera nada. En 2010, la UEFA aprueba el Fair Play Financiero, para intentar poner orden en los Clubs europeos (la mitad perdían dinero: -1.200 millones de euros). Y la Liga de Fútbol Profesional (LFP) lo aprueba un año después para España (julio 2011), dando tres años a los Clubs para ajustar sus cuentas. Pero a la vista de la cadena de suspensiones de pagos (32 Clubs han entrado en concurso desde 2003), se acelera el proceso y en abril de 2012, el Gobierno Rajoy acuerda con la LFP un Protocolo que obliga a los Clubs a presentar al Consejo Superior de Deportes (CSD) sus cuentas de 2012-2013. Y en enero de 2013, dan otra vuelta de tuerca, con un Reglamento que obliga al “equilibrio presupuestario” desde julio de 2013: limita sus gastos y sus fichajes y pueden incluso bajarles de categoría si incumplen.

Pero el ajuste del fútbol está siendo lento y desigual. En la temporada 2012-2013, el fútbol español consiguió sus primeros beneficios (106 millones), pero sólo ganaron dinero los 20 Clubs de primera (+143,5 millones), mientras perdían los 22 Clubs de la Liga Adelante (-37,5 millones). Y en la segunda temporada del ajuste, la 2013-2014 (la última con datos oficiales del CSD), el fútbol ha vuelto a tener beneficios (+153,95 millones), pero sólo los Clubs de 1ª (+156,2 millones), mientras seguían perdiendo los de 2ª A (-2,28 millones). Y el resultado no ha sido peor gracias a las ventas de jugadores, a los traspasos, porque los ingresos ordinarios no cubren los gastos, que han seguido subiendo, sobre todo los de personal, fichajes y directivos. Y las deudas apenas han abajado (-2,5%) y siguen siendo muy elevadas (-3.441,5 millones), tanto con los bancos y acreedores, como con la Administración: 669,44 millones con la Hacienda pública y 22 millones más con la Seguridad Social.

Al final, los 20 Clubs de 1ª (Liga BBVA) y los 22 Clubs de 2ª A (Liga Adelante) siguen en números rojos, con desequilibrio financiero: el pasivo supera al activo corriente en 1.015,5 millones (-900,1 millones la 1ª división), dos veces y media el agujero de 2009 (-392,3 millones). El ajuste es pues insuficiente y les falta capital. Sólo hay un reducido grupo de Clubs de 1ª con las cuentas saneadas y la mayoría tiene problemas, que se agravan en 2ª división, donde ya hay 5 ciudades que se han quedado sin equipo: Salamanca, Santiago de Compostela, Palencia, Logroño y Almendralejo (y Albacete, cuyo equipo está en fase de liquidación judicial. Y todavía hay equipos en concurso de acreedores: Rayo Vallecano, Córdoba y Deportivo (en 1ª), más Betis, Recreativo de Huelva, Valladolid, Zaragoza, Hércules, Elche, Albacete, Mallorca y Cartagena (en 2ª). Y otros que han salido y no acaban de levantar cabeza, como el Murcia, Jaén, Racing o Jerez, también de 2ª. Tampoco consiguen sanear sus cuentas el Español, Getafe, Elche y Málaga (en 1ª) ni Osasuna, Sporting y Girona (en 2ª). Y los demás, salvo Madrid, Barça y ahora Atlético de Madrid (con dinero inyectado por el magnate chino Wang Jian Lin), no están saneados. Y falta ver el futuro del Valencia (comprado por Peter Lim, empresario de Singapur), el Málaga (el jeque catarí Abdulla Al Thani busca urgente comprador) o el Oviedo (tras la compra del empresario mexicano Carlos Slim).

El problema de casi todos es el mismo: los ingresos no cubren los gastos (crecientes). Los ingresos por  retransmisiones de TV son la primera fuente de financiación del fútbol, 844 millones en 2013-2014 (menos de la mitad que la Premier League británica, que recauda 1.875 millones), de los que el 45% van al Madrid y al Barça. La segunda fuente de ingresos, la recaudación por taquilla y abonados, crece poco, debido a que hay poca asistencia a los estadios (71% de aforo, frente al 95% de la Premier League británica y el 92% en la Bundesliga alemana), por culpa del alto precio de las entradas y la piratería (partidos en TV). Y salvo los grandes Clubs, la mayoría también ingresan poco en patrocinios, publicidad y marketing. En los gastos, la mayoría de Clubs siguen aumentando la partida de personal y primas a jugadores y a agentes. Con lo que apenas reducen deudas y sanean los presupuestos, salvo con ingresos extras por ventas de jugadores: en 2014, los equipos españoles fueron los Clubs con más ventas de jugadores del mundo (+669 millones), pero también los segundos que más jugadores compraron (710 millones), tras los Clubs británicos, según el estudio FIFA TMS.

La Liga de Fútbol Profesional (LFP) ha diseñado un Plan de negocio a 6 años para potenciar y sanear el fútbol español, que pasa básicamente por aumentar los ingresos. La medida fundamental es aumentar los ingresos por las retransmisiones de TV, para lo que el Gobierno Rajoy ha aprobado un decreto Ley que fija la contratación centralizada de los derechos para dentro de dos años, en la temporada 2016-2017. El cambio supone que serán todos los Clubs (LFP) los que negocien el contrato con la TV y no Club a Club como hasta ahora. Con ello, se espera aumentar los ingresos (de los 844 actuales a 1.000 millones dentro y otros 500 millones por las retransmisiones fuera de España). Y también cambiará el sistema de reparto, para que llegue algo más del dinero a los Clubs más pequeños. Eso sí, el desequilibrio seguirá siendo abismal: del 92% de los ingresos por TV, el 90% irá a los 20 Clubs de 1ª y el 10% restante a los de 2ª. Y el 8 % restante de los ingresos por TV se destinará a los equipos que desciendan (3,5%), a la LFP (1%), a la Federación (2%), un 0,5% (sólo 5-7,5 millones) para el fútbol no profesional (2º B y fútbol femenino) y el 1% restante para pagar las cotizaciones a la SS de 4.000 deportistas de élite, para cuando se retiren.

La asociación de futbolistas (AFE) ha protestado por este reparto, que consideran cicatero con los Clubs más pequeños y con el fútbol no profesional, lo cual es evidente (señalan que en Francia, el reparto de los ingresos de TV es 65/35, no 90/10). Y piden su parte del pastel, como la LFP y la Federación: un 1,5% para su asociación (AFE), como en el fútbol británico. Por todo ello, convocaron una huelga en las dos últimas jornadas de la Liga, que rechazó la Audiencia Nacional. Pero había otros motivos ocultos para esta huelga. Por un lado, los enfrentamientos personales entre la Federación (Ángel María Villar), que apoyaba la huelga, y la LFP (Javier Tebas, que antes le acusó por corrupción) y el CDS (la Federación se negó a ser auditada por el Consejo). Y por otro, el malestar de los jugadores por las inspecciones de Hacienda, que está vigilando si las empresas que utilizan para cobrar los derechos de imagen tienen actividad real. Y eso, porque si son una mera “tapadera”, tendrían que cotizar por ese 15% de sus ingresos el 47% de IRPF (más los recargos autonómicos) y no el 15% que tributan como sociedades. Para un jugador que ingresa 10 millones, la diferencia entre cobrar ese dinero por una sociedad o no supone ahorrarse o pagar 285.000 euros más al año.

Este tema pone sobre la mesa una cuestión clave: los jugadores no pueden tener un trato fiscal de favor, sobre todo cuando hay sueldos supermillonarios y la mitad de los jugadores de 1ª y 2ª A ganan más de medio millón de euros al año. Tienen que pagar impuestos como los demás, sin trampas de sociedades fantasmas. Y lo mismo sus Clubs, que deben a Hacienda 626 millones de euros (542,6 millones a la Agencia Tributaria y 83,8 a las Haciendas forales), más 22 millones a la Seguridad Social. Hacienda les ha dado a los Clubs un calendario para pagar la deuda hasta 2018, algo que no permite a la mayoría de contribuyentes.

Los Clubs creen que con una mayor tarta de los derechos de TV (ojo: ahora Telefónica, con Canal Plus, controla el 80% del negocio y tratará de pagar poco), una mayor penetración de la TV de pago entre los españoles (hay 4,3 millones de abonados, frente a 12 millones en Gran Bretaña) y una mayor internacionalización de nuestro fútbol (con más ventas de partidos, publicidad y marketing en Asia, América y África), los ingresos mejorarán sustancialmente y el fútbol se saneará. Pero mientras llegan los ingresos, lo que hace falta es controlar los gastos (sobre todo en fichajes, comisiones y directivos) y las inversiones (en nuevos estadios), para que el fútbol no sobreviva con deudas (a Hacienda, que pagamos los demás con más impuestos) y pérdidas, que también podrían hacernos pagar. La LFP cree que “el fútbol español sigue estando enfermo” y que aún quedan tres años más de ajustes (hasta 2018), con “algunos Clubs que se quedarán en el camino”.

Ojalá sea así y el fútbol se sanee en unos años. El riesgo es que si mejoran los ingresos, vuelva otra vez a inflarse la burbuja, con más fichajes millonarios y más gastos injustificables, pensando que los ingresos van a crecer siempre. Y volvamos a las andadas y a las deudas, a costa de los contribuyentes y de los aficionados. Y sobre todo del deporte de a pie, de esos miles de jugadores aficionados, que no tienen ninguna ayuda mientras los grandes Clubs manejan cifras millonarias con pies de barro. Pongan orden de verdad. Y cuanto antes.  

jueves, 21 de mayo de 2015

La caída del euro recupera las exportaciones


La depreciación del euro está salvando las exportaciones, aunque crecen  poco. Pero también aumentan las importaciones, sobre todo de coches (empujadas por el Plan PIVE) y productos de consumo, con lo que seguimos teniendo un alto déficit comercial : significa que estamos creando empleo en otros países, no en España. Si el euro se recupera, como ha pasado en mayo, las exportaciones volverán a estancarse, porque ya resulta difícil ganar mercados. De hecho, en 2015, las exportaciones van a restar crecimiento (y empleo) a la economíaEl problema ahora es que, con los precios cayendo, resulta difícil para España competir por precio y exportar más, sobre todo cuando el comercio mundial crece al nivel más bajo desde 1948. La salida debería ser competir por calidad y tecnología, mejorar la competitividad de los productos españoles. Y que más empresas exporten. Pero no es fácil. Requiere un cambio de modelo económico, producir  mercancías con más valor y más calidad, mejorar el “made in Spain”. Dejar de competir sólo por precio, a base de “tirar” salarios. No intentar ser “la China de Europa” sino “la Alemania del sur”.
 
enrique ortega

Las exportaciones españolas se han recuperado en 2015, gracias a la fuerte caída del euro (-12,6% entre enero y marzo) y a las mayores compras de Francia, Italia y Alemania, más un pedido extra de aviones de Arabia Saudí. Entre enero y marzo, las ventas al exterior crecieron un + 4,4%, más del doble que al inicio de 2014 (+1,7%) pero menos que en los años anteriores, en que fueron de más a menos, como válvula de escape de las empresas ante la caída de ventas en España. Si las exportaciones habían crecido con fuerza en 2010 (+16,8%) y 2011 (+15,2%), empezaron a desacelerarse en 2012 (+5,1%) y 2013 (+4,3%), para crecer poco en 2014 (+2,4%), debido a la fortaleza del euro en el pasado, al estancamiento de Europa  y a la dificultad de ganar nuevos mercados, debido a la incipiente crisis de los países emergentes.

Pero no hay que echar las campanas al vuelo: si el euro se recupera algo, como ha pasado en mayo, las exportaciones pueden estancarse, como pasó en enero y febrero de este año. Además, las exportaciones españolas son muy vulnerables: están en manos de cinco sectores (automóviles, alimentos, textil, medicamentos y aparatos eléctricos concentran el 40% de las ventas exteriores) y de las multinacionales (gestionan el 35% de las exportaciones españolas).

En paralelo, las importaciones también crecen un + 2,5% en el primer trimestre de 2015, pero mucho menos que en 2014 (+15,4%), en línea con la caída de importaciones en 2012 (-2,2%) y 2013 (-2%), cuando hubo pocas compras al extranjero en lo peor de la crisis. Lo que está pasando es que se recupera el consumo de empresas y familias y compran más productos extranjeros, sobre todo coches (las importaciones de automóviles han crecido un 34,1%), bienes de consumo (electrónica y electrodomésticos), material de transporte ferroviario (para AVE) y petróleo: las importaciones de crudo en el primer trimestre han sido de 15,7 millones de toneladas, un récord histórico (aunque cuesten más baratas, por la caída del barril). Con estas compras fuera, nuestro consumo está creando empleo en otros países, no en España.

Al final, como las importaciones son más y crecen menos que las exportaciones, el déficit comercial (import-export) se ha reducido en el primer trimestre de 2015, hasta los -5.524 millones de euros (-14,9% sobre primer trimestre 2014). Aún así es elevado, en línea con  la tendencia de 2014, que cerró con un déficit comercial de  -24.471 millones de euros, el segundo mayor de la zona euro, tras Francia (-67.500 millones) y el tercero de Europa, tras Gran Bretaña (-121.100 millones), superior al de Grecia (-18.900 millones) y Portugal (-9.600 millones). Un balance muy diferente al de otros países europeos, que venden fuera más de lo que compran y que tienen superávit comercial: Italia (+37.100 millones), Irlanda (+32.200 millones), Bélgica (+13.600 millones), Holanda (+57.500 millones) y, sobre todo Alemania (+201.800 millones). Países que compiten mejor y consiguen crear más empleo gracias a sus mayores ventas (y menores compras) en el extranjero.

El problema de España es que, además de tener un déficit comercial tiene un déficit de inversiones: las extranjeras que llegan superan a las españolas fuera en un billón de euros. Y tenemos que “tapar” estos dos agujeros, el déficit comercial y de inversiones, con los ingresos por turismo. Pero no llegan y por eso, año tras año tenemos que endeudarnos con el exterior. Y así, la deuda externa de España (pública y privada) alcanzó los 1,7 billones de euros a finales de 2014, según el Banco de España. Con ello, España tiene la segunda deuda externa mayor del mundo, tras EEUU (4.14 millones de euros), aunque es la mayor si se tiene en cuenta el tamaño de nuestra economía: supone el 160% del PIB, frente al 34% en USA. Un grave problema, por partida doble: limita nuestro crecimiento futuro (hay que crecer para crear riqueza y empleo dentro y para devolver la deuda fuera) y nos hace muy vulnerables: si los mercados se ponen nerviosos y los tipos suben, tendremos que pagar más intereses.

Al final, lo que está pasando es que vuelve el viejo problema de España con el exterior, un problema estructural: cuando crecemos (aunque sea poco), se disparan las importaciones y la necesidad de inversión extranjera, a falta de ahorro interno. Y nos suben el déficit comercial y el déficit exterior (-5.600 millones hasta febrero, aunque en 2013 y 2014 hubo superávit). Es lo que pasó antes de la crisis y lo que empieza a pasar ahora: crecemos “tirando de tarjeta”, endeudándonos, porque consumimos más de lo que producimos.

Hay que cambiar el modelo de crecimiento. Y como en una economía abierta no se pueden impedir ni frenar las importaciones ni el endeudamiento, sólo queda una salida: exportar más y ahorrar más dentro, para no depender tanto de la inversión exterior. Dos objetivos complicados. Fomentar el ahorro pasa por cambiar las políticas fiscales, que ahora lo penalizan, subir salarios y bajar impuestos a la mayoría. Y fomentar las exportaciones es algo complicado, porque todos los países intentan lo mismo (vender más fuera) y el comercio mundial apenas crece, por la crisis de Europa y los países emergentes. De hecho, el comercio mundial de mercancías sólo ha crecido un 2,4% entre 2012 y 2014, el nivel más bajo desde la postguerra mundial (1948), según la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Todo apunta a que este año 2015 crecerán poco las exportaciones y aumentarán más las importaciones, sobre todo porque ahora cuestan menos, al haberse devaluado el euro. Pero lo que es seguro es que las exportaciones volverán a restar crecimiento (y empleo) a la economía, como ya pasó en 2014 (restó -0,8% al PIB). El sector exterior quitará un -0,2% al PIB según el Gobierno (Plan de Estabilidad) y un -0,4% según la Comisión Europea (previsiones de mayo). Y tampoco ayudarán en 2016, año en que el sector exterior restará otro -0,1% al crecimiento de la economía, según la Comisión Europea.

Esto no debería ser así, porque necesitamos crecer más para crear más empleo, dado que tenemos más del doble de paro que Europa. Por eso, hay que reanimar las exportaciones como sea. Y hay margen para crecer, porque exportamos la mitad que Italia (con una economía similar) y menos porcentualmente que Bélgica y Holanda (unas economías más pequeñas). El problema es que nuestras exportaciones están muy concentradas en pocas empresas (sólo 22.654 empresas exportaron el 91,7% de lo vendido fuera en 2014), pocos sectores (automóviles y componentes, combustibles, acero y farmaquímica concentran un tercio de las exportaciones) y pocas regiones (dos tercios de las exportaciones salen de Cataluña, Madrid, Andalucía, Valencia y País Vasco). Y además, un 35% de las exportaciones las hacen multinacionales, no empresas españolas. Por eso, el primer gran reto es atraer a la exportación a más empresas españolas, sectores y regiones. Y para ello, habría que poner en marcha un Plan de choque para la exportación, con varias medidas: facilitar la financiación (faltan créditos y avales), aumentar las ayudas a la internacionalización de las empresas (fiscales, asesoramiento y formación, más oficinas en el exterior), fomentar las fusiones de empresas (las grandes exportan el 80% del total), la tecnología e innovación y la industrialización.

Pero hay otros dos retos más de fondo: diversificar lo que se exporta y dónde se vende. Porque la mayoría de lo que exporta España son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles) y sólo un 10% de lo exportado tiene un alto contenido tecnológico, cuando estos productos suponen casi la cuarta parte de la demanda. O sea, exportamos productos de menos valor que otros países y competimos en precio (gracias al recorte de los salarios), no en tecnología y calidad. Y así, vendemos peor e ingresamos menos. Un ejemplo claro es el vino: somos el primer exportador mundial, vendemos casi el doble que Francia pero ingresamos la tercera parte. Y eso porque los franceses venden su vino (por marketing y calidad) a 5,37 euros litro de media y nosotros a 1,1 euros litro (a granel para que luego otros lo embotellen y saquen el beneficio). El otro reto es exportar más fuera de Europa, donde van el 70% de nuestras ventas: queda mucho por hacer (asesoramiento, oficinas comerciales, financiación) para exportar más en Latinoamérica (5,9% de las exportaciones), Asia (6,2%) y África (6,4%), donde está el comercio futuro.

En definitiva, que España no puede resignarse a que pinchen las exportaciones, porque vender más fuera es clave para crecer más  y crear más empleo. Y para reducir nuestra deuda exterior, esa enorme hipoteca sobre nuestro futuro. Hacen falta Planes concretos de fomento de la exportación, con ayudas, asesoramiento y financiación, tras los recortes de Rajoy (quien ha reducido a la tercera parte el presupuesto del ICEX desde 2007). Y hay que cambiar el modelo de crecimiento, para producir con más tecnología y más calidad, fomentando las industrias, las grandes empresas, la tecnología y la innovación en los productos “made in Spain”. Todo esto no se hace de un año para otro, pero hay que empezar ya. Y no pensar en competir sólo por precio, a costa de “tirar los salarios”: nuestro hueco no es ser “la China de Europa” sino “la Alemania del sur”. No lo olvidemos: si queremos más empleo, tenemos que producir mejor y vender más fuera. Si no, otros países crearán empleo a costa nuestra.