jueves, 31 de diciembre de 2015

2016, un año con muchas incertidumbres


Entramos en 2016, el octavo año de esta crisis interminable, en medio de múltiples incertidumbres. A nivel internacional, la recuperación se ha frenado por el “pinchazo” de China, la recesión de Japón y Rusia y la crisis de Latinoamérica y muchos países emergentes, que podría agravarse si siguen cayendo el petróleo y las materias primas y con la subida de tipos en EEUU, el único gran país que ha superado la crisis mientras Europa no despega. En España, la incertidumbre es doble. Por un lado, Gobierno y expertos esperan menos crecimiento y menos empleo que en 2015, mientras somos uno de los países de Europa con más paro, más déficit y más deuda. Y por otro, los resultados electorales pueden obligar a nuevas elecciones en mayo, lo que supondría perder medio 2016 para afrontar los graves problemas que tenemos: paro, pensiones, Estado del Bienestar, más recortes (13.000 millones pide Bruselas), pobreza y desigualdad. Será un año difícil. Así que ¡Feliz 2017¡
 

enrique ortega


Lo que pase en 2016 en la economía internacional es clave para España. Así pasó en 2009, cuando entramos en una profunda recesión, provocada por la crisis financiera en EEUU, agravada aquí por la burbuja inmobiliaria y la falta de medidas eficaces del Gobierno Zapatero. Y lo mismo ha pasado en 2014 y 2015, cuando las dos terceras partes de lo que ha crecido España se debe al empuje exterior, no a Rajoy, a cuatro factores externos que han ayudado decisivamente a nuestra economía a salir de la recesión (no de la crisis): el desplome de los precios del petróleo de 125 dólares (2012) a 36 dólares barril (España ha ahorrado 12.500 millones de euros sólo en el último año), la bajada de los tipos de interés y la compra de deuda pública por el BCE (que ha evitado el rescate de España y nos ha ahorrado más de 15.000 millones en intereses), además de la caída del euro (un 23% en 2015), que ha abaratado las exportaciones españolas y la llegada de turistas de fuera del euro.

Ahora, en 2016, la economía internacional podría no ayudarnos. Primero, porque el crecimiento económico mundial está siendo débil y presenta muchas incertidumbres. Por un lado, China, que está creciendo al nivel más bajo en los últimos 25 años (+6,9%) y cuyas compras al exterior se han frenado, recortando el crecimiento de Europa y el resto del mundo. Por otro, Japón y Rusia están en recesión, al igual que Latinoamérica, sobre todo Brasil y Argentina, dos países claves para España. Y la caída de precios del petróleo y de las materias primas amenaza la economía de muchas otras economías emergentes, que frenan su crecimiento y sus compras, agravando la caída del comercio mundial. Y hay dos nuevas incertidumbres. Por un lado, la bajada de tipos de interés en Estados Unidos, que podría agravar la crisis de los países emergentes, que han de devolver una deuda en dólares ahora más cara. Y por otro, el petróleo puede frenar su caída este año, con ligeras subidas hasta los 40-60 dólares por barril, que encarecería todo y haría subir algo la inflación.

Sólo Estados Unidos parece haber salido ya de la crisis, con el paro en el 5%, pero Europa no acaba de despegar y eso es clave para España, porque Europa nos compra el 70% de lo que exportamos y es de donde vienen el 89% de los turistas, dos de los tres motores de nuestro crecimiento (el otro es el consumo interno). Europa está estancada y así parece que seguirá en 2016, con un mínimo crecimiento (1,6% en la zona euro) y un alto paro (10,6%, 23 millones de europeos sin trabajo). “La recuperación es todavía frágil. No hemos superado la crisis económica, señaló en diciembre ante el Parlamento Europeo Jean Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea. Y todos los expertos coinciden: no basta con las medidas del BCE, bajando tipos y comprando más deuda para inundar de liquidez el continente, hacen falta medidas de estímulo, para que haya más inversión y más consumo. Pero los que pueden hacerlo, Alemania, Holanda y la Europa del norte no tiran del carro.

Así que España no tendrá tanta ayuda exterior en 2016, ni de la economía internacional ni de Europa. Y aquí dentro, el nuevo año no pinta mejor. Todas las previsiones apuestan por un menor crecimiento en 2016, frente al esperado en 2015 (del 3,1 al 3,3%): será del 3% (Gobierno Rajoy) al 2,7% (Comisión Europea ,OCDE y Banco de España) o incluso del 2,5% (FMI en octubre). Y con menos crecimiento, se creará también menos empleo en España en 2016: entre 543.000 nuevos empleos (previsión Gobierno Rajoy), 452.000 (Comisión Europea) y 300.000 (FMI). Y con ello, el paro seguirá elevado en 2016, rondando el 20% (19,9% FMI, 19,7% OCDE y Gobierno Rajoy) o incluso por encima (20,5% estima la Comisión Europea). Eso sí, la inflación podría subir en 2016, después de dos años cayendo: los precios subirán del 1 al 1,3%, por la subida del petróleo y la inflación importada de los productos comprados fuera de la eurozona (son más caros, al caer el euro). Esto restaría capacidad adquisitiva a salarios y pensiones, recortando el consumo. Y las exportaciones y el turismo, los otros motores del crecimiento, no podrían ayudar tanto como en 2014 y 2015, porque el comercio mundial está muy débil y el euro se estabilizará con el dólar (1x1).

Con todo ello, la Comisión Europea y el FMI creen que España crecerá menos este año que en 2015 y menos de lo que espera Rajoy, aunque creceremos el doble que la Europa del euro, un 2,7%. Pero habrá 9 países europeos que van a crecer más que España este año 2016, por mucho que Rajoy mienta diciendo que “crecemos más que nadie”: 6 países euro (Irlanda +4,5%, Malta +3,6%, Luxemburgo +3,2%, Letonia +3%, Lituania y Eslovaquia +2,9%) y 3 de fuera del euro (Rumanía +4,1%, Polonia +3,5% y Suecia +2,8%).

Pero lo peor es que España, aunque crece y crea empleo (poco y precario) sigue con tres graves problemas estructurales, que apenas mejoran y sobre los que ha vuelto a llamarnos la atención la Comisión Europea. Uno, el altísimo paro (20,5% en 2016), el segundo mayor de Europa (tras el 25,8% de Grecia) y el doble que la zona euro (10,6%). Dos, el elevado déficit público, previsto en el 3,6% del PIB para 2016, el déficit más elevado de los 28 países UE, con un agujero en las cuentas públicas que duplica la media europea (-1,8% PIB). Y tres, una deuda pública creciente (llegará a superar el 101,3 % del PIB en 2016, más de un billón de euros), con lo que seremos el 6º país europeo con más deuda pública, sólo por detrás de Grecia (194,8% PIB), Italia (133%), Portugal (128,2%), Bélgica (107%) y Chipre (106%). Una deuda que nos hace un país muy vulnerable, porque si suben los tipos de interés en Europa (a raíz de la subida en USA) o los mercados se ponen nerviosos, nos subirán los intereses .

En definitiva, que la economía española no está para “tirar cohetes”, como hace Rajoy. Y 2016 no apunta mejor, con menos crecimiento, menos empleo, altísimo paro, mucho déficit y más deuda. Sin olvidar que se ha agravado la pobreza y la desigualdad frente a Europa. Pero hay además un nuevo factor de incertidumbre sobre el futuro económico: los últimos resultados electorales, que van a dificultar la formación de un Gobierno estable. Si no se alcanzan pactos para el 20 de enero, España podría ir a unas nuevas elecciones a finales de mayo (elecciones que aumentarían los diputados de Rajoy y Podemos, como ya pasó en Grecia en 2012). De ser así, el país y la economía estarían cinco meses al ralentí, con las empresas sin invertir ni crear apenas empleos. Y al final habríamos perdido entre 6 y 8 meses para atajar los graves problemas que todavía tenemos para salir de verdad de la crisis.

España necesita con urgencia un Gobierno que pacte soluciones a los cuatro grandes retos que afrontamos: crear empleo, asegurar el futuro de las pensiones, recomponer el Estado del Bienestar (sanidad, educación y Dependencia) y ayudar a los que se han quedado tirados con la crisis (10,3 millones de pobres, sobre todo los 3 millones que sufren pobreza severa). Y para hacerlo, necesitamos acuerdos políticos en dos frentes. Uno, recaudar más (se puede: si España redujera el fraude y recaudara como el resto de Europa podríamos ingresar 30.000 millones de euros más al año), para no tener que hacer más recortes y dedicar más recursos al Estado del Bienestar y a luchar contra la pobreza. Y el otro, cambiar el modelo económico, para conseguir crecer más y crear más empleo, con una política de más inversiones públicas y estímulos desde el Estado (políticas activas de empleo, reforma del SEPE, ayudas fiscales, formación, crédito, tecnología, avales), que ayuden a recomponer la inversión privada y contratos más estables y mejor pagados. Hay que sentar las bases de “otra economía”, que no se base sólo en el turismo, el comercio y el ladrillo, que apueste por nuevos sectores y empresas, más grandes, competitivas y con una mayor presencia internacional.

Pero no basta con intentar reanimar la economía española. Hay que pactar con Bruselas, para que nos ayude con estímulos europeos, a nosotros y a toda la Europa del sur, con más inversiones (un Plan Juncker más ambicioso) y con más gasto y compras de la Europa que puede y debe tirar del crecimiento, Alemania y los países del norte. Y sobre todo, el futuro Gobierno debe pactar con Europa que no haya más recortes, porque si España cede y recorta los 13.000 millones que exige Bruselas para cumplir con el déficit, la economía retrocederá y crecerá menos, lo volverá a pagar el empleo. Hay que acabar de una vez por todas con la austeridad, que ha llevado a Europa al estancamiento.


Es hora de reanimar la economía, no de hacer más recortes. Y España tiene ahora más aliados, porque “los fundamentalistas del ajuste” ya no gobiernan en Francia, ni en Italia, ni en Grecia, ni en Portugal. Y el próximo Gobierno español debería buscar aliados en esta nueva Europa para evitar más recortes. El problema es que Rajoy los defiende. Pero ahora no tiene mayoría, así que debería formarse una mayoría política en contra de más recortes que defienden Merkel y la Comisión Europea. Algo que sólo será posible si en paralelo se recauda más, se hace pagar más a los que pagan poco (grandes empresas, multinacionales y los más ricos). Porque si no, las cuentas no salen.

En resumen, que tenemos por delante un difícil 2016, en el mundo y más en España. Sobre todo si tenemos que ir a unas nuevas elecciones o si los partidos son incapaces de pactar acuerdos para afrontar los graves problemas del país y negarse a más recortes. Habrá que pactar en España y pactar en Bruselas, con ayuda de otros países del sur de Europa. Y tratar de que 2016 no sea un año perdido para la economía. Hay que sentar las bases de una recuperación de verdad, no más parches. Mientras, les deseo lo mejor en 2016, que lo vivan lo mejor posible. Y ojalá podamos decir dentro de un año : ¡Feliz 2017 ¡

lunes, 28 de diciembre de 2015

Los cajeros, más caros que antes


Desde Navidad en unos casos y en todos desde el 1 de enero, sacar dinero en  un cajero de otro banco es más caro que antes: cuesta unos 2 euros, salvo en algunas Cajas y bancos, que cuesta 65 céntimos. Es el fruto del decreto-ley que aprobó en octubre el Gobierno Rajoy para impedir la doble comisión que había empezado a cobrar La Caixa: ahora sólo se puede cobrar una comisión, pero, en la mitad de los cajeros, es el triple de la que se cobraba hace un año. La nueva comisión les supondrá un ingreso extra de 181 millones de euros y con ella pretenden también atacar a los pequeños bancos sin cajeros que les hacen la competencia (ING) y encarecer el uso de efectivo, para favorecer los pagos online, más baratos para la banca. Pero es otra comisión más que molesta a los clientes, hartos de que la banca les cobre por casi todo para defender márgenes. Y eso, cuando 7 de cada 9 españoles no confían en los bancos.
 

enrique ortega


España es un país donde nos gusta pagar en efectivo: el 85% de las compras se hacen a tocateja, en metálico, frente al 66% de media en Europa, según el estudio MasterCard Advisors 2013. De hecho, somos el cuarto país europeo con más uso del efectivo, sólo por detrás de Grecia (98%), Polonia (95%) e Italia (94%) y muy por delante de Holanda (sólo 40% compras en efectivo), Suecia o Francia (41%), Bélgica (44%), Gran Bretaña (485) o Alemania (67%). Y de ahí, de esta “necesidad de efectivo” nacen los cajeros, que se multiplican por todas las calles de España: hay 50.479 cajeros, 1 cajero por cada 926 habitantes, muchos más que en el resto de Europa, donde la media es 1 cajero por cada 1.423 habitantes. Y los usamos mucho: 905 millones de veces en 2014, una media de 2 veces al mes por adulto.

Los bancos han utilizado esta “dependencia” del metálico y del cajero para cobrarnos por el servicio, al darnos la tarjeta (una comisión anual) y también al sacar dinero en un cajero que fuera de otro banco. En este caso, lo normal era que el banco dueño del cajero cobrara una comisión al banco que emite la tarjeta, de 0,75 euros por extracción (si se sacaba dinero en otro banco de una red distinta) o de 0,65 euros (si era un cajero de la misma red del banco emisor de la tarjeta). Y luego, el banco emisor de la tarjeta cobraba esos 0,65-0,75 céntimos a su cliente o nada si le interesaba mucho y quería regalarle ese servicio. Pero el 19 de marzo de 2015, CaixaBank, el banco con más cajeros de España (10.000) rompió las reglas y empezó a cobrar una nueva comisión de 2 euros directamente al no cliente que sacaba dinero en sus cajeros. Y tanto Santander como BBVA comentaron que iban a hacerlo también desde octubre.

Clientes y asociaciones de consumidores montaron un gran revuelo, porque eso suponía cobrar una doble comisión por sacar dinero en bancos donde no se es cliente: una que cobra directamente el banco dueño del cajero y otra, la de siempre, que cobra (o no) el banco dueño de la tarjeta. Con las elecciones del 20-D en el horizonte, el ministro de Economía sale en defensa de los clientes y dice que no se pueden cobrar dos comisiones. Y el Gobierno aprueba el 2 de octubre de 2015 un real-decreto que fija sólo una comisión por el uso de cajeros ajenos, comisión que no se cargará directamente al que saca el dinero sino que se cobrará a su banco, que no podrá cobrarle más. Pero no fijan tarifas.

Los bancos hacen sus cuentas y sus estrategias para lo que cobrarán desde el 1 de enero de 2016, aunque la mayoría se han adelantado y cobran sus nuevas tarifas desde Navidad. CaixaBank (9.683 cajeros), el líder, sigue en sus trece: cobrará  2 euros a los bancos de los no clientes que saquen dinero en sus cajeros, pero será sólo una comisión en total. Santander (9.996 cajeros) y BBVA (5.993 cajeros) cobran ya “algo menos de 2 euros” (1,85 y 1,90 euros) por extracción a los no clientes. Y el resto de bancos y cajas, han firmado distintas alianzas para cobrar menos a los clientes de esas coaliciones de bancos y más al resto.


El grupo de Bankia, Sabadell y 10 antiguas Cajas (17.807 cajeros) cobra (desde el 28 de diciembre) 0,98 euros a los no clientes de los grandes bancos y sólo 0,65 euros a los no clientes de otros bancos o Cajas del grupo (a los de cada entidad, nada). Popular, Bankinter, Laboral Kutxa y Deutsche Bank (8.143 cajeros) han firmado acuerdos bilaterales para cobrar “menos de 2 euros” (entre 1,50 y 2) a los no clientes de los grandes bancos y 0,65 euros por extracción a los no clientes de bancos y cajas de la coalición (salvo Bankinter, que cobrará un euro a los clientes del Popular). El tercer acuerdo es el de Cajamar, 19 Cajas rurales, Banca Pueyo y Caja Caminos (7.700 cajeros), que cobrará entre 1,5 y 2 euros (no clientes grandes bancos) o 0,65 euros (no clientes grupo). Y finalmente, los clientes de ING sólo podrán sacar en los cajeros del Popular y Banca March, a cambio de una compensación que pagará el banco holandés (y quizás sus clientes).

Como se ve, un pequeño galimatías hasta que cada cliente vea cómo le afecta el cambio según su banco o caja y los cajeros que normalmente utilice. Pero hay un hecho claro: ahora, con el real-decreto del Gobierno Rajoy, la mayoría van a pagar ahora más por sacar dinero en cajeros de otros bancos. La mitad van a pagar el triple que hace un año, 2 euros sobre 0,65-0,75 euros. Y sólo los que sean de bancos o cajas de la misma “alianza” pagarán lo mismo, esos 0,65 euros. Por ello, usuarios y organizadores de consumidores están“irritados” con el cambio. Y dicen que la comisión de 2 euros por extracción es “excesiva”. Incluso, el Secretario de Estado de Economía la calificó de “desorbitada”.

Ahora, su esperanza está puesta en la Comisión de la Competencia (CNMC), a la que el Gobierno pidió analizar los costes que tiene para los bancos ofrecer el servicio de cajeros, para que no cobren de más con la nueva comisión. Pero todo parece indicar que sí lo hacen: el coste real de la red de cajeros es de 840 millones al año y sin embargo los bancos ingresan 3.266 millones (2.000 por la anualidad de las tarjetas y 1.266 por las extracciones), según un estudio realizado por la web Kelisto. Ahora falta por ver las cuentas que le salen a la CNMC, pero ya hay un precedente en Reino Unido, donde una investigación demostró (en 1988) que la banca británica ingresaba por comisiones entre 5 y 6 veces lo que les costaba mantener la red de cajeros. El resultado fue que el Gobierno británico suprimió las comisiones por el uso de tarjetas y cajeros desde el año 2000.

Con los 2 euros por extracción que pagan ahora la mayoría de los que saquen dinero en cajeros de otros bancos, España será el país europeo donde más se paga por sacar dinero en cajeros, salvo Grecia (cobran entre 1 y 3 euros), ya que la comisión media en los 7 países más ricos de la UE es de 1,40 euros por extracción. Hay otros países, como Suecia o Portugal, donde sacar dinero en cajeros es gratis como en Reino Unido. En Francia, el tope de comisión entre bancos es de 0,57 euros por extracción  y en Holanda, 0,58 euros. En Italia se cobran 1,95 euros de media y en Alemania entre 1 y 2,19 euros.

Los bancos y Cajas españoles cobran ahora más en los cajeros por tres razones. La primera, a corto plazo, para recaudar más. Si se estima que un 20% de las retiradas de dinero se hacen en cajeros ajenos al propio banco, eso daría 181 millones de extracciones al año sobre las que cobrar comisión. Si consideramos una comisión media de 1 euros (en la mitad al menos de los casos es 2 y en otras 0,65 euros), nos dan 181 millones de euros de ingresos extras. Y no hay que olvidar a los turistas, 68 millones previstos en 2015: sólo con que la mitad haga un par de extracciones en sus vacaciones en España, son 136 millones de euros en comisiones.

El segundo objetivo de la banca, tras recaudar más, es un objetivo a medio plazo: atacar a la competencia o defenderse de bancos pequeños, sin cajeros, que les roban clientes. Y cara al futuro, defenderse de tarjetas que pudieran emitir Google, Apple o Amazon. El banco más afectado hoy es ING, un banco casi sin oficinas y con más de 3 millones de clientes. La entidad holandesa ya ha dicho que hoy paga 24 millones a los bancos en comisiones por extracciones de sus clientes y que con las nuevas normas pagaría 75 millones, por lo que está pensando en cobrar algo a sus clientes, algo impensable hasta ahora. Y en paralelo, ya ha reclamado por la medida ante la Comisión Europea, que tendrá que pronunciarse así sobre las nuevas comisiones de los cajeros españoles. Y no sería extraño que las cuestionara.

El tercer objetivo de la banca, a más largo plazo, es disuadir a los clientes de que utilicen los cajeros y el dinero en metálico, cuya manipulación y servicio supone un coste creciente, además de provocar costes de transporte y problemas de seguridad. Y en esta batalla contra el dinero en efectivo, la banca cuenta con el apoyo del Gobierno, a quien tampoco le gusta el metálico, porque es una fuente de fraude fiscal. De hecho, el Gobierno Rajoy penalizó los pagos en metálico, desde el 19 de noviembre de 2012: están prohibidos los pagos en efectivo superiores a 2.500 euros de un particular a un profesional o a una empresa y entre empresas, medida que intenta frenar los pagos “en negro” y sin IVA. Hacienda pone multas del 25% de los pagos ilegales, aunque el infractor se puede librar de pagar la mitad de la multa si lo denuncia. Y sólo en 2014 hubo 5.000 denuncias por pagos en metálico.

En realidad, aunque la banca tenga también otras razones, el principal objetivo de subir las comisiones de los cajeros es ingresar más (por eso no han esperado al 1 de enero, aplicando las nuevas comisiones en plena Navidad), en una coyuntura donde les han bajado los márgenes, por los bajos tipos de interés y la escasa concesión de créditos. Así que tratan de mantener sus beneficios (9.233 millones enero-septiembre 2015, un 3,2% menos que en 2014) de dos maneras: recortando costes (han cerrado 16.000 oficinas desde 2008, 1 de cada 3, y han despedido a 80.000 empleados, 1 de cada 4) y cobrando a los clientes comisiones por los servicios que pueden, cada vez más.

Las comisiones bancarias volvieron a subir en 2014, por primera vez desde que estalló la crisis en 2008. Y en 2015 crecieron de nuevo, un 4,6% en el primer semestre, con lo que el año se habrá cerrado con 11.750 millones ingresados por comisiones, 8.000 millones sólo los 6 grandes bancos. Eso significa que lo que pagamos por comisiones suponen ya un40% de los ingresos puramente bancarios de las entidades, o sea, que son un ingrediente básico de su negocio. Por eso, no pueden prescindir de ellas sino que buscan aumentarlas, no sólo en los cajeros sino en otras vertientes del negocio. De hecho, donde más están creciendo las comisiones es en Fondos, operativa de Bolsa, seguros e hipotecas (está volviendo la comisión de apertura, que antes no se cobraba), productos donde  las comisiones “se notan menos” que en una cuenta o tarjeta. Pero también aquí se siguen cobrando, a pesar de la publicidad “sin comisiones”. Es el caso de la publicitada Cuenta 1,2, 3 del Santander, donde el cliente paga 3 euros mensuales por mantenimiento y otros 3 euros por la tarjeta (total, 72 euros al año). O la cuenta Tenemos un Plan del Popular: exime de pagar comisiones de administración o mantenimiento pero aplica otras 23 comisiones más…

Las comisiones son una jugosa e imprescindible fuente de ingresos para la banca pero también una fuente de quejas y reclamaciones: 1 de cada 5 reclamaciones presentadas por los clientes ante el Banco de España (29.443 en 2014) son por cobro de comisiones, algo que molesta mucho a los clientes. Por eso, deberían preocupar especialmente a la banca, que sufre un serio problema de imagen, reconocido por ellos mismos: “la banca corre el riesgo de perecer si no recupera la confianza del cliente”, señaló hace poco el presidente de la patronal bancaria AEB.Y el consejero-delegado de la mayor entidad, CaixaBank,ha añadido: “la reputación de la banca está bajo mínimos. Es un problema muy serio”.

Tan serio como que sólo 2 de cada 9 españoles (22%) tiene confianza en la banca, la mitad que los clientes europeos (48%), según el Barómetro de Confianza elaborado por la consultora Edelman. O sea, que 7 de cada 9 españoles, desconfía de la banca, tras estos años de rescates, venta de preferentes, escándalos de directivos, desahucios… y cobro creciente de comisiones. Así que la banca tiene un problema de imagen que va a empeorar ahora con los cajeros. Y así resulta difícil que recuperen la confianza, algo crucial para su negocio, sobre todo frente a los nuevos competidores, como Google, Apple, Amazon o las telecos, con muy buena imagen y que ya les empiezan a quitar negocio (tarjetas y transferencias). Ellos sabrán lo que hacen. Pero esta historia de los cajeros no les ayuda. Deberían dar marcha atrás, antes de que les fuerce Europa o el próximo Gobierno. Sean inteligentes.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Dos Españas, dos Navidades


Basta salir a la calle estos días para ver que esta Navidad está más animada que las anteriores, desde las tiendas y los restaurantes a los supermercados. Y hemos comprado mucho por Internet. La previsión es que sea la mejor Navidad desde el inicio de la crisis, aunque la mejoría de ventas se apoya en ofertas y descuentos, en una economía “low cost”. Pero ojo, que la Navidad no sea un espejismo: seguimos en crisis y el mayor consumo viene sólo de una parte de españoles, los que tienen trabajo (medio millón más), menos retenciones y una extra. Pero hay otra España, los 10,3 millones de personas que son oficialmente “pobres” que no están para consumir, que viven de la ayuda de sus familias y las ONGs y para los que esta Navidad es gris y triste, porque no tienen ayudas ni salidas. Seamos solidarios con ellos, los tenemos muy cerca. Y ¡Feliz Navidad a todos¡ 
 

enrique ortega


Nos bombardean con la “noticia”: esta va a ser “la mejor Navidad de la crisis, con el mayor consumo navideño desde 2008. La patronal de los grandes almacenes espera un aumento de ventas del 5 al 7%, mientras otro estudio de ESADE estima que los españoles gastarán esta Navidad entre un 4 y un 5% más que el año pasado. Y las tiendas online esperan que las ventas por Internet den un salto histórico, con 3.460 millones de ventas online, un 10% más que en 2014. Unos y otros se apoyan en ofertas y descuentos, que empezaron en el Black Friday y que no terminarán hasta las rebajas de enero, después de Reyes. Se trata de una verdadera “fiebre consumista”, apoyada en un amplio abanico de ofertas y “productos gancho”, que configuran una verdadera economía “low cost”, compras a golpe de descuento. Con todo, las ventas están aún un 25% por debajo de las de 2007.

Dos tercios de los españoles tienen la sensación de que estas Navidades pueden gastar más, según una encuesta europea de Deloitte, que revela que las familias españolas van a ser las quintas europeas que más gasten: una media de 684 euros por familia, un 9,8% más que el año pasado. Un gasto que se irá en regalos (269 euros), comida (208 euros), ocio (83) y viajes (124 euros), con la mayoría de las compras en tiendas físicas (62% híper y 31 % grandes almacenes), aunque muchos habrán seleccionado antes en Internet (a través del móvil) lo que van a comprar y dónde, aumentando mucho las compras por la Red (ya un tercio). Eso sí, el gasto navideño varía mucho según el presupuesto familiar: un 38% de las familias gastarán menos de 500 euros extras estas navidades, un 29% entre 500 y 1.000 euros y el resto no sabe cuánto gastará, según un estudio de los consumidores CECU. Eso sí, casi la mitad de ese gasto será en regalos (47%), un 19% en comida y un 13% en juguetes.

Hay varios factores económicos que explican por qué estas Navidades se va a consumir más en España. El primero, porque hay más españoles con trabajo: en noviembre había 447.872 personas más afiliadas a la Seguridad Social que en diciembre de 2014, con lo que puede decirse que hay 500.000 españoles más con trabajo que en las Navidades de 2014. Y aunque muchos sean contratos precarios y mal pagados, temporales y a tiempo parcial (la cuarta parte por menos de una semana), suponen más ingresos para muchas familias. Y si han estado en paro, lo normal es que aprovechen y gasten en lo que no han podido. Además, en octubre se pagó a casi 3 millones de funcionarios un 25% de la extra que les quitaron en la Navidad de 2012 y saben que en 2016 van a cobrar el 50% restante (ya cobraron un primer 25% en enero 2015), con lo que este colectivo también se animará a gastar más. Y lo mismo los pensionistas, que cobraron su habitual extra navideña a principios de diciembre. Además, a todos los trabajadores se les descuentan desde enero menos retenciones en la nómina (30 euros menos de media), al haber bajado el Gobierno el IRPF de 2015, a lo que hay que sumar una rebaja adicional de retenciones desde el pasado 1 de julio (otros 16 euros al mes de media), con lo que son 46 euros más de ingresos estos últimos meses.

Todo ello hace que los 18 millones de españoles con un trabajo (15 millones de asalariados y 3 millones de autónomos) tengan estas Navidades más dinero para gastar, aunque muchos de ellos estén intranquilos porque tienen un trabajo precario y sueldos muy bajos: el sueldo más frecuente entre quienes trabajan en España es de 15.500 brutos al año (menos de 1.000 euros netos al mes en 14 pagas), según el INE. Y más de uno de cada cinco asalariados (el 22,2%) son “trabajadores pobres”, 3.318.655 españoles, según la OIT.

Pero hay otra España que está mucho peor, porque están sin trabajo (4.850.800 parados EPA en el tercer trimestre) o ni siquiera se consideran parados, porque ya ni buscan empleo (mujeres, mayores de 45 años y 1.850.000 jóvenes que ni estudian ni trabajan). En total, hay 10, 8 millones de españoles que son oficialmente pobres, según el INE, porque ingresan menos del 60% de la renta media de los españoles (o sea, menos de 663 euros al mes las personas solas y menos de 1.393 euros al mes las familias con dos hijos). Y esta Navidad hay 837.000 pobres más en España que en las Navidades 2014, según el INE. Con este nivel de ingresos, que en muchos casos es cero (hay 721.900 hogares sin ingresos, según la EPA, y 1.572.900 hogares donde ningún  adulto trabaja), resulta difícil gastar, sea o no Navidad.

El problema de esta otra España, la España que lo está pasando realmente mal (Europa amplía hasta 13,5 millones el número de españoles en situación precaria, según el indicador AROPE de Eurostat) es que la crisis dura ya 7 años y muchos ya no saben qué hacer para sobrevivir. Sólo hay 1.583.498 españoles pobres que reciben ayudas, o bien un subsidio asistencial de 426 euros al mes de la Seguridad Social (lo cobran 1.204.333 parados) o bien una renta mínima de las autonomías, entre 300 y 662 euros al mes, según donde vivan (se benefician 379.165 personas más). Así que quedan 8.739.502 millones de españoles pobres sin ayuda (o 12 millones, según los datos europeos), que tienen que malvivir gracias a las ayudas de sus familias, las ONGs o los servicios sociales municipales (recortados). Y cada Navidad que pasa les resulta más angustioso comer, pagar el alquiler, la luz o el colegio de los niños. Como para comprar regalos, mariscos y salir a cenar fuera por Navidad.

Así que cuando oiga hablar de que estas son “las Navidades de la recuperación, que las tiendas, los restaurantes y las carreteras están llenas, piense que esta es sólo una parte de España, la que ha sobrevivido mejor a esta crisis, pero que hay otra España, con muchos millones de personas, que siguen pasándolo mal y que cada día que pasa sin trabajo y sin ingresos es un día que se agrava su penosa situación. Es algo que debería ser una prioridad para el próximo Gobierno, pero mucho me temo que no tomen medidas efectivas, que no aprueben un Plan contra la pobreza, como tampoco hicieron en la anterior legislatura. Así que no quedará más remedio que seguir con la solidaridad de muchos españoles, con la ayuda de las familias y las ONGs, que atienden ya (sin recursos)  a 3 millones de pobres.

Mire a su alrededor estas Navidades y no piense sólo en compras y regalos. Vea también que hay muchos millones de españoles que necesitan ayuda, porque no se han podido recuperar de la crisis. Y eso nos podía haber pasado a cualquiera. Por eso, deberíamos ser solidarios: ayudar a los que lo necesitan y con donaciones y ayudas a las ONG que trabajan con ellos. Que puedan pasar lo mejor posible estas Navidades, las séptimas ya de la crisis. Ayudemos en lo posible a los que lo están pasando mal. Nos sentiremos mejor. 
¡Feliz Navidad a todos¡