lunes, 30 de marzo de 2015

EEUU salió de la crisis, Europa no


Seis años y medio después de estallar esta crisis, EEUU ha salido claramente de ella: han creado más de 10 millones de empleos (2,1 millones más de los perdidos) y apenas tienen paro (5,5%).Y tienen menos déficit, menos inflación, mucho petróleo y gas y un dólar que casi vale un euro. Enfrente, Europa apenas crece, sólo ha recuperado la mitad del empleo perdido y  tiene un paro histórico (11,2%), mientras no tiran ni la inflación ni el crédito, síntomas de su estancamiento. Dos balances muy diferentes para dos continentes que han aplicado recetas dispares frente a la crisis: mientras EEUU ponía en marcha inversiones públicas, tres planes de liquidez y una drástica bajada de tipos, Europa no inyectó liquidez ni inversiones, incluso subió tipos y promovió los recortes, provocando una segunda recesión. Ahora, el BCE inyecta liquidez, una medida tardía e insuficiente. Urge olvidar los recortes, recaudar e invertir más y reanimar de verdad la economía europea. Aprendan de EEUU.
 
enrique ortega

Estados Unidos lleva 59 meses creando empleo, desde principios de 2010. Han creado ya 10.808.000 nuevos empleos (3,1 millones sólo en 2014), bastantes más de los 8.663.000 perdidos en esta crisis (entre 2008 y 2009). Con ello, USA tiene trabajando a 148 millones de personas, la mayor cifra de su historia. A este lado del Atlántico, Europa sólo ha recuperado la mitad del empleo perdido en esta crisis: 5.940.000 empleos de los 10.775.400 destruidos (y en la zona euro aún menos: 2,9 millones recuperados de 8,2 millones destruidos). Con ello, la tasa de paro en la zona euro es del 11,2%, la más alta desde la II Guerra Mundial, mientras en EEUU el paro es menos de la mitad, el 5,5%, cerca del pleno empleo (se considera así tener sólo un 5% de paro).

El diferente nivel de empleo creado es fruto de un diferente crecimiento. Mientras USA pinchó con la crisis sólo en 2008 (-0,3% PIB) y 2009 (-2,8%) y luego se recuperó con fuerza (+2,5% de crecimiento en 2010, por encima del 2% después y un crecimiento del 2,4% en 2014), Europa entró en crisis un año más tarde que USA (en 2008 creció un 0,5%) pero con mucha más virulencia (-4,5% en 2009) y aunque creció (menos) en 2010 (+1,9%) y 2011 (+1,6%), la zona euro volvió a caer en una segunda recesión en 2012 (-0,7%) y 2013 (-0,5%), para crecer justo la tercera parte que EEUU en 2014 (+0,8%). Y de ahí la distinta creación de empleo.

Hay un dato clave: en octubre de 2009, en el peor momento de esta crisis, Europa y USA tenían el mismo nivel de paro: justo el 10% (ver este gráfico). Y ahora, EEUU tiene casi la mitad (5,5%) y Europa aún más que entonces (11,2%). ¿Qué ha pasado en estos años para que el balance sea tan diferente? Pues que ambos continentes han aplicado recetas distintas. EEUU básicamente tres: inyectar liquidez al sistema (con tres compras de deuda, en noviembre de 2008, noviembre 2010 y septiembre 2012, por un importe de 3,3 billones de dólares), relanzar la inversión pública y bajar impuestos (con un Plan de estímulos de 800.000 millones de dólares en febrero de 2009 y otro de 360.000 millones en septiembre de 2010) y un recorte drástico de los tipos de interés, para reanimar la economía (los bajaron del 4,75% de 2007 al 0,25% en diciembre de 2008, nivel donde los han mantenido hasta hoy). Mientras, Europa abandonó  sus estímulos en 2010, forzó a unos recortes generalizados de inversiones y gastos (con subida de impuestos en España y otros países), mientras bajaba lentamente tipos (en 2008, cuando USA los tenía en el 0,25%, aquí estaban en el 2,5%) e incluso los subió (el BCE, en abril y julio del 2011), para bajarlos al 0,25% en noviembre de 2013, cuando Europa ya estaba en la segunda recesión.

Dos recetas distintas, reanimar al enfermo o recortarle drásticamente la medicación. Y así ha pasado: uno está fuera del hospital mientras el otro salió de la UVI pero sigue en planta, débil. Y no es sólo que Europa crezca poco, cree poco empleo y tenga mucho paro. Es que además, ha recortado su déficit público, el gran objetivo, menos que los norteamericanos: el déficit público USA ha bajado del 11,3% del PIB (2010) al 5,5% en 2014 (menos que el 5,7% de España) y aún lo bajarán al 4,3% este año, a pesar de que han gastado más en reanimar la economía. Eso es porque han crecido más y así recaudan también más. Mientras, la zona euro ha bajado su déficit público del 6,2% del PIB (2010) al 2,9%, menos que EEUU. Y hay 9 países UE (como España) con el déficit muy por encima del 3%. Así que tanto ajuste para eso. Claro, al llevar la economía al estancamiento, no se recauda y apenas se recorta el déficit.


Además, EEUU crece con una inflación controlada (1,8% en 2014), mientras Europa apenas tiene inflación (0,4% en 2014) y sufre el riesgo de deflación (-0,1% previsto para 2015), un claro síntoma de que la economía está anémica, que las empresas tienen que tirar precios para  vender y que los consumidores esperan a que los precios bajen más para comprar, lo que retrasa las ventas, el crecimiento y el empleo. Y con media Europa endeudada hasta las cejas (como España), la baja inflación encarece y dificulta devolver los créditos.

Así que Europa ha cosechado el estancamiento que se ha “auto-recetado” y del que ya les avisó Obama: en mayo de 2010, envió una carta  al G-20 advirtiendo a sus socios europeos del “peligro de retirar demasiado pronto los estímulos fiscales”, algo que se ha demostrado pernicioso muchas veces en la historia, como demuestra el libroAusteridad: historia de una idea peligrosa. Pero Merkel y los fundamentalistas de Bruselas siguieron con los recortes y la obsesión por el déficit, hundiendo el crecimiento y aumentando el paro. Y ahora, el BCE hace otra vez de bombero, aprobado un Plan de compras de deuda, iniciado el 9 de marzo, seis años y medio más tarde que lo iniciara la Reserva Federal USA…

El Plan de compras del BCE no sólo es tardío, sino también insuficiente: va a comprar 1,1 billones de euros de deuda (60.000 al mes, hasta septiembre de 2016), la tercera parte que los tres planes de compras de deuda USA (3,3 billones de dólares). Y además, entonces el Plan de choque funcionó porque la crisis acababa de llegar (no se había enquistado) y los tipos no eran inicialmente tan bajos como ahora. Además, ahora hay ya un exceso de liquidez en Europa: la prueba es que los bancos europeos piden menos dinero al BCE de lo que les ofrecen, porque tienen poca demanda de crédito solvente. Y eso por dos razones: porque las economías no tiran y hay poca inversión y consumo y porque empresas y familias europeas están muy endeudadas. Así que el problema no es que falte liquidez: falta actividad, reanimar la economía europea, que sólo crece el 1%, la tercera parte que la norteamericana. Y además, si Europa crece algo (como España) es gracias a la ayuda de dos factores externos: el desplome del petróleo y la fortaleza del dólar, que debilita al euro y favorece las exportaciones europeas.

Por eso, muchos expertos y organismos internacionales piden a Europa que reanime la economía, no sólo con la compra de deuda del BCE, sino gastando más, sobre todo con Planes de inversión pública, que lleva una década cayendo en Europa. Urge que los Estados gasten más y tiren de la economía, para lo que también tienen que recaudar más, con reformas fiscales de verdad, que reduzcan el fraude y hagan pagar más a multinacionales, grandes empresas y los más ricos. De momento, la única esperanza está en el Plan Juncker, que pretende invertir 315.000 millones entre 2015 y 2017, pero tiene un serio problema de partida: sólo hay 21.000 millones comprometidos por los países y el resto se confía en que sea dinero que aporten empresas privadas, algo difícil de asegurar. Y mientras, Merkel y los fundamentalistas de Bruselas piden a Francia, Italia, España, Grecia, Portugal y varios países más que recorten sus déficits en 2015 y 2016. Más recortes. No han aprendido nada.

En resumen, los europeos estamos pagando los errores de las políticas de ajuste de la derecha europea (no cuestionadas seriamente por la socialdemocracia), mientras los norteamericanos han dejado atrás la crisis, gracias a las políticas de Bush (en 2008) y Obama (2009-2015), aunque tengan serios problemas de desigualdad, pobreza y tensión racial. Con todo, los salarios en EEUU están estancados y la fortaleza del dólar está debilitando sus exportaciones, con lo que hay expertos (como Krugman) que advierten de que la recuperación USA aún no es firme como para bajar la guardia. Y por eso, la Reserva Federal está pensando retrasar la subida de tipos (la primera desde 2006) hasta junio o septiembre. Y además, subirlos poco y lentamente, para no debilitar su crecimiento.

El mundo vive además en medio de una guerra de divisas, que acrecienta la incertidumbre sobre el futuro: desde diciembre, 20 países de todos los continentes (desde Rusia a Suiza y desde China, Indonesia o India a Australia, Canadá o Suecia) se han dedicado a bajar sus tipos de interés, en un vano intento (al hacerlo todos) de depreciar sus monedas para exportar mejor y crecer más. Un riesgo grave para la recuperación mundial, porque agrava los temores de una deflación generalizada y un mayor proteccionismo, que frenarán el crecimiento mundial. Y además, esta “guerra de divisas”  está fortaleciendo demasiado el dólar, en perjuicio de los países en desarrollo, que ven como se fugan los capitales de sus países y cómo se les encarecen los intereses de su deuda, que han de devolver en dólares más caros.

La “guerra de divisas” y la esperada subida de tipos en EEUU pueden provocar una grave crisis en las economías emergentes (sería “un terremoto”, ha advertido el FMI), que además sufren una drástica caída de ingresos por el desplome del precio del petróleo. Es el caso de Brasil (en recesión), México, Venezuela, Rusia y norte de África, países cuyos problemas pueden afectar y bastante a España. La fortaleza del dólar  es un alivio para Europa, porque exportamos mejor, pero puede ser “una bomba de relojería” para el mundo. Y más si China y los países emergentes siguen creciendo a medio gas. Por eso también hace falta que Europa mejore, crezca más y atraiga inversiones, reequilibrando la economía mundial. Para los europeos, en especial para los españoles, sería clave que los gobiernos europeos cambiaran de política y aprendieran de EEUU. Pero no vemos que Merkel y los conservadores de la Comisión superen su “ceguera ideológica”. Por ello, el riesgo de que Europa languidezca a la japonesa varios años más (poco crecimiento, poco empleo, poca inflación) es muy alto. Y eso es especialmente malo para España y también malo para el mundo.

jueves, 26 de marzo de 2015

Empresas,bancos y fortunas en paraísos fiscales


Los casos de corrupción, desde Bárcenas a la Gürtel o la familia Pujol,  y la lista Falciani han puesto de moda  los paraísos fiscales, sobre todo Suiza y Andorra. Pero no son sólo ellos: hay cientos de millonarios, empresas y bancos españoles que tienen cuentas y compañías fantasmas en paraísos fiscales de Europa y América. Concretamente, 34 de las 35 empresas y bancos del IBEX tienen 810 filiales en paraísos fiscales, sobre todo en USA, Holanda, Luxemburgo, Irlanda y Suiza. Y 136.000 grandes fortunas han declarado cuentas en el extranjero. Unos y otros evaden así más de 12.000 millones de euros, lo que costaría erradicar la pobreza. La OCDE y el G-20 han aprobado medidas para que en 2017 se intercambie información sobre  las cuentas en paraísos fiscales y las multinacionales informen de lo que hacen en cada país. Mientras, en España, la inspección tiene pocos medios para vigilar a bancos, grandes empresas y multinacionales, que sólo pagan “legalmente” un 5,3% de impuestos.
 
enrique ortega

Cada año, las grandes fortunas, bancos, grandes empresas y multinacionaleseluden el pago en España (legalmente) de 40.000 millones de euros en impuestos, según la asociación de inspectores Gestha y de Fedea. Y al menos un tercio de estos impuestos perdidos (más de 12.000 millones) se deben a sus operaciones en paraísos fiscales, que les permiten ocultar ingresos o beneficios y rebajar impuestos. Un informe de Fedea de 2013 cifraba en 144.000 millones de euros lo que los españoles ocultan en paraísos fiscales, más de la mitad sólo en Suiza (80.000 millones, según un libro de Gabriel Zucman).

Incluso podría ser mucho más. A raíz de la amnistía fiscal de Montoro en 2012, se dio la posibilidad a los contribuyentes con cuentas en el extranjero a que  las regularizaran, sin pagar nada, entre enero y abril de 2013. Al final, fueron 134.310 contribuyentes los que presentaron el Modelo 720 con datos de cuentas, valores e inmuebles en el extranjero por valor de 88.665 millones. En 2014, la cifra bajó a 53.170 declarantes, de los que 32.000 eran nuevos y afloraron otros 20.615 millones en el extranjero. Luego, son 109.200 millones los declarados fuera (10% del PIB) y no parece descabellado pensar que hay una cifra aún mayor sin declarar, con lo que el dinero fuera sólo de particulares superaría los 200.000 millones. Baste ver que había 2.694 españoles (nombres muy conocidos, con 1.700 millones de euros opacos) entre los 106.000 clientes de 206 países incluidos en la lista Falciani, sólo en la filial suiza del HSBC.

Y luego están los bancos y grandes empresas, con numerosas filiales en el extranjero, sobre todo en paraísos fiscales: 34 de las 35 empresas y bancos del IBEX (todas menos Indra) tienen 810 filiales en paraísos fiscales (2013), según un reciente estudio de Intermon Oxfam a partir de las memorias de estas entidades. El Banco Santander es el líder en paraísos fiscales (182 filiales), seguido de Iberdrola (66 filiales), Abengoa (63), BBVA (52) y Repsol (49). Y sus destinos preferidos son Delaware (en USA, con 352 filiales españolas), Holanda (122 filiales), Luxemburgo (62), Irlanda (56) y Suiza (25). La inversión española en paraísos fiscales representa el 24% de toda la inversión española en el exterior y el 56% de la inversión extranjera en España proviene de paraísos fiscales (el 12,4% es inversión  española encubierta: sale y vuelve a entrar, tras pasar por un paraíso fiscal).

Los bancos tienen filiales en paraísos fiscales para ofrecer cuentas y asesoramiento a empresas y grandes fortunas, mientras las grandes empresas y multinacionales utilizan los paraísos fiscales para su “ingeniería fiscal”, para pagar menos impuestos “legalmente”. Los sistemas son variados. En unos casos, abusan en los precios de transferencia: venden con pérdidas a una filial que vende a otra en un paraíso fiscal (donde se quedan los  beneficios) para vender luego a otra con pérdidas y así indefinidamente. En otros casos, una empresa o banco presta a una filial y se deduce por ello (hasta 2012, el 100% de los gastos financieros; ahora el 30%): el 26% de la financiación española al exterior son préstamos de matrices a sus propias filiales. Otra fórmula es trasvasar los beneficios a filiales en paraísos fiscales, bajo la fórmula de “pagar por la marca”: Inditex tiene dos filiales en Holanda y Suiza que facturan por consultoría y marca a la matriz española. Entre 2009 y 2013 han “trasladado”  2.000 millones de dólares de beneficios a Holanda y Suiza (“legalmente”), ahorrándose 325 millones en impuestos a la Hacienda española, según Intermón Oxfam. Y lo mismo hacen Ikea o Starbucks con Holanda.

Otra fórmula es lo que se denomina “doble irlandés” y “sándwich holandés”, que es lo que hace Google (y Apple). Facturan en España, a través de una filial en Irlanda, que trasfiere este dinero a una filial de Holanda (donde no paga impuestos) y el dinero vuelve a otra filial en Irlanda (por gestión del uso de la marca) que tampoco paga impuestos y transfiere los beneficios a una filial en Bahamas (paraíso fiscal). Al final de este periplo fiscal, Google sólo paga el 2,4% de todos los beneficios que genera fuera de EEUU. Y así muchas otras.

Como se ve, los “paraísos fiscales” son claves en la ingeniería fiscal de bancos, grandes empresas y multinacionales para eludir el pago de impuestos. Por eso, su importancia es creciente: al menos la mitad del comercio mundial pasa por un paraíso fiscal y los activos en estos paraísos se estiman entre 20 y 32 billones de dólares, una cifra superior al PIB de EEUU y China juntos, según datos del FMI (2014), recopilados por Intermon Oxfam.

La lista de “paraísos fiscales” no es única y la OCDE, que era quien fijaba la “lista oficial”, ha sacado de ella a países que son verdaderos “paraísos” por haber firmado “acuerdos de transparencia” que no evitan la opacidad y la elusión de impuestos. Es el caso de Suiza, Luxemburgo, Holanda, Irlanda, Delaware, Andorra, islas del Canal, Bermudas o islas Caimán, que no están ya en la “lista negra” de la OCDE. En el caso de España, Hacienda publicó en 1991 una lista de 48 “paraísos fiscales”, donde no estaba Suiza ni Delaware. Y en 2013 publicó la lista actual, con 33 países, en la que ya no figuran como “paraísos fiscales”  Andorra, Luxemburgo, Holanda (tres países clave para la “elusión fiscal” de los españoles), Bahamas, Barbados, Bermudas, Trinidad Tobago, Jamaica, Barbados, Panamá, Mónaco, San Marino, Hong-Kong, Malta, Gibraltar ni las islas del Canal (Jersey, Guernesey, isla de Man)…

Con la crisis, los líderes mundiales vieron la necesidad de conseguir más ingresos fiscales y ya en 2009 plantearon una revisión de la fiscalidad internacional. En la Cumbre del G-20 en México (junio 2012), se encargó a la OCDE medidas contra los paraísos fiscales y la elusión de impuestos de las multinacionales. En febrero y julio de 2013 se perfiló  el proyecto BEPS (Base Erosion and Profit Shifting), con 15 medidas para asegurar que los países informaran de las cuentas opacas y que bancos y grandes empresas sean más transparentes en su operativa multinacional. Siete de estas medidas se aprobaron en el G-20 de San Petersburgo (septiembre 2013) y el resto deben aprobarse en el G-20 en Turquía (noviembre 2015), para entrar en vigor en 2016. Es un gran avance, pero si no se cambia al final, la exigencia de transparencia internacional solo obligará a las empresas que facturen más de 750 millones de euros anuales: afectaría a multinacionales, bancos y empresas del IBEX35, pero sólo a 183 de las 24.000 grandes empresas que declaran en España, según Intermon Oxfam.

En paralelo, La Comisión Europea  aprobó en 2013 una Directiva que exige a los bancos comunitarios a que informen de sus actividades país por país (hoy sólo lo hacen los franceses), aunque la obligación no entrará en vigor hasta 2017. Y a partir de 2016, Bruselas obligará a los países europeos a hacer públicos sus acuerdos fiscales con las multinacionales (como el de Luxemburgo, el escándalo Luxleaks), pero no los limita ni prohíbeA nivel mundialen 2017, la mayoría de los países estarán obligados a informar de las cuentas bancarias, valores e inmuebles que tengan los ciudadanos extranjeros, tras el acuerdo firmado en Berlín, en octubre de 2014, por el G-20, la OCDE y 53 países, entre ellos Luxemburgo, Holanda, Gibraltar, islas del Canal, islas Vírgenes, islas Caimán, Bermudas, Andorra y Suiza (esta última dará información a partir de 2018). Con ello, Hacienda y las autoridades fiscales de los demás países recibirán, desde 2017, un listado anual de todas las cuentas de extranjeros abiertas a finales de 2015 y las que se abran después, con saldos e importes recibidos.

Es un gran salto adelante en la transparencia, aunque todavía queden dos años de opacidad. Pero habrá que ver si además de saber qué personas, bancos y empresas tienen cuentas y filiales fuera de España, se consigue que paguen más impuestos. Porque ahí está el problema: la mayoría del fraude fiscal, estimado en España en 60.000 millones de euros anuales, corresponde a las mayores fortunas, bancos y grandes empresas, según Gestha, que pagan menos impuestos, muchas veces “legalmente”. Basta ver los datos de Hacienda: en 2013, el tipo efectivo que pagaron al Fisco las grandes empresas fue del 5,3% sobre sus beneficios, mientras las pymes pagaron un 16% (Informe Intermon Oxfam, página 32). Y todo gracias a las exenciones y desgravaciones fiscales en el impuesto de Sociedades, muchas veces gracias a filiales y operaciones en paraísos fiscales. Una vergüenza.

La crisis ha arrasado las arcas públicas de todo el mundo, mientras las grandes fortunas, bancos, grandes empresas y multinacionales ganan más y pagan menos impuestos. Por eso proliferan las peticiones de una reforma a fondo de la fiscalidad internacional, para que la globalidad no suponga eludir impuestos. Intermon Oxfam va más allá y pide una Cumbre Fiscal Mundial, en julio de 2015, que cree incluso un cuerpo de vigilancia fiscal internacional (como el FMI o la OMC, que vigila el comercio mundial). Y en España, piden a todos los partidos que pacten una Ley contra la evasión fiscal, que vigile estrechamente las cuentas e inversiones en el exterior. Además, hacen falta más medios. Hacienda creó en 2013 la Oficina de Fiscalidad Internacional, con sólo 50 personas, que poco pueden hacer frente a los grandes bufetes que asesoran a bancos, grandes empresas y multinacionales. Y en España sólo hay 1 inspector fiscal por cada 1928 contribuyentes, frente a 1x860 en Francia, 1x729 en Alemania o 1x900 de media en la OCDE. Y lo peor: sólo el 20% del trabajo de inspección de Hacienda está centrado en los más ricos, grandes empresas y bancos, donde está la mayoría del fraude, según los técnicos de Hacienda (Gestha). El propio presidente de los inspectores acaba de reconocer que Hacienda centra sus investigaciones en los asalariados. Así nos va.

En resumen: sabemos  que multinacionales, empresas, bancos y grandes fortunas utilizan los paraísos fiscales para pagar menos impuestos y que por eso hay déficit público, recortes y pagamos más impuestos de lo que deberíamos. Teóricamente, unas nuevas normas internacionales les van a poner más difícil ocultar ingresos fuera y eludir impuestos desde  2017. Pero ya estarán buscando otras vías para pagar menos. Por eso, la única garantía de justicia fiscal es tener nuevas leyes y más recursos contra el fraude, vigilar mejor a los que tienen medios para defraudar más, no a la mayoría de contribuyentes. Así de fácil.

lunes, 23 de marzo de 2015

12.000 millones contra la pobreza


El alcance de la pobreza en España clama al cielo. Y si no, que se lo pregunten a Cáritas o la Cruz Roja, que “no ve la recuperación sino a más gente pidiendo ayuda”. Con datos europeos, hay 12,6 millones de personas en situación de pobreza, uno de cada cuatro españoles. Y casi 3 millones son niños y adolescentes. Un drama diario sobre el que ha llamado la atención la Comisión Europea. En pleno año electoral, el Gobierno ha aprobado un Fondo contra la pobreza de 32 millones de euros, la octava parte de lo que ha recortado en servicios sociales desde 2012. Y mientras Rajoy “racanea”, la semana pasada devolvió a Bruselas otros 1.500 millones del rescate bancario que nadie le ha pedido (y quería devolver 10.000 millones). Las ONGs exigen que la lucha contra la pobreza centre las próximas elecciones, con un 5% del gasto de las autonomías. Urge un Plan de choque contra la pobreza, que exigiría 12.000 millones de euros. Es una emergencia nacional.
 
enrique ortega

Pobreza ha habido siempre, pero esta crisis la ha agravado a unos niveles que no se conocían desde los años cincuenta. Es el fruto del paro, la bajada de salarios, la subida de impuestos, las elevadas deudas y los recortes en las ayudas públicas y el Estado del Bienestar, que se han cebado en las familias vulnerables, más en España que en otros países occidentales, según la OCDE. La renta disponible de las familias cayó un 17,8% entre 2007 y 2012, según un estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Eso significa que la renta de los españoles ha caído por debajo de la de 2003. Que hemos perdido una década.

La pobreza se mide en toda Europa por un indicador, AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion), que contempla tres criterios de pobreza y exclusión social: pobreza económica, carencia material severa y baja intensidad de empleo. Contando los tres criterios, en Europa hay 122,6 millones de personas en riesgo de pobreza, un 24,5% de los europeos. Y en España, 12.630.000 personas, un 27,3% de los españoles, 1,5 millones de españoles más que en 2008, según los últimos datos de Eurostat (2013).

Europa tiene además un indicador AROPE para medir la pobreza de los niños y adolescentes, que es muy dramática en España: uno de cada tres menores estaba en situación de pobreza en 2012 (último dato de Eurostat), 2.828.292 niños y jóvenes, un 33,8% de los menores de 18 años, frente al 28,1% en la UE-28 (hay casi 27 millones de niños pobres en Europa). Con ello, España es el séptimo país con más pobreza infantil de Europa, tras Bulgaria (53,3%), Rumanía (52,2%), Hungría (40,9%), Letonia (40%) e Irlanda (34,1%).    

Veamos con más detalle estas tres formas de medir la pobreza. La primera, el indicador de pobreza económica, que refleja las personas que ingresan menos del 60% que la media de ciudadanos. En España, el INE considera pobres a los solteros que ingresan menos de 8.114 euros netos al año o las familias con dos hijos que ingresan menos de 17.040 euros netos. Eran, en 2013, 9.541.353 personas, uno de cada cinco españoles (20,3 %). Un porcentaje que en la UE-28 es del 16,7%, con lo que España se coloca como el 5º país con más pobres de Europa, sólo por detrás de Grecia (23,1%), Rumanía (22,4%), Bulgaria (21%) y Lituania (20,6%). Dentro de este grupo de pobres, destacan las personas que están en una situación de pobreza severa, porque ingresan menos del 30% de la media del país (339 euros al mes en España). Son 2,8 millones de personas, el 6,1% de los españoles.

El segundo criterio europeo de exclusión social  es la carencia material severa, las personas que no pueden afrontar 4 de estos 9 gastos: pago de hipoteca, alquiler o letras, calentar su vivienda, comer carne o pescado cada dos días, no poder afrontar gastos imprevistos, no tener una semana de vacaciones al año, tener teléfono, TV color, lavadora o coche. En la UE-28 sufren estas carencias el 9,6 % de europeos y el 6,2% de los españoles, casi 3 millones de personas. Y el tercer criterio de exclusión lo sufren los que viven en hogares con baja intensidad de empleo, con poca gente trabajando o empleos precarios. Este problema lo padecen ya el 10,7% de europeos y el 15,7% de españoles (5,7 millones de personas de 0 a 59 años), más del doble que en 2009. Y somos el segundo país de Europa con más problemas de debilidad de empleo, sólo por detrás de Grecia (18,2% de la población).

Al final, una persona puede ser pobre y a la vez tener carencias severas o un débil empleo o tener uno o dos de estos problemas y no ser pobre. Las estadísticas AROPE los contabilizan sólo una vez y así salen los 12.630.000 españoles en riesgo de pobreza o exclusión social, un 27,3% de la población, según Eurostat (2013). Un grave problema que además, está mal repartido. Los más castigados son los menores de 16 años (32,3% en riesgo de pobreza), los parados (39%), las personas con poca formación (35% son pobres), las madres solas con hijos (38% pobres) y las familias con hijos (30,8% pobres), los inmigrantes (de fuera de la UE, el 47,8%son pobres) y las autonomías del sur de España (47% de pobreza AROPE en Ceuta, 38% en Andalucía y 36% en Extremadura y Castilla la Mancha).

La otra cara de la pobreza es la desigualdad: no sólo hay más pobres, sino que los ricos son más ricos. El 1% de la población tiene el 27% de la riqueza, más que el 70% de la población (que tiene el 22,2%). Y según las declaraciones de Hacienda de 2013 (ejercicio 2012), hay 7,9 millones de españoles que declaran menos de 12.000 euros al año  y 4.678 que declaran más de 600.000 euros. La diferencia de ingresos entre el 10% de la población más rica y el 10% más pobre es de 12,7 veces, mientras en la UE-28 es de 5 veces. Por eso, España ocupa el 2º lugar en la lista de países europeos con más desigualdad, sólo por detrás de Letonia, según un informe de Intermon Oxfam.

En 2010, la Unión Europea se propuso un objetivo para 2020: reducir los pobres de Europa en 20 millones, de ellos 1,45 millones en España. Ahora, con la crisis y los recortes, Europa no sólo no ha recortado la pobreza sino que hay 7 millones de pobres más, de ellos 1,5 millones de pobres nuevos en España. Así que cumplir con la Estrategia Europea 2020 obligaría a reducir ahora 27 millones de pobres en Europa en 6 años, reducir casi 3 millones de pobres en España. No parece que Bruselas ni Rajoy estén preocupados por cumplirlo.

El Gobierno Rajoy, en pleno año electoral, ha aprobado un nuevo Fondo contra la pobreza, de 32 millones de euros, cuyo reparto acaba de pactar con las autonomías. Pero este Fondo no compensa los recortes que ha hecho este Gobierno desde 2012 en el Plan concertado, el dinero que se destina a los Ayuntamientos para que ofrezcan servicios sociales (comedores, alojamiento, albergues, ayuda a domicilio, centros de recogida…) a 8 millones de familias pobres cada año: en 2011, el Plan contaba con 96 millones, que cayeron a 47 millones en 2012, a 30 en 2013 y a 27,5 millones en 2014 y 2015. O sea, que se han recortado unos 240 millones, ocho veces lo que se da ahora. Y mientras Rajoy “racanea” con la ayuda a la pobreza, la semana pasada ha devuelto anticipadamente a Bruselas 1.500 millones del rescate bancario, que nadie le ha pedido (ya devolvió otros 1.300 millones en 2014). Incluso España ha propuesto a Bruselas devolver 10.000 millones, para “sacar pecho” y quedar como “un buen deudor”, mientras cada día, 3 millones de españoles comen de la caridad de los demás.

Pero a Bruselas sí le preocupa la pobreza en España, de la que viene “advirtiendo” al Gobierno Rajoy desde 2012. La última vez,  en febrero de 2015, en la lista de recomendaciones de la Comisión Europea a España, donde llama la atención sobre “el drástico deterioro de los indicadores sociales” y señala que “España ha avanzado poco en la mejora de la situación de los hogares de bajos ingresos con niños”. Y se queja de que la última reforma fiscalno permite hacer frente a los elevados y persistentes niveles de pobreza”.
Es urgente hacer frente a la pobreza, porque ya son más de 8 millones los españoles que acuden a los servicios sociales y a las ONGs para comer, solicitar ropa o medicinas, pedir ayuda para pagar el alquiler o la hipoteca  y pagar el agua o la luz. “No hemos notado los efectos de la recuperación, sino que crecen las personas que nos piden ayuda”, acaba de decir el nuevo presidente de la Cruz Roja, que atiende a 3 millones de españoles. Y Cáritas alerta de “preocupantes niveles de pobreza y privaciones” en España y el sur de Europa.

A medio plazo, reducir la pobreza exige crear más empleo y un empleo más estable (19 de cada 20 nuevos empleos son precarios) y mejor pagado, con salarios dignos (no en vano hay 2.270.000 trabajadores pobres, un 13,4% de los ocupados según el INE, un porcentaje sólo superado por Rumanía y Grecia). Pero a corto plazo, ya, hay que poner en marcha un Plan de choque contra la pobreza, porque hay unos 5 millones de familias que han agotado todas las reservas (familia, amigos, ayudas, ONGs…) y no aguantan más.

Ese Plan de choque debería actuar en cuatro frentes. Uno, ampliando los subsidios a los parados: hay 3 millones de parados EPA (55%) que no cobran nada. Además, habría que mejorar la formación de los parados y su asesoramiento, para que los peor preparados puedan optar a un empleo. Todo ello costaría unos 2.000 millones anuales. El segundo frente sería ampliar la renta básica, que hoy cobran sólo 258.400 familias. Pagar una renta de subsistencia de 548 euros mensuales (85% salario mínimo)  a las 700.000 familias que hoy están sin ningún ingreso costaría 3.600 millones más de lo que ya pagan las autonomías con la renta básica (1.000 millones). En tercer lugar, habría que destinar una ayuda específica a las familias pobres con niños (casi 3 millones), otros 4.000 millones de euros más. Y quedaría un cuarto frente de actuación: nuevos recursos a los Ayuntamientos y ONGs para paliar las necesidades más urgentes (comida, alquileres, recibos luz y agua), que exigirían otros 2.500 millones de euros extras. En total, unos 12.000 millones contra la pobreza.

Parece mucho, pero se puede y se debe gastar. Primero, porque el gasto en protección social en España es más bajo que en el resto de Europa (25,9% del PIB frente al 29,5% en UE-28), a pesar de que tenemos más del doble de paro y mucha más pobreza. Y segundo, porque España recauda menos impuestos que el resto de Europa: si las multinacionales, grandes empresas y los más ricos pagaran más y se recortara el fraude, podríamos ingresar 50.000 millones más sin subir los impuestos a la mayoría. Además, es una exigencia de pura justicia: no se pueden gastar más de 100.000 millones en rescatar a cajas y bancos o dar ayudas millonarias a las autopistas a las eléctricas o al cierre del almacén de gas Castor y dejar que millones de españoles malvivan en pleno siglo XXI.

Las ONGs y la Red europea de Lucha contra la Pobreza han pedido a todos los partidos que acuerden un Pacto contra la pobreza, para reducirla un 15% en la próxima Legislatura (sacar de la pobreza a 1,9 millones de españoles). Y como anticipo, piden que las nuevas autonomías, que salgan de las elecciones de mayo, dediquen un 5% de sus Presupuestos a luchar contra la pobreza: serían 7.000 millones, un buen comienzo. De momento, nadie se compromete. Fíjense en eso a la hora de votar. Los pobres son nuestro mayor fracaso como país y nuestro primer deber como personas. No los olvidemos.