jueves, 30 de octubre de 2014

La cultura, en grave crisis


El Congreso ha aprobado esta mañana la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, un intento de afrontar dos graves problemas que tiene la cultura: la piratería y el reparto de los derechos de autor. Pero esta llamada Ley Lasalle (apoyada sólo el PP) no contenta a casi nadie y se aprueba sólo para un año: después, el Gobierno (¿seguirá?) dice que hará otra Ley. Entre tanto, el mundo de la cultura ha lanzado un SOS, tras cinco años de dura crisis: han perdido un tercio de sus ingresos y espectadores (y algunos, más). La culpa está en la caída de ingresos familiares, el recorte de ayudas públicas, la subida del IVA cultural y la piratería, que se come cinco veces el negocio legal. Pero también hay otra causa: el cambio de hábitos de los españoles, sobre todo los jóvenes, enganchados a Internet, las redes sociales, los videojuegos, la música y el cine pirateados. Hay que replantearse la cultura en la Red.
 
enrique ortega

El mundo de la cultura acaba de lanzar un preocupante SOS: han perdido un tercio de sus ingresos y espectadores (y algunos, más) en los últimos cinco años, según el Anuario de la SGAE 2014. El ranking de la crisis cultural lo encabeza el vídeo (-69,2% de recaudación), seguido de la danza (-50% ingresos y -42,4% espectadores), la música grabada (-56,2% de ventas), los videojuegos (-46,8% de facturación), la ópera (-45% ingresos y -41,8% espectadores), el cine (-20% recaudación y -28,9% espectadores, que son la mitad que en 2001), la música en directo (-19,2% ingresos y -33,2% espectadores), la música clásica (-18% ingresos y -17,2% espectadores) y el teatro (-15,8% recaudación y -33% espectadores). Unos datos demoledores para la industria cultural, que mueve 35.000 millones al año en España, con 100.000 empresas y 450.000 empleos.

La primera causa de esta crisis cultural es la caída del gasto de las familias: desde 2008, el gasto de los españoles en cultura y espectáculos ha caído un 29,5%, según el INE, el tercer mayor recorte en el gasto familiar tras la ropa (-30,6%) y mobiliario/gastos de vivienda (-30,2%). Pero como la cultura es una industria muy subvencionada, ha tenido mayor impacto negativo el recorte de las ayudas privadas y públicas (Estado, autonomías y Ayuntamientos). Sólo el Estado ha reducido su Presupuesto en Cultura a casi la mitad: de 1.198 millones (2010) a 716,40 (2014). Por poner un ejemplo ilustrativo, las subvenciones al cine han caído a casi un tercio: de 89,3 millones (2010) a 33,7 (2014). Y encima no las pagan a tiempo: Wert debe todavía 42 millones de subvenciones a películas estrenadas desde 2011.

La puntilla a estos recortes fue la subida del IVA a la cultura, del 8 al 21%, en septiembre de 2012, encareciendo de golpe las entradas (48,2 millones sólo en 2013) y retrayendo más a los espectadores. Con ello, España tiene el IVA cultural más alto de la zona euro, muy por encima de Alemania (7%), Francia e Italia (10%). El ministro Montoro medio prometió que iba a bajarlo con la mini-reforma fiscal, pero no lo ha hecho. Sólo tuvo “un detalle” con los marchantes y galeristas, al rebajar el IVA del arte del 21 al 10% en enero. Y tampoco han aprobado la ley de Mecenazgo, prometida por el propio Rajoy en 2010: se han limitado a ampliar algo las desgravaciones a las donaciones culturales, tanto a particulares (del 25 al 30%) como a empresas (del 35 al 40%). Muy lejos de las desgravaciones a la cultura en Francia (66% particulares y 60% empresas), Italia (100% empresas), Reino Unido (70%) o USA (100%).

Con todo, el problema más grave que tiene la cultura en España es la piratería: un 51% de los internautas (son 25 millones) reconoce que piratea películas (43%), música (28%), libros (15%) o videojuegos (10%), según la última encuesta del Observatorio de la Piratería. Y el valor de toda esta cultura pirateada ascendió a 16.136 millones de euros en 2013, más de cinco veces el negocio de la industria cultural legal (3.096 millones). Y han hecho un cálculo: si no hubiera piratería y estos internautas compraran  sólo una parte (el 8%) de lo que descargan ilegalmente, la industria cultural podría vender un 43% más (otros 1.326 millones), crear 26.652 nuevos empleos (1 por cada 2 que hay) y recaudarse 526,2 millones extras, entre IVA (la mitad), IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social. Impresionante.

En definitiva, la piratería se come la mitad del negocio cultural, amenazando con colocar a España en las listas negras de la piratería mundial (Lista 301). Para evitarlo, el Gobierno Rajoy ha aprobado hoy en el Congreso (sólo con los votos del PP) la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual (LPI), que permite actuar con más dureza contra webs con contenidos protegidos  y también contra Webs de enlaces, amenazándoles con aplicarles el nuevo Código Penal (hasta 6 años de cárcel) y multas de 150.000 a 600.000 euros. Y sólo en última instancia se puede solicitar el bloqueo del servicio a los proveedores de Internet, aunque la mayoría de servidores están fuera de España.

La Ley no afecta a los internautas de a pie (los que bajan contenidos piratas) sino que va contra “los traficantes” de material protegido con derechos de autor, que hacen negocio con la piratería. Pero no convence a la industria cultural, porque creen que se queda corta, por falta de medios e independencia (depende de Cultura) de la Comisión contra la piratería. Además, denuncian que no se incluya en la Ley a los motores de búsqueda (los internautas dicen que acceden a la mitad de lo que piratean a través de Google) ni contemple el bloqueo inmediato de webs con contenidos piratas, sólo como último recurso.

El otro gran tema de la Ley Lasalle es la compensación por los derechos de autor. La Ley confirma la supresión del canon digital (cantidad que se pagaba por la compra de DVds, CDs, memorias, discos duros, móviles y fotocopiadoras, hasta que la suprimió Rajoy en diciembre 2011) y mantiene el sistema de compensación por copia privada, una cantidad que se paga a los creadores como derecho de autor y que sale de los Presupuestos: 5 millones de euros para 2015 (frente a 115 millones que ingresaron los creadores con el canon digital en 2011), una cifra que ha disparado las protestas del mundo cultural. Además, la Ley establece una ventanilla única para el cobro de derechos de autor y da 6 meses para aprobar el método de fijar  las tarifas, que ahora dictan unilateralmente las sociedades de autores y derechos audiovisuales, denunciadas a la CNMC, por abuso. Así, la Ley Lasalle no resuelve el problema clave: la pelea entre los autores y los usuarios de contenidos culturales (radios, TV, webs, empresas comunicación, bares, peluquerías, comercios, plataformas de contenidos…) por ver cuánto pagan y quién y cómo fija las tarifas. Una pelea pendiente para el próximo Gobierno. 

Al final, la Ley Lasalle se considera un parche que no resuelve la grave crisis del mundo de la cultura, que se queja del mal trato del Gobierno Rajoy, por “venganza política”. Y piden una apuesta decidida por la cultura, como en Francia, con más ayudas públicas y privadas (favoreciendo el mecenazgo), la rebaja del IVA cultural, una lucha decidida contra la piratería y una mayor compensación a los creadores por su trabajo (mientras el PSOE defiende volver al canon digital). El Gobierno Rajoy se ha comprometido a preparar otra Ley nueva dentro de un año, para recoger lo que establezca la futura Directiva cultural europea, que se espera para 2015.

Al margen de estos problemas, hay una cuestión de fondo que tiene mucho que ver con la crisis de la cultura: nuestro ocio ha cambiado y no sólo por la crisis sino sobre todo por Internet. Vivimos enganchados a la Red, sobre todo los jóvenes, y eso reduce los espectadores al cine, al teatro, a los conciertos, a los museos y a las bibliotecas. Y cuando no estamos navegando, estamos enganchados a la televisión: son ya 263 minutos al día en 2014, lo que supone 62 días, más de 2 meses al año. Y los adictos a Internet si ven una película, oyen música o leen un libro, la mayoría no consumen cultura de pago, se apuntan a contenidos piratas, al gratis total. Y así, oscurecen el futuro de nuestros creadores.(ver anuncio "Nada es gratis")

Hay un hecho evidente: la cultura pasa por Internet y esto obliga a un cambio radical en el negocio cultural, fomentando plataformas de contenidos legales a precios accesibles. Urge hacer una profunda reconversión en la industria cultural, reduciendo costes desorbitados en el marketing y la distribución y aumentando los ingresos de los autores. Y hay que buscar un gran pacto entre creadores, distribuidores y usuarios para conseguir  cultura a precios asequibles que garanticen la supervivencia de los creadores. Si no, con el gratis total y los grandes negocios de márgenes millonarios, cada vez habrá menos cultura de verdad. Y perderemos todos.

lunes, 27 de octubre de 2014

Cumbre UE:inversiones en el aire y más recortes


Llevamos dos meses diciendo que viene el lobo de la tercera recesión, pero los Gobiernos europeos siguen sin tomar medidas. En la Cumbre europea de la semana pasada, hablaron de energía y se limitaron  a apoyar un Plan de inversiones pendiente de concretar y que se queda corto: 300.000 millones en tres años (el 0,76% del PIB europeo) de inversiones públicas y privadas, sin que los países pongan un euro nuevo. Y mientras intentan calmar a los países y mercados con esta “zanahoria” inversora, Merkel y los fundamentalistas de la austeridad (que dominan la nueva Comisión Europea) siguen con “el palo” de los ajustes: han pedido por carta a 6 países, entre ellos Francia e Italia, que recorten más su gasto en los Presupuestos 2015. O sea, más de la misma medicina: la austeridad, que ha llevado a Europa al estancamiento, el paro y la desigualdad. Si imponen más recortes (aunque aderezados con pocas inversiones más), la tercera recesión será un hechoCambien de una vez.
 
enrique ortega

Los últimos datos que vienen de Europa confirman el estancamiento económico de la zona euro, que no creció nada (+0% PIB) en el segundo trimestre, tras un mínimo crecimiento en el primero (+0,2%). En Alemania, las exportaciones (su “motor”) cayeron en agosto y su economía podría haber pinchado otra vez en el tercer trimestre (cayó un -0,2% en el segundo), lo que ha obligado al Gobierno a rebajar 6 décimas su previsión de crecimiento para 2014 (+1,2% ahora). Francia va camino de un crecimiento negativo, tras dos trimestres sin crecer (+0%PIB). Italia ya está en recesión (lleva dos trimestres decreciendo) y va a seguir así. Y otros cinco países euro se han sumado al club de los que decrecieron alguno de los dos primeros trimestres de 2014: Dinamarca (+0,8 /-0,3%), Holanda (-1,4%/+0,5%), Suecia (-0,1 /+0,2), Finlandia (-0,3% /+0,2) y Portugal (-0,6/+0,6). Lo peor, además, es que este estancamiento de Europa coincide con una crisis en Latinoamérica y con un freno al crecimiento de China y otros emergentes, como demuestra la caída del petróleo.

España sufre este estancamiento europeo, en sus exportaciones (cayeron un 2% en el segundo trimestre) y en su crecimiento, que se ha reducido dentro de lo mínimo que es: del +0,6% en el segundo trimestre al +0,5% en el tercero, según estima el Banco de España. Y aunque crece el empleo, lo hace mucho menos: + 151.000 en el tercer trimestre frente a +402.400 en el segundo. Además, llevamos tres meses con inflación negativa, otro indicador de debilidad económica, mientras el crédito (más caro), la inversión y el consumo no despegan. Y, sobre todo, seguimos siendo líderes en paro (tras Grecia) y en déficit público (tras Japón), ocupando un lugar destacado en deuda pública (100%PIB). Y hemos perdido cinco puestos en el ranking mundial, pasando del 9º al 14º. Razones como para no presumir mucho de que “vamos mejor que el resto de Europa”, como hace Rajoy.

Ante este panorama, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de reiterar que Europa debe tomar medidas urgentes para reanimar la economía, con menos recortes y más inversiones. Y lo mismo ha pedido la OCDE y el G-20. Pero los líderes europeos no han hecho nada este año, primero preparando las elecciones de mayo y después pactando la nueva Comisión que se estrena el 1 de noviembre. Así que para frenar los temores de “los mercados” (si Europa no crece, no podrá pagar sus deudas), ha salido a la palestra otra vez el Banco Central Europeo (BCE), a hacer “de bombero” como en julio de 2012, cuando las declaraciones de Draghi evitaron la ruptura del euro. En julio de 2013 volvió a calmar los mercados, asegurando tipos bajos y liquidez. Y en junio de 2014, nos aseguró otro verano tranquilo al bajar los tipos (al 0,15%) y anunciar que en septiembre subastaría 400.000 millones para que los bancos pudieran dar más créditos. Ahora, ha ido más allá, al comprar (desde el 20 de octubre) bonos de bancos europeos, para inyectar más dinero a la economía europea.

Pero el problema de Europa no es que falte liquidez (“estamos sentados sobre una montaña de liquidez” ha dicho con razón el ministro alemán de Finanzas). Lo que falta es actividad, demanda solvente que pida ese dinero: la prueba es que los bancos europeos sólo pidieron en septiembre al BCE 82.600 millones de los 400.000 disponibles. Europa no tira porque falte crédito (aunque el poco que hay sea caro) sino porque las empresas no venden ni invierten porque los ciudadanos (endeudados y con bajos ingresos) apenas consumen. Por eso, la receta del FMI, la OCDE y muchos expertos es que hay que reanimar la economía a base de mejorar los salarios, bajar impuestos y, sobre todo, aumentar las inversiones públicas, para que “tiren” de las inversiones privadas, de la actividad y del empleo. Vamos, lo contrario de lo que lleva haciendo Bruselas, Merkel y los fundamentalistas de la austeridad desde 2010.

Como la realidad es tozuda, el hecho cierto es que la tercera recesión está a las puertas de Europa (el FMI ve 40% posibilidades) y eso obliga a sus  líderes a “hacer algo”. Por eso, el nuevo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker (responsable, como presidente del Eurogrupo entre 2005 y 2013, de lo mal que se ha gestionado la crisis del euro) ha querido “mejorar la imagen” de los burócratas de Bruselas, ofreciendo un Plan de inversiones a nivel europeo para atajar la recesión, Plan que la Cumbre europea respaldó la semana pasada. Suena bien, pero ojo. Primero, el Plan cuenta con pocos recursos: 300.000 millones en tres años (2015-2017), lo que supone anualmente el 0,76% del PIB europeo (como una gota de agua caliente en una bañera helada). Segundo, el Plan no se presentará hasta finales de diciembre, con lo que entraría en vigor para primavera de 2015, como pronto (demasiado tarde). Y tercero y más importante: no se va a gastar ni un euro nuevo, por imposición de Merkel: se pretende que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) amplíe capital y movilice recursos públicos (créditos que los países europeos, ya muy endeudados, tendrían que devolver) y privados. Algo difícil. Ya en junio de 2012 nos engañaron, aprobando con la propaganda habitual un "Pacto de Crecimiento y Empleo (PCE)" de 180.000 millones que se ha quedado en nada.

Este nuevo Plan de inversiones (aún muy en el aire) es “la zanahoria” que ofrece la nueva Comisión y la Cumbre a los europeos y a los mercados, para intentar tranquilizarlos. Pero en paralelo, viene el palo de los recortes, impulsado por Merkel y los fundamentalistas de la austeridad, que han ganado peso en Bruselas: ahora, los dos vicepresidentes económicos de la nueva Comisión, el finlandés Kaitanen y el letonio Dombrovskis, son dos políticos conservadores y ex primeros ministros que aplicaron en sus países duras dosis de austeridad. Y aunque toman posesión el 1 de noviembre, ya han empezado a actuar: Kaitanen ha enviado una carta a Francia, Italia, Eslovenia, Malta y Austria donde  les dice que los Presupuestos presentados para 2015 no son suficientemente austeros para cumplir el déficit y que tienen que recortar más, según el documento filtrado por el italiano Matteo Renzi, muy molesto.

Así que por un lado, el gobierno europeo le pone una vela (pequeña) al crecimiento, pero por otro, sigue forzando ajustes que hundirán más la economía europea: Francia ha propuesto recortar 50.000 millones en tres años e Italia unos 15.000 en 2015. Más los ajustes de la Europa del sur, desde Grecia a Portugal pasando por España (Presupuestos 2015). Merkel lo ha dejado claro: hay que seguir con los ajustes y Alemania no está dispuesta a gastar e invertir más para reanimar la economía europea, como le piden el FMI, la OCDE y el G-20. Defiende la posición de los países (y bancos) acreedores: que los deudores gasten menos para que ellos puedan cobrar. Pero si Europa entra en la tercera recesión, si no se crece, será más difícil pagar. Francia e Italia, gobernados por la izquierda, plantean suavizar los ajustes, pero lo tienen difícil con la nueva Comisión y Merkel, apoyada además por sus compañeros de coalición, los socialdemócratas (“Endeudar más a Alemania no va a generar más crecimiento en Italia, Francia, España o Grecia”, ha dicho el líder del SPD). Es una pelea desigual: el que paga y presta (Alemania) tiene la sartén por el mango (y el mango también).

Todo apunta a que, tras esta Cumbre, los líderes europeos vuelven a intentar ganar tiempo (como Rajoy en España), sacando de la chistera un Plan de inversiones descafeinado, que reanimará poco y tarde la economía,  mientras se preocupan de que todos los países recorten sus déficits, lo que hundirá a Europa en la tercera recesión. Y sólo cuando estemos al borde del abismo, quizás empiecen a priorizar la reactivación sobre la austeridad. De momento, les puede su ideología (“los zombis de la austeridad europeales llama el Nobel Joseph Stiglitz)  y su fundamentalismo no les deja ver que sus recetas, impuestas desde 2010, han fracasado claramente: dejan recesión, paro histórico, pobreza y desigualdad, mientras Estados Unidos (e incluso Reino Unido), con otra política, están saliendo adelante. “O logramos acercar a los ciudadanos a la UE o fracasamos; o logramos reducir el paro de manera draconiana o todo se irá al traste. Es la última oportunidad”. La frase es del nuevo presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, ante el Parlamento Europeo, el 22 de octubre. Es un buen diagnóstico. Lo malo es que sus recetas llevan a Europa al coma.

jueves, 23 de octubre de 2014

EPA: empleo con cuentagotas (y para algunos)


En verano se ha vuelto a crear empleo, por segundo trimestre consecutivo, según la EPA conocida hoy. Pero sigue siendo muy escaso, sólo para los hombres, temporal, precario y mal pagado. Y los 5,42 millones de parados tienen el futuro muy negro. Casi 2 de cada 3 llevan más de un año sin trabajar, lo que reduce al 6,7% sus posibilidades. Y además, sólo hay una oferta de trabajo por cada 102 parados: apenas tienen posibilidades de colocarse los mayores de 45 años y los menores de 24.En definitiva, que 2 millones de parados no van a volver a trabajar nunca. Y la mayoría (dos de cada tres parados), ya no cobra el desempleo. Un drama que hay que atajar con urgencia, con ayudas a los parados sin recursos, con formación y con planes agresivos para recolocar a los parados mayores y jóvenes. Porque si no, habrá empleo (con cuentagotas) sólo para los parados de 25 a 45 años mejor formados.
 
enrique ortega

La EPA del tercer trimestre ha vuelto a crear empleo, como la del segundo, pero bastante menos: en verano se crearon 151.000 puestos de trabajo, menos que en primavera (+402.400 empleos). Uno de cada tres nuevos empleos son autónomos (+58.500) y los otros dos asalariados con contrato temporal (+122.400) mientras caen los empleos fijos (-26.700) y los de a tiempo parcial. Lo peor es que sólo hubo empleo para los hombres (+164.900), mientras seguían perdiéndolo las mujeres (-13.900). Los nuevos empleos siguen concentrados en los servicios (+ 108.800), debido al tirón del turismo y el comercio (rebajas), y crecieron poco en la industria (+ 71.800) y la construcción (+ 43.500), mientras caían en la agricultura (-73.100). Pero se trata de una buena noticia, ya que descontando la pérdida de empleo del primer trimestre, en 2014 se han creado ya  368.800 empleos netos, lo que no pasaba en España desde 2008.

El paro ha bajado más de lo que ha crecido el empleo, porque este trimestre han vuelto a caer las personas que buscaban trabajo (los “activos”), por la marcha al extranjero de inmigrantes y jóvenes españoles (44.200 personas menos buscando trabajo). Así, el paro se reduce en 195.200 personas y queda todavía en 5.427.700 parados, una tasa del 23,67 % (más del doble que en Europa: 10,1%). El paro ha bajado más en Madrid, Cataluña y Comunidad Valenciana, aunque lo preocupante es que hay todavía cinco autonomías que superan o rondan el 30% de paro: Andalucía (35,21%), Canarias (33,36 %), Ceuta (31,95%), Melilla (30,49%)y Castilla la Mancha ( 28,49%). Y que todavía hay 1.789.400 hogares donde todos sus miembros están en paro.

A corto plazo, el problema más grave para la mayoría de los parados es que ya no cobran ningún subsidio, muchos porque llevan más de 2 años en el desempleo y otros porque no han cotizado suficiente. El caso es que en agosto sólo cobraban alguna ayuda 2.528.055 parados registrados, un 46,5% de los españoles que se consideran parados según la EPA de hoy (5.427.700). Eso significa que  2.899.645 parados no cobran nada, un 53,5% de los parados EPA. Y de los que cobran, menos de la mitad (1.103.520 parados) cobra un subsidio contributivo, que sigue bajando (792 euros al mes de media, 53 euros menos que hace dos años) y el resto una ayuda “asistencial” de 426 euros al mes.

La situación es especialmente grave para 740.000 familias donde no entra ningún ingreso, según cálculos sindicales. Por eso, en marzo pidieron al Gobierno un subsidio especial, al menos para las 500.000 familias con hijos donde el padre (o madre) están en paro y no ingresan nada. Rajoy se comprometió en julio con sindicatos y patronal que esta nueva ayuda a los parados más desfavorecidos se empezaría a cobrar en octubre, pero acaba el mes y la promesa no se ha cumplido. Su coste sería de unos 2.500 millones anuales, menos de lo que costará rescatar el almacén de gas Castor o nueve autopistas privadas en quiebra. Pero lo que ha hecho el Gobierno Rajoy ha sido recortar las ayudas al desempleo, endureciendo las condiciones en 2012 y 2013. Y así, en 2015 hay presupuestados 25.000 millones para el desempleo, 6.000 menos que en 2010, a pasar de que hay 725.500 parados más. Y así pasa que si en 2010 cobraban subsidio el 75% de los parados, hoy no llegan a la mitad (46,5 %). Y cada mes que pasa, son 1.200 parados que pierden el subsidio.

La creación de empleo, aunque sea escaso, precario y mal pagado, es un dato alentador. Pero hay un grave problema de fondo: la mayor parte de ese nuevo empleo no llega a la mitad de los parados. Por dos razones. Primera, porque casi dos de cada tres parados llevan más de un año sin trabajar: 3.359.900 parados, un 61,90 % del total, son parados de larga duración, siete veces más que al comienzo de la crisis (en 2007 eran 500.000 parados). Y sus posibilidades de encontrar trabajo se rebajan al 6,7% (frente al 26,5% del resto), según un estudio de Asempleo. En su mayoría, estos parados de larga duración (2.343.600 llevan más de dos años buscando empleo) son padres de familia entre 30 y 44 años (40% del total ), mayores de 45 años (35%) y jóvenes (25%). Y su situación se agrava porque casi la mitad de estos “parados con antigüedad” tienen poca formación: 1,7 millones no tienen acabada siquiera la educación secundaria, según el INE.

La otra razón es que hay pocas ofertas de empleo y sólo llegan a algunos parados (pocos). En julio de 2014, había 102 parados por cada vacante de empleo (frente a 17,5 ofertas por parado en 2007). Con ello, España es, junto a Portugal, el tercer país europeo con menos ofertas de empleo por parado (tras Letonia y Polonia), un 0,6% frente al 1,6% de media en la UE, el 2,8% en Alemania o el 2,3% en Reino Unido. Y como hay pocas ofertas, las empresas se permiten elegir al máximo a los pocos que contratan. Y ahí, la mayoría de los parados quedan fuera de entrada: los parados mayores de 55 años sólo reciben el 0,5% de las ofertas, los parados de 45 a 55 años el 6,1% y los jóvenes de 16 a 24 años el 7,71%, frente al 53,1 % que reciben los de 25 a 34 años y el 32,52% de ofertas para los de 35-44 años, según el informe Infoempleo Adecco. O sea, que los parados  mayores de 45 años y los menores de 24 (suman el 45% de los parados) tienen muy pocas posibilidades de encontrar trabajo. Y menos aun los que tienen baja formación y ninguna experiencia.

Por ambas razones, llevar mucho tiempo en el paro y tener más de 45 años (o menos de 24), estos parados tienen muy difícil trabajar y más en Andalucía, Canarias, Castilla la Mancha y Comunidad Valenciana, las regiones con menos ofertas de empleo, según el informe. Y peor si buscan en la construcción (sólo recibe un 1,89% de ofertas), la agricultura (1,89% ofertas) o incluso los servicios (que reciben menos ofertas que la ocupación). Al final, todo esto ha llevado al catedrático José Ramón Cuadrado a afirmar que dos millones de parados no volverán a trabajar nunca. Son más de uno de cada tres parados. Un drama.

Con este panorama, uno de cada cuatro españoles sin trabajo y la tercera parte de ellos con riesgo de no volver a trabajar, es una temeridad echar las campanas al vuelo por haber creado 368.800 empleos este año. El Gobierno asegura que seguirá creándose empleo, pero hay expertos que temen que el crecimiento se haya desinflado (por el estancamiento en Europa y Latinoamérica, mientras China echa el freno). Y los propios directivos de empresas no piensan en contratar este otoño, según una encuesta de Manpower. La horquilla del empleo estará entre los 240.000 empleos netos que prevé el Gobierno y los 109.000 empleos que vaticina el FMI para este año en España. A este ritmo, harían falta 20 años para recuperar el nivel de empleo de antes de la crisis. Demasiado tiempo.

Se impone actuar con urgencia en dos frentes. Por un lado, un Plan urgente para dar salidas a los parados actuales, asentado en cuatro patas: ayudas inmediatas a los parados sin ingresos que están en la pobreza, un plan de formación y recualificación de todos los parados (3 millones no tienen acabada la secundaria), unas políticas activas de empleo (incentivos, bajada cotizaciones, fiscalidad) para ayudar a colocar a los parados con más problemas (mayores 45 años, jóvenes y mujeres) y, sobre todo, una reforma de verdad del Servicio Público de Empleo (SEPE), que no funciona: ni tiene presupuesto (recortes) ni medios (un funcionario por cada 190 parados, frente a 1 por 59 en Europa) ni estrategia (sólo colocan al 3% de parados, frente al 15% las ETTs privadas). Y además, habría que plantearse bajar cotizaciones sociales a las empresas que contraten, como han pedido reiteradamente a Rajoy la Comisión Europea y el BCE,  la OCDE y el FMI.

Por otro lado, es urgente crecer más, para crear más empleo, para que haya más ofertas de trabajo. Y eso pasa por hacer otra política, en España y en Europa. Aquí, reanimar el consumo (subiendo salarios y bajando impuestos de verdad a las rentas bajas y medias) y fomentar el crédito y la inversión, sobre todo promoviendo las inversiones públicas y privadas en educación, innovación y tecnología, reindustrialización, más apoyos al turismo y a las exportaciones y a infraestructuras necesarias (no más AVEs). Y en Europa, con un plan de inversiones públicas a escala europea y un mayor consumo y gasto en la Europa del norte (sobre todo Alemania), como piden el FMI y la OCDE, para que “tiren” del resto de Europa.

Gestionar mejor la enorme bolsa de parados y crear más empleo, dos retos cada vez más urgentes para un país que tiene más del doble de paro que Europa y un desempleo además enquistado y sin salida. Esta debería ser la prioridad del Gobierno, no regodearse (“vamos mejor que Europa) en un crecimiento y empleo mínimos. Bajen a tierra, por favor.