jueves, 29 de mayo de 2014

Movida en las telecomunicaciones


Se ha abierto la carrera de las fusiones en el mercado de las telecomunicaciones. Vodafone ha comprado Ono y Orange puede quedarse con Jazztel. Hay también un rosario de fusiones en EEUU y en Europa, donde existen 339 operadoras de móvil frente a 9 en USA o 3 en China y Japón. Si en 1.998 se rompió el monopolio de Telefónica y surgieron hasta 30 operadores móviles en España, abriendo una guerra de tarifas que ha bajado los precios, ahora las telecos inician el camino contrario: fusiones para crear menos empresas mucho más grandes, que afronten mejor la competencia y las cuantiosas inversiones que exige una Red saturada. El problema es que con esta movida podemos perder los usuarios, porque habrá menos guerras de precios y tarifas más altas. Y como las telecos necesitan ingresar más, ya han empezado en EEUU a ofrecer Internet a dos velocidades, una más rápida para los que más paguen. Se acabaron las rebajas.

enrique ortega

Las empresas de telecomunicaciones que operan en España tuvieron en 2013 una caída de ingresos (31.900 millones de euros, -7,2%), por quinto año consecutivo. Las razones son varias. Por un lado, la crisis, que ha provocado una bajada del consumo: el gasto de los españoles en telecomunicaciones (fijo+móvil+Internet) cayó un 12,3%, hasta los 75,50 euros de media por hogar, según el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones. Y se dieron de baja un millón de líneas móviles (hay 51,9 millones). En general, caen los ingresos por llamadas (voz) y suben los de Internet, datos y TV. Por otro, la nueva bajada de tarifas, consecuencia de la permanente guerra de precios entre operadoras: los precios de la telefonía móvil, por ejemplo, cayeron un 26% en 2013, según la CNMC. Y desde 2005, las llamadas han bajado a la mitad (8,55 céntimos minuto), aunque estemos entre los 5 países más caros de Europa. Y en tercer lugar, las grandes telecos siguen perdiendo clientes: desde 2011, Movistar y Vodafone han perdido 4 millones. Y en 2013, 6,7 millones cambiaron de operadora.

Las telecos han hecho frente a esta caída de ingresos invirtiendo menos, recortando o suprimiendo el dividendo a sus accionistas y, sobre todo, despidiendo personal: llevan 9 años seguidos recortando plantillas (3.802 despidos en 2013) y el sector ha perdido 17.229 personas desde 2005, un 22% del empleo. Con este panorama, Vodafone acaba de anunciar una fuerte caída de sus beneficios en España, mientras Telefónica y Orange ganan poco.

En toda Europa, las telecos pierden ingresos, algo que no les sucede a sus competidoras de EEUU y Asia. Las empresas lo achacan a la excesiva regulación (28 diferentes) y a la insensata guerra de precios, fruto de la enorme competencia: existen 339 operadoras de móviles en el continente, frente a 9 en EEUU y sólo 3 en China o Japón. Y así, ni las grandes telecos europeas (Vodafone, Telefónica, Orange, Deutsche Telecom y la holandesa KPN) tienen tamaño para invertir en el futuro (redes) y defenderse de una posible OPA hostil de las telecos norteamericanas o asiáticas. Todas sueñan con acabar devoradas por AT&T, Verizon o China Mobile… Y por eso, llevan meses pidiendo a la Comisión Europea que cree ya un mercado único europeo de las telecomunicaciones y que facilite las fusiones anunciadas entre compañías europeas, para que haya menos telecos más grandes.

Bruselas tendrá que autorizar o no este mes varias fusiones de telecos anunciadas este año en Europa: la venta de la francesa SFR (móviles) a Numerable, la de la compañía holandesa de cable Ziggo a Liberty Global (USA), la de la filial alemana de KPN a Telefónica y la de O2 Ireland (filial irlandesa de Telefónica) a Hutchinson (Kong Kong). Y también dos fusiones en España: la compra de Mas Móvil por Ibercom y la compra de Ono por Vodafone (7.200 millones), anunciada en marzo. La movida no se acaba ahí. Orange, el tercer operador en España, busca novia y podría comprar Jazztel o Yoigo (el cuarto operador), mientras también puede haber operaciones con las empresas de cable regionales (la vasca Euskaltel, la asturiana TeleCable o la gallera R Telecomunicaciones). Se trata de buscar tamaño, para ganar clientes e ingresos, para competir mejor. Con ello, las tres grandes telecos (Telefónica, Vodafone y Orange), que controlan un 90% del mercado móvil y banda ancha y un 75% de clientes en España, aspiran a tener más poder. Y Telefónica, a ser aún más grande en Europa.

Mientras se perfilan las compras y ventas, las telecos siguen con su guerra comercial, donde las grandes continúan perdiendo clientes a costa de los operadores móviles virtuales (600.000 hasta abril). Ahora, la batalla está centrada en los combos, las ofertas combinadas de fijo, móvil e Internet, más cable y televisión, donde Movistar, Vodafone y Orange tienen una ventaja comparativa (estructura) sobre los operadores virtuales, más ágiles en ofertas de móviles (e incluso Internet). El salto de estas ofertas combinadas es tal que ya disfrutan del “todo incluido” un 44,2% de los hogares. Otra novedad comercial es que las grandes telecos ofrecen ahora smartphones libres, a mejor precio: buscan el contrato, que el cliente pase por su tienda y puedan ofrecerle otros servicios. Eso sí, unos y otros siguen con sus “trampas”: ofertas sin IVA (es obligatorio), no incluir en la oferta la cuota de línea (Ono, Jazztel y Orange), tarifas “ilimitadas” que en realidad son bonos con minutos contados, promesas de infinitos megas que se quedan en nada, terminales subvencionados que acaban saliendo caros…

En los próximos meses, la nueva batalla comercial serán las ofertas de televisión. Telefónica acaba de comprar Canal+ (725 millones por el 56%) y se va a lanzar a vender la televisión de pago a sus clientes (deportes, películas) con el gancho del cable, como hará Vodafone tras la compra de Ono. En todo el mundo se apunta el cambio de las telecos como “videocompañías, que entran en el negocio de los contenidos, de la TV a la carta. AT&T acaba de comprar Direct TV, la 2ª mayor plataforma de TV de pago en USA, presente también en Latinoamérica.

En realidad, lo que sucede es que el negocio de las telecos está cambiando. Se les acaba el negocio de voz, las llamadas, y más tras el anuncio de WhatsApp de lanzar en junio un servicio de voz a través de Internet para móviles: les podría costar a las telecos más de 280.000 millones de pérdidas hasta 2018. Y han de sacar más jugo a la conexión a Internet, a los servicios de datos y a ofertas complementarias, como la TV. Claro que para eso han de invertir en el futuro, mientras les bajan los ingresos. Por eso buscan ser más grandes.

Y también buscan otras fuentes de ingresos. En EEUU, las telecos ya han conseguido que grandes usuarios, como Netflix (el mayor videoclub online del mundo) estén dispuestos a pagar más por tener un acceso a Internet más rápido, sin cortes. Y la autoridad USA (FCC) ha abierto el camino (provisionalmente hasta septiembre) al Internet a dos velocidades: el servicio Premium se paga más. Google, Facebook, Twitter, Apple o Amazon están en contra de liquidar el Internet igual para todos, pero en realidad lo que quieren es no pagar más por unas redes donde no invierten nada y de las que sacan beneficios millonarios. Pero si les cobran, se lo repercutirán a los internautas: el que quiera más velocidad, Internet sin cortes, que pague más. No hay que escandalizarse. Es como el resto del capitalismo: si quieres mejor educación, sanidad, pensiones o carreteras, lo pagas. Y si no, tendrás lo que haya.

En definitiva, las telecos buscan ser más grandes, más fuertes y conseguir nuevos ingresos, de los datos, de la TV (la gratuita es cada vez peor) o de un Internet a dos velocidades, que pronto será realidad también en Europa (a pesar de las protestas y declaraciones). Y las telecos se verán obligadas a facturar cada vez más, para seguir invirtiendo y que las redes no se colapsen. Por eso, habrá cada vez menos guerras de tarifas (espejismos sí) y más acuerdos entre menos empresas para imponernos unos precios más altos (como las eléctricas o las petroleras). Para crearnos nuevas necesidades y cobrarnos más por ellas. Para que cada día nos conectemos más horas, con más servicios y más costosos. Es la droga de la comunicación permanente. Y va a subir de precio. Inevitable. 

lunes, 26 de mayo de 2014

El ajuste suave del fútbol español


Con la resaca de la Champions y la Liga, veamos las cuentas del fútbol español, medio quebrado desde hace 15 años. El Gobierno presume de haber empezado a sanearlo: es verdad que la temporada 2012-2013 tuvo beneficios, por primera vez desde 1.999. Pero se debe a que los Clubs han vendido jugadores y todo lo que han podido, porque los gastos de personal y comisiones siguen creciendo. Y la deuda sube en Primera división, con 720 millones pendientes de pago a Hacienda y otros 18 millones a la Seguridad Social. El fútbol sigue en números rojos: su pasivo es mayor que su activo. El Consejo Superior de Deportes y la LFP tienen un Plan de ajuste suave, que sólo rebaja 300 millones de deuda al año, de los 3.573 millones que deben. Mientras empresas y ciudadanos llevan cinco años de ajuste duro, el fútbol sigue gastando y sin desinflar su burbuja. Nadie se atreve a pincharla.
enrique ortega

Es alucinante, pero el fútbol español ha estado en pérdidas desde 1.999 (que se sepa), sin que ningún Gobierno hiciera nada, ni con Aznar ni con Zapatero. En 2010, la UEFA aprueba el Fair Play Financiero, para intentar poner orden en los Clubs europeos, que estaban en bancarrota (la mitad perdían dinero, -1.200 millones de euros). Y la Liga de Fútbol Profesional (LFP) lo aprueba un año después para España (julio 2011), dando tres años a los Clubs para ajustar sus cuentas. Pero a la vista de las suspensiones de pagos (28 Clubs entraron en concurso desde 2004), se acelera el proceso y el 25 de abril de 2012, el Gobierno Rajoy acuerda con la LFP un Protocolo que obliga a los Clubs a presentar al Consejo superior de Deportes (CSD) sus cuentas de la temporada 2012-2013.Y el 30 de enero de 2013 dan otra vuelta de tuerca, con un Reglamento que obliga al equilibrio presupuestario desde julio de 2013: limita sus gastos y sus fichajes y puede incluso bajarles de categoría si incumplen.

El balance del primer año de ajuste, la temporada 2012-2013, es desigual. Por un lado, el fútbol español cerró con 106 millones de beneficios, porque los 20 Clubs de 1ª ganaron dinero (+143,5 millones) ya que los 22 Clubs de 2º A perdieron (-37,5 millones). Y este beneficio se debió a los ingresos extraordinarios por venta de jugadores y otros ingresos (inmuebles), además del gran salto en los ingresos por TV (+153 millones en 1ª), porque los ingresos ordinarios cayeron y crecieron incluso los gastos de personal (en 1ª) y en comisiones. En definitiva, que ajuste poco. Y la deuda de los Clubs se recortó sólo en 202 millones (el 80%, por el recorte en 2º división), quedando en la meteórica cifra de 3.573,5 millones. De ellos, 720 millones los deben a Hacienda (sólo 30 menos que un año antes, por la 2ª división, ya que los Clubs de 1ª aumentaron esta deuda en 167 millones) y 18,23 millones a la Seguridad Social (creció en 300.000€). Eso sí, baja un tercio la deuda con los bancos (les deben 682 millones) y también las deudas con jugadores, Clubs y proveedores.

En conjunto, lo importante es que los Clubs siguen en números rojos, con desequilibrio financiero: el pasivo supera al activo en -1.054 millones (-1006 la 1ª división), dos veces y media el agujero de 2009 (-392,3 millones). Y sólo 7 de los 42 Clubs de 1ª y 2ªA tienen las cuentas saneadas:  cuatro en Primera (Madrid, Barça, Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao) y tres de Segunda A (Numancia, Huesca y ahora Osasuna, que pagará su descenso). El ajuste es pues insuficiente y les falta capital. Y mucha transparencia: el CSD ha pedido a los Clubs este 2014 información sobre muchos temas que desconoce: sueldos de directivos y altos ejecutivos, desglose preciso de las deudas, ingresos extraordinarios (operaciones urbanísticas), pago de comisiones a agentes por traspasos y fichajes (caso Neymar) y papel de fondos e inversores extranjeros.

Ahora, el CSD tiene una hoja de ruta para el ajuste del fútbol español (el Plan de sostenibilidad) que pretende liquidar la deuda con Hacienda y la Seguridad Social para 2020 (ya le gustaría a empresas y contribuyentes tener 7 años para pagar) y la deuda restante (2.835 millones), con un “ajuste suave”, a razón de 300 euros por año las tres próximas temporadas: 100 por recorte de gastos, 100 por venta de jugadores y 100 por entrada de capital extranjero. EL Gobierno confía en que Fondos de inversión o millonarios extranjeros (como el magnate de Singapur que ha comprado el Valencia) salven al fútbol, algo que no gusta a la UEFA. Ya  en los dos últimos años, una docena de Clubs de 1ª y de 2ª A han obviado un ajuste más duro porque han fichado hasta 54 jugadores con dinero de fondos extranjeros, que compran porcentajes de un jugador, evitan parte del pago al Club y ganan ingentes comisiones(opacas) al comprar y vender.

España es una potencia mundial en fútbol, con los dos Clubs que más facturan (Madrid y Barça) y una Liga que es la tercera por ingresos, tras la inglesa y la alemana. Pero el fútbol español está económicamente enfermo: sigue en números rojos, 22 Clubs están en suspensión de pagos, varios equipos han desaparecido (Salamanca, Badajoz, Palencia) y otros están en situación financiera muy crítica (Racing o Xerez, descendidos a 2ª B), mientras la LFP ha tenido que pedir un crédito de 18 millones para que algunos Clubs paguen las deudas que tienen con sus jugadores (incluidos dos de 1ª, el Betis y el Valladolid). Y eso que, con todo, los Clubs españoles no son de los peores de Europa: la UEFA tiene bajo vigilancia a 76 Clubs europeos (ninguno español), por incumplir el Fair Play financiero. Y acaba de sancionar con 60 millones, por sus pérdidas, al Manchester City y al Paris Saint Germain (PSG).

Aun así, el fútbol español tiene un serio problema estructural: salvo dos Clubs y medio (Madrid, Barça y Athletic de Madrid si sigue en racha), al resto no les salen las cuentas y tratan de salir adelante con ingresos extras que se agotan: venta de jugadores, entrada de inversores y Fondos extranjeros, operaciones urbanísticas y ayudas públicas (por las que Bruselas ha expedientado al Madrid, Barça, Athletic de Bilbao, Osasuna, Valencia, Hércules y Elche). Pero los ingresos ordinarios no despuntan. Los ingresos por entradas (aunque sean  más caras que en otros países) bajan, por la menor asistencia a los estadios (25.000 asistentes en 1ª frente a 35.000 en GB y 45.000 en Alemania) y la competencia de los partidos televisados (muchos piratas). La TV aporta menos ingresos a los Clubs que en otros países (775 millones frente a 1.300 en GB o 1.000 en Italia) y peor repartidos (38% para los dos grandes, que ingresan 7 veces más que el que menos). Y pinchan también los patrocinios y ayudas de la mayoría. Mientras, hay presión por  fichajes y gastos: en 2013-2014, la inversión en fichajes se ha triplicado, hasta 400 millones, según Prime Time Sport.

Hace falta sanear de verdad el fútbol, ajustando todos los gastos (sobre todo en directivos e intermediarios, así como en estadios faraónicos), consiguiendo ingresos estables (no con “trampas”, ya sea vendiendo jugadores o comprando a través de Fondos) y capitalizando los Clubs con aportaciones de socios e inversores estables. Y no darles un trato de favor (7 años) en el pago de la deuda a Hacienda y a la Seguridad Social. No puede admitirse un ajuste suave para el fútbol en un país asfixiado por los recortes, donde la mitad de los españoles ingresa menos de 1.000 euros al mes y ve como la mitad de los 1.000 jugadores de 1º y 2ª A ganan todavía más de medio millón de euros al año. Y donde Messi va a ganar, entre fijo y variables, 63.000 euros diarios. Es una provocación, se mire como se mire.

El fútbol español sigue en números rojos, según sus propias cuentas opacas. Y el Gobierno trata de poner orden sin demasiada dureza, con un ajuste suave, confiado en los inversores extranjeros y en la exportación de jugadores. No quiere ser duro con el deporte rey, clave para adormecer a un país agobiado de problemas y necesitado de ilusionarse. Pero el problema de fondo sigue ahí, sin resolver, y cualquier día la burbuja puede volver a estallar, con más Clubs en bancarrota. Hay que ser más rigurosos con el ajuste del fútbol, para que el problema no nos caiga encima a todos, como siempre. Poner el cascabel al gato. Aunque sea adorable.

jueves, 22 de mayo de 2014

Elecciones 25-M : nos jugamos mucho


Este es un blog de economía, no de política. Pero quiero destacar la importancia de estas elecciones europeas para nuestros bolsillos. Si ganan los que llevan mandando en Europa una década, el continente seguirá con una recuperación lenta y nos impondrán a España más recortes: 20.000 millones para 2015. Si pierden, la alternativa no está clara (Hollande y Renzi son dos bluff de la izquierda), pero un voto de castigo al PPE (y a Merkel) obligaría a un cierto cambio en Bruselas, suavizando los ajustes a la Europa del sur y apoyando más el crecimiento y el empleo, sobre todo de los jóvenes. La elección está entre seguir con la austeridad y los sacrificios (para la Europa del sur) o reanimar la economía europea (estancada) y crear más empleo, como ha hecho EEUU. Hay muchos motivos para no votar, pero la abstención ayuda sobre todo a los padres de la austeridad. Hay que buscar otro camino para Europa.

enrique ortega

La economía es la clave de las elecciones europeas del 25-M. Seguir con la austeridad que ha llevado a Europa al estancamiento o cambiar de política y reanimar la economía y el empleo. Ese es el verdadero dilema. Jean-Claude Juncker, el candidato del PPE, es corresponsable de la política europea contra la crisis, como presidente del Eurogrupo entre 2004 y 2013, junto a Ángela Merkel (canciller alemana desde 2005) y  Durao Barroso (presidente de la Comisión desde 2004). Un trío de políticos conservadores, defensores de la austeridad para asegurar que la Europa del sur recorta y paga la deuda a los bancos de la Europa del norte. Y en 2010, cuando estalla el problema de Grecia, en lugar de aislarle, lo contagian al sur y asfixian la incipiente recuperación con una austeridad suicida: la zona euro entra en la segunda recesión (-0,7% en 2012 y -0,4 en 2013), se destruyen 7 millones de empleos y el paro llega a niveles históricos (12% en 2013, la mayor tasa desde la postguerra), mientras uno de cada cuatro europeos está en riesgo de pobreza. Enfrente, Estados Unidos reanima la economía, crece ininterrumpidamente desde 2010 (2,8% en 2012 y 1,9% en 2013) y crea 8 millones de empleos.

Ha habido mucho sufrimiento innecesario en Europa por una austeridad mal aplicada”. La crítica es de Timothy Geithner, Secretario del Tesoro USA entre 2009 y 2013. El sufrimiento se ha cebado en la Europa del sur, en especial en Grecia, Portugal y España, sometidos a la misma medicina: drásticos recortes en el Estado del Bienestar (educación, sanidad, subsidios de paro y gastos sociales), devaluación de salarios y pensiones, despidos públicos  y reformas laborales que han privado de derechos a los trabajadores, aumentando la pobreza y la desigualdad. Así, la austeridad se ha saldado en España con una segunda recesión (PIB cayó -2,8% entre 2010 y 2013) mientras Europa crecía esos años (+3,3%) y Alemania más (+8,4%). Hemos perdido 1.810.500 empleos desde 2010 (dos tercios con Rajoy), mientras Alemania creó 3,6 millones durante la crisis. La mitad de los españoles ingresan menos de 1.000 euros al mes, según Eurostat, y la renta por habitante de los españoles es el 96% de la europea (hemos retrocedido a 1.998) y un 77% de la alemana (24.400 euros por español frente a 31.500 cada alemán).

Crisis sí, pero con desigual coste entre el norte y sur de Europa, ahora más distantes. Y ahora, la incipiente recuperación europea es mínima: la zona euro creció sólo un 0,2% en el primer trimestre y hay 8 países cuya economía está cayendo (-0,1% Italia, -1,4% Holanda, -0,4% Finlandia, -0,7% Chipre y Portugal, -1,2% Estonia y falta el dato de Grecia e Irlanda). Y la propia Comisión prevé que Europa sólo crezca un 1,2% en 2014, frente al 2,8% de EEUU), con mínima creación de empleo (1,5 millones en UE-28 este año), mientras tiene por delante tres serias incertidumbres. La primera, la baja inflación : 7 países europeos tienen (abril) inflación negativa (Grecia, Bulgaria, Chipre, Hungría,Eslovaquia, Croacia y Portugal) y en toda Europa sólo sube 0,8% (0,3% en España). Esta baja inflación atenta contra la recuperación (se retrasan compras y las empresas venden y contratan menos) y dificulta el pago de las deudas, a los países (España debe casi un billón de euros), empresas y particulares (1,86 billones más).La segunda, la fortaleza del euro, que ha rozado los 1,40 € por dólar: una moneda fuerte dificulta las exportaciones y el turismo, los dos motores de la economía española. Y la tercera, los recortes anunciados en Italia y sobre todo Francia, nuestro primer cliente:los recortes de salarios,ayudas y pensiones a los franceses reducirán sus viajes y compras a España.

España, además de sufrir más que la mayoría de Europa la baja inflación, el euro fuerte y los recortes en Francia, tiene un problema propio: tenemos más del doble de paro que Europa (26,4% frente a 10,5% UE-28), así que necesitamos crecer mucho más para recuperar parte de los 3,8 millones de empleos perdidos con la crisis. Y la economía apenas crece, porque no tira el consumo, debido al mucho paro (casi 6 millones) y a que se congelan o bajan los sueldos y las pensiones. Y dependemos de las exportaciones (que crecen menos) y del turismo, que crea poco empleo y muy precario. Pero lo peor es la amenaza que tenemos encima: la Comisión Europea saliente ha advertido a España que, si no sube impuestos, no cumplirá el objetivo de déficit en 2015: será el 6,1% del PIB en lugar del 4,2%. Así que Rajoy se verá obligado a hacer otro ajuste de 20.000 millones en 2015. Y además, le piden otra “vuelta de tuerca” a la reforma laboral, básicamente contratos más “flexibles”, con menos sueldo y menos indemnización, sobre todo para jóvenes (mini-jobs).

Así que si los conservadores ganan las elecciones europeas, seguirá la austeridad para España (como para Portugal, Grecia y varios países del Este). Y volverán a poner en peligro la recuperación, con riesgo de caer en una tercera recesión (como pasó en 2011). Hace falta un cambio de política, que ponga el empleo como la prioridad de Europa y no el déficit. A corto plazo, los futuros dirigentes deberían permitir que el BCE baje los tipos (al 0%), inyecte liquidez a la economía, quite fuerza al euro y reanime el crédito, la gasolina que necesita la recuperación. Y que ayude a los países endeudados del sur, compartiendo la deuda (eurobonos), para que España y los demás paguemos menos intereses (como ha hecho el Gobierno Rajoy con las autonomías). Y es urgente reanimar la economía  europea, con un Plan Marshall como el que han propuesto los sindicatos (y rechazado Rajoy), para invertir 250.000 euros anuales durante 10 años (se crearían 11 millones de empleos). Y acelerar Planes de empleo, para jóvenes, mujeres  y mayores de 55 años, sobre todo en el sur, para dar una salida a los 26 millones de europeos sin trabajo.

Si se reanimara la economía europea, España recibiría un enorme empujón, ya que dependemos mucho de las compras, los turistas y la financiación europeas. Pero además, para crecer más y reducir la brecha de paro, habría que reanimar la economía española, con inversiones propias en reindustrializar el país, innovación y tecnología, educación y formación, apoyadas en nuevos ingresos fiscales: si España redujera el fraude fiscal y recaudara como Europa, se podrían ingresar 90.000 millones más. No habría déficit y se podría gastar más, en reanimar la economía, formar mejor a parados y jóvenes y recuperar el Estado del Bienestar. Pero todo esto es difícil si el PPE manda en Europa (y Rajoy en España, claro).

Tras cuatro años de austeridad suicida e innecesaria, las elecciones nos permiten elegir: más de lo mismo o intentar ir por otro camino, como EEUU, Japón, China o Brasil. Si gana el PPE, será más poder para la política económica de Merkel y los fundamentalistas del ajuste de Bruselas. Si hay un voto de castigo y gana la izquierda europea, podría cambiar algo, aunque hay muchas incertidumbres: Hollande y Renzi no han planteado “otra vía” contra la crisis (sólo recortes, aunque diferentes), los socialistas han estado en la Comisión que se despide (6 de los 27 comisarios) sin plantear alternativas al austericidio (empezando por Almunia) y el candidato del PSE, Martín Schulz, es alemán y miembro de un partido que gobierna en coalición con Merkel. Puede que el cambio, si ganan los socialdemócratas, no sea muy grande, pero algo se notaría (y lo necesitamos). Lo que está claro, por pura matemática electoral, es que la abstención o la dispersión de voto favorecen al PPE (y a Merkel).

No podemos perder esta ocasión de dar un toque a los políticos europeos, que nos han llevado al desastre, agravando la crisis. Deberíamos aprovechar para forzar un cambio, para que la economía mejore más rápido, aunque los españoles seamos bastante pesimistas: el 66,1% piensa que la situación económica será igual o peor dentro de un año y sólo un 23,5% la ve mejor, según el barómetro del CIS de abril. Pero el resultado de estas elecciones va a ser clave para la recuperación. España se la juega en Europa. Piense y vote.