lunes, 28 de abril de 2014

Cooperación: la "Marca España" racanea


El Gobierno Rajoy presume de defender como nadie la “Marca España”, pero esconde que ha recortado un 46% los fondos de ayuda a países pobres, un eficaz instrumento para tener peso político y económico en el mundo. España es el 6º país occidental que menos ayuda al desarrollo, lo que entorpece nuestro papel en Latinoamérica y dificulta la lucha contra la inmigración ilegal en África. Además de los recortes, que han provocado el cierre de proyectos y ONGs, el Gobierno ha pasado la mayoría del gasto en Cooperación a Hacienda y a Economía, quitando peso a la Agencia Española para el Desarrollo (AECID). Y acaba de aprobar, en contra de toda la oposición, una enmienda que liga los proyectos de Cooperación a la estrategia de empresas y bancos. España gasta poco y mal en ayudar a países pobres y así torpedea la “Marca España”. Porque ayudar tiene una triple recompensa: moral, política y económica.
enrique ortega

La Gran Recesión dio la puntilla a las ayudas al desarrollo de los países ricos, aunque tardíamente: venían creciendo desde 1997, con un récord en 2010, y cayeron en 2011 y 2012. El gasto en Cooperación de los 28 principales países donantes volvió a crecer en 2013, un 5,2%, según la OCDE, aunque todavía aportan una miseria: 134.800 millones de dólares, un 0,3% de su renta bruta (RNB), muy lejos del 0,7% que fijó la ONU como objetivo en 1980 y que hoy sólo cumplen 5 países (1,07% Noruega, 1,02% Suecia, 1% Luxemburgo, 0,85% Dinamarca y 0,72% Reino Unido). Dos de cada tres euros para Cooperación proceden de los cinco grandes donantes (23.000 millones de dólares EEUU, 13.000 Reino Unido, 10.500 Alemania, 10.000 Japón y 9.300 Francia,) y Europa lidera las mayores aportaciones, con un 0,41% de su renta para ayudas.

España está en el pelotón de cola de las ayudas al desarrollo: es el 6º país que menos aporta entre los 28 donantes, junto a Italia, sólo por delante de Eslovaquia, Polonia, República Checa, Grecia y Corea. Aportamos en 2013, un 0,16% de nuestra renta bruta (RNB), frente al 0,72% de Reino Unido, el 0,41% de Francia, el 0,38% de Alemania o incluso el 0,21% de Portugal. Eso contrasta con el 0,5% que llegamos a aportar en 2008, año récord en la Cooperación española, que Zapatero cuadriplicó desde 2002 (de 1.712 a 5.500 millones de euros), convirtiendo a España en el 6º país donante del mundo, tras los cinco grandes. A partir de 2010, los recortes se ceban en la Cooperación, que ha perdido un 70% de sus recursos. Y así, en 2014, el Presupuesto de ayuda al desarrollo es 1.739,27 millones de euros, un 0,17% de la renta bruta y menos de  la tercera parte de lo donado en 2008.

Se gasta la tercera parte en Cooperación y además se gasta mal. Primero, porque no se gasta todo lo presupuestado: en 2012, un tercio de la ayuda al desarrollo no llegó a su destino por problemas de gestión de los créditos reembolsables. Y segundo, porque falta una auditoría eficaz de las ayudas, desconociéndose en muchos casos su distribución por sectores y países (sólo se conoce detalladamente la que gestiona la Agencia Española de Cooperación a través de las ONGs). Además, casi la mitad del gasto se destina a pagar burocracia, las cuotas obligatorias de España a la UE y organismos internacionales. Y cada vez hay más ayuda vía créditos (un 17% del total), lo que aumenta la deuda de los países pobres.

Los recortes en Cooperación, del Estado y de autonomías, Ayuntamientos, Universidades, entidades y empresas (más de 900 instituciones dan ayudas, un 15% del gasto total) han supuesto el cierre de proyectos en muchos países y la desaparición de un tercio de ONGs, según un informe de La Caixa. En España hay unas 2.000 ONGs que gestionan ayudas al desarrollo en unos 100 países y su futuro es muy incierto porque dependen, en un 60%, de recursos públicos (recortados). Las que no han cerrado han reducido plantillas (10% desde 2008) y sueldos (78% han congelado salarios) y buscan desesperadamente recursos de empresas y particulares. Pero los españoles no somos muy solidarios, según un estudio de Fundraising: sólo el 19% (7,5 millones) dan dinero a una ONG, frente al 33% en Europa (56% en Reino Unido y 53% en Francia). Y sólo 682.500 españoles (el 1,5%) aportan dinero mensual o trimestralmente a una ONG.

El problema no está sólo en los recortes de las ayudas a los países pobres. El Gobierno Rajoy ha cambiado el modelo de gestión de la Cooperación y para 2014, más de la mitad del Presupuesto lo gestionan Hacienda (50%, para pago cuotas internacionales) y Economía (14,5%), mientras Exteriores sólo gestiona un 34% y ha caído drásticamente la ayuda a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), el organismo más profesionalizado: si gestionaba 980 millones de euros en 2008, en 2014 sólo gestionará 264 millones, un 13,61 % del gasto total en Cooperación.

La puntilla a la Cooperación se la acaba de dar el Gobierno, al aprobar el Congreso una enmienda (10 abril), introducida por la puerta de atrás en el Senado, por la que se reforma el Fondo para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE): ahora, en vez de gestionarlo Exteriores lo gestionará COFIDES, una sociedad mixta dependiente de Economía y en cuyo capital participan, además del ICEX y el ICO, bancos como Santander, BBVA, Sabadell o Popular. El objetivo es vincular más la ayuda al desarrollo a los proyectos de las empresas españolas en el exterior, lo que hace temer a las ONGs que se desvíen fondos públicos destinados a la lucha contra la pobreza en beneficio de intereses empresariales y financieros.

La Cooperación para el desarrollo de los países más pobres no es sólo una obligación moral de los países ricos, sino también una herramienta clave de política exterior, una pieza básica para reforzar la presencia política y económica de España en el mundo. Algo que tienen muy claro, desde hace décadas, Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos o Japón. Incluso los países emergentes se están lanzando a la Cooperación Sur-Sur: es el caso de China, Brasil o México. Por eso, es un gran contrasentido intentar vender la “Marca España” por el mundo y a la vez recortar cada año en Cooperación (-165 millones en 2014). Con la ayuda por delante, es más fácil influir, invertir y vender,  tres claves para la recuperación.

Cara al futuro, España debe gastar más y mejor en Cooperación al desarrollo. Intermon propone gastar 500 millones extras durante 6 años, con los que España se pondría a nivel europeo (0,47% de la renta para 2020). Ese dinero podría salir en parte de la Tasa Tobin sobre operaciones financieras (Bolsa y bonos), que van a instaurar España y otros 10 países europeos en 2015.Y habría que fomentar las donaciones de empresas y particulares en la próxima reforma fiscal: las ONGs piden que desgraven más en el IRPF (70%, con la deducción íntegra de los primeros 150 euros donados) y en Sociedades (60% desgravación a empresas).

Además, hay que gastar mejor, con auditorías de resultados y una ayuda más técnica (asesoramiento) y menos financiera. Y concentrada en menos países: ahora la Cooperación española llega a 38 países y el IV Plan Director 2013-2016 pretende concentrarla en 23: 12 de Latinoamérica (Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú y República Dominicana), 4 del norte África y Oriente Próximo (Marruecos, Mauritania, Sahara y Palestina), 6 más resto de África (Malí, Níger, Senegal, Etiopía, Guinea y Mozambique) y Filipinas (?). Dos zonas claves para España, Latinoamérica, y África, donde la ayuda puede reducir la inmigración ilegal que “invade” nuestras costas.

En definitiva, hay que ser solidarios con los más pobres por una cuestión ética y moral. Pero además, ayudar al desarrollo desactiva tensiones geopolíticas y mejorará la estabilidad mundial. Y gastar en Cooperación es practicar un egoísmo inteligente: es una forma eficaz de defender los intereses de España en el mundo. Más que fotos y campañas para vender la “Marca España”, ayudemos a los países con dinero y asesoramiento. Será nuestro mejor pasaporte. Porque ayudar tiene siempre recompensa. Moral, política y económica.

jueves, 24 de abril de 2014

La Universidad no aguanta más


Los universitarios vuelven a clase para completar un curso difícil de acabar, por la asfixia financiera de muchas Universidades y la tensión desatada por la subida de tasas y la pérdida de becas. Los recortes de los últimos cuatro años han puesto a la Universidad bajo mínimos, tras perder un 14% de sus recursos, un 9% de profesores, muchas inversiones y gran parte de su investigación. Y todo ello, acompañado de una creciente tensión en las aulas, con encierros, manifestaciones y policías en los Campus, por el desánimo de unos alumnos que pierden becas, pagan más tasas, reciben una enseñanza peor y se  desalientan por su incierto futuro laboral. Además, está bajando el número de universitarios, mientras crece la FP superior. Urge inyectar recursos y profesores a la Universidad, junto a una profunda reforma de titulaciones, porque si hay muchos universitarios en paro, los jóvenes poco formados trabajan aún menos. Rescaten a la Universidad.
 
enrique ortega

Una de cada cinco Universidades españolas tiene actualmente graves problemas de liquidez, según la Conferencia de Rectores: les resulta difícil pagar las nóminas cada mes, la luz o el teléfono, deben a los proveedores y no pueden reparar los edificios ni comprar libros, ordenadores, mobiliario o material. Y todas las Universidades se sienten vigiladas por Hacienda, que les obliga a cumplir estrictamente con su Presupuesto para junio, so pena de ser sancionados con un plan de ajuste más riguroso, como las autonomías.

Todo ello es fruto de cuatro años de recortes en la financiación pública a la Universidad y de los 1.000 millones que les deben sus propias autonomías. Entre 2010 y 2013, las 50 Universidades públicas han perdido 1.388 millones de euros de la financiación que reciben del Estado (10%) y de las autonomías (70%), un -13,72% de sus ingresos, según un estudio de CCOO, al que habría que sumar otros 500 millones de rebaja en las partidas universitarias de investigación (I+D+i). Las Universidades que han sufrido un mayor recorte son las de Castilla la Mancha (-29,68%), Cantabria (-19,6%), Murcia (-19,46%), País Vasco (-18,71%), la Rioja (18%) y Cataluña (17,3%). Tras los nuevos recortes en 2014, España destina unos 8.500 millones de euros a la Universidad pública, un 0,85% del PIB, por debajo de Europa (1,26% PIB), Francia (1,35%) o Alemania (1.30%), en línea con Italia y Reino Unido (0,84% PIB).

Dos terceras partes de este recorte se ha traducido en menos inversiones, desde obras e instalaciones a material, ordenadores, equipos e investigación. Y el otro tercio se ha quitado de gastos de personal, reduciendo plantillas: entre 2008 y 2012 se han perdido 13.200 empleos en las Universidades, según datos de Hacienda. De ellos, 5.987 son profesores despedidos y 7.223 personal no docente. Sumando los recortes no contabilizados inicialmente en 19 Universidades y los despidos de 2013 y 2014, podría rondar las 17.000 personas, un 12% de la plantilla universitaria. Menos profesores para más alumnos: el número de universitarios creció en 32.000 entre 2010 y 2013 Y lo más grave es lo que está por venir: como sólo se cubren un 10% de las jubilaciones, las plantillas seguirán cayendo.

Además de hacer estos ajustes, el Gobierno Rajoy obligó a las Universidades a subir las tasas, para cubrir un 20% de sus ingresos (y el 25% el próximo curso). Con ello, los alumnos pagan las matrículas un 20% más caras en los dos últimos cursos, aunque hay autonomías que han subido las tasas mucho más: Cataluña (+66,7%), Madrid (+66%), Castilla y León (+43,8%), Canarias (+42,1%) y Comunidad Valenciana (+34,7%). Así aumenta la desigualdad a la hora de estudiar: un estudiante madrileño o catalán paga ahora tres veces más que un gallego o andaluz por estudiar la misma carrera (de 750 a 2.100 euros). Y estudiar un master ha subido mucho más, hasta un 130% en Madrid (3.900 euros).

Mientras es más caro estudiar, hay menos ayudas para los que no pueden pagarlo. Por un lado, se han recortado los importes y por otro, se han endurecido los criterios para dar las becas, retrasando su pago (en abril aún no se había recibido el importe de este año). Con ello, se estima que unos 20.000 universitarios perdieron su beca el curso 2012-2013 y podrían ser aún más este curso, sin olvidar los recortes en otras ayudas, como las becas Erasmus, la supresión de las becas Séneca (para cambiar de Universidad) y las becas de idiomas. Todo ello cuando España dedica a becas la tercera parte de recursos que la media de países de la OCDE (0,11% del PIB frente al 0,31%).

Matrículas más caras y menos becas son un cocktail explosivo que está provocando fugas de alumnos de la Universidad: en los dos últimos cursos, las Universidades públicas han perdido 22.334 alumnos en grados (hay 1.272.047 universitarios), mientras aumentaban 3.666 alumnos en las privadas (166.068 alumnos). Y han caído más los alumnos de master públicos: -14.334 entre 2012 y 2014 (hay 74.499 matriculados), mientras también aumentaban 8.613 en las Universidades privadas (hay 35.614 matriculados). Una parte de las fugas son universitarios que se han ido a hacer Formación Profesional Superior, porque las matrículas son más baratas (400 € las más caras), los estudios duran menos (2 años en vez de 4), hay bastante oferta (más de 100 títulos) y más salidas profesionales, aunque con menos sueldo.

Entre la asfixia financiera, la falta de medios y profesores, la subida de tasas y el recorte de becas, la tensión crece en la Universidad, donde los alumnos han protagonizado en marzo encierros, manifestaciones y protestas, con graves incidentes y la vuelta de la policía a los Campus, como en los años 70. Junto al deterioro y el encarecimiento de la enseñanza, pesa el desánimo de los jóvenes ante su incierto futuro laboral. Saben lo que hay: un 40% de los licenciados trabajan, al cabo de 7 años de terminar su carrera, en un empleo por debajo de su formación, la mitad con contrato temporal y ganando menos de 1.500 euros, según un informe del Ministerio de Educación. Claro que peor están los que tienen poca formación: los universitarios tienen una tasa de paro del 13,5% frente al 26 % del total (aunque es el doble del paro que tienen los universitarios en la OCDE). Y está demostrado que los universitarios que trabajan acaban cobrando hasta el doble que el resto, según un estudio de ICSA.

Ahora, la angustia de las Universidades es cerrar el curso con el Presupuesto recortado y que no les sancione Hacienda por acabar con déficit y deudas. Lo tienen difícil, pero peor aún será el curso que viene, donde volverá a haber recortes, para seguir bajando el déficit. Y ya no hay más donde cortar, salvo de nuevo en plantillas, al no cubrirse las jubilaciones. Por eso, el Comité de Expertos sobre la futura reforma universitaria ya pedía al Gobierno, en 2013,  aumentar la financiación a la Universidad, hasta el 3% del PIB, lo que supondría dedicarle  22.000 millones más, algo impensable en el corto plazo (aunque sea sólo la quinta parte de lo que nos ha costado el rescate de la banca). Los rectores también han pedido una ley de Mecenazgo, para mejorar el trato fiscal a las donaciones a la Universidad (eximen de un 25-35% de impuestos, mientras en Francia eximen del 66% y en EEUU un 100%).

Pero no sólo hace falta más dinero, que es lo prioritario. La Universidad tiene que afrontar cambios, empezando por ajustar su oferta, recortando titulaciones (2.413 grados y 2.758 Master) y fusionando centros (hay 236 Campus, en todas las capitales, con ofertas muy similares a pocos kilómetros). Y orientar a los estudiantes hacia carreras técnicas más demandadas, reduciendo la oferta de Humanidades y Ciencias Sociales, con menos “salida”. Y fomentar el trasvase de jóvenes bachilleres a la FP Superior, con más salidas. Además, hay que optimizar la inversión pública en la Universidad, mejorando la organización de los Campus (con menos endogamia y más profesores de fuera), ampliando la autonomía universitaria a cambio de mayores controles y auditorías externas de eficiencia y calidad. Y, sobre todo, fomentar unas Universidades más ligadas a las empresas y más internacionales. Todo ello exige un gran pacto político y universitario, que cuente con Universidades, profesores y alumnos, para gastar mejor el dinero de todos. Lo de ahora, el sálvese quien pueda, nos conduce a un estallido de la Universidad. Al tiempo.

lunes, 21 de abril de 2014

FMI: España, estancada 6 años más


El Gobierno y sus voceros mediáticos han reiterado que el FMI subió tres décimas su previsión de crecimiento para España este año, hasta el 0,9%. Pero no dicen que el FMI prevé también que España crezca en torno al 1% hasta 2019, que estemos 6 años con la economía estancada. Y que el paro sólo baje al 21,8% en 2019: casi 5 millones de parados. Seremos uno de los países que menos crezca en Europa, a pesar de tener el doble de paro. Un grave panorama que puede enturbiarse más por la baja inflación y la falta de crédito, según el FMI. Y aún podríamos crecer menos si el Gobierno Rajoy hace más recortes para 2015, como le pide ahora el FMI (que recorte en gastos sociales y pensiones) y antes la Comisión Europea (recorte 24.000 millones para 2015).Y si sube el IVA, como le pide Bruselas. Estancarse varios años o cambiar de política para crecer más. Ese es el dilema.
 
enrique ortega

El Fondo Monetario Internacional (FMI) cree que España será de los países euro que menos crezca en esta década: poco más del 1%, frente a una media del 1,5% en la UE-18. Mientras el Gobierno y algunos expertos aseguran que la recuperación viene con fuerza, el FMI da unas estimaciones de crecimiento para España estremecedoras: +0,9% en 2014, +1% en 2015, +1,1% en 2016, +1,2% en 2017 y 2018 y +1,3% en 2019, muy lejos del +3,5% que crecía  España antes de la crisis, entre 2000 y 2007. Y claro, con este mínimo crecimiento, el FMI prevé que apenas se creará trabajo: 50.000 empleos netos este año y 61.000 en 2015. Y eso nos lleva a una tasa de paro que todavía será del 21,8% en 2019. O sea, que dentro de 6 años, España tendrá todavía casi 5 millones de parados (4.938.681). Un drama.

Y eso “si todo va bien”, si no hay una marcha atrás en la tímida recuperación iniciada en otoño pasado. El FMI, en su reciente reunión en Washington, ha hablado de varios riesgos para la recuperación de Europa y en especial de España. El primero, la baja inflación. El FMI cree que España es el país europeo con más riesgo de caer en deflación, lo que hundiría la economía, al caer el consumo, bajar los márgenes empresariales y subir el coste real de la deuda. Y por eso piden medidas urgentes al BCE, para bajar más los tipos y aumentar la liquidez en Europa, como han hecho EEUU, Japón, China, Brasil y hasta el Reino Unido. El segundo riesgo para España es la falta de crédito, que debería ser la gasolina de la recuperación: el FMI cree que tardará aún dos años en fluir y propone acelerar el saneamiento de la banca para que llegue antes. Y el tercer riesgo, una posible crisis de los países emergentes, que afectaría mucho a España: la banca española es la que tiene más riesgo, tras la austriaca, si se producen tensiones en países como Brasil, México, Turquía, India o Indonesia, según el FMI.

En medio de todos estos riesgos para la recuperación, otra previsión: España tiene un déficit público demasiado elevado, que va a bajar muy despacio, y una abultada deuda pública que va a seguir creciendo (hasta el 102,4% del PIB en 2019). Y la receta del FMI es la de siempre: recortes del gasto, concretando incluso: en gastos sociales (educación y sanidad), en funcionarios (sugieren “reformas”: en castellano, despidos) y en pensiones (elevar edad de retiro, reducir prestaciones y elevar contribuciones). “No ajustar no es una opción”, comentaba un funcionario del FMI en Washington, obviando que España lleva cuatro años de ajustes. El problema es que esos recortes, que apenas han rebajado el déficit, llevaron al país en  2011 a una segunda recesión, que duró hasta 2013.

El FMI se suma así a la receta de la Comisión Europea, que ya dijo en febrero a España que necesita hacer un ajuste extra de 24.000 millones en 2015, porque si no, el déficit público del año que viene será del 6,5% del PIB en lugar del 4,2% que exige Bruselas. Y hace unos días, un informe de la Comisión le ha marcado a Rajoy el camino para hacerlo: subir el IVA y los impuestos especiales (tabaco y carburantes). Montoro dice que no va a subir el IVA y sigue hablando de bajar impuestos incluso, pero las cuentas no salen: tenemos un déficit elevado, hay que bajarlo mucho más, según Bruselas y ahora el FMI, sobre todo en 2015. Y para eso habrá que hacer más recortes y subir impuestos, no bajarlos, salvo algún retoque en el IRPF de cara a la galería, pero subiendo por otro lado para intentar reducir el déficit público.

El problema que tiene España es que apenas crece y así se recauda poco y los gastos no son fáciles de bajar más, porque ya están bajo mínimos (educación, sanidad, gastos sociales, inversiones públicas). La mejor estrategia contra el déficit es ingresar más, dado que España ingresa menos impuestos que el resto de Europa: los ingresos fiscales suponen el 37,8% del PIB frente al 45,4% en la UE-28. Se podrían recaudar 50.000 millones más por tres vías: lucha contra el fraude fiscal (sólo recortándolo un tercio se conseguirían 20.000 millones), reducir el fraude “legal” (recorte deducciones en sociedades e IRPF y aumentando los productos que paguen IVA general) e introducir nuevos impuestos, a las grandes fortunas, a las transacciones financieras (la tasa Tobin se va a quedar descafeinada) e impuestos verdes. Los técnicos de Hacienda (GESTHA) creen incluso que se podrían recaudar 70.000 millones más sin tocar los impuestos a la mayoría de los españoles.

O se ingresa más o adiós al Estado del Bienestar. Pero no parece que la anunciada reforma fiscal de este verano vaya por aquí: puede quedarse en un simple retoque electoral, bajando algunos impuestos que se notan (IRPF) y subiendo otros que no se notan tanto. Si al final no suben el IVA, tendrán que volver a recortar gastos (donde siempre: funcionarios, sanidad, educación, gastos sociales…) para el Presupuesto 2015, que se presentará a finales de septiembre. Y con menos gastos, menos actividad y menos crecimiento del escaso que se espera. Y si sube el IVA, aún menos.

Volvemos otra vez a un callejón sin salida: nos obligan a hacer recortes (desde Bruselas, tras las elecciones europeas, y desde el FMI-la troika) y esos recortes provocan un menor crecimiento, poco empleo, bajos salarios y menor recaudación, con lo que incumplimos la rebaja del déficit y hay que hacer nuevos recortes. Es el círculo vicioso de la austeridad, el bucle en que llevamos metidos cuatro años ya. Y si ya íbamos a crecer poco esta década, con más recortes o subiendo el IVA, caeríamos en la tercera recesión de esta crisis.

El panorama es desolador: mínimo crecimiento, poco empleo (precario), no hay crédito, inflación baja  y  un déficit y deuda elevados, que nos hacen muy dependientes de los mercados. No se ve una salida, por más que remachen sobre la recuperación. Los españoles son pesimistas: el 84,5% ven la situación económica mala o muy mala y el 68,7% piensa que dentro de un año será igual o peor, según el Barómetro del CIS de marzo. Demoledor.

Es hora de cambiar de política económica, en Europa y en España, para reanimar el crecimiento y el empleo. El BCE debe bajar los tipos e inyectar liquidez como ha hecho EEUU, favoreciendo el crédito. Y los futuros dirigentes de Bruselas deberían lanzar un Plan Marshall europeo, que fomente inversiones productivas, tecnología, formación y empleo, para que Europa no sea el farolillo rojo de la recuperación mundial. Y en España, Rajoy debería promover un gran acuerdo contra el paro, dedicando más recursos a reanimar los sectores clave (industria, turismo, exportadores, nuevas tecnologías) y a políticas activas de empleo, con más formación e incentivos a la contratación de jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Se trata de dejar atrás la austeridad y tratar de crecer más, porque nuestro primer problema no es el déficit ni la inflación, sino que tenemos más del doble de paro que Europa. Y que más de la mitad de nuestros parados llevan más de 2 años sin trabajar y ya no cobran nada.

El Gobierno Rajoy sigue tratando de ganar tiempo, machacando cada día con el espejismo de la recuperación, a ver si la economía se da la vuelta sola. Pero la realidad está ahí: apenas crecemos, estamos estancados, creando poquísimo empleo marginal, y así seguiremos el resto de la década, según el FMI. Es como para pensárselo. Y tratar de cambiarlo.  

jueves, 17 de abril de 2014

Más escapadas en Semana Santa


Después de 100 días de mal tiempo y sin un puente, los españoles nos hemos lanzado a salir esta Semana Santa, necesitados de escapar para olvidar la crisis. El turismo interior se ha recuperado ligeramente estos días, tras tres años cayendo, aunque no es para echar cohetes: salimos cuatro días, la mayoría a casas de amigos o familiares y gastando lo menos posible. Pero salimos, sobre todo a Levante, Canarias y ciudades con procesiones. Y aumentan los turistas extranjeros, sobre todo británicos, franceses, nórdicos y latinoamericanos, aunque bajan los rusos. El turismo, nuestra primera industria, es lo único que tira de la economía, aunque cree poco empleo y precario. Y aunque los turistas gasten poco, incluidos los extranjeros. Hace falta darle un empujón, con más financiación y ayudas para reconvertir nuestra oferta. Y sobre todo, no hundirlo con una subida del IVA, del 10 al 21%, como propone el Comité de expertos. No secar a la vaca del turismo con impuestos.
enrique ortega

Ha habido una gran escapada esta Semana Santa, a pesar de la crisis y la subida de los carburantes. Tras un primer trimestre de mal tiempo y sin ningún puente, los españoles teníamos muchas ganas de salir de casa. Y eso explica que el turismo interior haya crecido esta Semana Santa, tras el parón de 2012 y 2013, con un aumento de ocupación hotelera del 15 al 20%, según un estudio del Observatorio de la industria hotelera. Y la Secretaría de Estado de Turismo estima que la ocupación media en toda España será del 80% esta Semana Santa. Eso sí, la escapada es corta (4 días de media), la mayoría a segundas residencias o casas de amigos y familiares y con poco presupuesto para gastar (mucho menú y bocadillos). Pero salimos.

La mayor ocupación se da esta Semana Santa en Levante, Canarias y las ciudades con procesiones conocidas (como Sevilla, Málaga, Granada, Zamora o Valladolid), según los hoteleros. Mientras, Galicia, Asturias, Extremadura y Baleares tendrán una ocupación hotelera inferior al 70%. Y se han duplicado las reservas de cruceros cortos (todo incluido), además del turismo rural, por el esperado buen tiempo. También habrá más viajes low cost a destinos europeos, la mayoría contratados por Internet (ofertas).

Mientras viajamos más los españoles, esta Semana Santa también se espera un aumento de turistas extranjeros, que han vuelto a batir otro récord en el primer trimestre  de 2014: 10,1 millones de viajeros, un 7,9% más, con otro récord en Canarias, que se beneficia de la crisis política en el norte de África y Turquía. Los hoteleros esperan una buena primavera y que este primer semestre lleguen a España 25,5 millones de turistas extranjeros, un 5,9% más que en 2013. Y después, cerrar el año 2014 con otro récord histórico: 63,5 millones de turistas, un 6% más que en 2014. Lo positivo es que aumentan los turistas británicos (su economía, fuera del euro, es la que más crece en Europa, por la ayuda del Banco de Inglaterra, dando liquidez y reanimando su economía), franceses, nórdicos, suizos y latinoamericanos, aunque caen los rusos, por la crisis de Ucrania y la caída del rublo frente al euro (ha encarecido sus viajes un 8% en el primer trimestre).

El turismo se reanima esta Semana Santa, anticipando un mejor verano y otro año récord, con una mejoría (por primera vez desde 2010) del turismo interior, que supone la mitad del negocio. Con todo, la mejora del turismo encubre una caída del gasto, no sólo entre los turistas españoles sino entre los extranjeros: lleva cuatro años cayendo, desde los 752 euros por turista en 2010 a los 744 euros de 2013. Y si descontamos la inflación, los extranjeros se están gastando ahora en España  menos que en 2007 (800 euros por turista). Eso se debe a la dura competencia entre tour operadores, que ha forzado a una caída de precios en los paquetes turísticos. Y a que ahora, sólo dos de cada tres turistas extranjeros vienen a hoteles: el resto se reparten entre casas propias o de amigos y apartamentos. Muchos de ellos ilegales, como denuncian los hoteleros: hay 500.000 no regularizados, que tiran precios.

El otro problema del turismo, junto al poco gasto, es que hay dos Españas turísticas: una, la del turismo de sol y playa, la costa mediterránea, Baleares y Canarias, que aprovecha el tirón de los turistas extranjeros y que lleva dos años con el cartel de “Completo”; y la otra, la España interior y la cornisa cantábrica más Galicia, que no acaba de despegar, por estos tres años de  caída del turismo nacional. Tal es así que sólo cinco regiones (Canarias, Baleares, Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana) se llevaron en 2013 el 93% de los ingresos aportados por el turismo extranjero (59.082 millones de euros) y las 12 autonomías restantes sólo se llevaron el 7% del pastel turístico extranjero. De ahí que la mitad de los hoteles y empresas turísticas hayan visto caer ventas y beneficios en 2013, a pesar del récord de turistas.

Ahora, la situación puede mejorar para el sector si se recupera de verdad el turismo nacional, lo que está por ver, ya que dependerá de la recuperación del empleo y los salarios, que será muy pequeña todavía este año. Por eso, aunque el turismo mejora, apenas se está creando empleo en el sector: marzo ha sido el segundo mes consecutivo en que ha subido la afiliación en hostelería, tras caer en enero y en todo 2013. Con ello, el balance del primer trimestre ha sido una creación neta de 20.718 empleos en la hostelería, aunque la casi totalidad sea empleo precario: temporal y a tiempo parcial, con sueldos menos que mileuristas. Ahora, la clave va a estar en este verano y en ver si el euro cae algo más: si bajara al entorno de 1,35 euros por dólar (difícil: está en 1,38), reanimaría las reservas para julio y agosto.

Y también es clave que el Gobierno apoye al sector, con más campañas de promoción fuera de Europa (origen del 91% de nuestros turistas), campañas reducidas por los recortes (el presupuesto de promoción turística ha caído a la mitad entre 2011 y 2014). Y con medidas que no cuestan, como agilizar los visados (sobre todo a chinos y rusos), algo que sigue sin arreglarse. Además, es urgente facilitar la desestacionalización del turismo, bajando las tasas a los vuelos y los impuestos a los hoteles fuera de temporada, además de promover el turismo de salud y de la tercera edad (que ha sufrido también recortes). Y, como tema de fondo, proporcionar financiación y ayudas fiscales al sector turístico para renovar instalaciones y ofertas, un Plan Renove para el turismo como ha pedido Canarias.

Pero, sobre todo, hay que dejar tranquilo al turismo, sin subirle impuestos. La subida del IVA turístico, del 7 al 10% en septiembre de 2012, ya hizo mucho daño. Y ahora, el sector teme que el Gobierno les suba el IVA de nuevo en 2015, del 10 al 21%, como ha propuesto el Comité de Expertos en el borrador entregado a  Montoro para la anunciada reforma fiscal de este verano. Si lo hacen, secarán la vaca del turismo, nuestra primera industria y uno de los pocos sectores donde se está creando empleo. Sería una puñalada a la recuperación.

lunes, 14 de abril de 2014

Carburantes: suben, aunque estén bajo vigilancia


Los carburantes han vuelto a subir esta Semana Santa, como en verano y Navidad, a pesar de la bajada del petróleo y la subida del euro, que abarata importaciones. El problema es que hay poca competencia entre las petroleras: tres controlan el mercado y acuerdan precios. El Gobierno les tiene bajo vigilancia, con varios expedientes abiertos, y les achaca que suben sus márgenes, pero no vale de nada: seguimos teniendo la gasolina y el gasóleo más caros que en Europa, sin contar impuestos, aunque con ellos sea más barata. Por eso, la Comisión Europea presiona al Gobierno para que suba los impuestos a los carburantes en 2015, con la anunciada reforma fiscal. Aunque el Gobierno presione a las petroleras para que bajen márgenes, serán 5 céntimos de ahorro como mucho. Y con la subida de impuestos, subirán entre 7,5 y 10 céntimos. Mucho ruido para que al final, los carburantes suban en 2015.
enrique ortega

Los carburantes están más baratos que en enero (-1,7% el gasóleo) y que en verano (-3%) aunque la rebaja es mucho menor de la que debería ser por el doble ahorro que suponen la bajada del petróleo (-3,7% desde enero y -5,7% desde agosto) y la subida del euro (+6,3% desde enero y +12,6% desde agosto), que abarata las importaciones de crudo y carburantes. Con ello, las petroleras han vuelto a quedarse con parte del ahorro en el coste real de los carburantes, como ya denunció el Gobierno en enero, a través de un informe de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC): habían subido sus márgenes un 25%. Ahora, aprovechando la Operación Salida de Semana Santa, han vuelto a subir los carburantes, que empezaron a subir a finales de marzo, tras caer desde Reyes. La historia se repite cada año: suben al máximo en agosto, bajan en otoño, suben en Navidad, bajan después, suben en Semana Santa, se estabilizan en primavera y suben para las vacaciones.

El precio de los carburantes tiene tres partes: en el gasóleo, un 45,29% son impuestos (0,602 euros/litro en marzo), otro 42,73% es el coste del carburante (0,568 euros litro) y el 11,96% restante (0,159 euros) es el margen bruto, donde la petrolera incluye costes de transporte, almacenaje y distribución (0,8 céntimos por litro), gastos financieros, gastos biocarburantes, pago a mayoristas y gasolineras (8 céntimos por litro) y el beneficio de la petrolera (dicen que ganan entre 1 y 1,5 céntimos por litro). Si el precio de los carburantes se fija en el mercado internacional (Marsella y Rotterdam), el precio al automovilista sin impuestos debería ser en España similar al de Europa. Pero aquí es más caro.

En enero 2014, el informe de la Comisión de la Competencia (CNMC) ya advertía que los precios antes de impuestos eran en España 5,1 céntimos más altos para la gasolina y 4 céntimos más para el gasóleo A que en la UE-28. Y que España era el 4º país con la gasolina más cara (sin impuestos) y el 6º con el gasóleo más caro de los 28 países UE. Luego, la CNMC ha vuelto a informar que los márgenes subieron otro 8% en febrero. Ahora, con datos del 7 de abril, la diferencia de precios se mantiene: la gasolina en España es 4,3 céntimos más cara (sin impuestos) que la media UE-28 y 2,9 céntimos más en el gasóleo A. Y somos el 5º país con la gasolina más cara y el 9º con el gasóleo más caro.

Si los carburantes sin impuestos son más caros en España que en la mayoría de Europa se debe a que las petroleras tienen más margen bruto, bien porque tienen más costes (menos eficiencia al comprar en el mercado o al refinar el crudo y comercializarlo) o porque tienen más beneficios. O por las dos cosas, que es lo más probable. De hecho, España es el país europeo donde las petroleras más aumentaron sus márgenes brutos durante la primera parte de la crisis (entre 2007 y 2010: un 21 % en el gasóleo (82,5% ventas) frente al 16% en Francia, 9% en Italia, 7% en reino Unido o 5% en Alemania, según la CNC.

El problema de fondo es que en el sector petrolero, tras más de 15 años de precios liberalizados (desde octubre de 2008), hay poca competencia y está dominado por tres empresas: Repsol, Cepsa (controlada por IPIC, la empresa estatal de Abu Dabi) y la británica BP. Un triopolio que controla todo el proceso del negocio, desde la compra internacional de crudo y carburantes, el refino (las 9 refinerías que hay en España son suyas, mientras en otros países hay entre 5 y 10 operadores refinando), el almacenaje, transporte y distribución (tienen el 29,15% de CLH, al antigua Campsa, y controlan la logística) y, sobre todo, la venta en gasolineras: controlan el 73% de las venta de carburantes (45% Repsol, 16% Cepsa y 12% BP), aunque en la mayoría de provincias (incluida Madrid) superan el 80% de las ventas, entre gasolineras propias y abanderadas, según la CNE. Un poder que contrasta con el 50% de las ventas que controlan las grandes petroleras en Francia o el 31% en Italia.

Con este poder en todo el negocio, son capaces de adelantar o retrasar compras de carburantes, establecer cuellos de botella en la logística (CLH) que perjudiquen a la competencia y, sobre todo, forzar a las gasolineras a pactar precios a cambio de mayores comisiones, como denunciaba un detallado informe de la Comisión de la Competencia, que ya les puso en 2009 una multa de 7,9 millones por pactar precios. En marzo 2013, la Comisión de la Energía (CNE) les abrió un expediente por el efecto lunes: acordar bajar precios los lunes (el día que se mandan a Europa) y subirlos el martes, una práctica comprobada desde el verano anterior. A finales de mayo, la Comisión de la Competencia abrió otra investigación (con registro sorpresa de sus oficinas) para intentar demostrar que acuerdan precios. Y en diciembre 2013, les abrió otro expediente sancionador por incumplir las medidas correctoras impuestas en 2009 para evitar que pactaran precios y comisiones con las gasolineras.

Las petroleras están pues bajo vigilancia desde 2009, pero ahí siguen, con los precios sin impuestos más altos de Europa. Y eso, a pesar de que en julio de 2013 el Gobierno Rajoy reformó la Ley de Hidrocarburos para fomentar la competencia: más facilidades para abrir gasolineras en centros comerciales y polígonos, prohibir a las grandes abrir gasolineras donde tengan más de un 30% del mercado y limitar de 5 a 1 año (prorrogable a 3) los contratos de las petroleras con las gasolineras, para facilitar el cambio de abanderamiento. Pero ni con esas aumenta la competencia: las gasolineras de marcas blancas, cooperativas e hipermercados sólo suponen un 25% del total (10.424) y sólo han ganado un 5% de cuota desde 2007. Haría falta fomentar nuevas gasolineras en autopistas y autovías y multiplicar carteles con precios comparados, para aumentar la competencia de verdad.

Al final, aunque las petroleras tienen un mayor margen, los carburantes en España son más baratos que en la mitad de Europa: somos el 12º país con la gasolina más barata (1,34 céntimos menos que la media UE-28) y el 11º con el gasóleo más barato (0,88 céntimos más barato). Y eso, porque pagamos menos impuestos, aunque ya suponen la mitad del precio de la gasolina (50,64% frente al 57,9% en la UE-28) y casi la mitad del gasóleo (45,29% frente al 50,94% en UE-28). La ComisiónEuropea lleva meses presionando a España para que suba estos impuestos a los carburantes y los ponga “a nivel europeo”. El Gobierno Rajoy ya no se puede escaquear más y tendrá que subirlos en la próxima reforma fiscal, que prepara para 2015. Eso supondrá una subida extra de los carburantes: un 7,2% para la gasolina (10 céntimos por litro) y un 5,6% para el gasóleo (7,5 céntimos por litro).

En definitiva, el Gobierno “persigue” (con poco éxito) a las petroleras para que rebajen sus márgenes y poder bajar los carburantes 5 céntimos por litro (como mucho) pero mientras nos sorprenderá con un aumento de impuestos que subirá la gasolina y el gasóleo entre 7,5 y 10 céntimos en 2015. Y luego está lo que hagan el petróleo y los carburantes (se espera que suba la demanda y los precios en 2014, máxime si hay conflictos), junto al euro, que podría bajar este año y encarecer así la factura energética por partida doble. Así que, aun vigilando a las petroleras, los carburantes seguirán caros este año. Sólo nos queda usar menos el coche. Algo difícil.