jueves, 2 de octubre de 2014

Presupuestos 2015 : el cuento de la lechera


Érase una vez un país que crecía más que sus vecinos y donde el Gobierno prometió al pueblo bajarles los impuestos y a la vez recortar el déficit público y crear mucho empleo. Es “el cuento de la lechera” de Rajoy para 2015, año de elecciones. La realidad es que España tiene difícil crecer más porque Europa está en recesión (mientras Latinoamérica se desinfla) y también porque el consumo no tira (uno de cada cuatro españoles está en paro y los que trabajan tienen empleos precarios y cobran poco), las empresas venden poco y no invierten (tampoco hay crédito) y las exportaciones han pinchado, con lo que volvemos a tener déficit exterior. En resumen: la economía está frenada y así es difícil crecer al 2% y crear 1.000 empleos diarios en 2015, como promete Rajoy. Y si no crecemos tanto, harán más recortes para bajar el déficit, después de las elecciones. Más realismo y menos cuentos.


enrique ortega 

 
 
Todo el Presupuesto 2015  presentado por el Gobierno Rajoy descansa sobre un pilar: España crecerá este año (+1,3%) y el que viene (+2%) más de lo que habían dicho (una décima y dos más) y más de lo que crecerá la Europa del euro (+1,1 y +1,5%). Gracias a este mayor crecimiento, España creará mucho empleo, más que los años en que crecíamos al 3%: Rajoy promete crear 274.200 empleos en 2014 y otros 348.200 en 2015. Y al haber más gente trabajando y más crecimiento, el Estado ingresará más (+9.500 millones en 2015) y así será posible recortar el déficit (-6.000 millones el Estado) y a la vez bajar impuestos a las empresas (-600 millones) y particulares (-3.400 millones en 2015), que lo notarán ya en la nómina de enero, por la bajada de retenciones (más rebaja a los que ganen más de 60.000 euros). 

Para conseguir cuadrar las cuentas y tratar de cumplir con el déficit en 2015, el Gobierno cuenta con dos “regalos: 2.000 millones más para gastar por la subida“extra” del PIB (al contabilizarse los negocios de las drogas, la prostitución y el contrabando) y otros 4.426 millones de “ahorro” en el desempleo (sobre todo porque se les ha acabado el paro a los que perdieron su empleo antes de 2013). Y luego está el ahorro por no subir el sueldo a los funcionarios (se les congela por 5º año seguido) y por subir las pensiones sólo un 0,25%. Así tienen un colchón para prometer algunos gastos con tinte electoral: devolver a los funcionarios  un cuarto de la paga extra de Navidad no pagada en 2012 (antes de que les obligue el Tribunal Constitucional…), convocar algo de empleo público (unos 2.000 empleos, sólo el 50% de las jubilaciones en servicios esenciales mientras no se cubren la mayoría de las 30.000 jubilaciones anuales de funcionarios) y gastar algo más en inversiones públicas (tras recortarlas un 55% en cuatro años), en el AVE (llegará en 2015 a Zamora, Orense, Burgos, Palencia, León, Murcia y Cádiz) y algunas nuevas carreteras (autovía del Cantábrico, puente Bahía de Cádiz, A-7 en Granada o cierre Benavente-Zamora en la Ruta de la Plata), que pueden sumar votos.

Eso sí, lo importante para la mayoría de los españoles, el gasto en educación, sanidad, dependencia y gastos sociales, que  hacen sobre todo las autonomías, sufrirá nuevos recortes en 2015 (sin que se note mucho). Sobre todo cuando se acaba de saber que 6 autonomías superaban ya en julio el déficit previsto para todo el año 2014 (Navarra, Extremadura, Murcia, Castilla la Mancha, Andalucía y Cataluña). Todo sea por cumplir con Bruselas (sin perder las elecciones).

Hasta aquí el cuento de la lechera (electoral) para 2015. El problema de fondo es que se basa en una premisa difícil de cumplir: crecer más que la Europa del euro. El Gobierno Rajoy espera crecer más gracias al despegue del consumo y la construcción (que aportarían el 1,8% del 2% que prevén crecer en 2015), pero la realidad es que el consumo está parado (lo dicen el comercio y los fabricantes), como lo atestiguan tres meses de inflación negativa, y no se ve el despegue de la construcción (la subida de la vivienda es un espejismo y todavía hay 600.000 pisos nuevos sin vender). Y también creen que el exterior aportará crecimiento en 2015 (+0,2%, tras restar un -0,1% en 2014), por la mejora de las exportaciones, algo difícil ya que Europa crecerá poco (como Latinoamérica), aunque ayude tener un euro más débil (pero sólo beneficia a un tercio de nuestras exportaciones, las que van fuera de la zona euro).

Si las previsiones no se cumplen y crecemos menos (+1,2 en 2015 y +1,6% en 2015 prevé el FMI), se crearía menos empleo (Funcas/Cajas prevé 350.000 nuevos empleos entre 2014 y 2015, la mitad que el Gobierno) y se recaudarían menos impuestos, con lo que no saldrían las cuentas. Y el Gobierno (y las autonomías) se verían obligados a hacer más recortes para cumplir con el déficit. Claro que, como hay elecciones, se harían después. La esperanza de Rajoy y sus barones autonómicos es llegar a las elecciones con el cuento de la lechera, que la gente se lo crea y si hay que hacer recortes sea después de ganar otra vez. Y confiar que Europa (y Latinoamérica) se recuperen y nos ayuden algo a crecer.

Aunque nos creyéramos el cuento, el balance es demasiado pobre para haber sufrido tantos recortes y sacrificios estos cuatro años: creyéndonos sus previsiones, España terminaría 2015 con 395.400 personas menos trabajando que en diciembre de 2011. Y un 22,2% de paro, más del doble que en Europa. No es para tirar cohetes. Y lo normal es que el balance sea aún peor, porque la tímida recuperación española se ha frenado (lo dice el Banco de España) y hay muchas incertidumbres en Europa, Latinoamérica y en todo el mundo (salvo USA, que crece el 4,2%). Por eso, es urgente apostar por otra política, en España y en Europa, que asegure de verdad un mayor crecimiento y más empleo, sin cuentos. Si no, no recuperaremos el empleo de antes de la crisis hasta 2023, según el informe de la OIT sobre España.

En España, habría que hacer un Presupuesto 2015 que favoreciera la recuperación. Y eso pasa por recaudar más y gastar más, para reanimar la actividad. Si recaudáramos como el resto de Europa (luchando contra el fraude y recaudando más a empresas, multinacionales y grandes fortunas), podríamos ingresar hasta 90.000 millones más al año. Y esto no es otro cuento de la lechera: España tiene margen para recaudar más, porque ingresa sólo un 37,8% de su riqueza (PIB) mientras Europa (zona euro) ingresa un 46,87%, según Eurostat.  Con estos mayores ingresos, podrían bajarse los impuestos de verdad a los que menos ganan (para que consuman más) y dedicar más recursos públicos  a “invertir en la recuperación”: ayudas a la industrialización, el turismo y la exportación, incentivos a la inversión y a la creación de empleo, fomento de la investigación e innovación, más formación y educación, además de un programa decidido de fomento del empleo, para reciclar y recolocar a los parados. Y una subida del salario mínimo que fomentara un aumento de los salarios privados, ligados a mejoras de productividad (como pide la OIT). Además, hay que ayudar a empresas y particulares a renegociar sus deudas, para que puedan invertir y consumir.

Lo básico es reanimar la recaudación y con ello el gasto, el consumo y la inversión en España. Pero no es suficiente. Hay que hacer también otra política en Europa, para no caer en la tercera recesión y ayudar a crecer más a los países del sur. Es urgente poner en marcha un Plan de inversiones que reanime la actividad, con un mayor gasto en Alemania y países del norte que tire de las exportaciones en la Europa del sur. Dos temas que iban a plantearse en una Cumbre europea extraordinaria el 7 de octubre en Roma que se ha anulado. Y es que Merkel y los fundamentalistas de la austeridad no quieren cambiar de política (a pesar de que Guindos haya reclamado “autocrítica) y reanimar la economía europea, hoy estancada. Y por mucho que lo intente el BCE, inyectando dinero para fomentar el crédito, si no hay más consumo y más inversión, Europa marcha al ralentí y no despega. Y sin este empuje europeo, España no puede crecer lo que sueña Rajoy.

El problema, en Europa y en España, es que falta confianza: ciudadanos y empresas no ven claro el futuro. Y en consecuencia, no gastan (tampoco pueden), no piden créditos, no invierten, contratan lo mínimo y en precario. Y la mayoría de los parados, con varios años ya sin trabajar, lo ven aún más negro. Por eso, lo que hace falta es una política creíble, que reanime la economía y reduzca la pobreza y las desigualdades, que dé confianza a ciudadanos y empresas,  que no sólo busque cuadrar las cuentas sobre el papel  y llegar como sea hasta las próximas elecciones, aprovechando que no hay alternativas ilusionantes. Más realismo y menos cuentos.

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