lunes, 6 de octubre de 2014

La luz vuelve a subir (calladamente)


Si miran el último recibo de la luz, verán que ha vuelto a subir, a la chita callando: un 6,75% en septiembre, cuando pagamos el precio más alto de los últimos cinco años. Y también subió el resto del verano: un 11,5% en el tercer trimestre, tras bajar en la primera mitad de 2014. Ahora se espera que baje algo en el cuarto trimestre, pero podría subir en 2015. El nuevo sistema de tarifas es muy volátil y el precio depende mucho del viento y la lluvia (luz más barata) y de cómo produzcan luz las eléctricas. Además, en el recibo seguimos pagando de más por un montón de extracostes que el Gobierno no quita: ayudas al transporte, comercialización, parón nuclear, a renovables y  eléctricas tradicionales, a las islas, a grandes empresas consumidoras y al pago de la deuda eléctrica. Hace falta una auditoría de costes, para que de una vez paguemos la luz por lo que de verdad cuesta. Basta de sablazos.
 
enrique ortega

Los precios de la luz en el mercado eléctrico suben desde mayo, porque ha habido menos viento y lluvia, lo que ha reducido la producción de las renovables (luz más barata). Además, hay sospechas de que las propias eléctricas manipulan al alza los precios (el anterior Gobierno ya abrió en 2011 un expediente a Iberdrola, Gas Natural y EON, que acaba de cerrar el Gobierno actual “por falta de pruebas”), enchufando centrales más caras (fuel y gas). Y los recortes del Gobierno a las renovables han subido el coste de producir luz con energía eólica y solar, encareciendo el recibo. Además, el impuesto del 7% a la producción de electricidad que impuso el Gobierno a las eléctricas (2013) para ayudar a tapar el agujero eléctrico (déficit de tarifa), nos lo han acabado cargando en el precio. Por todo ello, el precio de la electricidad en el mercado mayorista (pool  eléctrico) ha subido el 30 de septiembre a 66,98 euros Mwh, por encima del precio de diciembre 2013 (63,64 euros) que hizo intervenir al Gobierno y cambiar el sistema de subasta. Y el precio más alto desde 2008.

En definitiva, el Gobierno Rajoy cambió el sistema de subasta trimestral por un sistema que toma el precio diario del mercado eléctrico mayorista, para evitar sobresaltos como el de diciembre, y ese precio sigue subiendo. Y  además, fluctúa mucho, por la meteorología y las propias eléctricas: en febrero era de 17,12 euros Mwh, en mayo 42,41 y en septiembre 66,98 euros Mwh. Con ello, el precio de producir  la electricidad ha subido un 31% en el tercer trimestre. Y como ese coste de producir la luz supone un 37,48% del recibo (otro 21,38% son impuestos y el 41,14% restante costes regulados por el Gobierno), al final nos ha supuesto una subida del recibo de la luz de un 11,5% este verano (+6,75% sólo en septiembre). En el primer semestre, como producir la luz costó menos del precio que había fijado el Gobierno (48,48 euros Mwh), las eléctricas nos tuvieron que devolver dinero (463 millones, entre junio y agosto), una media de 32 euros por familia.

Ahora, la previsión del mercado eléctrico es que los precios bajen sobre los máximos de septiembre y alcancen en el cuarto trimestre unos 50 euros Mwh, lo que se traduciría en una bajada del recibo para este otoño del 1,5%. Y en todo el año 2014, con la bajada del primer semestre y la subida del tercero, el balance podría ser de una bajada de la luz del 4%, según el Gobierno y las eléctricas. Pero eso sería la tarifa, no lo que de verdad pagan los usuarios, porque la mayoría pagarán más por la luz que en 2013. Primero, porque este año cambió el recibo (en febrero) y subió la parte fija de la factura, lo que se paga por la potencia instalada (ahora supone un 60% del recibo, cuando antes era el 35%). Eso significa que todos pagamos más por tener un contrato de la luz, consumamos o no, suba o baje la luz. Y además, los 2,5 millones de familias que tienen el bono social están pagando más, al margen de que suba o baje la luz: ahora pagan una cuota fija y se les reducen los descuentos. Por si fuera poco, 200.000 familias se han quedado sin esta ayuda, sin el bono social, desde que gobierna Rajoy, según datos oficiales.

Para 2015, lo normal es que suba la luz en el mercado eléctrico a partir de la primavera (menos lluvia y viento) y además el Gobierno tiene que actualizar en enero los precios regulados (41,14% del recibo). Siendo un año electoral, se espera que el Gobierno no suba “su parte” del recibo, pero hay dos costes extras que acabaremos pagando de una forma u otra. Uno, el “regalo” que le van a hacer a las grandes empresas vascas (y no vascas, las que consumen más de 30 kWh), que van a pagar la mitad en los peajes de acceso al suministro eléctrico, como contrapartida al apoyo del PNV a la Ley del Sector Eléctrico aprobada en 2013. El otro, que las eléctricas dejan de pagar el coste del bono social (221 millones anuales), tras haber ganado un recurso en el Supremo, con lo que ahora lo pagaremos todos en el recibo. Como hay elecciones, el Gobierno buscará un sistema para que el pago de estos nuevos extracostes no se note. Una vía es que suba el término de energía en los costes regulados, por un aumento del coste del transporte y la distribución en horas punta, algo que se hace con el nuevo sistema, sin que el consumidor se entere.

Al final, el recibo de la luz sigue siendo un desmadre, que sube y baja sin enterarnos, dado que ahora no hay una subasta trimestral que se publicita sino que los precios cambian cada día (y cada hora, según una estimación de REE, hasta que en 2018 tengamos todos contadores inteligentes). Con ello, el Gobierno Rajoy se libra de los titulares de antes: “La luz sube un x% desde mañana”. Cada mes es una sorpresa y cada usuario un mundo, según su potencia, consumo o ayudas (bono social). Y el mercado eléctrico sigue estando descontrolado: las empresas imponen su mix de producción y sus precios, como un verdadero oligopolio, sin transparencia.

De hecho, pagamos la luz más cara porque el mercado no funciona bien (las eléctricas cobran más de lo que deben por los kilovatios que producen sus centrales hidráulicas y nucleares, un sobreprecio que les garantizó Aznar en 1997) y porque además pagamos en el recibo  muchos otros costes extras, que debían suprimirse o cargarse al Presupuesto: subvenciones al transporte y a la distribución, compensaciones a las grandes industrias consumidoras de electricidad, el parón nuclear, las primas a las renovables (y a las energías tradicionales), las ayudas a la producción de luz en las islas, el bono social y el pago de la deuda eléctrica (23.000 millones que “debemos” a las eléctricas, una hipoteca a 15 años que nos supone una media de 3 euros extras en cada recibo). Y también porque estamos pagando el doble de  centrales de las que necesitamos, ya que la potencia instalada duplica con creces el consumo (hay una “burbuja eléctrica”). Y así pagamos en el recibo por mantener abiertas centrales de gas que apenas funcionan.

Un desmadre al que el Gobierno Rajoy no quiere poner coto (ni antes Zapatero), porque sería recortar ingresos a las poderosas empresas eléctricas, las más rentables de Europa, que incluso aumentaron un 32,6% sus beneficios en 2013 (ganaron 4.187 millones), gracias a un regalo fiscal (devolución en sociedades por actualización de balances). Y mientras, los usuarios seguimos pagando de más en el recibo, sea con el sistema que sea. Y también las empresas: se ahorran en salarios pero pagan un 20% más que las europeas por la electricidad, en perjuicio de su competitividad y el empleo.

Al final, sólo hay una solución: hacer una auditoría de costes transparente, para que paguemos por la luz lo que efectivamente cuesta, quitando ayudas y subvenciones injustificadas (a las centrales nucleares y termoeléctricas, al transporte y la distribución, a los grandes consumidores) y pasando otras al Presupuesto (islas, bono social, renovables). Y cerrando las centrales que no hagan falta, además de fomentar las renovables (eólica, solar e hidroeléctrica), una energía que a la larga es más barata (y sostenible). Si no, seguiremos pagando de más, aunque unos meses suba la luz y otros baje. Un abuso.

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