lunes, 8 de septiembre de 2014

Europa (y España) se juegan la tercera recesión


A mediados de agosto, Eurostat dio la alarma: Europa no crece, Italia está en recesión, Francia casi y la economía alemana cae. Los líderes europeos, asustados, han convocado una Cumbre extraordinaria en octubre para reanimar la economía (la tercera en tres años). Prometen un Plan de inversiones, sin dinero nuevo, que no estaría hasta febrero de 2015. Mientras, piden al BCE que les saque las castañas del fuego, como en 2012 y 2013. Draghi ha bajado testimonialmente los tipos y va a comprar créditos a los bancos para inyectar dinero a la economía europea, pero lo que hace falta no es sólo liquidez sino reanimar las economías con un verdadero Plan Marshall europeo. Eso choca con la austeridad (suicida) que pregona Merkel y apoya Rajoy. Se espera que Francia, Italia y España hagan más recortes en 2015, para reducir sus déficits. Y eso podría llevar a Europa a la tercera recesión de esta crisis, hundiendo la tímida recuperación española. Cambien, reanimen la economía europea como ha hecho Obama con éxito. Si no, vamos hacía atrás, otra vez al agujero.


La economía europea no despega, tras cuatro años de austeridad. Al contrario, empeora: la zona euro se ha estancado en el segundo trimestre, creciendo un 0% (frente al +0,2% del primer trimestre), según Eurostat. Y la UE-28 creció sólo un +0,2%, frente al +0,3% del trimestre anterior. Lo más preocupante es que las tres grandes economías europeas están estancadas o cayendo: Italia ha caído en su tercera recesión en esta crisis (-0,1% en el primer trimestre y -0,2% en el segundo), Francia está parada (creció un 0% en el primer y segundo trimestre) y Alemania, el motor de Europa, decrece un -0,2% en el segundo trimestre (+0,7% en el primero), por el pinchazo de sus exportaciones y la crisis con Rusia.

Otro dato preocupante es la baja inflación europea, que cayó un -0,3% en agosto y está en el 0,4% anual (el dato más bajo desde 2009), con 4 países con inflación negativa (España entre ellos). Un indicador claro de que la economía europea está enferma y un factor que retrasa las compras y el consumo, debilitando las ventas, las inversiones y el empleo, muy débil. De hecho, Europa tiene 27 millones de parados, 2 millones más que en 2008, una tasa de paro del 11,5% (zona euro), la más alta desde la postguerra. Lo positivo es que el euro se ha debilitado, hasta los 1,30 euros/dólar (desde 1,40 en mayo), lo que facilita las exportaciones europeas, pero es otro síntoma de que el ahorro se va de Europa a EEUU (que subirá tipos en 2015), algo que antes o después va a encarecer la deuda y las primas de riesgo. Y lo más preocupante es que la crisis de Ucrania y las sanciones a Rusia van a ser la puntilla para Alemania y la Europa del este, agudizando el estancamiento europeo.

En medio de este panorama, Rajoy “saca pecho” con el dato de que España crece más que la mayoría de Europa: +0,6% en el segundo trimestre, tras crecer también los tres trimestres anteriores (+0,1% el tercero de 2013, +0,2% el cuarto y +0,4% el primero de 2014).Es cierto, pero se trata de un crecimiento muy coyuntural, ligado a la temporada turística y a las rebajas, como demuestra que en agosto se ha roto la racha de mejora del empleo, con una pérdida de casi 100.000 afiliaciones a la Seguridad Social. Un crecimiento pequeño, que aporta un empleo escaso, precario (muchos contratos temporales y por horas) y mal pagado.

Y lo peor es que España lleva ya un año con baja inflación (desinflación) y los dos últimos meses con inflación negativa (-0,5% de inflación anual en agosto). La baja inflación es un cáncer para la recuperación: retrasa las compras de los consumidores, retrae las ventas y las inversiones de las empresas y por tanto la creación de empleo. Además, dificulta devolver las deudas, en un país donde el Estado debe más de un billón de euros (100% PIB) y las empresas y particulares 1,86 billones más. Sin ventas y con salarios de miseria (1 de cada 7 trabajadores son pobres), resulta más difícil desendeudarse y además consumir o invertir. Y más si no hay crédito (ha caído otro 10% este año), el doble de caro que en Alemania.

Rajoy presume de que la recuperación de España está ahí y se apoya en la caída de la prima de riesgo, que ronda los 120 puntos (2,15% interés bono a 10 años) cuando hace dos años estaba en 610 (6,8% en 2012). Un síntoma de que algo va mal, de que los mercados no ven proyectos privados rentables para invertir y de momento se conforman con la deuda, a la espera de que suban los tipos en EEUU (2015) y se vayan allí. Porque una economía que crece al 0,6% no es atractiva. Y menos cuando las exportaciones llevan tres meses cayendo y ya no tiran de la economía. Y van a tirar menos en los próximos meses si Francia, Italia, Alemania o Portugal, nuestros principales compradores, no crecen. Y lo mismo el turismo.

Si Europa va mal, España irá a peor. Y hay un gran riesgo de que Europa caiga en la tercera recesión de esta crisis, tras una primera en 2009 (-4.5% PIB), por las hipotecas basura en USA, y otra segunda en 2012-2013 (-0,7% y -0,4% la zona euro), por culpa de la austeridad impuesta por Merkel y Bruselas en mayo de 2010, tras la crisis de Grecia. Los dirigentes europeos han visto las orejas al lobo, sobre todo el francés Hollande y el italiano Renzi, y han pedido al Banco Central Europeo (BCE) que les ayude, que haga de “bombero” como en 2012 y 2013. En julio de 2012, el BCE evitó la ruptura del euro y el rescate de España (y de Italia) con la famosa frase de Draghi: “haré lo que sea necesario para sostener al euro”. En julio de 2013 volvió a calmar los mercados, asegurando tipos bajos y liquidez. Y en junio de 2014, aseguró otro verano tranquilo al bajar los tipos (al 0,15%) y anunciar que este septiembre subastaría 400.000 millones para que los bancos pudieran dar más créditos.

Las medidas del BCE y los anuncios de Draghi han evitado una catástrofe pero no el estancamiento de la economía europea. Ahora, el 4 de septiembre, el BCE ha ido más lejos: bajó los tipos del 0,15% al 0,05% (algo impactante, pero poco efectivo) y anunció para octubre la compra de créditos a la banca privada (deuda vinculada a préstamos e hipotecas concedidos), en otro intento de inyectar liquidez, dinero, a la débil economía europea. Son medidas decididas pero tardías (se debieron tomar en 2012). Además, Draghi es prudente y no se atreve a lanzar toda su artillería para estimular la economía europea (podría comprar bonos y deuda privada, como hacen EEUU y Reino Unido desde 2009), por no despertar más los recelos de Alemania.

La actuación del BCE animará algo a la economía europea pero es insuficiente. Porque el problema de Europa no es la falta de liquidez (aunque falte crédito accesible en el sur) sino que no hay demanda ni inversión, que la economía está sin pulso, sin crecer y sin inflación, como Japón en los últimos 25 años. Y por eso, lo que urge es reanimar la economía desde los Gobiernos. De momento, los líderes europeos han convocado una Cumbre extraordinaria el 7 de octubre en Italia “a favor del empleo, el crecimiento y la inversión”. Suena bien, pero hay precedentes de Cumbres similares inútiles. En junio de 2012 se celebró una Cumbre donde los 27 aprobaron un “Pacto por el Crecimiento y el Empleo” que se quedó en nada. Y en junio de 2013, otra Cumbre europea aprobó un Plan de empleo juvenil (apoyado en tres Cumbres más ese año), con sólo 6.000 millones para los 28, que no se ha puesto en marcha en España hasta julio de 2014.

Ahora, el reelegido presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha prometido un Plan para movilizar 300.000 millones de inversiones públicas y privadas en Europa. Suena bien, pero tiene dos pegas. Una, que el Plan no se aprobará hasta febrero de 2015 (y 2014 será un año perdido). Y la otra, que no habrá un euro nuevo, según él mismo ha aclarado: se tratará de aprovechar mejor los recursos existentes. Es una concesión a Merkel y los fundamentalistas de Bruselas, que no quieren gastar más para reanimar la economía europea. Y que insisten en que hay que seguir con el rigor presupuestario, con reducir los déficits. Así que lo seguro es que seguirán los recortes, ya anunciados en Francia e Italia. Y también en España en 2015, aunque sea un año electoral: la Comisión ya le ha dicho a Rajoy que para cumplir el déficit tendrá que recortar 20.000 millones extras en 2015. Lo veremos en los Presupuestos que se presenten a finales de septiembre. Y a las autonomías, Montoro les ha enviado 255 medidas de ahorro (más recortes).

El dilema de Europa es que si Francia, Italia, España (junto a Grecia, Portugal y algunos países del Este) hacen más recortes, la tercera recesión será un hecho. Y si se pone en marcha un Plan de reactivación europeo, Alemania y los países ricos del norte tendrán que pagarlo y dejar que la Europa del sur retrase el recorte del déficit. Más austeridad, como defiende Europa desde 2010, o reanimar la economía, como viene haciendo EEUU desde 2008. El balance de ambas políticas es incontestable: Europa está estancada y EEUU crece al 4% (2º trimestre 2014). Europa tiene un 11,5% de paro (zona euro), tras perder 2 millones de empleos, y EEUU tiene un 6,2%, tras crear Obama 9 millones de empleos.

Europa debe acabar con la política de austeridad, reanimando la economía europea con un Plan de inversiones públicas y privadas potente: los sindicatos han propuesto un Plan Marshall europeo que destine un 2% del PIB durante 10 años a inversiones, para crear 11 millones de empleos. Además, Alemania y la Europa más rica deben fomentar el consumo y la inflación, mientras en la Europa del sur se flexibilizan los objetivos del déficit público, para dar más margen a fomentar la inversión, la investigación, la formación y el empleo. Y ayudar a que los países del sur paguen su deuda, mutualizándola con eurobonos, para rebajar intereses. Y facilitar la renegociación de la deuda de empresas y particulares, para que puedan consumir e invertir, mientras se facilita el crédito, comprando el BCE más deuda privada.

En España, el Gobierno debería mejorar la recaudación y luchar de verdad contra el fraude fiscal: si recaudáramos como Europa, se podrían ingresar 90.000 millones más, para reducir el déficit y sostener inversiones públicas y el Estado del Bienestar. Además, hay que fomentar el consumo, con menos impuestos indirectos y salarios más altos (la mitad de los españoles ingresan menos de 1.000 euros al mes). Y el crédito y la inversión, con una política activa de fomento del empleo, que exige gastar más en formación y en colocar a los parados. Hay que volcarse en la reindustrialización, la educación, la investigación, el turismo y la exportación. Y corregir la pobreza y la desigualdad, un lastre para el crecimiento.

Si Europa se estanca o cae en la tercera recesión, España no se recupera. Rajoy no debería aliarse con Merkel y sus recortes sino sumarse a Hollande y Renzi para forzar un cambio en Europa, para reanimar la economía y salir de cuatro años de estancamiento, fruto de una austeridad suicida. Lo necesitamos más que nadie, porque tenemos el doble de paro. O cambian de política o vamos al abismo. Todos, pero nosotros más.

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