lunes, 14 de julio de 2014

Tarjetas: rebaja al comercio, no al cliente


A partir de septiembre, los comercios pagarán menos de la mitad de comisión por las ventas hechas con tarjetas de crédito. Es una de las medidas aprobadas el 4 de julio por el Gobierno Rajoy “para reactivar la economía”. Teóricamente, facilitará las ventas. Pero esta rebaja de las tarjetas tiene “truco”: es para los comercios, pero no se espera que los 200 millones que se ahorran en comisiones los trasladen en rebajas a sus clientes. Y como los bancos van a ingresar menos por las tarjetas, se teme que nos suban las cuotas anuales y el ya alto interés que cobran por las compras aplazadas. Lo dicen los consumidores  y hasta VISA Master Card. Y es lo que pasó en 2005, la otra vez que bajaron las comisiones de las tarjetas: no nos bajaron los precios y los bancos nos cobraron más por ellas, para resarcirse. Así que esta bajada de comisiones tiene retranca: puede acabar en subida para nosotros.
 
enrique ortega

En España hay casi 70 millones de tarjetas, dos por adulto: un tercio son de débito y los dos tercios restantes son tarjetas de crédito (43,26 millones, 8,2 millones menos desde 2008). Con estas últimas se hacen 1 de cada 6 compras en España: 72 compras y un gasto de 3.074 euros por segundo. Parece mucho, pero los españoles usamos menos las tarjetas que la mayoría de europeos: hacemos 52 compras al año por persona (una a la semana) frente a 79 compras en la UE, según el BCE. Los que más compran con tarjeta son los nórdicos (230 compras los suecos, 224 los daneses, 167 Reino Unido, 130 Francia y sólo 39 Alemania) y los que menos los europeos del sur (4 compras búlgaros y rumanos y 7 los griegos). En cuanto al gasto, España compró con tarjeta de crédito por valor de 2.305 millones en 2013, la mitad que Portugal, la cuarta parte que Reino Unido y la quinta parte que Suecia o Dinamarca.

En general, Europa está retrasada en el uso de tarjetas frente a Estados Unidos: aquí se usan para hacer el 21% de los pagos y en Norteamérica para el 40% de las compras. Por eso, el BCE quiere fomentar su uso como un instrumento de pago “eficiente, seguro y fiable”. Y la Comisión Europea lleva desde 2009 peleando con VISA y Master Card, a los que ha abierto varios expedientes para que bajen las comisiones que cobran por el uso de las tarjetas. Precisamente, en febrero de 2014 alcanzó un acuerdo con VISA para rebajar un 60% las comisiones de las tarjetas, a cambio de no multarles. Y en abril, el Parlamento Europeo aprobó un Reglamento que plasmará este pacto con VISA y regulará las comisiones máximas de las tarjetas, como hicieron antes EEUU, Canadá o Australia: serán de un 0,3% máximo para las tarjetas de crédito y un 0,2% para las tarjetas de débito. El nuevo Reglamento aún tiene que ser ratificado por el Consejo Europeo y entraría en vigor un año después, para 2016.

El Gobierno Rajoy ha querido adelantarse a Bruselas y ha aprobado el 4 de julio estas nuevas comisiones europeas, que entrarán en vigor el 1 de septiembre. Las comisiones de las tarjetas de crédito, que eran de las más altas de Europa, pasan del 0,74% de media al 0,30% (rebaja del 60%). Y las de las tarjetas de débito, que estaban en el 0,30% (mínimo 0,32 euros por operación) pasan al 0,20% (y 0,07 euros), una rebaja del 70%. Los comerciantes se han quejado siempre de que las elevadas comisiones retraían las compras con tarjeta y que por eso las tarjetas se usan menos en España. Sobre todo para los pequeños pagos (menos de 20 euros, sólo un 7% se hace con tarjeta), porque tienen unas comisiones abusivas: un pago con tarjeta de 3 euros, por ejemplo, soporta una comisión de 25 céntimos (ahora la comisión baja más que para el resto de pagos, al 0,2%).

Los comercios estiman que se van a ahorrar unos 200 millones en pago de comisiones por las tarjetas. Pero el reparto será desigual, como es desigual el pago de estas comisiones, según un esquema complejo: las empresas emisoras (Visa, Master Card, American Express…) fijan una comisión por el uso de sus tarjetas, que es la tasa de intercambio que ahora baja el Gobierno (y Bruselas en 2016). Pero luego, el banco que trabaja con el comercio le traslada esta comisión  a su manera, cobrándole un porcentaje que puede ser mayor o menor, según las ventas y los servicios que le presta el banco. Los comercios que más pagan son los pequeños (las farmacias pagaban hasta ahora una tasa del 1,04%, los supermercados el 0,90%, los restaurantes un 0,88% y las ventas inferiores a 15 euros el 0,83%) y los que menos pagan los grandes negocios (0,26% las autopistas, 0,45% los híper, 0,49% las gasolineras y 0,51% las agencias de viaje). Ahora, lo lógico es que a todos los comercios les baje la comisión que les cobran los bancos, pero no por igual.

Esta rebaja de las comisiones al uso de las tarjetas (-60%) debería servir para que los comercios nos rebajaran sus precios, al menos una parte. Pero las asociaciones de usuarios bancarios, como ADICAE, temen que no bajen, como ya sucedió en 2005, tras la rebaja de comisiones del 50% pactada entre bancos y comercios (la comisión pasó del 1,52 al 0,74%): los comercios en vez de bajar sus precios, los subieron un 25% más que en la eurozona entre 2005 y 2010. El otro temor es que los bancos suban también a los usuarios el coste de las tarjetas, para resarcirse de los menores ingresos por comisiones en las ventas con tarjeta: es lo que pasó entre 2005 y 2010, que subieron un 27% sus ingresos financieros (cinco veces más que en la eurozona).

Ahora, hasta VISA y MasterCard han dicho que la rebaja de comisiones a las tarjetas “no va a beneficiar al consumidor”, ya que acabará pagando más por tener su tarjeta. La banca, molesta por la rebaja del Gobierno anticipándose más de un año a Europa, está pensando en cómo resarcirse. Algunas entidades piensan en cobrar un alquiler a los comercios por los datafonos o TPV (1,5 millones), como se hace en algunos países de Europa. Y antes o después, tratará de compensar los menores ingresos por comisiones con subidas a los usuarios, que pagan por dos conceptos. Uno, por tener la tarjeta, una cuota anual que ronda los 21 euros de media (eran 10,21 euros en 2010), aunque muchos bancos cobran más (30 euros Barclays, 43 euros Santander y 52 euros La Caixa). El otro, los intereses que cobra por aplazar los pagos, en las tarjetas revolving: el tipo medio está en el 20% (16% en la UE), pero en los grandes bancos el interés supera ya el 25% (26,75% La Caixa y Santander).

En definitiva, que se rebajan las comisiones a las tarjetas, pero los usuarios no lo vamos a notar, salvo porque nos acabará saliendo más caro usarlas. Ya antes, tener una tarjeta sale  caro y usarla más, sobre todo si se aplazan los pagos, algo cada vez más habitual con la crisis: se paga más cuanto menor sea la cuota mensual y más el gasto, porque se pagan intereses por lo pendiente. Además, si el cliente se retrasa en el pago de una sola cuota, paga tres comisiones más: comisión por reclamación de posiciones deudoras (35€), comisión de descubierto (30€ por exceder el límite de la tarjeta) y pago de intereses de demora (20,4% TAE). Así que lo mejor es pagar cada mes lo que se gasta y no tener muchas tarjetas, porque aunque al principio nos la ofrezcan “gratis”, al final nos acaban cobrando una cuota. Y lo peor es que muchas de las comisiones que pagamos son opacas, porque bancos y Cajas no tienen obligación de publicar su Libro de tarifas desde abril 2012: basta que comuniquen los cambios individualmente a sus clientes(muchos no se enteran).

La asociación de usuarios bancarios ADICAE ha presentado una denuncia ante la Comisión de la Competencia (CNMC) por presuntos acuerdos ilegales entre emisores, bancos y comercios en la fijación de los costes de las tarjetas. Y piden al Gobierno Rajoy y a Bruselas que tomen medidas efectivas para que la rebaja de comisiones se traduzca en una rebaja de precios a los consumidores y en un abaratamiento de las tarjetas a sus usuarios, algo que no pasó con la rebaja de 2005. Además, Bruselas y el Gobierno deben exigir más transparencia al sector, para saber con claridad los acuerdos entre emisores y bancos, la cuantía de las comisiones cruzadas y las diferencias de pago según el negocio, en perjuicio de los pequeños.

Las tarjetas de crédito son un gran invento, que facilita las ventas, pero no puede ser un negocio clave para la banca, que debe cobrar lo justo por su servicio y no aprovechar los plásticos para redondear unas cuentas que no les salen con su negocio tradicional (dar créditos, que no dan). Y las tiendas las tienen que verlas como una ayuda a la venta, no como un coste a cargar al cliente. Al final, no puede ser que las tarjetas sirvan para estrujar a los de siempre, a los usuarios. Que no nos engañen con bajadas que tienen retranca.

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