jueves, 12 de junio de 2014

La sequía y el turismo subirán los alimentos


La sequía ha vuelto a asolar media España, en abril y mayo, dañando los cereales y otros cultivos. Y el cambio climático ha provocado subidas de alimentos en medio mundo. Aquí, subirán los alimentos en junio y más en julio y agosto, cuando haya 16 millones de bocas más que alimentar (turistas). Las subidas se notarán sobre todo en el pan, las pastas, carnes, legumbres, frutas y, en la próxima campaña, en el vino, el aceite y los turrones. Mientras, los españoles empezamos a consumir más alimentos, gracias a la guerra de precios entre supermercados, que se está agotando, porque las marcas blancas se han hecho con el mercado e imponen sus condiciones. Eso sí, pagamos por los alimentos cuatro veces lo que cobran agricultores y ganaderos: la mayoría del precio se queda por el camino. Sigue sin ponerse orden en la alimentación, a costa del consumidor y del campo. Y si sube el IVA reducido, como proponen Bruselas y el FMI, será la puntilla para nuestros bolsillos.
 
enrique ortega

Tras un invierno lluvioso, hemos tenido una de las primaveras más secas de los últimos años, con una fuerte sequía en abril y mitad de mayo, que se remonta a septiembre en el sureste. La sequía ha sido “dramática” en Murcia, Comunidad Valenciana, Aragón y zona centro, según los datos de las organizaciones agrarias, que también hablan de problemas en las dos Castillas y parte de Cataluña, con hasta 500 millones de euros en pérdidas. Los cultivos más afectados son los cereales (trigo, cebada, centeno), las legumbres, la almendra, el olivar y el viñedo y los pastos, que afectarán sobre todo a la ganadería. Agricultura dará ayudas fiscales y avales para créditos.

Esta sequía en España, como la de 2012, se suma a la fuerte sequía y los problemas climáticos en EEUU, Brasil, Australia y Sudeste asiático, que ha afectado a los cereales (más, con la crisis de Ucrania), la carne, el café y los aceites vegetales, cuyos precios llevan meses subiendo y batiendo récords desde mayo de 2013, según datos de la FAO, también por un aumento en la demanda mundial de alimentos.

Si añadimos a la sequía y a la subida internacional de los alimentos el fuerte aumento de la demanda en verano, por la llegada de turistas a España (16 millones de bocas más que alimentar sólo entre julio y agosto), todo apunta a una nueva subida de los alimentos, a partir de junio, tras un primer cuatrimestre con subidas moderadas, salvo las frutas (+6,3% de subida en el último año), carnes (+2,3% el cordero y 1% el pollo) y leche (+4,2%). Ahora, las mayores subidas se esperan en los derivados de los cereales (pan, pastas y cereales), las legumbres, algunas carnes, por la falta de pastos que obliga a utilizar piensos (cordero, cabrito, vacuno), algunas frutas y, para la próxima campaña, en el vino, el aceite y los turrones (la sequía ha diezmado la cosecha de almendra mediterránea). Y seguirá subiendo la leche, afectada por la falta de pastos y la escasez de la producción en España.

Estas próximas subidas podrían frenar la incipiente recuperación del consumo de alimentos este año, tras estabilizarse en 2013: el gasto medio en la cesta de la compra fue de 4.553 euros por hogar, un 0,4% más que en 2012, según Kantar, siendo dos tercios del gasto en alimentos envasados, cuyo consumo crece más que el de alimentos frescos. Pero 7 de cada 10 consumidores sigue restringiendo su consumo y sólo compra productos básicos. Está bajando el consumo de frutas (-2,2%) y carnes (-0,4%) y sube el consumo de leche (+1,1%) y lácteos (+1,9%), azúcar, legumbres, pan, huevos y aceites, según Agricultura.

La tendencia de compra apunta cada vez más hacia los supermercados baratos, que ya lideran las ventas (con un 34% del mercado), encabezados por Mercadona (22,3% ventas totales), Día (7,8%), Carrefour (7,7%), Eroski Súper (3,3%), Lidl (3%) y Alcampo (2,9%), según Worldpanel Distribución 2014. Les siguen las tiendas tradicionales (30,7% de las ventas), resto de supermercados (21%) y los híper (14% ventas), los que más pierden junto a las tiendas de siempre. Ahora la pelea se ha trasladado de los productos envasados a los frescos, frutas y verduras y carnes, donde los supermercados compiten con el mercado tradicional.

Pero la pelea básica sigue centrada en los alimentos envasados, bebidas, productos de limpieza y perfumería, donde siguen creciendo las marcas blancas, aunque menos que en años anteriores: suponen un 38% de las ventas (37% en 2012), según Nielsen, por encima de la media europea (35,8%), siendo el 4º país europeo con más penetración. Y en alimentación, las marcas blancas llegan ya al 45% de ventas, mientras hay tres supermercados donde las marcas blancas suponen más de la mitad de sus ventas: Mercadona (56,4%), Día (52,5%) y Lidl (78,3%). Sin embargo, en 2013 se han recuperado algo las marcas de fabricante, con un aumento del 0,5% en las ventas de los Top 100. Pero todavía, la mayoría de marcas bajan sus ventas, según la consultora IRI: Coca- Cola (-4,1%), Nestlé (-0,6%), Panrico (-12,6%), Perfumería Puig (-10,3%), Danone (-10,1%), Mahou (-2%), Colón /Calgonit (-7,9%), Puleva (-7,7%), Pascual (-2,4%), Nutrexpa (-1,8%)…

Las marcas blancas se han consolidado (acaparan el 72% de las ventas de aceite, por ejemplo), pero su tremenda fuerza preocupa por tres razones. Una, porque están hundiendo a muchas industrias y marcas de fabricante, expulsando competidores. Y con ello, han podido subir los precios de algunas de sus marcas, como demostró el estudio de The Battle Group. Y la tercera, que su política de compras y “ventas a pérdida” (precios “escaparate”, por debajo de coste, de aceite, leche o pollo) está hundiendo el campo, según denuncian las organizaciones agrarias, mientras la CNMC ha abierto varios expedientes por concertar precios.

A pesar de que continúa la guerra de precios en la cesta de la compra, los consumidores seguimos pagando los alimentos hasta cuatro veces más caros de lo que se les paga a agricultores y ganaderos: la diferencia media es de 4,72 veces en los productos agrícolas (+ 623% en la lechuga, +535% en la naranja o +783% en el calabacín)) y 3,06 veces en los ganaderos (+315% en la ternera, +260% en el cordero, +147% en el pollo, + 110% en la leche o +75% en los huevos). Eso se debe al extraordinario poder de la distribución: entre cinco controlan el 64% de las compras (Mercadona el 27%, Carrefour el 12,2 y Eroski y  Día 9,5% y Alcampo 5,8%). Un oligopolio que impone su poder frente a 30.000 industrias alimentarias (la mayoría pymes) y 330.000 productores agrarios, que apenas comercializan directamente sus productos (sólo 0,1% de venta directa frente al 15% en Europa). Y las 4.000 cooperativas agrarias españolas venden lo mismo que las cuatro mayores cooperativas de Holanda.

Nuestra cesta de la compra está en manos de unos pocos distribuidores, que marcan sus reglas y nos imponen sus marcas con el señuelo de los bajos precios. Y esto tardará en cambiar, a pesar de dos leyes recién aprobadas que pretenden hacer más transparente el mercado alimentario y fomentar las cooperativas. Pero al final, con la crisis, todos acabamos comprando lo más barato y fortaleciendo el oligopolio.

Ahora, el riesgo es que el Gobierno acepte las presiones de Bruselas, el FMI y el dictamen de la Comisión de expertos, que defienden subir el IVA de los alimentos, del 10 al 21 % para enero. Eso encarecería dos tercios de la cesta de la compra, que tiene ahora IVA reducido: carnes, pescados, aceite y azúcar, café, chocolate, pastas,  confitería y bollería, comida preparada de bebé, helados, yogures, frutas preparadas, zumos, agua y refrescos. Y casi todo lo demás, al subir también el IVA de los costes de producción del campo, desde semillas o fertilizantes al agua de riego, herbicidas o plásticos. En conjunto, la patronal de alimentación estima una subida de 600 euros por familia. El Gobierno dice que no subirá el IVA de los alimentos, pero la tentación está ahí: recaudaría 14.000 millones más.

Suba o no el IVA, los alimentos subirán este verano, a pesar de marcas blancas y ofertas. Es una buena razón para que el Gobierno y las asociaciones de consumidores refuercen los controles para asegurar la transparencia y la competencia, para que la distribución no haga su agosto a costa de nuestro carro de la compra. Con la comida no se juega.

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