lunes, 29 de diciembre de 2014

La luz volverá a subir en 2015


La luz ha subido en diciembre, tras un 2014 que ha sido un tobogán de precios. Al final, la luz  bajará este año un 4,9%, según el Gobierno, tras rebajarse otro 3,7% en 2013. Pero la mayoría de recibos subirán en 2014, porque pagamos más por la potencia instalada. Y para 2015, los futuros indican que la luz subirá un 12%, trasladando al recibo una subida del 4,5%. El Gobierno no subirá en 2015 (año electoral) su parte del recibo, los precios regulados. Para ello, ha encajado las cuentas con varios trucos para que no haya déficit  eléctrico en 2014 y 2015, algo dudoso. Pero el balance real no se sabrá hasta diciembre 2015 y si hay que subir más la luz, será en enero 2016, cuando hayamos votado. Entre tanto, la luz nos ha subido ya un 72% en los últimos 10 años. Y eso, porque seguimos pagando de más, extracostes que el Gobierno no quita del recibo, en beneficio de las eléctricas. Suba o baje la luz.
 
enrique ortega

El año 2014 acaba con una fuerte subida de la luz en el mercado eléctrico, un 8,5% en diciembre, que cierra un año con grandes variaciones de precios: bajaron hasta mayo, subieron hasta octubre y luego se moderaron hasta diciembre. El mercado eléctrico es muy oscilante y los precios dependen mucho de la climatología (que haya agua, viento y sol) y de lo que hagan las eléctricas, que desde junio han aumentado su producción con carbón, fuel y gas, energías más caras, mientras el recorte a las renovables ha encarecido la eólica. De hecho, la Comisión de la Competencia (CNMC) ha iniciado una nueva investigación por si las eléctricas son responsables de la fuerte subida de la luz este verano (ya se les investigó en 2011). En conjunto, el Gobierno estima que los precios de la luz en el mercado eléctrico (que suponen un 37,48% del recibo) bajarán un 4,9% en 2014, tras haberse reducido un 3,7% en 2013.

Pero ojo, nuestro recibo no habrá bajado ese 4%, sino que subirá: la mayoría pagaremos más por la luz que en 2013. Y eso porque en febrero de 2014 cambió el recibo y se subió la parte fija de la tarifa, la que se paga por la potencia instalada: ahora supone el 60% del recibo cuando antes era el 35%. Eso significa que todos pagamos más por tener un contrato de luz, al margen de lo que consumamos o de que el precio de la luz baje o suba (es una forma de compensar a las eléctricas por la caída del consumo). Además, los 2,5 millones de familias que tienen el bono social (jubilados, parados, familias numerosas) están pagando más en su recibo, porque en 2014 se les ha cambiado el sistema y ahora pagan una cuota fija y se les han reducido los descuentos. Al final, los consumidores de Facua calculan que el recibo ha subido un 18,3% desde enero a noviembre de 2014, una media de 12,38 euros al mes.

Para 2015, los futuros anticipan una subida de la luz en el mercado eléctrico del 12% (47,93 euros Mwh frente a 42,68 en 2014 y 46,07 en 2013), según la CNMC. Eso, traducido al recibo (el precio de la luz afecta a un 37,48%) supondría una subida del 4,5% para 2015. La otra parte del recibo (un 41,14%, el resto son impuestos), los precios regulados por el Gobierno, no subirán en 2015, año electoral. Y para justificarlo, Industria ha hecho mil “enjuagues contables” para cuadrar las cuentas del sector eléctrico en 2014 y 2015, para que no haya déficit, sino un ligero superávit, por primera vez en 14 años. Para lograrlo, han recortado más las ayudas a las renovables, han buscado ingresos de un canon al agua que no se cobraba desde enero 2013, han “quitado” lo que pagan a las grandes empresas consumidoras (pago por interrumpibilidad) y recortado lo que pagan a las eléctricas por tener disponibles centrales (gas y carbón) para cuando no hay viento. Pero tiene truco, porque los 550 millones que pagaban a las industrias los incluirán en costes del mercado (los pagaremos “en otro sitio”). Y si caen los pagos por disponibilidad es porque van a “hibernar” (paralizar) centrales de gas que sobran, con ayudas que ya pagaremos (recibo o Presupuestos).

Al final, ajustar las cuentas (ingresos y gastos) para que no haya déficit de tarifa tiene una ventaja para el Gobierno: puede justificar que no sube su parte del recibo. Y si luego hay déficit (la CNMC tiene hasta 6 incertidumbres serias de que haya superávit en 2014 y 2015), no se sabrá hasta diciembre de 2015 (liquidación definitiva de 2014).Y habría que subir la luz en enero de 2016, cuando ya hayamos votado.

Pero aunque el Gobierno no suba su parte del recibo en 2015, hay dos temas que harán que paguemos más o que evitarán que nos lo hayan bajado. Uno, que tendremos que cargar los consumidores con el regalo que le ha hecho Rajoy a las industrias vascas y navarras: el recibo les baja (15% potencia y 12% energía) como contrapartida de que el PNV apoyara la Ley del Sector Eléctrico, en vigor desde 2013. Son 30 millones de euros que no pagan y que tendrán que compensarse por algún lado (nosotros). Otro, que el coste del bono social (221 millones de euros), que ya no pagan las eléctricas (ganaron el recurso al Supremo) acabará siendo pagado por los usuarios (en el recibo o en los Presupuestos). Sin olvidar el pago a las industrias por interrumpibilidad (poderles cortar la luz si falta, algo que no sucede desde 2009), 550 millones que irán al componente energía (mercado) y que pagaremos en otro lado.

Ante todas estas subidas, los usuarios se están defendiendo reduciendo la potencia de su contrato de luz: bajando de 5,75 kWh (lo más habitual) a 4 kWh (no se pueden poner todos electrodomésticos a la vez), se ahorran más de 40 euros al año. Una medida defensiva  (la potencia contratada cayó un 2,4% hasta junio) que preocupa a las eléctricas y al Gobierno, porque reduce los ingresos del sector eléctrico y podría “obligar” al Gobierno a subir la parte regulada de la luz (20 euros por usuario con la caída actual). Así que esta vía de ahorro puede acabar volviéndose en contra de los usuarios.

Al final, el hecho cierto es que el recibo de la luz nos ha subido ya un 72,3% entre 2004 y 2014, según un estudio de Facua. El consumidor medio pagó en noviembre 76,01 euros al mes, frente a 44,11 a comienzos de 2004: son 383 euros más al año que en 2004. Y la luz para uso doméstico en España es la sexta más cara de Europa, con un precio 9,75% más caro que la media UE (0,225 € kWh frente a 0,205 € kWh), según Eurostat (primer semestre 2014). Y las industrias españolas pagan la luz un 20% más cara que sus competidores alemanes, un 30% más que los franceses o un 50% más que los chinos.

Pagamos más cara la luz porque pagamos unos extracostes que el Gobierno mantiene (hoy Rajoy y antes ZP) en las tres partes del recibo. En la parte que paga la producción de electricidad (37,48% del recibo) pagamos de más los kilovatios que producen las centrales hidráulicas y nucleares, un sobreprecio que les garantizó Aznar en 1997, así como por el exceso de centrales (ayudas a las de carbón y gas, sólo porque estén disponibles), dado que la potencia instalada duplica con creces al consumo.

En la parte de los precios regulados (41,14% del recibo), estamos pagando extras injustificados, además de los 7.100 millones a las renovables: 1.689 millones al transporte de la luz (que inflan los beneficios de Red Eléctrica), 5.000 a la distribución (un gran negocio para las comercializadoras), 887 millones a Endesa para que no cobre más la luz en Baleares y Canarias (debía pagarlo el Presupuesto) y 2.969 millones (2015) para pagar la hipoteca de la deuda eléctrica, el pago anual (hasta 2028) para compensar a las eléctricas del “déficit de tarifa” que no ha cubierto el recibo desde el año 2.000 (40.000 millones más los intereses). Y el pago de la interrumpibilidad (550 millones que van a grandes consumidores, desde la siderurgia y el aluminio a las cementeras), ahora en otro sitio. Y para colmo, 3.589 millones pagados de más a las eléctricas por compensaciones (1997-2006) y que el Gobierno socialista no les reclamó, lo que ha investigado la Fiscalía Anticorrupción, que acaba de archivar la denuncia.  En la tercera parte del recibo (21,38% para pagar impuestos), estamos por debajo de la media europea, con muchos países que pagan más impuestos por la luz, como Alemania (49%), Italia (35%), Francia (30,8%) o Portugal (41,7%).

Al final, el sistema eléctrico es muy complejo y sus cuentas un galimatías, pero hay algo que nos debe quedar claro: la luz es más cara porque pagamos costes de más, extracostes que inflan los beneficios de las eléctricas y sus dividendos pero que han encarecido drásticamente nuestro recibo. Y  esto ha provocado que a un millón de familias se les cortara la luz por falta de pago en 2013, mientras medio millón de familias han perdido el bono social desde 2009. No podemos seguir así. Urge hacer una auditoría de costes del sector eléctrico, para que paguemos por la luz lo que realmente cuesta, no ayudas y subvenciones encubiertas que deberían desaparecer o ir a los Presupuestos. Si no, seguiremos pagando de más, al margen de que unos meses suba o baje la luz. El fondo del recibo es lo que cuenta.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Navidades en crisis (aún no es "historia")


Rajoy lanzó la consigna: “Estas serán las primeras Navidades de la recuperación”. Pues no: los grandes comercios esperan subir sólo un 1% las ventas. Y los consumidores señalan que la mitad de las familias gastarán igual que las Navidades 2013 (poco), un 32% menos y sólo un 16% más. La crisis no es historia, como dice Rajoy, en contra de lo que opinan la mayoría de españoles: piensan que la situación económica es mala (38,9%) o muy mala (46,9%), según el Barómetro del CIS de noviembre. Y eso, porque dos tercios de las familias siguen con problemas, según el Informe Foessa: 5,4 millones de parados, 1,2 millones de ancianos con bajas pensiones, 2,2 millones de trabajadores con sueldos mínimos Enhorabuena¡: se los suben 3 euros...) y muchos de los 2 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, más bastantes mujeres y mayores de 55 años. Para ellos, serán otras Navidades de crisis. Y peor lo tienen los 3 millones de pobres, 20.000 sin techo. No les olvidemos estos días y ayudémosles. ¡Feliz Navidad¡
 
enrique ortega

Esta Navidad va a ser un termómetro de si hay o no recuperación. La propaganda del Gobierno reitera que las tiendas y los restaurantes “están llenos”, pero los datos son menos optimistas. La patronal de los grandes comercios (Anged) cree que las ventas en diciembre crecerán un 1%, con lo que esperan un ligero aumento en 2014, tras 6 años de caídas. Pero los españoles no están por gastar mucho estas Navidades: la mitad de las familias gastará igual, un 32% gastará menos y sólo un 16% gastará más que en las Navidades de 2013, según un sondeo de la asociación de consumidores CECU, que habla de un gasto medio de 500 euros extras por familia estas fiestas. Casi la mitad para regalos (209 euros) y el resto en comida, ropa y juguetes, cuyas ventas aumentarán entre un 1 y un 2%. Y habrá menos viajes estas fiestas, sólo para un tercio de españoles. El boom de ventas va a estar en Internet, por donde comprarán regalos un 53% de los internautas, según TNS. Y como tiendas y empresas no lo ven claro, están con ofertas y súper rebajas para vender.

Al final, el consumo es cuestión de tener dinero para gastar y de confianza. Y la mayoría de españoles son pesimistas sobre el presente y el futuro, a pesar de que Rajoy les diga que la crisis es ya historia del pasado”. El índice de confianza del consumidor ha bajado en noviembre al nivel más bajo de los últimos seis meses: 83,6 sobre 200. Y la mayoría de españoles piensa que la situación económica es mala (38,9%) o muy mala (46,9%), según el Barómetro del CIS de noviembre. Y lo peor, no creen que vaya a mejorar: piensan que dentro de un año, la situación económica será igual (45,6%) o peor (24,3%) y sólo un 19% cree que será mejor. Y así, claro, no se animan a gastar. Los que pueden, porque otros no pueden. Y es que hay dos Españas y por tanto habrá dos Navidades (o mejor, cuatro).

Una España es la de los que tienen trabajo: 17,5 millones de españoles, de los que 14,4 millones son asalariados, 2 millones autónomos sin empleados y casi un millón empresarios. Una España a la que se han sumado 338.112 españoles que han encontrado trabajo desde las Navidades pasadas (la mayoría precario y mal pagado). Este grupo podría gastar algo más porque han bajado los precios (la inflación anual lleva cinco meses bajando, hasta el -0,4%) y pagan menos en carburante (por el desplome del petróleo) y en la hipoteca (por la bajada del euribor). Pero el problema es que a la mayoría no les han subido los sueldos (algunos han bajado) y les han quitado horas extras y complementos (y vales de comida). Y, sobre todo, que un tercio de ellos tienen contratos precarios (temporales y a tiempo parcial), mal pagados. De hecho, el sueldo más frecuente (2013) era de 15.500 euros brutos al año, según el INE, 1.107 euros brutos al mes (14 pagas), que netos son menos de 1.000 euros, Y según Hacienda, 7,7 millones de trabajadores declaran ganar menos de 1.000 euros al mes. Con estos ingresos, no es como para gastar mucho aunque tengan trabajo.

Dentro de esta España con trabajo, hay un grupo arriba sin problemas para gastar: son los que tienen buenos sueldos, los ricos y millonarios, unos 400.000 españoles. De hecho, hay 125.191 contribuyentes que declaran ganar 147.320 euros anuales de media, según Hacienda. Y entre ellos están los grandes directivos de las empresas del IBEX, que ganaron 789.721 euros en 2013, con una subida del 3,5%. O el Gobernador del banco de España, cuyo sueldo (174.734 euros brutos) subió un 5% en 2013 mientras sigue pidiendo moderación salarial... O los directivos públicos, como el presidente de la SEPI (empresas públicas, la mayoría con pérdidas), que gana 210.000 euros, el doble que Rajoy. Y no hay que olvidar a los grandes inversores (subió la Bolsa y les duplicaron los dividendos) y a los millonarios, que han crecido un 24% en 2014 y son ya 161.400 españoles (con más de 1 millón de dólares de patrimonio).

La otra España son los que tienen problemas económicos, dos tercios de las familias según el VIII Informe Foessa: 11.746.000 españoles que tienen problemas de empleo (tres cuartas partes), de vivienda (dos tercios) o de salud y medicamentos (la mitad). Aquí tenemos que incluir a los 5.427.700 parados (EPA septiembre), a los pensionistas con bajas pensiones (1.253.000 reciben menos de 600 euros al mes) y a muchos de los jóvenes ni-nis (2 millones de jóvenes que ni trabajan ni estudian), mujeres y mayores de 55 años (dos colectivos donde hay muchos ni-nis, que ni trabajan ni buscan trabajo porque saben que no se lo van a dar a ellos, y  no tienen edad para jubilarse). Son más de 7 millones de españoles con una economía de subsistencia, que hacen milagros (con ayuda de la familia y amigos) para llegar a fin de mes. Y que no están para muchos gastos estas Navidades.

Dentro de esta España con problemas económicos hay otro grupo que aún lo pasa peor, unos 5 millones de españoles en exclusión severa, según el VIII Informe Foessa. Una bolsa de pobreza (2,3 millones son niños, según UNICEF) integrada por tres clases de españoles: los 2.899.645 parados EPA que no cobran ningún subsidio (el 53,5% de los parados), los 2.271.130 trabajadores pobres que cobran el salario mínimo (645,3 euros hoy:  Rajoy se siente "generoso" y lo sube 3,3 euros para 2015 ) o menos y los 527.793 pensionistas que reciben menos de 400 euros, más los jóvenes, mujeres y mayores sin ingresos. Y dentro de estos españoles pobres, está el último escalón: 3 millones de familias en extrema pobreza, según Cáritas (Observatorio 2013), quien advierte que la pobreza se está haciendo más crónica (a la mayoría de pobres llevan ya 3 años atendiéndoles) y más extensa: ya no se trata sólo de inmigrantes y parados, ahora hay pobres entre familias con trabajo, sobre todo mujeres con niños, familias numerosas, jóvenes y ancianos.

Al final, son dos Españas (o mejor cuatro), con distintos ingresos (crece la desigualdad) y que sufren de forma diferente la crisis. Las dos primeras podrían gastar algo más estas Navidades, aunque sin alegrías porque no ven claro el futuro. Pero las otras dos, con pocos o ningún ingreso, lo tienen muy negro: la crisis les dura ya 6 años y se les acaban los ahorros y las ayudas de familia y amigos. Y tienen menos sitios donde recurrir. El Gobierno Rajoy y las autonomías han recortado el gasto en los servicios sociales, sobre todo de los Ayuntamientos, que atienden a 8.319.000 españoles (2013), que acuden a pedir ayuda, desde ropa, comida o medicinas a un techo (hay 20.000 españoles que viven en la calle), un subsidio o un empleo. Y las ONGs (que se financian en un 70% de ayudas públicas) ven caer sus recursos mientras aumentan los españoles que les necesitan (Cáritas atiende ya a 2,5 millones de personas y 3 millones comen cada día gracias a los bancos de alimentos).

Esta es la España real, con datos oficiales. Y para la mayoría, la crisis sigue ahí y no es historia. Así que si oye que ha mejorado el consumo estas Navidades, piense que es un espejismo: gastarán más los que pueden, un tercio de los españoles. Los otros dos tercios, siguen con estrecheces y sin ver claro el futuro. Y demasiados millones siguen en la pobreza. Son en los que deberíamos pensar estas Navidades, intentando ayudarles en lo posible. No podemos arreglar la crisis, pero sí colaborar para que algunos la sufran menos. Serán las sextas Navidades de la crisis pero que sean al menos unas Navidades solidarias.
¡Feliz Navidad ¡

lunes, 22 de diciembre de 2014

Cumbre UE: palo y zanahoria al crecimiento


Europa sigue estancada (crece el 0,2% frente al 4,2% de EEUU) mientras Grecia, Rusia y la baja inflación (agravada por el desplome del petróleo) amenazan con una tercera recesión. Pero la Cumbre europea del jueves duró menos de 8 horas y se limitó a dar luz verde (con reticencias de Merkel) a un Plan de inversiones de 315.000 millones para 2015-2017. Este Plan Juncker llega tarde y con pocos recursos: sólo se ponen 21.000 millones de dinero público (ni un euro nuevo) y se espera que la inversión privada aporte los 294.000 millones restantes. Si se consigue, el Plan  será una gota de agua en el océano de la crisis: España podría llevarse inversiones por 8.000 millones anuales, una ayuda escasa para nuestro elevadísimo paro. Y frente a esta zanahoria para el crecimiento, el palo: la Comisión Europea ha pedido a 7 países (incluida España) que recorten más su déficit en 2015, lo que frenará el crecimiento. La nueva Comisión sigue empecinada en su inútil austeridad. Urge reanimar la economía europea con un ambicioso Plan de choque. Y olvidarse de más recortes.
  
enrique ortega

De Cumbre en Cumbre, Europa va a peor. Si en la Cumbre de octubre planeaba el fantasma de la tercera recesión, en esta mini Cumbre de diciembre (tarde-noche del jueves 18) se confirma el estancamiento económico  se agrava el panorama, por los temores sobre Grecia, la crisis de Rusia y el desplome del petróleo, una buena noticia que puede agravar otro grave problema europeo, la bajísima inflación, claro síntoma de que la economía está paralizada.

Los últimos datos económicos (Eurostat, diciembre) confirman que la economía europea está estancada: crece un 0,3% en el tercer trimestre y la zona euro aún menos (+0,2%, frente al +0,1% del segundo). Lo peor es que las grandes economías no tiran (Alemania crece sólo el 0,1%, Francia el 0,3% e Italia está en recesión, cayendo el -0,2% y -0,3% el segundo y tercer trimestre). Y del resto, sólo se salvan Reino Unido (+0,7%) y algunos países del Este (Polonia +0,9%), con Austria cayendo (-0,3%) y Chipre  (-0,4%). Y lo peor es que este estancamiento europeo va para largo: según el BCE, la zona euro sólo crecerá un 0,8% este año, un 1 % en 2015 y un 1,5% en 2016, cuando EEUU crece este año al 4,2%. Y así, no hay manera de rebajar un paro histórico, del 11,5% (5,8% en USA).

Otro síntoma del estancamiento europeo es la baja inflación: está en el 0,3% y  lleva más de un año por debajo del 1%, con 10 de los 18 países euro con inflación negativa (España). Y será negativa en toda Europa los próximos meses, según vaticina el vicepresidente del BCE. En parte es por el desplome del petróleo, pero buena parte se debe a la falta de consumo, a que no hay demanda, ni inversión ni crédito (los bancos sólo han pedido al BCE la mitad de los 400.000 millones que tenía para prestarles a bajo interés). Y la actividad empresarial de la eurozona cayó en noviembre a mínimos de 16 meses, según el índice PMI, dato que sugiere dos cosas: que el crecimiento podría bajar este cuarto trimestre y que la zona euro podría incluso contraerse a principios de 2015.

En este deprimente contexto europeo, Rajoy saca pecho y dice que España “lidera el crecimiento europeo”, con ese mínimo +0,5% que crecimos el segundo y tercer trimestre (y que podría bajar al 0,4% para este cuarto). Primero, no es verdad: hay seis países europeos que crecieron más en el tercer trimestre: Rumanía (+1,8%), Polonia (+0,9%), Eslovenia (+0,7%), Reino Unido (+0,7%), Grecia (+0,7%) y Eslovaquia (+0,6%), según Eurostat. Y segundo, España tiene una serie de datos económicos que nos hacen muy vulnerables, además de tener más del doble de paro que Europa (23,67%). Uno, nuestra elevada deuda pública (1.016.969 millones de euros, un 96,4% del PIB), que nos obliga a depender de los inversores extranjeros, a los que pagamos 100 millones de euros diarios en intereses (más si sube la prima de riesgo). Otro, nuestro creciente déficit comercial (21.094 millones €), que también hay que financiar y que se debe a que compramos mucho más fuera de lo que vendemos, tras haber pinchado las exportaciones. Y el tercero, nuestro déficit público, el 3º más elevado de la zona euro, duplicándolo (5,6% en 2014 frente al 2,9% de UE-18).

Además, la inflación en España lleva cayendo cinco meses consecutivos (desde julio), con el IPC anual en el -0,4%, un claro indicador de que no hay consumo ni inversión, que la economía está estancada, aunque Rajoy diga que “la crisis ya es historia. Otro indicador es que el crédito sigue cayendo, más por falta de demanda solvente que de liquidez. Y también caen los salarios y 1.200 parados pierden cada mes su subsidio, lo que dificulta la recuperación del consumo y agrava la pobreza y la desigualdad, más en España que en el resto de Europa. Y si sigue el desplome del petróleo, podría agravar el estancamiento de México, Brasil, Venezuela y Ecuador, afectando mucho a empresas y bancos españoles.

La situación no está, pues, para triunfalismos, ni en España ni en Europa. Por eso, los líderes europeos quisieron insuflar un poco de optimismo en la reciente Cumbre Europea, aprobando un Plan de inversiones de 315.000 millones para los próximos 3 años, que podría aumentar un 3% el crecimiento anual y crear 3,3 millones de empleos. Una buena iniciativa, (aunque tardía) pero que está en el alero y es insuficiente. En el alero, porque los líderes europeos sólo aportarán 21.000 millones de dinero público (16.000 millones del Presupuesto y otros 5.000 del Banco Europeo de Inversiones), ni un euro nuevo, por cierto. Y el resto, nada menos que 294.000 millones, esperan que los aporten empresas privadas. Es el milagro de la multiplicación de los euros: con 1 euro público atraerán 15 euros privados. Está por ver. Pero aunque lo consigan, la cantidad es insuficiente: 105.000 millones de inversión anual es un 0,8% del PIB europeo, una gota en el océano de la crisis. Y Merkel se opuso a que los Estados puedan poner más dinero para el Plan a cambio de que esa aportación extra no cuente como déficit público. La ortodoxia antes que el crecimiento.

Ahora queda ver cómo se reparte este dinero, a qué países y a qué proyectos. Se habla de apoyar inversiones europeas en energía, transportes, economía digital, tecnología (I+D) y pymes. Y que ya se han presentado por los 28 países unos 2.000 proyectos, con 1,3 billones de inversión. Ahora queda fijar los criterios de reparto, que estarán en marzo. Y los planes se aprobarían en la Cumbre de junio de 2015, para empezar en julio (medio año perdido).

España ha presentado ya proyectos por valor de 53.000 millones, casi la mitad para energía, donde se ha pactado (en esta Cumbre) con Francia y Portugal para presentar proyectos conjuntos de interconexión eléctrica entre los tres países. Otros proyectos españoles son para el mercado digital (conexión Internet zonas rurales), tecnología y sobre todo infraestructuras de transporte (17 proyectos), muchos de ellos ligados al tren y al AVE. La pelea por las inversiones del Plan Juncker va a ser dura, con Alemania y Francia como líderes, y España teniendo que borrar su pasado “derrochadorde fondos europeos (aeropuertos sin aviones, AVES sin viajeros, autopistas sin coches, puertos sin barcos…). Si nos atenemos a que España supone el 8% del PIB europeo, podríamos aspirar a conseguir 25.000 millones de inversiones, unas 8.000 al año como mucho. Ayudaría, pero no es para tirar cohetes.

El problema es que los líderes europeos no sólo han aprobado el Plan Juncker, la zanahoria para reanimar el crecimiento. La nueva Comisión Europea, más fundamentalista del déficit que la anterior, ha llamado la atención a 7 países por “riesgo de incumplimiento” de los compromisos de déficit en los Presupuestos para 2015: son Francia, Italia, Bélgica, Malta, Austria, Portugal y España, donde creen que existe el riesgo de que el déficit público de 2015 sea el 4,6% en vez del 4,2% prometido por Rajoy. Y a todos les piden más recortes, que Francia, Italia y Bélgica ya han iniciado, provocando incluso dos huelgas generales. Ahora van a hacer un seguimiento y en marzo 2015 dirán si han cumplido o no y si hay sanciones. Si se ponen duros y exigen más recortes a estos 7 países (sobre todo a Francia, Italia y España), la Comisión sumirá a Europa en la tercera recesión.

Es el palo que complementa la zanahoria del Plan Juncker. Reanimar la economía europea sí, pero sin gastar apenas (“keynesianismo barato”) y no bajando la guardia contra el déficit. La ideología, el fundamentalismo del déficit y los recortes, frente al realismo de una Europa que exige un Plan de choque valiente contra la recesión. Lo absurdo de esta política puede verse en España: nos concederían 8.000 millones de inversión para reanimar la economía (que en su mayoría van a beneficiar a eléctricas y grandes constructores) y a la vez nos obligan a recortar 4.000 millones más en 2015 (sobre los recortes ya aprobados por Rajoy), recortes que afectarían sobre todo a sanidad, educación, gastos sociales y desempleo. Y que servirán, como ha pasado estos cuatro años, para frenar el crecimiento y el empleo.

Juncker y la nueva Comisión dicen que quieren “recuperar la confianza de los ciudadanos”. Pero los europeos no lo ven claro: el 63% considera que la situación económica es mala y sólo el 34% la ve positiva, según el Eurobarómetro de otoño. Y los más pesimistas son los griegos (98% la ven mal) y los españoles (97%). Además, casi la mitad de los europeos (48%) creen que la crisis y el desempleo irán a peor. Un estado de ánimo que alimenta el “euroescepticismo”, el populismo y los partidos de extrema derecha.

Cada vez es más evidente (incluso para el FMI y la OCDE), que Europa debe cambiar de política, dejar atrás los prejuicios ideológicos y lanzarse a combatir con decisión el estancamiento, el paro y la baja inflación. Y para ello, hace falta un ambicioso Plan de inversiones públicas, con diez veces los recursos del Plan Juncker, recursos que deben salir de otra política fiscal en Europa, que recaude más de las grandes empresas, multinacionales y los más ricos. En paralelo, hay que forzar a la Europa rica, sobre todo a Alemania, a gastar más, para tirar del crecimiento de la Europa pobre. Y reducir el peso de la deuda a la Europa del sur, compartiendo la deuda para pagar menos por ella (eurobonos).

Y en España, aumentar también los ingresos fiscales (se pueden recaudar 50.000 millones más) para dedicar más recursos a la inversión pública, la reindustrialización, la exportación, el turismo y la tecnología, junto a un Plan de choque para mejorar la formación y “empleabilidad” de los 5,4 millones de parados. Sin olvidar mejorar salarios y reducir el peso de la deuda de empresas y particulares, para reanimar el consumo y la inversión. Y dedicar más recursos a ayudar a los 5 millones de españoles en riesgo de pobreza, un escándalo social.

Otra Cumbre más, los líderes europeos hacen lo que Rajoy en España: ganar tiempo y esperar a ver si la economía mejora, más con declaraciones que con medidas suficientes. Y así, Europa puede estancarse durante varios años, languideciendo como Japón. No es lo que queremos los europeos. Ya lo dijimos en las elecciones de mayo. Pero no escuchan.