miércoles, 27 de febrero de 2013

Exportaciones al ralentí, por la crisis europea


Rajoy y su Gobierno han echado las campanas al vuelo: España ha reducido a mínimos históricos su déficit comercial con el exterior. Y es verdad. Lo que no dicen es que se debe, sobre todo, a la caída de las importaciones, porque las exportaciones van al ralentí: han crecido sólo un 3,8%, la cuarta parte que en 2010 y 2011. Un dato preocupante, ya que la exportación es la salvación de muchas empresas y muchos empleos. Pero está sufriendo la recesión en Europa, donde van dos tercios de nuestras ventas. Y la dura competencia de los países emergentes. Con ello, la cuota de mercado de España ha caído al 1,59%, su mínimo histórico. Además, los exportadores se encuentran sin crédito y sin avales para vender fuera, lo que complica más su existencia, junto a los recortes de las ayudas públicas. Hay que volcarse en la exportación, porque es uno de los motores para salir de la crisis, junto a la industria. Hay que duplicar las ventas de España fuera para asegurar más empleo dentro.
enrique ortega

Las exportaciones españolas han pinchado en 2012, al crecer sólo un 3,8%, frente a los fuertes crecimientos de 2010 (+16,8%) y 2011 (+15,2%). Y si descontamos la inflación (2,9%), casi se han estancado. La causa principal es la recesión en Europa (donde van el 70,6% de nuestras exportaciones), que ha reducido las compras de nuestros principales clientes: -6,2% Francia (16,2% total exportaciones), -3,1% Italia (7,4% exportaciones) y -5% Portugal (6,6%), no compensadas por las mayores compras de Alemania (+6,7%), nuestro segundo cliente (10,5% de nuestras exportaciones) y Reino Unido(+0,2%, el 6,2%). Y el resto de nuestras ventas han sufrido el pequeño crecimiento internacional y del comercio mundial en 2012.

La recesión en España ha frenado mucho más nuestras compras fuera, las importaciones, que han caído un 2,8 % en 2012, tras aumentar en 2010 (+16,5%) y 2011 (+9,6%). Ello ha reducido el agujero comercial de España con el exterior, un déficit que está ahora en -30.754 millones de euros, la tercera parte que antes de la crisis. Y tenemos, por segundo año consecutivo, superávit comercial con la Unión Europea: les vendemos más de lo que les compramos. Una buena noticia que encubre otra mala: un tercio de las importaciones son necesarias para renovar instalaciones y material de nuestras empresas y para poder exportar luego más. Y este frenazo en las compras exteriores indica que no se están poniendo los cimientos de la futura recuperación. Además, por desgracia, lo único que sube es la factura energética (+13,9%): 45.503 millones de euros, lo que ingresamos por turismo.

Este año 2.013, el Gobierno confía en que la exportación nos vuelva a sacar las castañas del fuego, con un crecimiento del 6% (cinco veces el previsto este año, +1,6%), algo bastante difícil según muchos expertos. Y eso, porque el crecimiento en Europa será otra vez muy débil (-0,3% la zona euro, según la Comisión Europea), como el comercio mundial. Y no ayuda el tener un euro fuerte, que se ha revalorizado desde el verano un 10% frente al dólar, 6% frente a la libra y 30% frente al yen. Y hay dos factores más de preocupación para 2013: la falta de crédito (los exportadores no encuentras avales para apoyar sus ventas) y los recortes presupuestarios. El Gobierno ha reducido otros 100 millones (-20,5%) los programas para la internacionalización de nuestras empresas. Y el ICEX, la agencia estatal que promueve las exportaciones, reduce su presupuesto un 24,5%: se queda en 83 millones, menos de la tercera parte que en 2008 (264 millones) y la dotación más baja desde hace 25 años. Y cae a la mitad la ayuda al desarrollo, clave para “vender la marca España”.

A pesar de este difícil panorama, las exportaciones españolas han aguantado mejor que la mayoría de Europa: entre 1999 y 2011, España perdió un 8,9% de cuota exportadora, menos que Alemania (-12%), Italia (-30%) o Francia (-40%), según un informe del BBVA. Eso sí, hemos caído al puesto 17º del ranking exportador, superados por India y Taiwán, con una cuota del 1,59% del comercio mundial, la más baja de nuestra historia. Pero las exportaciones han ganado peso en la economía (del 28 al 32% del PIB) y han ayudado decisivamente a salvar empleo (22%) y a que la recesión no sea más profunda.

Ahora, España debe dar un salto en sus exportaciones. Y tiene potencial, ya que somos la quinta economía de Europa pero el séptimo exportador (nos ganan Holanda y Bélgica, países más pequeños). Y con una economía similar a la de Italia, exportamos la mitad que ellos. Estamos bien en la exportación de servicios (3,30% de cuota, frente a 3,82 de Francia, 2,61% de Italia o 6,31% de Alemania), pero por debajo de la mayoría en la exportación de bienes, de productos (1,95 % de cuota frente a 2,88% de Italia, 3,51% de Francia, 7,95% de Alemania), según un estudio de ESADE. Y sólo exportan de forma habitual 37.250 empresas, el 1,1% del total, la mayoría medianas y grandes, muy pocas pymes.

El reto es conseguir duplicar las empresas que exporten y que vendan más. Las claves para exportar son cinco, según un documentado estudio del BBVA: tener más tamaño (las empresas de más de 250 trabajadores tienen un 65% más de productividad y exportan mejor), tener tecnología e innovación (un 80% de las empresas que invierten en I+D+i exportan), tener personal cualificado, tener capital extranjero (exportan nueve veces más que las que tienen sólo capital español) y tener crédito suficiente y pocas deudas.

En consecuencia, las medidas a tomar parecen claras: fomentar fusiones para conseguir empresas de mayor tamaño (sólo 0,2% tienen más de 200 empleados: tenemos la quinta parte de grandes empresas que Alemania), volcarse en la formación y en la tecnología (sólo hay recortes en  ambas), fomentar la inversión extranjera en España y volcarse en financiar a las empresas exportadoras, con créditos y avales públicos (ICO y CESCE). Además, hay que reducir los trámites burocráticos (España ocupa el lugar 55 en el ranking mundial de facilidades a la exportación), mejorar los incentivos fiscales y laborales (bajada cuotas S. Social) y apoyar más a la internacionalización de las pymes, mejorando y ampliando todo el entramado de oficinas comerciales en el exterior (faltan en Asia y África).

Además, España tiene por delante dos grandes retos: diversificar lo que exporta y dónde lo vende. La mayoría de lo que exportamos son productos de tecnología baja (alimentos, ropa y calzado) y media (plásticos, metales y automóviles), mientras Alemania, el tercer exportador del mundo, vende más productos de alta tecnología (industriales), con más valor añadido, que no compiten tanto en precio como en innovación, diseño y calidad (ventas más estables). El otro reto es exportar más fuera de Europa (destino del 70,6% de nuestras exportaciones), sobre todo a Latinoamérica (6,2%), Asia (8,5%) y África (6,8%). Ahora, se está poniendo el acento en un grupo de países con gran potencial: Brasil, México, China, India, Indonesia, Filipinas, Vietnam, Argelia, Marruecos, Angola, Nigeria, Sudáfrica, Turquía y Australia.

Al final, exportar no es sólo una necesidad por la recesión interna, sino un modelo de crecimiento: un país y una empresa sólo tendrá futuro si vende fuera la mitad de lo que produce. Es la única garantía de un empleo estable dentro. Hay que cambiar el modelo del ladrillo y las finanzas por la industria y las exportaciones, algo que no se hace en un año pero que hay que apuntalar ahora con firmeza, para que sean el motor de la esperada recuperación. Hay que mimar la exportación, invirtiendo sin recortes para asegurar el futuro. Nos jugamos el empleo de las próximas dos décadas.

domingo, 24 de febrero de 2013

Entre parches (Rajoy) y más recortes (Bruselas)


Rajoy dijo en el Congreso que ha evitado que el barco se hunda y que estamos “en la antesala” de la recuperación (algún día acertará). No dijo que su política de recortes ha llevado a la economía a caer más del triple que en 2011 y perder 850.000 empleos. Ahora, Rajoy nos vende  “reanimar la economía”, con 900 millones anuales para crear empleo juvenil (con más contratos basura), una pequeña dosis de crédito e incentivos para que los jóvenes pasen de ser parados a emprendedores. Medidas que están bien, pero que sin consumo y sin ventas, no servirán de mucho: es como dar aspirinas a un enfermo en coma.Hace falta reanimar la economía con estímulos potentes, como han hecho EEUU, Japón, China o Brasil, todos menos Europa. Pero Bruselas no quiere y va a exigir  a España más ajustes: subir impuestos y más recortes, este año y sobre todo para 2014. Una receta que ya conocemos y que nos traerá más recesión y más paro. Así no salimos a flote.  
enrique ortega

Tras 14 meses de Gobierno, Rajoy comenzó su discurso sobre el Estado de la Nación con el mejor balance de su gestión: 5.965.400 parados. Lo que no dijo es que 691.800 son “suyos”, fruto de una política de recortes que ha llevado a España a la recesión, con una caída de la economía (-1,5%) que es casi cuatro veces la que heredó en 2011(-0,4%).

Para Rajoy, “España ya tiene la cabeza fuera del agua” (mejor hubiera dicho: “seguimos con el agua al cuello”). Y presumió de cuatro logros discutibles. Uno, que España no se ha hundido, que no ha habido rescate y ha vuelto la confianza en España. Un dato: la prima de riesgo estaba en 310 cuando tomó posesión en diciembre 2011 y en 354 el día del debate. Y si los mercados nos han dado una tregua, no ha sido tanto por la política de ajustes de Rajoy como por la amenaza del BCE en julio de intervenir. Pero en cualquier momento puede volver el baile, incluso este lunes a tenor del resultado de las elecciones en Italia. El segundo, la reforma financiera, costosa y que aún durará un par de años, a costa de no tener crédito. El tercero, el superávit exterior, aunque no dijo que se debe más al desplome de las importaciones que a las exportaciones, que apenas crecen (+3,8%, la tercera parte que en 2010 y 2011), por la recesión en Europa. Y cuarto, que ha bajado el déficit público al 6,9%: un fracaso, ya que el objetivo era bajarlo al 6,3% del PIB y a pesar de los duros recortes, no se ha conseguido.

Ahora, vigilados por Bruselas, Rajoy seguirá con los recortes previstos para 2013 (“no hay que retroceder ni un milímetro”, dijo de cara a Bruselas y los mercados), pero vendiendo, de cara adentro, que va a “estimular” la economía. Y lanzó un “Plan” de 10 folios que se resume en tres medidas: incentivos a la contratación de jóvenes, algo más de crédito y estímulos para que haya más emprendedores (autónomos). Un Plan con más palabras que dinero.

Para facilitar la contratación de los jóvenes (55% en paro), el Gobierno dedicará 3.500 millones en cuatro años, 900 anuales, una cifra ridícula si la comparamos con los 40.000 millones de ayudas públicas recién entregadas a la banca. Se permite a las empresas contratar temporalmente (6 meses) a parados menores de 30 años y se abre la puerta a los contratos a media jornada (minijobs con mini sueldos), incentivando la contratación de jóvenes parados con rebaja de cotizaciones y que cobren el paro y monten un negocio. La segunda medida pretende conseguir 45.000 millones más de financiación, aunque la mitad es pública (ICO) y los bancos sólo pondrán 10.000 millones (ayudándoles con el riesgo), una cifra ridícula si se piensa que los tres grandes (Santander, BBVA y la Caixa) redujeron sus créditos en 35.000 millones el año 2012. Y la tercera, facilidades para que haya más emprendedores.

Son medidas que están bien, pero tienen un problema: no van a funcionar mientras la economía esté en recesión. Porque mientras no se reanime el consumo y las ventas, las empresas no pensarán en contratar (ni jóvenes ni parados mayores de 30 años, de los que el Gobierno se ha olvidado), ni regalando cotizaciones o contratos basura. Y tampoco se pedirá crédito, suponiendo que la pyme o el autónomo consigan dar garantías al banco. Y para hacerse empresario, hay que ver una economía viva, que consuma e invierta, no un país sumido en la recesión. Y saber qué empresa montar: En España sobran pymes y autónomos, faltan grandes empresas, sobran empresas en los servicios y faltan industrias y tecnología. No vale crear 30.000 nuevas empresas de un empleado (autónomos) en actividades sin futuro que al primer problema cierran.

El “Plan de estímulo” de Rajoy es mejor que los recortes de antes, pero no deja de ser un parche de cara a la galería, una aspirina para una economía en coma. Así no salimos del agujero. Y menos, con la última previsión de Bruselas : en 2013 la actividad volverá a caer (-1,4%, frente al –0,5% que dice el Gobierno) y el paro seguirá creciendo hasta el 27%, tras perderse otros 500.000 empleos. No valen paños calientes: hay que cambiar de política y poner a España a trabajar, recaudando 50.000 millones más (ya he explicado en este blog que se puede, sin subir impuestos a la mayoría de la población) y destinando una parte a reanimar de verdad la economía, con un enérgico Plan con cinco patas: un ambicioso programa de formación y reciclaje de los 6 millones de parados, un Plan de empleo con medidas valientes no sólo para jóvenes sino para mujeres y mayores de 45 años, un Plan para reducir el endeudamiento de familias y empresas , una potente inyección de crédito y liquidez en la economía y un programa de ayudas a la inversión y la exportación de los sectores con más futuro (industria, turismo, automóvil, agroalimentación, TIC y nuevas tecnologías, energías renovables, educación, industria sanitaria, dependencia y algunas infraestructuras…).

Es algo que ya está inventado, son los Planes de estímulo de verdad que han puesto en marcha Estados Unidos, Japón, China, Brasil y la mayoría del mundo, salvo Europa, donde la receta de salir de la crisis con recortes nos ha llevado a la recesión. Hay otro camino y se ha visto aquí en España con el Plan PIVE del automóvil: gastando 75 millones públicos en ayudar a las ventas, se ha recaudado el doble en impuestos, evitando pagar más paro. Lo contrario, los recortes, llevan a más recesión, menos ingresos, menos consumo, más paro, menos crecimiento, alto déficit, más recortes, menos crecimiento, más paro… Un círculo vicioso.

Pero ni Rajoy ni Merkel ni los fundamentalistas de Bruselas quieren verlo. Y ahora, la Comisión Europea se descuelga con que hay que seguir con los ajustes: les preocupa 2014, donde tras dos años de recesión, las cuentas públicas volverían a tener un agujero del 7,23%, en vez del 3% impuesto por Bruselas. Saben que cumplir este objetivo es imposible y están dispuestos a darnos árnica” a cambio de más ajustes, de más recortes, ya este año 2013 y más para 2014. No lo quieren decir en público todavía, pero exigirán a  España dos cosas: subir impuestos para 2014 (otra vez IRPF, IVA y todo lo que se pueda) y seguir con los recortes en pensiones, desempleo, Administración (funcionarios, autonomías y Ayuntamientos) y servicios públicos (educación, sanidad, servicios sociales y Dependencia). Más de lo mismo.

Más impuestos y nuevos recortes que van a profundizar la recesión y destruir más empleo. Ya sin ellos, la previsión de Bruselas es hoy que España seguirá en la UVI en 2013, sin consumo, sin ventas, con la economía cayendo otro año más (-1,4%) y con más paro (27%). Así, Rajoy tendrá que empezar el próximo debate del Estado de la Nación, en febrero de 2014, diciendo que la recuperación ya está aquí… con 6.500.000 parados. Un drama insoportable para una de cada dos familias. Puede evitarse. Cambien, por favor.

miércoles, 20 de febrero de 2013

En busca de la industria perdida


Esta crisis que nos asfixia es fruto del estallido de dos burbujas: una internacional, la burbuja financiera con epicentro en EEUU  y otra española, la burbuja del ladrillo. Mientras el mundo se recupera (lentamente) de la primera, España no busca un nuevo modelo de crecimiento, que sea una alternativa a la construcción. Salir de la crisis pasa por reanimar la industria, la gran pagana del “milagro español” de los últimos 25 años: pasó de ser el 23% de la economía al 12%. Hay que recuperar la industria perdida, porque es la base de la riqueza y el empleo, como demuestran Alemania y el País Vasco, con más industria que el resto. Eso obliga a gastar más en formación y tecnología, dar más créditos y ayudas a industrias con futuro, promover  empresas más grandes y apostar por el diseño y la calidad. Cambiar el ladrillo por la industria y la tecnología, los motores para salir de la crisis.
enrique ortega

En los últimos 25 años (1985-2010), España ha duplicado su producción, gracias a una fuerte inversión en vivienda e infraestructuras, que hemos pagado con una enorme deuda que todavía nos ahoga (2,8 billones, de los que aún debemos casi un billón). Los motores del “milagro español” han sido la vivienda (35% de la inversión) y las infraestructuras (30%), que explican por sí solas más de la mitad del crecimiento, repartiéndose el resto a medias entre el comercio y la hostelería y los servicios públicos (Estado del Bienestar). Un crecimiento apoyado en el cemento, el ladrillo y los servicios que ha marginado a la industria, hundida en el proceso: pasó de aportar el 23% del crecimiento en 1985 al 12,3% en 2010, según el interesante libro sobre nuestro modelo de crecimiento escrito por tres economistas de CCOO (descargar gratis aquí).

La industria fue, con el turismo, la protagonista del anterior milagro español, el desarrollismo de sesenta, empujada por grandes empresas públicas de automoción (SEAT), siderurgia (ENSIDESA), naval (Astilleros), defensa (Bazán, Santa Bárbara), electricidad (ENDESA), energía (INH-Repsol), aluminio (ENDASA), celulosa (ENCE), fertilizantes(ENFERSA) o turismo (ENTURSA),englobadas en el INI. En 1970, la industria representaba un 40% de la economía. Pero llegaron las crisis energéticas de 1973 y 1979 y el gigantismo industrial del franquismo hizo aguas, obligando a una dolorosa  reconversión industrial a partir de 1983. Y después, su protagonista, el ministro Solchaga, ya en Economía, puso en marcha un modelo de desarrollo especulativo (“España es el país donde más dinero se puede ganar a corto plazo”, dijo en febrero de 1.988) que sentó las bases de una economía apoyada en el cemento (infraestructuras públicas), el ladrillo y las finanzas. Y la industria cayó a la mitad, aportando sólo el 23 % del crecimiento en 1.985 (25,6% con la energía).

Tras dos burbujas del ladrillo (1.985-1.991 y 1.998-2008), el peso de la industria volvió a caer otra vez a la mitad, aportando un 12,9% en 2007 (15,5% con la energía), mientras la superaba la construcción (pasó de suponer un 6,3% de la economía en 1985 al 12,4% en 2007) y seguía aumentando el peso de los servicios (del 51 al 59,4% en 2007). La crisis fue la puntilla a la industria, en toda Europa pero más en España, donde la producción industrial ha caído en cuatro de los últimos cinco años (-38,1%). Y así, en 2011, el peso de la industria era del 12,3% (15,5% con la energía), por debajo de la media europea (18,3%) y muy alejado del peso de la industria en Alemania (23,5%), Italia (18,8%) o Suecia (19,7%).

Con la crisis, han cerrado una de cada cinco industrias y sólo un 7% de empresas se dedican a actividades industriales. Algo especialmente grave, porque la industria es un sector con más ventajas económicas que el resto, como resume un informe de PWC: crea más riqueza por empleado (68.000 €, frente a 50.000 en los servicios), ha perdido menos empleo (-895.500, uno de cada cuatro, frente a -1.619.100, dos de cada cuatro en la construcción), con menos paro (un 12,3%, frente al 26% de la economía) y empleos de más calidad (83,2% son fijos, frente al 73% global), es un sector muy exportador (aporta el 88,6% de las exportaciones españolas), el que más invierte en tecnología (casi la mitad del total en I+D+i, cinco veces lo que el resto por cada euro ingresado) y tiene un gran efecto de arrastre sobre el resto de la economía, especialmente los servicios.

Por ello, se cumple el axioma de que a más industria, más riqueza. Es el caso de Alemania y en España, de dos autonomías con más industria que el resto: País Vasco (27% industria) y Navarra (23%), que tienen casi la mitad de paro (15,93% Euskadi y 17,15% Navarra), los salarios más altos, las mejores pensiones y la mayor renta per cápita (31.288 € y 30.068, frente a 23.271 € de media en España), básicamente por su mayor desarrollo industrial y tecnológico (también por el concierto económico), que contrasta con la escasa industrialización de Canarias (7% industria), Andalucía o Extremadura (10%), las autonomías con más paro y menos renta, no por casualidad.

Para salir de la crisis, España tiene que cambiar su modelo productivo y recuperar la industria, como motor de la recuperación. Ello exige tomar distintas medidas. La principal, apoyar a la industria desde el Estado con formación y tecnología: España gasta menos en I+D+i que el resto de Europa (1,39% del PIB frente al 2,09) y, sobre todo, las empresas españolas gastan en tecnología la mitad que las europeas. Además, la industria necesita para sus inversiones ayudas y financiación (créditos ICO), hoy cara y escasa. Y  hay que ayudarlas con la exportación y los costes, no sólo salariales (se han moderado desde 2010), sino los demás, desde la burocracia y la logística (ferrocarril, puertos) hasta la energía, un verdadero problema para la mitad de las industrias, porque es un 15% más cara que en Europa. Y moderar los precios (márgenes), que han subido en España (1.992-2011) un 18,4% más que en la zona euro, donde exportamos dos tercios de nuestros productos.

Otro punto clave es conseguir unas industrias más grandes: en España hay demasiadas pymes (95% empresas con menos 10 empleados) y pocas grandes empresas (sólo el 0,2% tienen más de 200 empleados). Sólo tenemos 3.305 empresas con más de 250 trabajadores (0,1%) cuando en Alemania hay 8.995 (0,5%). Y este raquitismo empresarial tiene negativas consecuencias, porque las grandes empresas son más productivas, más innovadoras, más propensas a exportar y con empleo más estable. La prueba es que si España tiene un 20% menos de productividad que Alemania es por las pymes, ya que nuestras grandes empresas son más más productivas que las alemanas, según un estudio de La Caixa. Para conseguir industrias más grandes, el Gobierno debe modificar la inspección fiscal (se vigila más a las más grandes), el régimen de ayudas (muchas se pierden por tener más de 250 empleados) y facilitar con créditos y fiscalidad la fusión de empresas.

Al final, la Comisión Europea acaba de descubrir que hace falta reindustrializar Europa para salir de la crisis, lanzando como objetivo que alcance un 20% de peso en la economía. En España, el Gobierno Rajoy no tiene política industrial (liberales ellos, piensan que “la mejor política industrial es la que no existe”) y lleva dos años recortando el presupuesto de Industria (-25% entre 2012 y 2013). Pero no hay país cuya industria avance sin un empujón público. Hay que ayudar a los sectores clásicos: automóvil (España es el 2º fabricante europeo), bienes de equipo, metal y máquina herramienta (terceros fabricantes de Europa), industria química y farmacéutica, textil, calzado y cerámica… Y, sobre todo, apoyar a nuevos sectores con futuro: aeroespacial (somos 5º fabricante europeo), biotecnología, TIC y contenidos digitales, industrias del agua y medioambientales, energías renovables, agroalimentación, material de transporte (AVE), industria de la salud y nuevos materiales

Es hora de apostar de verdad por la industria para salir de la crisis, buscando nuestro hueco en Europa y en el mundo. Tapar el hueco del cemento y el ladrillo con industrias sostenibles, que recuperen los 3,5 millones de empleos perdidos y creen más para las nuevas generaciones. No podemos ser un país de turismo y servicios. Sin industria no hay futuro.

domingo, 17 de febrero de 2013

La privatización del agua avanza imparable


Primero privatizaron las empresas públicas (Aznar) y ahora Rajoy privatiza la enseñanza, la sanidad, la justicia y hasta el agua: ya son más de la mitad los Ayuntamientos que han privatizado la gestión del abastecimiento, saneamiento y depuración del agua a 25 millones de españoles. Un servicio que se reparten casi en exclusiva dos empresas (Agbar y FCC-Aqualia), que aspiran a gestionar el 70% del agua. Para los Ayuntamientos, es una tentación cobrar en mano un alto canon por ceder la gestión durante 30 años y dedicar ese dinero a tapar agujeros. Pero para los usuarios, la privatización ha supuesto una fuerte subida de tarifas, menos inversiones en infraestructuras y peor calidad del agua (somos el tercer consumidor europeo de agua embotellada). El agua no es una mercancía, sino un bien esencial con el que no se debe hacer negocio. Y menos si tiene que duplicar su precio para equipararlo con Europa.
enrique ortega a partir de un vinilo de chispun

La privatización de la gestión del agua, acelerada desde 2009, supera ya el listón de la mitad de los Ayuntamientos españoles, tras los últimos casos en 2012 y 2013: Lugo (85.000 habitantes), Puerto de Santa María (85.000), Barcelona (adjudicación –paralizada- a Acciona del servicio en alta de Aigues del Ter Llobregat, con 4,5 millones de clientes en el área metropolitana de Barcelona) o Jerez de la Frontera (206.000 habitantes), junto a miles de pueblos pequeños como Candeleda (Ávila) o Laguna de Duero (Valladolid), en medio de una creciente protesta ciudadana. Y en Europa, las protestas contra la privatización del agua en varios paises han llevado un millón de firmas a Bruselas.

Una lista que se suma a las 33 capitales de provincia que ya tienen privatizada la gestión del agua: Barcelona (desde hace 70 años), Tarragona, Lleida, Girona, Teruel, Valencia, Castellón, Alicante, Murcia, Huelva, Jaén, Granada, Almería, Guadalajara, Toledo, Ciudad real, Albacete, Cáceres, Badajoz, Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, Melilla, Ávila, Salamanca, Zamora, León, Palencia, Valladolid, Soria, Santander, Oviedo, Orense y Pontevedra. Y miles de pequeños municipios, sobre todo menores de 50.000 habitantes. En total, tienen privatizada la gestión del agua un 53% de los municipios (38% privada y 15% mixta). Y ya son 25 millones de españoles a los que les gestiona o envía su recibo del agua una empresa privada.

Para los Ayuntamientos, privatizar la gestión del agua ha sido “una gran tentación”: una empresa llega con 80 millones bajo el brazo, a pagar ya, por la concesión del servicio del agua durante 30 años. Los ediles cogen el dinero y tapan agujeros, gastándolo en todo menos en el agua. Resuelven por hoy una parte de sus problemas y el que venga detrás que arree (es una hipoteca por 30 años). La excusa es que necesitan dinero, pero también hay un componente ideológico: la mayoría son alcaldes del PP, que creen que lo privado es mejor que lo público por definición. Así, la alcaldesa de Jerez (PP) lo intentó en 2003 y cuando ha vuelto al poder, en 2011, lo anunció a los tres meses de tomar posesión.

La privatización del agua ha creado una “burbuja hídrica”, inflada por constructoras que han cambiado el ladrillo por el agua. Un duopolio que se reparten Agbar (45% mercado, 13 millones de clientes) y FCC-Aqualia (34%, 9 millones de clientes), con Acciona (2,9 millones abonados). Para ellas, es un doble negocio: construcción de infraestructuras y gestión del agua. Un negocio redondo: pagan un canon y se aseguran durante 20, 30 y hasta 50 años unos recibos seguros (el 95% se pagan), a unos precios que se revisan anualmente. En Jerez, por ejemplo, FCC-Aqualia paga 80 millones (en un año) por gestionar durante 25 años un servicio de aguas que ganaba 9 millones al año (9x25= 225 millones). Un chollo. Y más si cuenta con la garantía de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas: tiene que haber un equilibrio económico-financiero y si el contratista pierde dinero, el Ayuntamiento debe permitirle resarcirse subiendo tarifas.

El problema de la privatización es doble. Por un lado, se privatiza la gestión de muchas empresas municipales que ganan dinero, sólo para conseguir liquidez. Por otro, las empresas privadas pagan el canon con créditos bancarios, con la garantía de las tarifas que van a cobrar. Así que el usuario paga por tres conceptos: el coste del agua, el pago de los intereses del crédito (este es un negocio también para bancos y Cajas) y el beneficio de las empresas (el sector del agua gana unos 1.000 millones). Por ello, las empresas privadas suelen subir más las tarifas tras la privatización: es lo que ha pasado en Huelva (subida tarifas +40,7% desde enero 2011), San Fernando (+117% desde 1.974) o Barcelona (+27% en 2013).

Pero hay más pegas. La primera, que las empresas rebajan sus inversiones en agua, para conseguir beneficios. Y eso repercute en el servicio (cortes, presión) y en la calidad del agua. De hecho, se ha duplicado la venta de agua embotellada en las dos últimas décadas y España es el tercer consumidor europeo (136,5 litros per cápita). Y lo peor, no están interesadas en el ahorro de agua: cuanto más consumo, más facturación y más beneficios. Además, en muchos casos, no se controla bien su gestión y le dedican menos recursos de los que obliga la concesión. Por todo, la gestión privada del agua es menos eficiente que la pública, según un estudio realizado en Andalucía por la Universidad de Granada.

Y más cara. En los últimos años, las tarifas han subido entre un 24% (Madrid) y un 100%, más en las que tienen la gestión privatizada. En 2012, el precio medio estaba en 2,87 euros por m3, tras subir un 5%, según FACUA, cuyo estudio revela que el precio del agua es tres veces más caro en unas ciudades (Murcia, Cádiz o Palma) que en otras (Valladolid). Critican que no haya una tarifa según el número de miembros de la familia y no se penalicen más los consumos excesivos. Y que cada Ayuntamiento haga lo que quiera con el agua. De hecho, muchos expertos piden  una Agencia estatal del Agua, que ponga orden y transparencia, como existe para la luz y el gas (Comisión de la Energía) o en la telefonía (CMT). Debería establecer obligaciones de suministro, fijar estándares de calidad, homogeneizar recibos, vigilar tarifas y asegurar una gestión transparente y eficaz del agua.

Pero no se va por ahí y la previsión de las propias empresas es que sigan las privatizaciones hasta conseguir el 70% del mercado en 2014, tras varios concursos sustanciosos que están esperando: Vitoria, Zaragoza, Burgos, mancomunidad de Canales de Taibilla (79 municipios y 3 millones de abonados en Alicante, Murcia y Albacete) y sobre todo Madrid: en 2012 se paró la privatización del Canal de Isabel II (6 millones abonados), pero el presidente Ignacio González está empeñado en hacerlo para 2014.

El problema del agua no es sólo su gestión, que ha de ser eficaz. Hacen falta grandes inversiones (16.000 millones), sobre todo para depuración (Bruselas nos obliga a construir un millar de pequeñas depuradoras, el 20% que falta) y alcantarillado (está hecho un desastre y es causa de  muchas inundaciones), así como para modernizar viejos abastecimientos. Y esto obliga a subir tarifas, que, de media, sólo cubren el 70% de los costes: habría que duplicar el precio del agua en unos años, para homogeneizarlo con Europa. Pero los usuarios no podemos, además, pagar más para financiar las privatizaciones.

Hay que pagar más por el agua, para asegurar el suministro y la calidad. Vale. Pero no para pagar el beneficio de las constructoras privadas. Pagar más con transparencia y control público de inversiones y tarifas. Con facturas claras como el agua.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Plan PIVE 2: un insuficiente empujón al automóvil


Hay que aplaudir la primera medida del Gobierno Rajoy que no es un recorte, sino un gasto: 150 millones para el Plan PIVE 2, que ayuda con 2.000 euros al que compre un coche nuevo de bajo consumo. Un Plan que ya ha funcionado bien en 2012 y que conseguirá vender 70.000 coches más en 2013. Pero es insuficiente. España, segundo fabricante de Europa, ha dejado de producir un tercio de los coches que fabricaba, en perjuicio del empleo y las exportaciones. Las empresas piden un Plan de inversiones y ayudas fiscales, logísticas y  tecnológicas para fabricar un millón de coches más. Costaría 500 millones, pero aportaría en impuestos, actividad y empleo diez veces más. Es un buen ejemplo de la receta para salir de la recesión: gastar para reactivar la economía y así recaudar más y gastar menos en paro. Pero no les entra en la cabeza.
enrique ortega

2012 ha sido un año para olvidar en la industria del automóvil, en España y en Europa, con las peores ventas desde 1.995 (12 millones de coches, -8,2%), mientras el sector se recuperaba en Estados Unidos (14,5 millones de coches, +13%), gracias a las ayudas de Bush-Obama en diciembre de 2008 (12.500 millones de euros). En Europa, se han cerrado 5 fábricas y se han perdido 30.000 empleos, por la caída de ventas en Francia (-13,9%), Italia (-20%), Grecia (-40%), Portugal (-38%), España (-13,4%) e incluso Alemania (-3%), creciendo sólo Gran Bretaña (+5,3%). Los fabricantes con mayor caída de ventas son los franceses (-19,1% Renault y -12,9% PSA Peugeot Citroën), General Motors (-13,8%) y Ford (-13,2%), aguantando mejor Volkswagen (-1,6%), BMW y Mercedes (-1,8%).

España, segundo fabricante de coches europeo (tras Alemania) ha sufrido la fuerte caída de ventas interiores (-13,4%, 699.589 vehículos matriculados, la mitad que en 2008) y la crisis del mercado europeo, con una mayor caída de las exportaciones (-18,48%, 1,72 millones de coches exportados). Con todo, las 17 fábricas españolas de coches han aguantado mejor que las de otros países, gracias a su competitividad, a la flexibilidad sindical y ayudas que hemos pagado todos: 1.264 millones en subvenciones y préstamos más ayudas laborales, para que hicieran ERES parciales (11.200 trabajadores, uno de cada cinco empleados fueron al paro días o meses en 2012). Con ello, se salvó la mayoría del empleo y se recibieron más de 2.000 millones de nuevas inversiones para Almusafes (Ford), Iveco-Fiat (camiones), GM, PSA, Volkswagen y Seat. Y sigue Nissan, adjudicando un nuevo coche a Barcelona en 2013.

A todo ello contribuyó también el Plan PIVE, aprobado en octubre, que destinó 75 millones de ayudas públicas para subvencionar con 1.000 euros (las marcas ponían otros 1.000) la compra de vehículos poco contaminantes (60% del mercado), siempre que se achatarrara el coche viejo. Ha permitido vender 26.000 coches extras, generando una recaudación adicional de 100 millones, 300 millones de impacto económico y mantener 4.500 empleos. Un buen balance que, junto a la presión de los fabricantes (irse a otro país) ha llevado al Gobierno a prorrogar el Plan un año más, con 150 millones. Se espera que el Plan PIVE 2, para cambiar coches y vehículos comerciales con más de 7 años, traerá unas ventas extras de 70.000 coches, que suponen una recaudación extra de 280 millones y 10.000 empleos asegurados. Otra buena inversión.

Pero es insuficiente. Con el Plan PIVE 2 se esperan vender en 2013 unos 150.000 coches más, sobre 850.000. Y con un ligero repunte de las exportaciones, se pasaría de fabricar 1,97 a 2,2 millones de coches. Todavía pocos para un sector  que ha perdido un tercio de su producción con la crisis: España fabricó más de 3 millones de coches entre 2000 y 2004. Y lo más importante: si las fábricas españolas no espabilan, hay otras 152 fábricas en Europa (y muchas más en el mundo) dispuestas a “robarnos” la fabricación de los coches del futuro. Y España tiene dos hándicaps. Uno, que estamos en un extremo de Europa, lo que encarece un 10% el transporte a los principales mercados. Y dos, que fabricamos coches del segmento medio/bajo, con menos márgenes, aunque ahora con la crisis se venden mejor: cuatro de los diez modelos más vendidos en Europa en 2012 se fabricaron en España (Volkswagen Polo, Opel Corsa, Renault Clío y Renault Megane).

Con todo, la industria española del automóvil es una de las más competitivas de Europa y del mundo, por tecnología, diseño, organización y costes. Pero necesitaría un fuerte empujón para consolidarse y volver a producir 3 millones de coches al año. Por eso, las empresas han pedido al Gobierno un conjunto de medidas, en el Plan 3 millones: menos impuestos al automóvil (somos el único país europeo con impuesto de matriculación), más créditos ICO a empresas y concesionarios, endurecer el control de vehículos sin ITV (2 millones circulando), mejorar las infraestructuras y la logística (trenes y autopistas del mar), impulsar la investigación y el diseño, mejorar la formación y el marco laboral y reducir los mayores costes energéticos (luz y gas).

Este Plan costaría 500 millones de euros, pero generaría muchos ingresos adicionales: fabricar un millón de coches más (cada coche aporta 4.000 euros en impuestos), generar 73.000 empleos (dedicar 800 millones menos a pagar desempleo), aumento de divisas por exportaciones (+4% hasta 2015) y un mayor crecimiento de las industrias auxiliares, desde concesionarios (3.000+ 4.600 empresas de compraventa) y talleres (43.600, el doble que en Alemania) hasta empresas de recambios y aseguradoras. Y el ahorro de petróleo por renovar el parque (el 43% de vehículos tienen más de 10 años). O sea, que invertir 500 millones aportaría diez veces más en ingresos fiscales, empleo, ahorro de energía y más actividad.

El automóvil es un sector clave para España. La segunda industria del país (tras el turismo), supone el 10% de la economía (PIB) y 9 de cada 100 empleos. Aporta 24.000 millones al año en impuestos (la mitad de lo que se recauda por IVA), es nuestro segundo sector exportador (somos el 6º exportador de coches del mundo), atrae más de 1.000 millones al año de inversiones extranjeras y aporta el 12% de la inversión en tecnología. Una industria moderna y muy  competitiva, que debe ser uno de los motores de la recuperación en 2014. Pero para eso, hay que gastar más ahora, 500 millones, que no es nada comparado con los 120.000 millones dedicados a sanear la banca, los 5.200 millones para las autopistas, los últimos 2.200 millones del crédito extraordinario para las eléctricas, los 951 millones que nos cuestan las televisiones autonómicas, los 3,4 millones a las Fundaciones de partidos políticos….

Estamos ante un ejemplo claro de que se puede hacer otra política para salir de la crisis. Que frente a los recortes, hay otra receta: invertir en sectores con futuro, gastar ahora para recuperar después mucho más, al haber más actividad, en más recaudación y menos gasto en desempleo. El Plan PIVE lo ha demostrado y por eso hay que darles un empujón de verdad, con el Plan 3 millones. Gastar ahora para recoger después, como hizo EEUU con su industria del automóvil. No más recortes, que sólo traen menos recaudación y más paro. Prueben con el automóvil a ir por otro camino.