domingo, 30 de junio de 2013

Cumbre europea: ayudas escasas y tardías


Mucho ruido y pocas nueces en la última Cumbre europea: 532 euros al año (2014 y 2015) para ayudar a los parados jóvenes (1.000 euros a los españoles) y 10.000 millones anuales de créditos a las pymes europeas, a costa de recortar fondos estructurales. Y nada para los 21 millones de parados restantes (5,2 millones, españoles) ni un Plan para reanimar la economía europea. Otra Cumbre más para salvar la cara, esta vez con algunos millones ya previstos y cuyo gasto adelantan o hacen “ingeniería financiera”. Pero ni un euro nuevo contra una recesión que dura ya año y medio en Europa. Y sin construir “más Europa”, negando un papel activo al BCE para comprar deuda, retrasando sine díe los eurobonos, la única manera de evitar que el crédito (escaso) esté el doble de caro en la Europa del sur. Más de lo mismo: austeridad y reformas, una política que lleva 3 años fracasando.
enrique ortega

Hace justo un año, en otra Cumbre europea, los líderes de los 27 aprobaron a bombo y platillo un Pacto por el Crecimiento y el Empleo, para relanzar la economía. Pero un año después, no se ha puesto un euro en el empeño y Europa, tras mantenerse a ultranza en su política de austeridad, lleva ya año y medio en recesión, con 1,7 millones de parados más que hace un año (600.000 de ellos en España). Ahora, presionados por la contestación social y por algunos países (Francia, Italia, España), Merkel y los fundamentalistas de Bruselas han querido dar la imagen de que se preocupan de los problemas de los europeos, poniendo sobre la mesa unos millones contra el paro juvenil y para créditos a las pymes. Poco dinero y ni un euro nuevo, ya que sólo se anticipan fondos ya previstos o se cambia el destino de otros para desatascar créditos, con “ingeniería financiera”. Pocas nueces y mucha propaganda.

Veamos primero las ayudas contra el paro juvenil. Había 6.000 millones previstos en los Presupuestos europeos 2014-2020 y lo que ha hecho la Cumbre es anticipar su gasto, entre 2014 y 2015. Son 3.000 millones al año, a repartir entre los 5.630.000 parados europeos menores de 25 años (964.000, españoles). Tocan a 532 euros por parado al año. En el reparto, España, líder en paro juvenil (56,4% frente a 22,6% UE), se llevará casi la mitad, 1.900 millones en dos años: 1.000 euros por parado al año. Ahora toca estudiar en qué se gasta y a cambio de qué, porque Bruselas impondrá contrapartidas, cambios ya solicitados en las políticas de empleo y en la reforma laboral.

La cifra, 6.000 millones (y quizás otros 2.000 más para 2016-2020), es ridícula. “Como una gota de agua en el océano”, ha dicho el presidente del Parlamento europeo. Y contrasta con las ayudas públicas al saneamiento de los bancos europeos: 1,6 billones de euros (215.000 a los bancos españoles, 40.000 millones de Bruselas). Si parece razonable que sanear la banca sea una prioridad para Europa (para asegurar crédito y liquidez a la economía), también debería serlo conseguir que los parados trabajen, para que no caigan en la pobreza, consuman, coticen y ayuden a crecer y a recortar el déficit. Pero la desproporción de ayudas es escandalosa. Y no han aprobado ni un euro para los parados mayores de 25 años: 21 millones en Europa, 5,2 millones sólo en España.

Y ahora, la medida para desatascar el crédito a las pymes en Europa: movilizar entre 60.000 y 100.000 millones de crédito en los próximos 7 años, unos 10.000 al año. Medida que tiene doble truco. Por un lado, sólo se ponen 10.000 millones en manos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para que, con la “ingeniería financiera (avales) haga el milagro de movilizar hasta 100.000 millones en créditos. Pero además, esos 10.000 millones no es dinero nuevo, sino que se recorta de los Fondos estructurales de los países, con lo que si España, por ejemplo, quiere estos créditos, tendrá que renunciar a Fondos europeos para  zonas rurales o infraestructuras. Son créditos, que las pymes tendrán que devolver con intereses. Y una cifra  a repartir entre los países: España podría conseguir unos 1.000 millones año, la cuarta parte del dinero que dispone el crédito oficial (ICO) y que no se presta por falta de demanda.

Estas ayudas a los parados jóvenes y los nuevos créditos a pymes no llegarán a España antes de enero de 2014, a pesar de nuestra recesión, los 6,2 millones de parados y de que nuestras empresas no consigan crédito (y si lo hacen, pagan el doble que en el norte de Europa). Algo que no se va a resolver mientras haya dos Europas, mientras el BCE no salga en apoyo de los países del sur, comprando deuda pública primero (para bajar los intereses) y creando después los eurobonos: un sistema para compartir la deuda europea, para que países y empresas se financien al mismo coste, como antes de la crisis del euro.

Pero esto es un tema tabú para Merkel y los fundamentalistas de Bruselas, que prefieren aprobar “parches” para inyectar 10.000 millones de crédito anuales que conseguir una Europa más unida, donde pedir un crédito cueste igual en Madrid que en Berlín o Viena (porque eso significaría que ellos pagarían algo más que ahora). Y tampoco quieren aprobar un verdadero Plan Marshall para reanimar la economía europea y el empleo porque, para ser efectivo, costaría al menos 200.000 millones de euros y los países ricos del norte tendrían que pagar la mayor parte. Claro que también les beneficiaría vía exportaciones y créditos.

Así que, a falta de medidas eficaces, parches para salvar la cara de Bruselas y Merkel, que busca  llegar hasta las elecciones alemanas de septiembre sin pedir más dinero a sus electores. Y después, más de lo mismo: austeridad y reformas, nada de estímulos que cuesten dinero (para recoger mañana).Y si la Europa del sur lo pasa mal, le recetan paciencia.

Mientras, en España, el Gobierno Rajoy repite una y mil veces que hay “brotes verdes, pero la realidad es que seguimos en recesión y cualquiera puede ver que no hay consumo, no hay actividad, sigue habiendo despidos y cierres de empresas, que los parados (sobre todo los mayores de 45 años) no ven salida. Y aunque las exportaciones crecen, lo hacen la tercera parte que antes (por la recesión europea), mientras el turismo interior sigue cayendo. Y todavía nos queda ver los efectos depresivos del ajuste de 2014, porque aunque Bruselas lo haya suavizado, España tendrá que recortar otros 7.000 millones de déficit (Estado y autonomías) para 2014.Y cada vez es más doloroso recortar.

Por todo ello, la única salida es cambiar de política, en España y en Europa, abandonar la austeridad y reanimar la economía, como han hecho EEUU, Japón, Brasil o China, países que crecen mientras Europa está en recesión desde octubre de 2011. A nivel europeo, hay que conseguir recursos para lanzar un Plan Marshall de inversiones y ayudas a la Europa del sur, mientras los países del norte reaniman su consumo e  importaciones. A nivel español, hay que reanimar la economía, consiguiendo más ingresos (en este blog he explicado cómo recaudar 50.000 millones más de multinacionales, grandes empresas y los más ricos, bajando impuestos a la mayoría) para destinarlos a la formación de jóvenes y parados (la mitad no tiene), a incentivar contrataciones (un año sin pagar SS por empleo) y a ayudar a sectores clave para salir de la crisis: exportadores, industrias, tecnología, turismo y pymes. Ingresar más para gastar más y recuperarlo vía empleo que cotiza, consume y paga impuestos.

Se puede. Lo que no se puede es seguir así, con un país sumido en la desesperanza y que no ve salida. Esta Cumbre europea sólo ha aprobado migajas  para 2014, cuando lo que urge es el hoy. Y no han afrontado el problema real de España: crear empleo de verdad. Por eso, Europa, nuestra esperanza durante décadas, queda cada vez más lejos. Estamos solos. Peor: estamos atados a su desgobierno.

jueves, 27 de junio de 2013

Crédito: ni hay (caro) ni se pide


El grifo del crédito lleva cerrado tres años, pero ahora Rajoy ha descubierto el problema y le achaca todos los males de España. Y echa la culpa a los bancos y al BCE. Pero no dice la verdad: no hay crédito porque han hecho una reforma financiera que obliga a Cajas y bancos a capitalizarse más (con dinero público) y prestar menos. Las empresas tampoco piden crédito, porque no hay ventas, no hay actividad, por culpa de su política de austeridad. Y el poco crédito que piden, para el día a día, es el doble de caro en España que en el norte de Europa. Y eso, porque Merkel, Bruselas y el BCE no quieren aprobar los eurobonos, para compartir la deuda europea, y los inversores prestan más caro al sur. Abrir el grifo del crédito pasa por cambiar de política, en Europa y en España. Algo que tampoco hará la Cumbre europea de esta semana.
enrique ortega

La caída del crédito con la crisis es la mayor en España en los últimos 50 años. Desde mediados de 2009 hasta finales de 2012, la concesión de créditos cayó un 9,2%: se dejaron de prestar 172.000 millones de euros. Y este año, hasta abril, la caída del crédito se ha agravado: -15%, según el Banco de España. Un 57% de las pymes dicen que los bancos españoles están reduciendo su financiación (frente a un 37% de pymes europeas), según el BCE. Y la patronal CEPYME denuncia que los bancos saneados sólo atienden un 30% de las solicitudes de crédito de las pymes y un 20% las Cajas nacionalizadas (con dinero público).

Menos crédito y encima más caro. Según una encuesta del BCE, tres de cada cuatro pymes españolas dicen que los tipos de interés de sus préstamos han aumentado en el primer trimestre, la mitad que el banco les ha exigido más garantías y una de cada tres que el banco les ha reducido el crédito para circulante (día a día). Además de pagar más, las pymes españolas están pagando el doble por los créditos que las del norte de Europa, según el BCE: pagan un 5,36% por los créditos de menos de un millón de euros (a 5 años), un 84% más que las pymes alemanas (4%) y un 35% más que la media de pymes de la zona euro. Y a su vez, las pymes españolas pagan por sus pequeños créditos el doble que las grandes empresas españolas, que están pagando un 2,62% para créditos de más de un millón de euros, también un 46% más de lo que pagan por financiarse las grandes empresas alemanas.

Menos crédito y más caro lleva en muchos casos a que no se pide. De hecho, en el primer trimestre de 2013, el crédito oficial (ICO) sólo ha prestado un 6% de los 22.000 millones que tiene para todo el año, con la mitad de peticiones que en 2012. Y según una encuesta de ATA, 7 de cada 10 autónomos no ha pedido un crédito en 2013 y sólo el 33,9% ha pedido un préstamo al ICO en los últimos 5 años. No se piden créditos y los que se piden no se dan: sólo a 2 de cada 10 autónomos les dieron lo que pidieron. Por eso, la banca está dedicando su liquidez (la que le da el BCE a bajo precio) a comprar deuda pública (más rentable).Y el ICO ha dedicado los 20.000 millones que le prestó el BCE a financiar al Estado y las autonomías.

Rajoy acaba de culpar a los bancos  de no dar créditos. No dice es que mucha culpa la tiene su reforma financiera, que ha secado más el crédito, como ya advertimos. Y eso, porque a las Cajas nacionalizadas (un tercio del sistema financiero) se les ha obligado a reducir riesgos y créditos. Y al resto de bancos, se les han impuesto unas exigencias de capital que les drenan recursos y les dificulta prestar (a más créditos, más capital), como reconoce el presidente de La Caixa . Unos y otros están digiriendo fusiones, despidos y cierres de oficinas, con lo que su prioridad no es prestar. Además, el paro y la recesión están aumentando la morosidad (ya en el 11%) y miran con lupa cualquier solicitud, exigiendo más garantías. Y los bancos españoles todavía tienen problemas para financiarse, más caro que los de Europa del norte. Y así suben los créditos.

Con todo, el mayor problema del crédito es que apenas se pide (se devuelve), porque no hay actividad, no hay ventas, no se invierte: el país está en recesión. El negocio de los bancos es prestar y si no lo hacen es porque no ven peticiones solventes y tienen miedo del riesgo, sobre todo si no se ve un final a la crisis. Precisamente, los bancos están preocupados por los créditos que han refinanciado, por ver si los recuperan o tendrán que hacer más provisiones, como se temen muchos expertos. No sería de extrañar que el Banco de España y el BCE obligaran en septiembre a un segundo ajuste bancario, por unos 10.000 millones más. Y con esa perspectiva, bancos y Cajas no piensan en abrir la mano del crédito. Ni siquiera para renovar las pólizas de circulante, para financiar el día a día, un crédito del que depende la subsistencia de millones de empresas, sobre todo de las pymes (mantienen el 74,5% del empleo).

Es urgente clarificar definitivamente  el saneamiento de bancos y Cajas y poner en marcha un Plan de choque para financiar el circulante y los proyectos más urgentes de las pymes, a tipos asumibles, con ayuda del ICO y las Cajas nacionalizadas, junto a un paquete de avales y garantías públicas. Pero no es suficiente. Para resolver el problema del crédito hay que cambiar de política, en España y en Europa. La clave es reanimar la economía europea (año y medio en recesión) y española, suavizando los recortes y animando la actividad con mayores salarios y consumo (sobre todo en la Europa del norte) y con bajadas de impuestos a la mayoría (y subidas a grandes empresas y a los 145.000 más ricos), mantenimiento de salarios y más inversiones públicas (para formación, educación, tecnología, industria y exportaciones) en España y la Europa del sur.

En paralelo, Europa tiene que hacer una profunda reforma de su política monetaria, exigiendo al BCE que ponga su prioridad en reducir el paro y la recesión, como hacen la Reserva Federal USA, Japón, China o Brasil, que se han dedicado a comprar bonos y deuda para dar liquidez suficiente y facilitar el crédito. Pero, sobre todo, hay que avanzar hacia los eurobonos, hay que mutualizar y compartir la deuda, porque si no, nos encontramos con que los países y las empresas del sur pagamos el doble por financiarnos.

Más liquidez y más crédito para todos los europeos por igual. Y sobre todo, reanimar la economía para que las empresas y particulares pidan crédito, inviertan y consuman, porque si no, no se crea empleo. No parece que Merkel y los fundamentalistas de Bruselas estén por cambiar su política, más allá de medidas escaparate, como el Plan de empleo juvenil, que es un parche: 6.000 millones en 7 años para afrontar el drama de 5,63 millones de parados europeos menores de 25 años (1 millón en España).Son 142 euros por parado joven al año. ¿Y los 21 millones de parados restantes, 5,2 millones en España? Se habla de movilizar 16.000 millones de inversiones del Fondo de Cohesión y hasta 60.000 millones (9.000 al año) de créditos para pymes del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Está bien, menos es nada, pero esto no es el Plan Marshall que necesita Europa para salir de la recesión.   

No se puede esperar mucho más de la Cumbre de esta semana, porque la Europa del norte no quiere gastar en estimular la economía europea cuando Merkel y Alemania están a las puertas de unas elecciones (en septiembre). Pero así, Europa retrasa su salida de la crisis, en perjuicio de los países del sur, donde la mayoría sufre con dureza los ajustes, sin ver una salida. Y por eso, las empresas, apenas piden créditos. Están, como la economía: sin pulso.

lunes, 24 de junio de 2013

Vender humo: el negocio del CO2


El CO2, el gas que más contribuye al calentamiento global del Planeta, alcanzó en mayo el nivel más alto en millones de años. Un dato que revela el fracaso en la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo en países emergentes. En Europa, ha entrado en crisis el mercado de CO2, donde el dióxido de carbono cotiza como el petróleo, el café o los cereales: las empresas que más contaminan tienen que comprar derechos y pagar por sus emisiones. Pero los precios se han desplomado y una tonelada de CO2 cuesta lo que una hamburguesa: ahora, contaminar es muy barato. Bruselas propone intervenir para subir la cotización del CO2, pero empresas y Parlamento europeo se oponen, porque temen arriesgar industrias y empleos. La prioridad debe ser salvar el Planeta: si nos lo cargamos, por no reducir las emisiones de CO2, entonces sí pondremos  en peligro la economía y el empleo.

enrique ortega

El evidente cambio climático es el síntoma, la fiebre que alerta de que la Tierra está enferma. Y el gas que más contribuye al calentamiento global, al retener parte del calor que emite la Tierra, es el CO2, producido por la combustión de combustibles sólidos (petróleo, gas carbón) utilizados para producir electricidad y cemento, las industrias, el transporte o las calefacciones. En mayo, la agencia norteamericana NOAA daba la alarma: la concentración de CO2 en la atmósfera superó la frontera de las 400 partículas por millón (ppm), por primera vez en los últimos tres millones de años. Y un documento del Banco Mundial alerta de que, si no se toman medidas urgentes, a finales de siglo, el CO2 alcanzará las 800 ppm, lo que causaría una subida de la temperatura de la Tierra de 4 grados, algo muy peligroso: provocaría sequías, inundaciones, malas cosechas, hambre, migraciones y una grave crisis mundial.

Para evitarlo se firmó en 1997 el protocolo de Kioto, para reducir las emisiones de CO2 y conseguir que la temperatura de la Tierra “solo” subiera 2 grados para 2050. Pero únicamente firmaron 35 países, quedando fuera los que más contaminan (China, Estados Unidos, India y Japón), a los que Europa quiere recuperar con otro gran Pacto en 2015. Pero mientras, las emisiones de CO2 han crecido un 30% en la última década, sobre todo por los países en desarrollo, que crecen produciendo el 54% del CO2 mundial.

Europa ha sido y sigue siendo la abanderada contra el cambio climático, aunque sólo produce el 12% del CO2 mundial. De hecho, lleva reduciendo sus emisiones desde 2005 (salvo en 2010) y está cerca del objetivo de recortarlas un 20% sobre 1990 (está en el -18,5%). Y mucho tiene que ver la puesta en marcha, en 2005, el mercado del CO2: Bolsas en la mayoría de países (en España, en Barcelona) donde lo que se negocia es dióxido de carbono, mejor dicho, derechos sobre CO2 (papelitos). En 2005, Europa repartió a 12.170 empresas europeas (1.130 españolas) unos derechos de CO2, según su nivel de contaminación. Y desde enero de 2012, también a 5.450 compañías aéreas que vuelan a Europa. Si emitían más CO2, tenían que comprar derechos en Bolsa a otras empresas que emitieran menos y vendieran sus derechos. El objetivo: quien contamina paga, quien emite menos cobra.

El mercado del CO2 se inició en Europa pero ahora es mundial (acaba de abrir en China) y las empresas pueden conseguir derechos invirtiendo en proyectos medioambientales en Latinoamérica, Asia o África, que consiguen así financiación. Es lo que han hecho empresas españolas, como Iberdrola o Repsol, que han conseguido derechos de CO2 construyendo hidroeléctricas en Guatemala o enterrando gas en una mina de Argentina. Además, hay un mercado voluntario de CO2, asentado sobre todo en la Bolsa de Chicago, donde se especula con el CO2 como con el petróleo o los alimentos (se han creado derivados sobre CO2), con empresas que consiguen derechos de CO2 haciendo inversiones medioambientales que les dan “imagen”.

El problema del mercado del CO2 en Europa es que  ahora funciona mal. Primero, porque se repartieron demasiados derechos de CO2 (demasiados papelitos) y con la crisis, las empresas contaminan menos y tienen derechos de sobra. Y los venden, hacen negocio con ellos. De hecho, las industrias españolas han ingresado 1.279 millones vendiendo derechos (sólo las cementeras, grandes contaminantes, han ganado 185 millones), mientras el Estado español ha tenido que pagar, por exceso de emisiones del país, 750 millones desde 2008 (y otros 550 hasta 2014). Y este exceso de derechos (también por operaciones medioambientales “infladas” en países en desarrollo) ha provocado un desplome de los precios en el mercado del CO2: si en 2005 cotizaba a 23 euros por tonelada (y llegó a 30€ en 2006), ahora cotiza a 3,99 euros: una tonelada de CO2 cuesta lo que una hamburguesa.

Y claro, así, contaminar sale muy barato y no compensa a las empresas invertir para emitir menos CO2. Para evitarlo, la Comisión Europea puso en marcha en enero el sistema de subastas de CO2: en vez de repartir gratis derechos como antes, se reparten la mitad y la otra mitad se subasta, para subir precios. Y ahora, las eléctricas ya no tienen derechos gratis y tienen que pujar por ellos, aunque nos trasladarán a los consumidores este mayor coste: se estima que, sólo por esto, el recibo de la luz subirá en Europa entre un 10 y un 15% hasta 2050.

Ni aun así han repuntado los precios del CO2. Por eso, la Comisión Europea ha propuesto ir más allá e intervenir directamente en el mercado, retrasando una subasta de derechos de 900 millones hasta 2019. Pero las industrias han puesto el grito en el cielo, quejándose de que si suben los derechos, si les cuesta más contaminar, no podrán competir con industrias de países no europeos, sobre todo emergentes. Y han conseguido que conservadores y liberales del Parlamento Europeo veten la propuesta de la Comisión, que ha trasladado el problema al Consejo Europeo. Pero hay muchos Gobiernos, como el español, contrarios a “intervenir” en el mercado del CO2: en la banca sí, para mejorar el medio ambiente no, como ha denunciando la Comisaria europea.

El debate se plantea en términos de elegir entre salvar a la industria europea o el medio ambiente. Pero es un falso dilema: si Europa no reduce sus emisiones de CO2, se acelerará el cambio climático y los problemas económicos que provocará sumirán al mundo en  otra grave crisis . Porque Europa es ahora mismo la región que lidera la lucha contra las emisiones de CO2 y si el resto del mundo ve que reculamos, no se decidirán a tomar medidas efectivas. Por eso es clave que los precios del CO2 suban, para que contaminar sea más caro y compense a industrias, particulares y países  recortar sus emisiones.

En este debate europeo, España debería cambiar de posición y apoyar los esfuerzos de la Comisión, porque somos el tercer país europeo que emite más CO2, junto a Grecia e Irlanda. Y aunque hemos reducido emisiones en 2012 (-1,4%, frente a -2,1% UE-27), por la crisis y el mayor uso de las renovables en producir electricidad, España ha sido el país europeo donde más han crecido las emisiones (+18,7% entre 1.990 y 2012, mientras caían un -18,5% en Europa). Y respiramos uno de los peores aires de Europa. Todo ello, porque tenemos una industria energéticamente ineficiente (gasta el triple que nuestros tres principales competidores UE), una electricidad donde todavía  pesan mucho el petróleo, gas y carbón (generó 8 millones de Tm de CO2 sólo en 2012) y un excesivo peso del transporte por carretera (83% mercancías en España y 45% en UE-27).

En resumen, Europa y España deberían seguir su lucha contra el cambio climático y para eso es vital que funcionen los mercados del CO2, que cueste más contaminar, porque no se puede sostener las industrias y el empleo a costa de cargarnos el Planeta. Lo caro no es reducir emisiones, lo realmente caro es destruir nuestro hábitat. No son locuras de ecologistas: si no crecemos de forma sostenible, vendrá una crisis peor que ésta. Y será irreparable.

jueves, 20 de junio de 2013

El hambre reaparece en España


Profesores, padres y ONGs han dado la alarma: hay miles de niños malnutridos y que pasan hambre, en Andalucía, Canarias, Cataluña y Valencia. La situación se ha agravado por los recortes en las becas de comedor, que han perdido muchas familias. Canarias y Andalucía han aprobado ya Planes para que 56.000 escolares coman en el colegio y reciban una bolsa con alimentos para cena y desayuno. El problema se agravará este verano, con el cierre de colegios, y el próximo curso, con más familias sin ingresos. El hambre no sólo ataca a los niños, también a ancianos y familias: 2 millones de españoles reciben comida de los Bancos de Alimentos y ONGs. Mientras, Bruselas ha vuelto a pedir a España un Plan contra la pobreza, que el Gobierno retrasará 6 meses. Con 12 millones de españoles pobres (3 millones, en pobreza extrema), es urgente tomar medidas: tienen que comer cada día.
enrique ortega

Hay escolares que están pasando hambre”. Lo acaba de denunciar el presidente de la Asociación de padres CEAPA, mayoritaria en la enseñanza pública. Primero eran los hijos de inmigrantes y ahora les pasa a los hijos de algunas familias españolas, que se han quedado sin trabajo (1.906.000 hogares tienen a todos sus miembros en paro) y se les ha acabado el paro (3.167.834 parados EPA no cobran ningún subsidio). La puntilla ha sido el recorte de las becas de comedor este curso, entre un 30 y un 50%, según denunciaron en septiembre las dos asociaciones de padres (CEAPA y CONCAPA), quienes ya advirtieron que iba a haber un problema de malnutrición infantil porque para muchos niños, la comida del colegio “era la única equilibrada del día”. Para más INRI, una reciente consulta vinculante de Hacienda (marzo 2013) obliga a los colegios a pagar el 21 % de IVA (no se pagaba nada) por los monitores de comedor, lo que ha subido el coste unos 15 euros al mes (que los colegios han repercutido en las familias o bajando la calidad de las comidas).

Al final, hay más niños que no comen en el colegio, ni tampoco en casa, porque sus padres no tienen ingresos y los pocos que tienen van a pagar la hipoteca o el alquiler, la luz, el teléfono o el transporte y no queda apenas para comprar comida. Y los profesores dicen que cada día lo notan más: niños que se marean en clase o no atienden, por malnutrición, sobre todo en Andalucía, Canarias, Comunidad Valenciana y Cataluña.


Por eso, el Gobierno andaluz ha aprobado un Plan para que, en septiembre, 48.000 escolares coman gratis en el colegio y además reciban una bolsa con alimentos para la cena y el desayuno. Entre tanto, en junio y durante este verano, alimentará a 11.000 escolares de las zonas más deprimidas. El gobierno de Canarias abrirá este verano 132 colegios para que 8.000 escolares necesitados puedan comer gratis. En Barcelona, donde el Ayuntamiento ha detectado 2.865 escolares con malnutrición, se aumentarán las becas de comedor. Y en Valencia, la Diputación dará becas de comedor a 2.325 escolares  para que coman durante este verano. Además, Cruz Roja ya está repartiendo meriendas para niños en 40 provincias españolas y este verano pone en marcha un plan de emergencia para la alimentación infantil.

La situación puede agravarse este verano, cuando cierren los colegios y los comedores escolares. Y sobre todo, el próximo curso, donde habrá nuevos recortes en becas-comedor y más familias sin recursos, porque se quedan sin cobrar el paro los que perdieron su empleo en 2011 y 2012. Preocupan también los jóvenes de la ESO, que no comen en el colegio.

Pero no sólo los niños pasan hambre o malnutrición. También ancianos, jóvenes y muchas familias. En España, unos 2 millones de personas reciben comida del Banco de Alimentos (1,5 millones) y cientos de ONGs, sobre todo Cáritas y Cruz Roja, especialmente en Andalucía (más de 300.000 comidas), Cataluña (234 entidades reparten 262.000 comidas), Comunidad Valenciana (230.000), Galicia (120.000) o Murcia (121.000). La situación se agrava mes a mes, porque se acaban los subsidios y los ahorros. Ahora, el temor es que  los Bancos de Alimentos puedan quedarse sin recursos, ya que la Unión Europea apenas ha aumentado el fondo contra la pobreza y sus aportaciones  de alimentos para 2014 (suponen el 40% de los que reparten). Y eso cuando los Bancos de Alimentos en España no dan abasto y han lanzado este año un SOS en Valencia, Galicia y País Vasco.

Si vuelven, después de 70 años, las colas para comer de la caridad se deben al fuerte aumento de la pobreza en España, por la crisis y el paro. En 2012, un 21,1 % de los españoles (casi 10 millones) vivían por debajo del umbral de la pobreza (con menos de 15.545 euros anuales para una familia con 2 hijos), según el INE. Y con criterios europeos, Eurostat  estima que tenemos 12,4 millones de pobres (27%), siendo el país donde más ha crecido la pobreza y el octavo con más pobres (tras Grecia y 6 países del Este). De ellos, 3 millones de españoles están en la pobreza extrema, según la Fundación Foessa. Lo peor es la pobreza infantil: hay 2.267.000 niños pobres en España (un 27,1 %), según UNICEF, la más elevada de la zona euro. Y un 13,7% de menores de 18 años (1,12 millones) viven en hogares con “un nivel alto” de pobreza: familias con 2 menores que malviven con menos de 915 euros al mes.

La Comisión Europea lleva dos años pidiendo a España que tome medidas contra la pobreza, aunque se publicite menos que la exigencia de reducir el déficit o recortar las pensiones: es  la recomendación nº14 de las entregadas en mayo. Pero Rajoy no se da mucha prisa y ha prometido un Plan de Inclusión Social 2013-2016 en el tercer trimestre, sin objetivos ni financiación. Y el PP ha rechazado crear un Fondo de emergencia contra la pobreza de 1.000 millones, propuesto por el PSOE y apoyado por el resto de partidos, para aprobar en solitario una moción que insta al Gobierno a aprobar un Plan… en 6 meses.

Con Plan o sin él, la política del Gobierno Rajoy ha favorecido el aumento de la pobreza: recortes en el desempleo (la mitad de parados ya no cobra), recortes en las políticas activas de empleo (reducción ayudas a la contratación desempleados y menos fondos para formación de parados), recortes en las ayudas al alquiler (suprimidas para los jóvenes), supresión de ayudas a las familias (cheque bebé) y menos deducciones fiscales autonómicas, recortes en las ayudas a ancianos dependientes y, sobre todo, recortes en las aportaciones a los Ayuntamientos para sus servicios sociales (de 86 millones en 2011 a 30 para 2013), impotentes para atender a 5 millones de españoles necesitados, según un reciente estudio de profesionales sociales.

Al final, las familias y las ONGs son las que tratan de paliar la pobreza y el hambre, no el Estado con nuestros impuestos. Y es urgente hacerlo, con un Plan de choque contra la pobreza, en especial para asegurar comida y cobijo, porque no se va a crear empleo de verdad hasta 2018, como dice el FMI. Hay que destinar recursos extras a los Bancos de Alimentos, ONGs y Ayuntamientos, para resolver los casos más graves, ya. Y a medio plazo, poner en marcha otro Plan con tres patas: ayudas a los parados de larga duración (con subsidios y formación), renegociación de hipotecas para evitar desahucios y más recursos a la protección social (España destina el 75% de la media europea), con nuevos ingresos fiscales (como la tasa Tobin sobre recursos bancarios, que debería aplicarse en 2014: aportaría 5.000 millones).

En Estados Unidos, el 15% de norteamericanos (47,6 millones) reciben vales de comida para subsistir. En Gran Bretaña, 10,5 millones de personas reciben ayudas de vivienda, alimentos y 500 libras semanales (590 €). Y 6,7 millones de alemanes (1,7 millones de ellos, niños) viven de las ayudas del programa Hartz IV para parados sin subsidio. En España, sólo 223.940 personas (datos 2011) reciben la renta mínima de inserción (RMI), una ayuda que además varía según donde vivan: de 375 euros mes (532 con familia) en Madrid a 650 euros (910 con familia) en el País Vasco. Francia, que tiene un millón menos de “pobres” que España, paga 475 euros al mes (RSA) a siete veces más (1,39 millones cobran esta renta de solidaridad).

Seis años ya de crisis ha destrozado el país, pero más a una cuarta parte de las familias, las más pobres: muchas están pasando necesidades e incluso hambre. Debería dar vergüenza a nuestros políticos. No se puede permitir. Hay que exigirles medidas urgentes ya.